Comprar RELACIONES

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domingo, 19 de marzo de 2017

Cambio de planes



Al final del primer día noté que recorrí muchos kilómetros y al final del viaje estaba muy cansado. También el costo se eleva, porque es algo que no había previsto: el aumento del precio del combustible. Está el germen de un cuento, que parece un thriller psicológico. Pero no le encontré la vuelta a la crónica de viaje, que hoy me lleva hasta Ibañez, a 3 km de la ruta 29. Es interesante el camino de acceso, que está bastante roto, pero te lleva y te trae, tiene curvas y contracurvas que desembocan en lo que alguna vez fue la estación del ferrocarril., cosa que explica por qué todos los pueblos están hacia el mismo lado de la ruta. Al oeste de la ruta hay campos, acaso estancias, algunos bosquecitos con plantas que danzar, pajaritos tímidos que escapan porque saben que no tendré la paciencia que hace falta para esperar que regresen y poder fotografiarlos. Casi como los habitantes de estos pueblos, que seguramente me han visto, pero no han salido al encuentro, así como yo tampoco me he acercado a ellos. Solamente traigo unas fotos, mis recuerdos, mis tristezas y alegrías (las vaquitas siguen siendo ajenas)

¿Cómo será vivir en estos pueblos? El tren ya se ha ido, es claro: vías que no conducen a ninguna parte están ahí como símbolo de algún tiempo en que la producción se iba hacia el puerto y regresaba en artículos manufacturados. Hoy el tren ha sido reemplazado por el camión, que arruina los caminos y exige la sanción de la ley 11430 que en su artículo 71 impide la circulación de vehículos pesados hasta 72 hs después de la lluvia. ¿Qué pasaría sí, como en Macondo, lloviera durante cuatro años?



El tren, en cambio, podía ciruclar igual, lluvia o no lluvia.


Day #5, marzo, mmxvii

sábado, 18 de marzo de 2017

El futuro llegó



Anoche hubo una gran tormenta, y hoy me dediqué a recorrer un poco la ciudad de Gral. Belgrano. Clásico pueblo rural, en los últimos tiempos también ha crecido por el lado del turismo, e inventaron un complejo termal, además de tener un bonito balneario, muy bien cuidado, y una ciudad prolija, limpia, con mucho movimiento.


Anoche, se ha pasado sus buenas dos o tres horas preparándose para lucir perfecta.
Gral. Belgrano - Centro

Me llamó la atención que asumieron por completo que el tren ya no volverá, de modo que las vías, lo que alguna vez fue la estación, y algunos vagones están resignificados: el pastito prolijo alrededor nos dice “ahí está el pasado, y que por eso crecimos. Pero ya no vendrá más. Así que mejor miremos al futuro, y con esto hagamos un centro cultural, una plaza alrededor, un restorán en los vagones viejos”.
Restorán "Vagones"



Lo que antes traía y llevaba el tren, ahora lo llevan y traen en camiones y micros. Y el que no, tiene coche. Bien al contrario de los otros pueblos, que están como adormecidos, a la espera vaya a saberse de qué. O tal vez estén en otra forma de economía, que no depende tanto de comprarlo todo. En efecto, localidades como Ramos Otero o Chas, por citar algunas, tienen pocas cuadras, pocos habitantes, que producen. Son los que siembran y crían los animales que se consumen en las ciudades. Y, por añadidura, producen sus propios alimentos: verduras, miel, carne están en sus quintas y es a lo que se dedican todo el tiempo.


Gral. Belgrano - Estación del ferrocarril
Gral. Belgrano, en cambio, se mueve como una típica ciudad: asfalto, casas modernas, automóviles, comercio. Es decir, una típica economía terciaria donde los servicios superan ampliamente a los productos agrícolas o industriales. Pero, como se dice más arriba, con bastante tranquilidad y pujanza.
Gral. Belgrano: Pasado y Futuro juntos

Day # 4 - marzo, mmxvii

jueves, 16 de marzo de 2017

No me paren ahora


Hacia el día tres del viaje la idea es que nada pueda detenerme [1], por más reformulaciones o recálculos que uno deba hacer. Después de todo, la idea es ser flexibles. Que se rompa pero que no se doble, podría argumentar alguien más. Y la verdad es que a esta altura del partido no sé muy bien si quiero doblarme, romperme o desaparecer.

La cabaña es espectacular, y almuerzo en el patio. Se escucha el viento en los árboles y unas cañas que cuelgan en la punta hacen su concierto. Ruedas se ha portado muy bien hasta ahora, y descansa. Los tábanos (o, mejor dicho, tábanas), no descansan, y consiguen que deba meterme en la casa.

Sombras chinescas

En el dormitorio hay algunos libros. Y leo:
Al principio, cuando era joven, creía que uno tenía que inventarlo todo, que todo tenía que proceder de la imaginación. Me costó mucho comprender que era al contrario, que en la realidad es donde están las posibilidades para escribir.[2]
De ahí, supongo, debe venir la realidad virtual que está tan de moda en estos tiempos. Imagino vidas imaginarias, como Marcel Schwob. Imagino libros imaginarios, como Ariel Idez. Imagino biografías contadas durante años y años, como Piglia. Imagino una fauna y una flora y una pampa que se encuentran en un punto impropio como paralelas que se cruzan, o luces opacas que no aclaran, porque oscurece. Imagino una linterna negra de la que salen imágenes incandescentes, que no podrán ser reveladas por más que las bateas tengan las mezclas exactas.
Pampa Húmerda

Entonces ocurre el milagro: la tarde exangüe exhala sus últimos suspiros. Un brazo del Río Salado se presenta frente al turista despreocupado (que, aclaremos rápidamente, nada tiene que ver con el lector desprevenido) y lo pone en un estado similar al satori, al nirvana, o bien al ensueño. No importa demasiado cuál de todos. Lograr el descanso de la vorágine que durante trescientos cincuenta y un días ocupa nuestro pensamiento, la presión sobre los hombros, los dolores de cuello. Todo eso ocurre al tercer día, con sus implicancias místicas, ciertamente, pero que no son otra cosa que casualidad. O tal vez no, y entonces el señor de barba (que no es durán) se siente en su reposera a mesarse un poco los pelos y pensar que pobre, que alguna vez vendrá con el equino exhausto, a gritar que cree en dios-padre-todopoderoso por su culpa por su culpa etcétera. Y entonces se le dará un wild card o waiver y creerá que todo bien. Pero arderá en los confines antes de estar sentado a la derecha.

La tarde se ha llenado de frutillas, y es momento de trazar línea, dar por terminado este día.

* * *

El círculo - Oscar Cerruto

"No se atrevió a referirles su extraña experiencia, temía que lo tomaran a risa. Peor aún, temía que le creyeran."

Río Salado - (O algo parecido)

Day # 3 - marzo, mmxvii




[1] El lector desprevenido deberá imaginar la canción de Queen, Don’t stop me now: https://youtu.be/HgzGwKwLmgM

[2] MONTERROSO, AUGUSTO; Entrevista en Cuentos Latinoamericanos; Coedición, Bogotá; 1992; Pág. 125

martes, 14 de marzo de 2017

Del camino a la vera


Rápidamente tuve que replanificar. A diferencia del viaje de los cronopios Carol y Julio, que era de pocos kilómetros de autopista y mucha estancia en los paraderos, este es de muchos kilómetros en la ruta y poco estar en los pueblos. De modo que para el día 3 la cuestión será visitar localidades más cercanas a la base: al llegar a Solanet tengo ya seis horas de ruta y unos 350 km recorridos. El cansancio se hace notar.

Club El cardal - Solanet
Este pueblito cuenta con 47 habitantes según el censo nacional de 2010. Se lo recorre en un rato, y está dominado por una construcción muy típica de la Patagonia: chapas grises en las paredes y rojas en el techo, que en aquellos parajes solían llevar pintados los nombres de las estancias, para que los aviones del correo pudieran identificarlas. Esta, en cambio, tiene un cartel al frente, que nos dice que llegamos al Club el Cardal. 

Estaba cerrado, así que me quedé con las ganas de echar un trago.


* * *

Flora, Fauna y otra chica más

Párrafo aparte es la fauna de la ruta. Uno espera encontrar (y encuentra) mayormente vacas, algunos caballos, en menor medida ovejas. Quien te dice un chancho. También aportan algunas ratas, pájaros a montones, mariposas y otros voladores que suelen hacerse amigos inseparables de radiadores y parabrisas. Pero, sorpresas te da la vida. Luego de cruzar la rotonda de Ayacucho, y poco después de cruzar la vía de un tren ahora inexistente, perduran las señales que señalan el peligro del extinto artefacto.  Y como uno de los objetivos laterales del viaje es relevar las cosas al costado del camino (sin ton ni son, valga la aclaración), me detuve a tomar unas fotos. Y resulta ser que a un costado había como un lago, o el final de un arroyo, o vaya uno a saber qué. Me acerqué, y cuál no sería mi sorpresa al descubrir que había ahí un bagre. ¡Sí, señor, un bagre! O algo así. Muy orondo el tipo, y bastante grande, que abría y cerraba su bocota en lo que se supone sería un rito alimenticio. Pero es pura intuición, porque si de verdad hay algo que desconozco son las costumbres de los bagres. Más aún si están en la banquina.  Eso solo, créame, paga la tarde. 
Bagre rutero

Day # 2 bis - marzo, mmxvii

lunes, 13 de marzo de 2017

A la vera del camino



La vacación también es de medios, ya que al no tener wifi acá, dependo de ir a la YPF y mandar algunos mensajes por uasap. Sí hay televisión, así que me estoy haciendo una panzada de canal Encuentro, que hacía mucho no veía. Hoy el tema ha sido la problemática de género, con un muchacho homosexual y un resumen de la vida de Simone de Beauvoir.  Ya los vi dos veces, antes de salir y al regreso, pero qué importa.

El viaje de hoy: Ramos Otero y Solanet, algo así como 480 km. Entre una cosa y otra, sin música, sin radio, solamente el pensamiento y la atención a la ruta.

Todo lo demás está como entre paréntesis, aunque la radio y los diarios que encontramos cada tanto nos tengan al tanto de guerras, festivales de cine, asesinatos, críticas literarias y conflictos sindicales. Todo eso es, todo eso sigue; pero es y sigue en la tierra de nadie de dos parkings diarios, de dos islas que Fafner alcanza tras unos pocos minutos de marcha insignificante. [1]

La ruta pampeana es como fácil, ¿no? Bastante plana, largas rectas, curvas suaves. Nada que ver con el espectacular camino montañoso, que todo el tiempo se abre a nuevas dimensiones como un juego 3D. Y en cuanto a la vegetación, también parece simple: pastos y árboles y listo.
Paisaje rutero

Sin embargo, hay combinaciones extrañas a cada rato. De esos mismos pastos y esos mismos árboles. Muchos parecen plantados a propósito, y se intuyen casas, cascos de estancia por detrás. Otros, quizás sean errores y aparecen solitarios en medio de la nada, desafiando la llanura interminable. Que, aunque no lo parezca, termina. Yendo hacia el sur, Ramos Otero tiene dos entradas. Si uno decide optar por la segunda, a medida que avanza y se detiene, se puede observar el paisaje serrano que caracteriza a Balcarce, que está al alcance de la mano (pero fuera del espectro de este viaje). De hecho, el pueblo ya forma parte del partido de Balcarce, y se encuentra a solo 46 km de la cabecera del partido.

Al mediodía, el pueblo de Ramos Otero (debe su nombre a don Ignacio Ramos Otero, que donó el terreno donde se construyó la estación del tren) está tranquilo, y no se ve mucho movimiento. Tampoco parece que lo tenga, ya que consta de unas pocas manzanas.

Del lado oeste (considerando las vías) se encuentra la escuela 47, y del este parece estar la mayor cantidad de casas. Hay, también del lado este, una plaza con nombre grandilocuente: "Plaza de los sueños mágicos".


Estación Ramos Otero
La vieja estación del tren está bastante abandonada, pero aún hoy se puede apreciar la estructura: galpones para la carga, un andén de pasajeros, tanques de agua y bombas para reabastecer a las siempre acaloradas y sedientas locomototras a vapor.

Actualmente, el mayor cuidado que parece tener proviene de las ovejas, que mantienen el pasto corto. Y también de algún que otro caballo, que huirá espantado con el ruido de la cámara fotográfica.

Las ovejas, en cambio, comenzaron de pronto a venir hacia mi posición. Muy decididas, no dejaban de acercarse, lideradas por una oveja negra, y comenzaban a cerrar filas y mientras unas gritaban maaaa, a lo que la madre, yo supongo, les contestaba vaaaa.

Sé que las ovejas son herbívoras,  pero quien te dice que no andan comiendo cosas transgénicas y han desarrollado un gusto por la carne humana. Mejor salir.

* * *

hacer caso a las señales

Párrafo aparte merecen las señales del camino, en realidad, las que indican alertas o peligros: hombres trabajando, máquinas en el camino, animales sueltos. 
Pero algunas son verdaderamente insólitas, ya que advierten de cosas que deberían resolverse de otro modo, y no con un simple cartel. 
Aunque no es la idea de esta crónica opinar sobre estos temas. 
O no por ahora. 
Yo te avisé.

Day # 2 - marzo, mmxvii







[1] DUNLOP, CAROL y CORTÁZAR, JULIO; OP CIT, Pág. 111

domingo, 12 de marzo de 2017

Autonauta, ¡al fin!

Viaje hasta Gral. Belgrano, con escala en Ranchos a tomar café y chequear mensajes. Llegada al mediodía según lo previsto. La cabaña Tierra Mïa es bastante más de lo que esperaba, con todo el confort. Romina un encanto, muy eficiente. Envidiable, como de costumbre, cuando me encuentro con alguien que tuvo la visión para salir de la locura de la Capital. Y me siento bien por darle de comer, ¿nocierto? <Acá debería ir un jajajaja, pero no estoy tan seguro si es risa o es dolor>

Cabaña Tierra Mía - Gral. Belgrano

Almuerzo en el patio, con bastantes tábanos. Después, pequeña siesta o algo así. La verdad es que no sé si dormí o no. Digamos que un poco. Después, viaje a Villanueva, y regreso por un camino interior casi sin darme cuenta. Al punto de salir en la entrada a la cabaña. <Acá, sí, pueden ir unas risas>.

Seguí de largo a cargar nafta. Me quiero matar con lo que cuesta un litro. La próxima le mando súper y que Ruedas se la banque.

Final del día con caminata por un lindo circuito que hay acá cerca, por algo así como un brazo del salado, supongo. Y después hay un circuito “saludable”, por así decir, cosa de no perder el ritmo y bajar las medialunas. Pero bueno, vacaciones son vacaciones.

Todo esto de alguna manera debe convertirse en material para el diario de este viaje. De este homenaje a Carol y Julio, tan lejos de aquella autopista.

Hoy me di cuenta de que para la época en que Julio y Carol empezaban su viaje, yo estaba pisando París por primera vez. Las casualidades no quieren decir nada, salvo que uno tiene conexiones con aquellos a quienes quiere. Yo no sabría nada de Carol hasta tiempo después, cuando pude leer Los autonautas.  Pero sí sabía de Julio, claro. Del Final del juego, de Rayuela, de tantas otras cosas que leí, y tantas que no. Así que acá estamos. Mañana pienso llegar hasta Ramos Otero, es decir el plan inverso de los mapas, para acortar el cansancio en los últimos días. No sé por qué los planos están en orden ascendente. Son cosas que el lector desprevenido tendrá que dilucidar.
Crossroads - Villanueva


Fotografías hay unas cuantas. No sé por qué no puedo bajar las del teléfono. Un bajón, al final con el otro aparato decadente se copiaban de lo más bien, y este que es toda modernidad se las guarda para él solo. ¿Signo de los tiempos del hombre tecnológico que se aisla con los auriculares y al resto que lo cure Lola? Filosofía barata, será cuestión de llevar este artefacto a la zona de la luz, porque aquí estamos en las tinieblas del wifi.

Ok. Hasta acá. Son como las diez y media y quizás necesite descansar un poco. O no, quizás necesite seguir escribiendo, buscarle el tono al viaje. Al texto del viaje. Es la primera vez que voy a encarar el género crónica de viaje, así que ya veré que sale.

¡Salud!

Gral. Belgrano - Prov. de Buenos Aires


















Día 1, mmxvii

domingo, 5 de marzo de 2017

IPFTO VII - five, four, three...


Estación de alrededor de 1900

Ya está ahí. Ya casi En breve estaremos en la ruta. El objetivo de este viaje es, se ha dicho ya, doble:

  1. Poner punto final a un año que ha sido bien complicado.
  2. Hacer un homenaje a Julio y Carol en su famoso viaje atemporal París-Marsella
Para el primer aspecto la idea ya empieza a tomar fuerza y desde hace unos días he decidido comenzar a practicar una vida digamos que dominical.

Para el segundo punto, he logrado acercarme a las ruedas que me llevarán a hacer mi recorrido. A los famosos Autonautas de la Cosmopista les tomó cuatro años desde que tuvieron la idea hasta que lograron emprender el viaje. En mi caso, nomás treinta y cinco (35) desde que leí el libro y puedo encarar la ruta.

Con la esperanza, oh paciente acompañante de estas páginas, de que nuestra experiencia te haya abierto también algunas puertas, y que en ti germine ya el proyecto de alguna autopista paralela de tu invención (1)

Aquí el lector desprevenido puede intervenir y decir que se trata de una burda copia a aquella experiencia. Tal vez tenga razón. Tal vez estos autonautas se merezcan un homenaje más excelso. Pero sin duda que el espíritu de recorrer autopistas o rutas paralelas está ahí.

Un tema que todavía no he resuelto es el nombre de la nave.
Ruedas
Inicialmente pensé en ponerle Fafner II. Pero de inmediato descarté la idea, porque ahí tendría razón el lector desprevenido y estaríamos en un caso avanzado de imaginación nula o anulada.

Pasé también por Rocinante, pero por las mismas razones descarté la idea.

Luego pensé que Carol y Julio ya tenían a Fafner al momento de iniciar el viaje, lo que implica que ya tenían con él una relación y entonces quizás el nombre les había surgido de antes. Así que espero que a lo largo del viaje surja una relación con estas Ruedas, de modo que, para empezar, así quedará bautizado.

Por último, hoy ya empecé a practicar el espíritu de la travesía, de modo que salí a recorrer la zona a tomar fotografías, a cultivar el ojo inquisitivo, a tratar de encontrar el clima de la zona. Así que, cámara en mano, he salido a capturar algunas imágenes.

Qué mejor que la estación del tren, y el barrio aledaño, que nos vienen de finales del siglo XIX, y que son parte de lo que voy a buscar: este, querido lector desprevenido, no es ni más ni menos que un viaje en el tiempo. No a buscar el tiempo perdido, no, sino a buscar nuevas imágenes, experiencias, sensaciones, proyectos y modos de encarar lo que viene.

Así que espero que todo vaya bien, y nos vemos al regreso.

¡Salud!

(1) DUNLOP, CAROL y CORTÁZAR, JULIO; Los autonautas de la cosmopista; Alfaguara; Madrid; 1996; Pág. 44


Fernando Berton
Marzo, 2017


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