En el lenguaje poético, la atención se centra en el signo mismo
Jan Mukarovsky
Las aventuras de la China Iron - Penguin Random House - Buenos Aires - 2017 |
Al leer Las aventuras
de la China Iron, me vino a la mente una frase: “Mi amor, mirá lo que hace
este hijo de puta”. Eso dijo Gabriela Cabezón Cámara al presentar Villa del Parque, de Jorge Consiglio. Entre
otras cosas, claro. Y terminó diciendo Salud, la presentación. Como es
frecuente en este blog, advertirá el lector desprevenido. Y sí, qué se va a
hacer, no somos, no pretendemos ser, originales.
Las aventuras de la
China Iron, por cierto, es precisamente eso, una novela de aventuras. Una road-novel en carreta, además. Y que
viene a cuento de la presentación del libro de Consiglio porque cuando
reseñamos Villa del Parque, decíamos
que los personajes iban en auto a sus destinos. Aquí, por una cuestión de
siglo, van en carreta. Pero no es banal la analogía, porque ese siglo XIX que
nos cuenta Cabezón Cámara está bañado de siglo XXI: un spin-off del poema fundacional de la Argentina, la Eneida criolla
según Lugones, con mirada feminista. Bueno, decir feminista sería achicar mucho
la mirada. Es una mirada panorámica. LGTBQXYZ y sucursales, para qué nos vamos
a andar con chiquitas.
Y decimos siglo XXI no porque no hubiera gays, lesbianas,
trans, bi o queers antes, sino porque así como María Moreno nos dice que Borges, en su cuento “El final”, da muerte a Fierro; Gabriela Cabezón Cámara le
da nueva vida a Fierro: lo hace amoroso y amplio, le da un calor y una ternura
que solamente podemos inferir en el poema de Hernández. Pero no le quita
valentía. Esto, aunque don José lo hubiera querido, no habría tenido espacio
entonces. Por eso es que la China Iron se sube a la carreta de Liz and off they go, to conquer las pampas. Y
el litoral. Y quién te dice que En la
vuelta de la China Iron no te conquiste el Brasil y la Banda Oriental. Pero
ese es otro cantar.
Una cosa que el lector desprevenido puede llegar a
criticarnos es el uso de palabras en inglés para referirnos a una novela sobre la
mujer, nada más y nada menos, que fuera del mismísimo Martín Fierro. Mujer que
adopta el apelativo Iron que tan bien utilizó Tato Bores en sus monólogs y
sketches. Y sabe bien el lector que en otras ocasiones le daríamos la razón,
intentamos desde este blog no mezclar la hacienda. No nos gusta decir cosas
como can you open la tranquera?, ni how many vacas traes? Bueno, no siempre,
si es que usted busca la etiqueta ESPANGLES. Pero en general, decíamos. Y esta
es otra de las características de la novela de Cabezón Cámara, que usa con
naturalidad las dos lenguas:
Me miró con desconfianza y me alcanzó una taza con un líquido caliente y me dijo “tea”, como asumiendo que no conocería la palabra y teniendo razón. “Tea”, me dijo, y eso que en español suena a ocasión de recibir, “a ti”, “para ti”, en inglés es una ceremonia cotidiana y eso me dio con la primera palabra en esa lengua que tal vez había sido mi lengua madre y es lo que tomo hoy mientras el mundo parece amenazado por lo negro y lo violento, por el ruido furioso de lo que no es más que una tormenta de tantas que sacuden este río.” (Págs. 14-15)
Esto, que está esbozado en el primer capítulo, se irá
desarrollando a lo largo del libro. Liz y Jo hablarán en inglés o en español
según les convenga. El propio Hernández, entusiasmado con la presencia de Liz,
le dirá Ay, my Darling, pase, pase (Pág.
87)
Note la diferencia con este ejemplo:
Jonas le abrocha el cinturón a Greta, se
acerca a su ventanilla y comienza a señalarle cosas allá abajo. Greta se
aquieta, lo escucha, le pregunta menos que a ella. Las respuestas de él la convencen más. ¿Será porque hablan la misma
lengua?
Esto dice Luciana de Mello en su cuento “Un pozo en el agua”.
Y lo traemos como contraejemplo: es que se opone al trabajo que hace Gabriela
en juntar lenguas. Luciana, que en Mandinga
de amor hace un trabajo análogo al de Gabriela en Las aventuras de la China Iron, aquí se ocupa de separar las aguas. De hacer
un pozo en el agua, que parece una labor inútil. Este mundo globalizado ya no
habla una lengua, sino varias. Incluso al mismo tiempo. (¿Ha notado el lector
desprevenido que hasta le usan el vos y el usted en la misma oración, a veces?)
Ya sobre el final esta estrategia de juntar se hará más visible, con lenguas
originarias de América, de lo que hoy es Argentina, de lo que vaya uno a saber
qué sería si no fuera por el español y el inglés. Y ahí está la clave. Esto es
lo que hace esta hija de puta, por usar sus palabras, nos mete en el medio de
una novela de viajes donde la protagonista va cambiando a la vez que cambia
todo el entorno, sea en Neuquén o en Corrientes. Porque nos une en el amor, en
el respeto a la identidad, en ser hermanos. Es la ley primera, ¿nocierto?
Salud.
Fernando Berton
Marzo, MMXX