Con este semáforo multiple-choice puedes decir cruzar o no cruzar, he ahí el dilema.
Fernando
Febrero, MMXXII
Con este semáforo multiple-choice puedes decir cruzar o no cruzar, he ahí el dilema.
Fernando
Febrero, MMXXII
Siempre tuve esa expresión como sinónima de "¡las cosas que hay que ver!". Y a decir verdad, siempre me sale al revés: "vederes", en vez de veredes. Tal vez por asociación libre de "hacer los deberes", tal vez por desatento o disléxico, vaya usté a saber.
Como sea, espero que el párrafo que precede no le quite protagonismo a la foto que hoy nos convoca a publicarla.
¡Salú!
Fernando
Febrero, MMXXII
CANCIÓN DE LOS LIBROS FUTUROS
Nuca te me acabarás, Buenos Aires
y me darás temas para rato...
hasta que el sentimiento se me haga pedazos
en tus encantadores accidentes de tráfico.
Pero... ésta es la antelación del canto de mañana
el preámbulo de los libros futuros
que comencé a escribir en la carne de mi hijo,
el fuerte, recio businessman de 1950.
Mientras tanto edificaré mis poemas sucesivos
con la plomada de tus nuevos edificios
y el cemento de tus futuras catedrales.
Disculpáme, che, ciudad, si todavía,
mi verso torcido y serruchado tiene barro en los botines.
Es la última tierra de tus excavaciones
es la raíz de ti misma, es la sangre de tus venas
subterráneas,
es tu respiración de exudado gas en los levantamientos
y en los empastelamientos
de los futuros rascacielos,
que ya están haciendo su ademán de granito en tu cielo
cuadriculado
en tejidos eléctricos.
Hasta ahora le estuve milongueando a ese cardumen
de pobres animales que te habitan,
porque, después de todo, Buenos Aires,
poné la mano en el corazón y confesáme:
¡ellos te construyeron,
con sangre de su poder y cemento de sus huesos,
y empapelaron de nuevo ante el asombrado ojo del
forastero,
tiññendo su angustia gris y uniforme
con Neo Lux de entusiasmos...!
Para mañana te prometo (si me dejan)
cantarte hasta romperme en un alarido de entusiasmo,
en una pamperada de nacionalismo,
arrancando ladrillos en forma de estrofas,
e imágenes de entubamiento
y metáforas de ensambladura
para tu grandeza brutal y severa de Banco de
Jesú-Cristo... [1]
Varias veces hemos afirmado en Cosas que pasan que algunas voces han dicho mucho antes y mejor lo que queremos expresar. Nicolás Olivari, en este caso, nos habla del progreso, de esa ciudad que se está transformando para mutar casas en edificios, hijos en hombres de negocios (businessman, augura el sujeto poético para el suyo, en poco más de veinte años).
Olivari, como un futbolista que pasa de Boca a River, dejó el grupo de Boedo para irse al de Florida, por fuertes discrepancias con Elías Castelnuovo y Leónidas Barletta. Decir que luego también criticó la editorial Proa, de Ricardo Güiraldes es apenas una pincelada de esta personalidad rebelde e incontenible.
En el poema que hoy citamos creemos ver cierta coincidencia con la línea editorial de este blog: en efecto, el sujeto poético le habla a “ese cardumen de pobres animales” que habitan la ciudad. Esa Buenos Aires que definitivamente está dejando de ser la Gran Aldea para entrar de lleno en la modernidad de los negocios. Decíamos hace poco que el Progresso não tem fim y mostramos de qué manera la sociedad actual se nutre de las clases menos favorecidas en términos económicos, claro, para crecer al infinito. El progreso debe tener un comienzo, ya que no fin. Y estos años treinta son un ejemplo claro de por dónde vendría la cosa: la así llamada Ley Sáenz Peña, sancionada en 1912, que establecía el voto secreto y obligatorio (sólo para hombres, conviene aclarar, deberían pasar casi cuarenta años para que las mujeres pudieran elegir autoridades), fue un primer paso hacia la ampliación de los derechos de los habitantes de la República, que hasta ese entonces veían cómo los conservadores hacían gala de un sinnúmero de triquiñuelas para llevarse el primer puesto en cada elección.
Sin embargo, este interregno democrático duraría poco, ya que en 1930 ocurriría el primer derrocamiento de un gobierno elegido por el pueblo. Con la caída de Hipólito Yrigoyen a manos del dictador Uriburu, se abre una de las páginas más negras de la historia de las clases populares en Argentina. Esta incapacidad de los derechosos conservadores argentinos se mantuvo por casi un siglo, ya que recién en 2015 un partido de derecha sería el vencedor en unas elecciones libres. (Descontamos el gobierno de Carlos Menem, ya que llegó a la presidencia desde las filas del peronismo y con un discurso marcadamente peronista: revolución productiva y salariazo)
Así, entonces, desde otra perspectiva, apreciamos que no todo tiempo futuro será mejor, o no en todos los aspectos. Hoy seguimos asistiendo al dominio de las peores prácticas dentro de lo legal para que el trabajo sea cada vez más precario, que los derechos que fueron reconocidos a lo largo de tantos años se debiliten y que las luchas de los trabajadores sean vistas como estorbos para que los grandes industriales y comerciantes se enriquezcan cada vez más a costilla del “cardumen de pobres animales” que ponen el cuerpo a la construcción de esas obscenas viviendas y torres de oficinas que luego se enorgullecen de no permitir el acceso a las personas que las construyeron.
Fernando
Marzo, MMXXI
Primero pensé que la hoja nueva tenía que superar la línea de flotación de la hoja anterior para empezar a desplegarse.
Pero no.
Después pensé que las dos hojas nuevas tenían que superar la línea de flotación de la hoja anterior para empezar a desplegarse.
Pero también no.
Acotación 1: Cada temporada, cada palmera lanza al cielo dos nuevas hojas, en forma de lanza, justamente, y que luego se desenrollan para tomar su clásica forma de costillar.
Pensé, más tarde, que la palmera de acá espera a la palmera de allá para que sus hojas empiecen juntas una danza.
No.
Luego pensé que la palmera de allá y la palmera de acá están peleadas, y que les importa poco y nada lo que cada una hace con sus hojas nueva.
Ni idea.
Ahora pienso que las hojas nuevas se desenrollarán una vez que la hoja vieja se doble un poco sobre sí misma y empiece su declinación hasta ponerse por completo amarilla y caer.
No lo sé.
Tal vez sea que deban caer primero dos hojas para que luego se desplieguen las otras dos.
Tampoco lo sé.
Mientras tanto, los días pasan y las palmeras siguen su ciclo que no revelan con tanta facilidad
Fernando
Febrero, MMXXI
PD: El 6 de febrero, finalmente la palmera de acá desenrrolló su hoja. ahora puede bailar con la hoja anterior, cuando sopla el viento.
PD 1: La palmera de allá, envidiosa, hoy desenrrolló su hoja también.
Hacia el sur hay un lugar, decía la canción de Manal. Mucho han cambiado las cosas desde aquel 23 de marzo en el que publicamos "Historias vegetales". En particular, el triste final de la más grande historia de amor que alguna vez ocurrió. Pero la paciencia, que no suele ser nuestro fuerte, es lo que nos permite llegar a ver los resultados de lo que hacemos.
Recuerdo que en un momento perdí el rumbo. Me olvidé por completo de las plantas, de regarlas, de hablarles, de dedicarles un poquito de tiempo en el día a día. Esa desesperación que sentí cuando vi a los morrones todos mustios, vencidos por la sed y el descuido no puedo describirla aquí. Lloré mientras los regaba y les pedí disculpas por semejante desatención. Poco después resurgieron, con su verde intenso y su olor a morrón en las hojas.
Pasaron seis meses desde la primera flor. En el medio, dimos cuenta de un morrón verde un domingo en que preparamos tacos. (A decir verdad, los prepararon los chicos, yo solamente los comí). Y aquí estamos, 24 de agosto de 2020, ya casi rojo por completo.
Morrón ventanero |
Hay un par más en camino. No son muy grandes, como esos que venden en las verdulerías, pero son de cosecha propia. De plantar las semillas de los morrones comprados, de no haber creído en ellos, de que Mariela les hablara y poco después dieran flores. Y acá están, enrrojeciendo para ella también, que estuvo tan contenta cuando salió la primera flor. ¡Qué contenta estaría hoy!
Fernando
Agosto, MMXX
La Real Academia de las Ciencias de Suecia ha premiado este año a los «padres» de las baterías de ion-litio recargables, presentes en cualquier dispositivo inalámbrico actual, desde los teléfonos móviles a los ordenadores portátiles que utilizamos a diario. El estadounidense John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino impulsaron la creación de una batería potente y ligera
Albahaca - Rúcula |
¡Hola! Soy el robot, ¿cómo estás? ¿Cómo puedo ayudarte esta mañana? Tengo un sinnúmero de funciones entre las que se pueden contar ayuda fi...