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viernes, 23 de septiembre de 2022

Tiempo transcurrido


 Me desperté seis y media y estuve diez

o quince

minutos tratando de dormir de nuevo


miré el reloj: las ocho y diez

lo loco es que todo ese tiempo estuve

convencido

de que estaba despierto


me levanté entonces para darme 

una ducha

no llegué a ninguna conclusión interesante

pero quería compartir el hecho

con ustedes


Fernando

Setiembre, 2022

sábado, 2 de julio de 2022

El tiempo pasa

 

SOLITUDE

 

In my solitude you haunt me

with reveries of days gone by.

 

Música De Duke Ellington

 

Mi soledad no está sola:
está conmigo
Me acompaña dondequiera
que voy: duerme en mi cama
come de mi mano: respira
el aire que respiro
Me habla con mi voz
camina como yo camino
siente lo que yo siento
Sólo una vez mi soledad
se alejó de mi lado
me abandonó: partió
Fue esa tarde que conocí
a la mujer de mi vida
Meses y meses sin mi soledad
noche tras noche con mi gran amor
ocupando el espacio
de mi desamparo
Hasta que un día todo terminó
como siempre terminan
los amores eternos:
en un abrir y cerrar de ojos
Y ahora
he regresado a mi casa
Mi soledad me recibe
con los brazos abiertos
no me dice nada
no me reprocha nada
me abraza me consuela
Llora conmigo

Oscar Hahn

**

No queda mucho que agregar. Solamente que el recuerdo a veces se hace presencia. Por un instante fugaz ella está conmigo. Luego se desvanece. Queda el recuerdo, una sonrisa apenas que, pronto, se hace mueca.


Fernando

Julio, 2022

lunes, 7 de marzo de 2022

El tiempo de la máquina: ¿cuándo estamos?

 


  Decíamos que la máquina del tiempo de la novela de H. G. Wells podía moverse hacia el futuro o ir hacia el pasado, pero permanecía siempre en el mismo lugar, a menos que el conductor (¿maquinista?, ¿tiempista?) la moviera hacia otra parte. Si hubiera podido comunicarse con su tiempo, entonces, la pregunta debería haber sido "Hola, ¿cuándo estás?".

  Y eso es un tema interesante: si podemos viajar en el tiempo, ¿podremos comunicarnos con el momento en que partimos? La película La casa del lago trabaja sobre esa posibilidad. Pero hasta el momento, no hay pruebas fehacientes de que algo así pueda ocurrir, solo están en el plano de lo conjetural.

  Entonces, ¿por qué tanto interés en las historias de viajeros en el tiempo? Tal vez porque lo imposible siempre resulta atractivo, tal vez porque a veces nos gustaría escapar de un presente que nos oprime, otras para revivir esos instantes que nos parecieron maravillosos.

  Es nuestra opinión que los viajes en el tiempo son metafóricos, que nos invitan a dialogar con los tiempos que ya no volverán. Leía en estos días una nota de Guillermo Saccomano acerca del libro Metrópolis. Ahí nos dice que "Lestido propone un retorno a sus orígenes o, mejor dicho, a la decisiva primera mirada de Adriana (...) este libro opera como un quién era yo antes de ser quien soy ahora".

  Es decir, un intento de saber si permanece algo de lo que fuimos, cuánto cambió y, en lo posible, las causas. Ese de las causas es un poco pretensioso, vamos a decir, porque no siempre podemos dar cuenta de los motivos de nuestras decisiones. Pero sí podemos determinar si lo que esperábamos se cumplió, en qué medida, y si tenemos margen para modificar algo o nos sentimos conformes con el estado de cosas.

  En suma, el género "viajes en el tiempo" es un bello intento a generar un diálogo entre épocas. Hablar desde el pasado (los mayores somos un poco viajeros en el tiempo, ¿nocierto?, y somos capaces de contar el mundo antes de la existencia de algo), para que las generaciones futuras puedan sacar algo en limpio. La cuestión es que muchas veces corremos alocadamente detrás de cosas que nos impone la sociedad que nos toca vivir, y no sabemos bien con quién habría que discutir si es necesaria o no la tecnología 8G o la revolución industrial 5.0


Fernando

Marzo, MMXX2

martes, 1 de marzo de 2022

Somos responsables de nuestros recuerdos


 Hoy se cumplen dos años del comienzo de la debacle. Después de un hermoso fin de semana, Marielita se sintió mal, fue a la guardia, la internaron por una apendicits. 

 A veces siento que las palabras me faltan. Pero por suerte hay quienes tienen algunas:

You, she says, you, do you hear me, I am finished with you. After this time, I will go to your church because I must but I shan’t say a word there because there is nothing after you die. There is the soil and there is the body and it all comes to nothing

Hamnet
Maggie O'Farrell

 

Vos, ella dice, vos, escucháme, terminé con vos. Después de esta vez voy a ir a la iglesia porque debo, pero no voy a pronunciar palabra porque no hay nada después de que te morís. Está el suelo y está el cuerpo y todo se vuelve nada.

Trad: FeBer

 Pero, pero... Quedan cosas. Lágrimas mezcladas con sonrisas en algo así como dos mil quinientas páginas de los chats que nos mandamos. Rescato, entonces, estas sonrisas:

 Hoy la.cosa está que arde
esto no es nada  sencillo
metí la pata esta tarde
y me hice mierda el tobillo.

 Mañana iré a la consulta
duele mucho y está hinchado
vamos a ver si resulta
que esto termine enyesado.

                                           Mariela


Contexto: Marielita tuvo un esguince de tobillo (ya había tenido gatorce), y se sentía muy dolorida.

Así, casi de la nada, inventaba coplas y hacía listas de deseos maravillosas para nuestros encuentros.

¡Ay, I miss you tanto!

 

Fernando

Marzo, MMXX2 

lunes, 28 de febrero de 2022

La máquina del tiempo

 


En la novela de H. G. Wells, el inventor de la máquina del tiempo no tiene nombre, solamente se lo conoce como "El viajero del tiempo". En efecto, montado en su bello artefacto, el viajero va al futuro y vuelve, pero siempre está en el mismo lugar, excepto cuando tiene que mover la máquina porque quedó en un lugar sin protección. El tiempo, entonces, parece ser que solamente transcurre, que no se mueve de lugar. A eso se debe que al volar o estar alguien en el espacio, el tiempo transcurre más lentamente, por eso de la curvatura. 

Nosotros podemos recordar, podemos vivir el momento, podemos hacer planes para las próximas vacaciones. Lo que no podemos es vivir efectivamente en lo que recordamos o proyectamos. Con suerte, tendremos una percepción distinta del tiempo transcurrido: cuando sostenemos una conversación animada, el tiempo parece ir más rápido que cuando estamos aburridos.

El tiempo, entonces, tiene tres variantes enteras: pasado, presente, futuro. Y unas cuantas variantes decimales: pasado perfecto, pasado indefinido, pasado pluscuamperfecto y así siguiendo. Pero son solamente discursivas. Por más que intentemos, no nos resulta factible ir a visitar a un amigo muerto, o ver que será de nosotros en el 2030, cuando suponemos que el mundo colapsará por el cambio climático. No tenemos una máquina del tiempo así como tenemos una para subir y bajar de un edificio.

Otra cuestión interesante es que el tiempo, en esa supuesta línea por la que transcurre, solo tiene adelante y atrás. Dado un punto cualquiera de la línea temporal, solo podemos movernos al futuro o al pasado. No hay izquierda o derecha, arriba o abajo. El tiempo abarca todo el espacio, por lo tanto es igual independientemente de si estamos en planta baja, en el séptimo piso o en el inframundo tratando de secuestrar a Perséfone.

Dalí, en sus intentos por doblegar al tiempo, pintó relojes de trece horas, derretidos sobre las ramas de los árboles como quien pone a secar ropa luego de haber sido sorprendido por una tormenta. Pero siempre empezaba a pintar a una hora y terminaba varias horas después, no antes.

El artilugio de viajar en avión en contra del movimiento de rotación hace que podamos llegar antes, o perdernos un día por el camino si volamos a favor. Tal vez es lo que le pasaba a Johnny Carter, el protagonista del cuento "El perseguidor", de Julio Cortázar, cuando decía "esto lo estoy tocando mañana". Quizás ese subte que solía tomar viajaba a favor del movimiento de rotación de la Tierra y por eso llegaba después. 

En suma, por más vueltas que le demos, no tenemos más que esperar que el tiempo pase. Y aunque nuestra vida transcurriera al revés, como la de Benjamin Button, solamente alteraríamos el orden, pero igualmente tendríamos un principio y un final.

 

Fernando

Febrero, MMXXII 

jueves, 18 de marzo de 2021

Felicidad a plazo fijo

 

Salvador Dalí - "Espacio-tiempo blando" - Reproducción


The sun is the same in a relative way, but you're older

Shorter of breath, and one day closer to death

Pink Floyd – “Time”

 

El sol es el mismo, de alguna manera, pero sos más viejo

Tu respiración es más corta, y estás un día más cerca de morir

(Trad.: Fernando Berton)

 

Hay por lo menos dos maneras de ver el futuro: esperar que pasen ciertas cosas para estar bien, o esperar que pasen ciertas cosas para estar mal. ¡Ah!, qué fácil lo suyo, dirá el viejo lector desprevenido. Y sí, uno a cierta altura del partido intenta no complicarse mucho la vida. Pero bueno, veamos qué es todo esto.

Según David Eagleman, neurocientífico de la Universidad de Stanford, lo que distingue al cerebro humano de otros animales frente a un estímulo es la capacidad de demorar la respuesta. Por ejemplo, si a nuestro gatito, que ha estado maullando por un buen rato, le ofrecemos un plato de comida, lo que hará es ir directamente a comer, y lo hará lo más rápido que pueda. Una y otra vez.

Un humano, en cambio, tiene la capacidad de sentir hambre, pensar qué quiere comer, preparar ese plato de acuerdo a la receta que tiene y luego sí sentarse a comer. Así también los humanos tenemos la capacidad de imaginar algo donde solamente hay pasto, y al cabo de un tiempo hacer un edificio, un estadio o un templo. Es decir, tenemos la capacidad de modificar nuestro entorno para hacernos de un lugar donde guarecernos de la lluvia, del calor, y de cualquier inclemencia del tiempo en general.

Ahora bien, esta capacidad de los humanos para hacernos de un lugar mejor donde vivir crea, al mismo tiempo, necesidades. En efecto, hoy por hoy si una persona no tiene una casa, o vive en la calle, se la llama “homeless”, sin hogar. Acá en Argentina decimos personas en situación de calle. Decíamos en nuestro artículo “Situación de sueño” que este es un eufemismo para decir "personas que viven en la calle", o que no tienen casa, que son pobres, etc. Pero no es ese el punto aquí, sino que nuestro punto de vista es que es imprescindible tener una casa, un departamento o aunque más no sea una construcción precaria donde vivir. De lo contrario entramos en lo peor de la sociedad.

Así, entonces, muchas personas corremos detrás del objetivo de la casa propia. Y ahí ponemos nuestro plazo fijo de felicidad: cuando tenga mi casa voy a ser feliz. Esto, entonces, puede imponer sacrificios bastante grandes: para no gastar mucho, se dejan de lado otras necesidades como salir de vacaciones, tener un auto, ir al cine, comprar ropa, cenar afuera y tantas otras cosas. Lo primordial es la casa.

Pero como este hay un sinnúmero de situaciones que hacen que no podamos disfrutar del presente en pos de un futuro mejor. Podemos querer que todos piensen como nosotros, que no haya embotellamientos de tránsito, que no haga mucho frío ni mucho calor, que no aumente la nafta ni la carne, que comer un asado no provoque cambio climático, que gane Boca, que pierda Boca, que Gardel cante cada día mejor o que no llueva ni cuando salimos de casa o de la oficina, después que llueva cuando quiera.

Es muy frecuente escuchar ese tipo de deseo. Son los que llamamos “futuristas” (que no tienen nada que ver con aquellos artistas de la vanguardia rusa e italiana de comienzos del siglo XX), sino que ponen su felicidad en un futuro promisorio. Hasta que un día, como dice la canción citada al inicio, descubren que están viejos, que sus hijos no los llaman por teléfono, que sus ex esposas crecen en número cada tanto y que la señora de la guadaña pasa por la esquina pispeando a ver si lo encuentra desprevenido una tarde.

Por el otro lado están aquellos que teniendo bonitos planes para las vacaciones, el viaje de fin de semana, el asadito del domingo, siempre le encuentran la quinta pata al gato y se preocupan porque puede aumentar el dólar y entonces el viaje les saldrá el triple o más, que el fin de semana va a llover, que el asado puede salir chamuscado si lo cocina el petizo Aniceto que siempre le manda demasiada mecha, etc. Estos, que a priori tienen todo para pasarla bien, se las ingenian para amargarse. Pero, como decíamos, de un modo u otro no aciertan a encontrar el lado amable de las cosas. Así es que van por la vida esperando imposibles o temiendo que pase lo peor.

El tema es que, cuando se cruzan, pueden ocurrir enormes bataholas. Vean, si no, los programas de panelistas.

 

martes, 16 de marzo de 2021

Perder el tiempo

 



Cuántas veces hemos escuchado esta frase, ¿no? Hay una idea del tiempo que se puede ganar o perder. Y la verdad es que es bastante misterioso el tema, porque si pudiéramos ganar tiempo, tendríamos más horas por día, por ejemplo. O quizás menos, si se diera el caso inverso.

En cierta forma, hemos vivido creyendo que el tiempo es una cosa que se tiene, un objeto. No hay problema, tenemos tiempo. Apuráte, no tenemos tiempo. Son expresiones que hablan de la ontología del tiempo, y de su valor como mercancía: el tiempo es dinero. Este año de pandemia nos sorprendió sin saber qué hacer con tanto tiempo que de pronto teníamos. Ganamos tiempo de no viajar hasta la oficina (los que no viajamos, claro, porque hubo muchísimas personas que siguieron igual, o peor, en especial en los ámbitos de cuidado de la salud) y así podíamos ver películas, leer libros o cultivar una rosa blanca con todo ese tiempo ganado. Hasta que de pronto ya no supimos que hacer con él, y empezamos a salir de nuevo, a extrañar esa vida que antes nos atormentaba.

En el artículo El árbol de las brujas hicimos un compendio de citas del libro de Bradbury. No decíamos mucho más, porque sin que el lector desprevenido lo sepa, habíamos perdido ese libro después de una separación, y lo único que teníamos era una hoja de cuaderno con las citas que habíamos logrado copiar. Varios años después, recuperamos el espíritu del libro: cómo los hombres primitivos temían la noche porque pensaban que iban a morir, y cómo los chicos deciden donar un año de sus vidas para salvar al amigo que está perdido. Con estas dos simples premisas el viejo Ray nos lleva a pasear, entre otros lugares, por el antiguo Egipto, la pre historia y la Edad Media para hablarnos de las Brujas (sí, con mayúscula) y de los temores y de los parecidos de las celebraciones que tienen que ver con los muertos así como las fechas: 31 de octubre en Estados Unidos, 1 y 2 de noviembre en los países hispánicos.

Traemos, para finalizar, algunas de las citas de este hermoso libro, que en su momento no recibió buenas críticas porque se dijo que era un libro infantil. Creemos que no leyeron bien, o a las apuradas, quienes hicieron esas críticas. Tal vez no tenían tiempo de analizar.

Los muchachos se reunieron alrededor de la lucerna y miraron el pozo de una escalera que llevaba a varios pisos de distintos tiempos e historias de hombres y esqueletos y músicas escalofriantes tocadas en flautas de huesos.

-          Allí está, chicos. ¿Queréis mirar? ¿Lo veis? Allí está todo nuestro vuelo de diez mil años, allí está todo nuestro viaje en un solo lugar, desde los cavernícolas a los egipcios, pasando por los pórticos romanos y las praderas inglesas de otoño hasta los osarios mexicanos.

Y una última:

-          Noche y día. Invierno y verano, chicos. Tiempo de sembrar y tiempo de recoger. Vida y muerte. Todo eso, sintetizado en una sola noche, es la Fiesta de las Brujas.

 

Fernando

marzo, MMXXI

domingo, 14 de marzo de 2021

Viajar más rápido

 

Hace poco comentaba en Un día como hoy que de pronto los recuerdos se volvieron una moda en las redes sociales. Y más adelante decía que esto de los archivos se ha vuelto una condena por adelantado (no lo decía en estos términos, me estoy re interpretando para no repetirme[1]) porque si de pronto uno un día opina una cosa y otro día, otra; pues bueno, se vendrá la cancelación, el escarnio y un panel en un programa de panelistas para condenarnos. Por eso creo que fuimos tan rápido que volvimos al pasado, a la inquisición o similar.


 

Cuando pensamos en ir más rápido, solo teníamos que saber que no ibamos a ninguna parte. Tanto que el pasado nos supera.

Vamos hacia atrás cuando íbamos más rápido. Eso, entre otras cosas que yo no comprendo, intentó decir Einstein con la teoría de la relatividad, y hay un sinnúmero de videos que muestran cómo sería. Por eso cuando vas más rápido llegabas antes, cuando todavía no estaba abierto y ni siquiera había reglas ortográficas, sintácticas, morfológicas. Las cosas cuando vas más rápido se quedaban quietas donde están. Te miran desde la ventanilla de un auto que pasaba a todo lo que da. Te hacían sonrisas deformadas por la velocidad. Te hacían adiós con las manitos. Y vos que vas más rápido no las veías porque habías llegado antes de que todo eso pasara. Y te quedás atónito porque estás viendo lo que todavía no ha pasado. El pasado pasó y se hizo futuro. Tendría que estar acá, dice un señor con cara de ganas de dormir la siesta. Pero no se ha hecho presente todavía.  Entonces la pregunta cae, inevitable: ¿para qué iba yo tan rápido?

 

Fernando

Marzo, MMXXI

 



[1] Vaya para los buscadores de archivo que si encuentran estos dos textos dirán cosas tremendas de mis incoherencias como para asustar niños que no quieren tomar la sopa.

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