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lunes, 18 de marzo de 2024

Botón de muestra


 En estos días en los que todo el tiempo nos dicen que el mercado esto y aquello o lo de más allá, no está de más mirar un poco qué pasa en país capitalista por excelencia, llámese Estados Unidos de América.


En su resumen de noticias del 18/3/2024, el diario The New York Times editorializa acerca de las comisiones excesivas que cobran las inmobiliarias al momento de vender una casa, que está en el orden del 6%, a repartir entre la inmobiliaria del comprador y la del vendedor. Algo bastante parecido a lo que ocurre en Argentina.

Ahora bien, lo que el Times dice, es que la solución a este tema es política, ya que el mercado no ha sido suficiente para mantener los precios a niveles aceptables através de la competencia. Traduzco el extracto que figura al comienzo:


La solución a esta concentración de poder económico a menudo requiere poder político, es decir, la aplicación de las leyes antimonopolio por parte del gobierno. Después de años de negarse a cambiar sus tácticas, los agentes inmobiliarios aceptaron un acuerdo ahora porque eran vulnerables a la acción del gobierno.


Y sobre el final, el artículo informa que el presidente Biden está buscando reducir los costos de comisiones de tarjetas de créditos, medicamentos y más. Es decir que el Estado interviene en el mercado.  

Yo dudo que este artículo llegue a los ojos de quienes están haciendo los enormes desaguisados (por decir lo mínimo) en Argentina estos días. Pero bueno, quizás sirva para que algún lector desprevenido se de cuenta de que el mercado no lo puede todo, que no tiene que ser libre, sino regulado. Especialmente cuando se detectan situaciones abusivas.


Fernando

Marzo, 2024

domingo, 3 de septiembre de 2023

Sálvate en tres simples pasos

 




La adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano en el año 380 DC simplifica las maneras de estratificar la sociedad, ya que surge el término pagano: que no es cristiano.

Ahora bien, en la primera acepción del diccionario de la RAE, pagano quiere decir Persona que paga, generalmente por abuso, las cuentas o las culpas ajenas. Y, nos preguntamos, ¿qué otra cosa que un pagano en su primera acepción es Jesucristo?

Hemos visto en este blog anteriormente cómo la sociedad de consumo nos plantea que la solución a todo se puede hacer en tres simples pasos: en un caso como una trampa  y en el otro como una responsabilidad angustiante, dado que nadie, de manera individual, puede detener lo que se plantea como un problema social; y así nos hace responsables de pagar las culpas ajenas. Si Cristo lo hizo, ¿por qué no debería hacerlo yo?

En consecuencia, una vez que se descubrió esta sencilla manera de dominación -porque, ¿qué otra cosa es una religión oficial en un Estado?-, se sembró la simiente para que los de abajo respeten a los de arriba porque son ellos los que tienen la luz, la verdad y el camino (que bien pueden ser las empresas de electricidad, los tribunales de justicia y las construcciones viales) y entonces tenemos que cumplir con los mandatos para obtener la vida eterna, mientras ellos obtienen la de acá en la Tierra, se la llevan de abajo (es decir, obtienen sus fortunas por medio de la explotación de las clases dominadas, que suelen ponerse por debajo. Vale decir, lo contrario de "llevársela de arriba").

Toda expresión del cristianismo que busca convencer a los feligreses en parecerse a Jesucristo es una metáfora de que el pobre debe respetar al rico. Esto es así porque Jesucristo no es cualquier ser humano, es EL HIJO DE DIOS. Y si Dios ha sido capaz de mandar a la cruz a su propio hijo, ¿qué podemos esperar nosotros, simples mortales?

Para terminar, la religión nos propone la salvación eterna en estos tres simples pasos:
1) El pecado nos aleja de Dios y tiene como consecuencia la muerte

2) Cristo vino a reconciliarnos con Dios, a morir en nuestro lugar

3) Todo aquel que cree en el señor Jesucristo será salvo: Dios le regala la vida eterna


Todo lo que ocurra acá en la Tierra, entonces, es libre albedrío liso y llano: si yo no hago lo que me dicen, es mi culpa, no de Dios.

 

Fernando

Setiembre, 2023 

domingo, 2 de abril de 2023

MALVINAS

Teatro de Guerra;Dir: Lola Arias, 2018 (Imagen: MUBI)


Ya casi no se ven los veteranos de guerra en los trenes vendiendo sus revistas o directamente pidiendo plata para subsistir. Ese hecho banal hace que ya casi no recordemos que hace cuarenta años ocurrió uno de los últimos actos genocidas de la dictadura cívico-militar fue mandar a pibes de dieciocho, diecinueve años a morir en un territorio helado. Así es que los diarios no mencionan actos oficiales, no salen notas en primera plana.

Vi la película Teatro de guerra, medio documental, medio ficcional, dirigida por Lola Arias, de 2018, donde entrevista a ex combatientes argentinos y británicos. En un momento, tocan una canción, cantada por un inglés, que dice así:

¿Fuiste a la guerra alguna vez?

¿Alguna vez mataste a alguien?

¿Viste alguna vez morir a alguien?

¿Lo viste, lo viste, lo viste

Lo viste, lo viste?

¿Alguna vez fuiste ignorado por el gobierno que te mandó a la guerra?

¿Viste a tu mejor amigo suicidarse?

¿Tuviste a un hombre agonizando en tus brazos?

¿Lo viste, lo viste, lo viste

Lo viste, lo viste?

¿Alguna vez viste un hombre en llamas?

¿Alguna vez viste un hombre ahogarse en un mar helado?

¿Alguna vez fuiste a la tumba de tu amigo con su madre?

¿Fuiste, fuiste, fuiste,

Fuiste, fuiste?

¿Estuviste alguna vez en la guerra?

¿Estuviste alguna vez en la guerra?

Por eso es mejor recordar que unos milicos alucinados nos metieron en el peor infierno de lo peor que ya teníamos alrededor.

No olvidemos a nuestros Héroes de Malvinas. No los olvidemos. No olvidemos que el 24 de marzo está muy cerca del 2 de abril, el principio y el fin de ese espanto  que todavía hoy nos duele.

Fernando

Abril, 2023

domingo, 26 de marzo de 2023

Nombrar


 

Decíamos hace varios años que el valor de las palabras cambia de acuerdo al lugar que ocupan en una frase o texto en tanto que elementos de un sistema de signos; o a quién las dice o en qué idioma o época. En esta oportunidad veremos cómo afecta esta cuestión desde la mirada de quien recibe un nombre.

Todas las cosas, animadas o inanimadas, tienen un nombre. Incluso las que no se pueden decir: innombrable; las que no se pueden explicar con palabras: inefable y hasta las que directamente no se pueden comprender: inconcebible.

La acción de poner nombre a las cosas o personas implica un acto de poder de parte de quien nombra: yo te nombro. Es un verbo performativo, es decir, que al decirlo el hecho ocurre. Como perdonar: yo te perdono. Dicho y hecho, en otras palabras.

¿Qué pasa cuando el nombrado no se siente a gusto con el nombre que le han dado? O mejor, cuando decide cambiar su nombre por uno que lo represente más, que esté más de acuerdo con sus sentimientos, su visión del mundo y de las cosas. En tanto que desafío a la autoridad de quien puso el nombre, es dable esperar que aquél no reconozca la nueva denominación e insista en utilizar el que eligió en un primer momento como una forma de mantener su poderío, de no dar el brazo a torcer: cambiar la manera de llamar a alguien según la elección del nombrado es percibida como un signo de debilidad.

Algo de esto ocurre con el nombre inglés de Turquía: Turkey. Por diversas razones, el 3 de junio de 2022 Turquía pidió a las Naciones Unidas cambiar su nombre, cosa que fue aceptada y entró en efecto de manera inmediata. El nuevo nombre es Türkiye (que le da en inglés una pronunciación bastante similar a la del castellano). Ahora bien, más de ocho meses después, grandes medios de comunicación y organizaciones internacionales insisten en utilizar la vieja palabra: BBC Mundo, The Guardian, Al Jazeera, The New York Times y hasta la FIFA utilizan todavía Turkey en lugar de Türkiye.

Desconocemos cómo habría que protestar por esto, o incluso si el propio país lo ha hecho, pero es claro que a todos estos medios no les importa la decisión que ha tomado un país de cambiar su nombre. 

 

Fernando

Marzo, 2023 

domingo, 13 de noviembre de 2022

La cultura del azoramiento

 



 

En un ensayo publicado en 1930[i], Sigmund Freud se plantea indagar la tensión que existe entre las personas y la sociedad en la que viven. En efecto, si bien la cultura es un enorme paraguas que protege a los individuos de montones de peligros, es al mismo tiempo una gran maquinaria de represión de los instintos pulsionales, primitivos. Hacia el final, Freud reconoce que no parece haber solución a este conflicto.

Dicha tensión se hace visible todo el tiempo en las noticias, por un lado, y en la literatura y otras artes por el otro. En efecto, a diario leemos informaciones de crímenes de la más diversa índole, algunos ciertamente aberrantes. Y en estos días proliferan las opciones para leer o mirar obras de ficción basadas en hechos reales que tienen como trasfondo crímenes atroces cometidos por individuos que han sido sometidos, a su vez, a maltrato familiar, escolar, raciales y tantos otros.

 Parece apresurado concluir que esta situación no tiene remedio, que hay un determinismo psico biológico en la humanidad que le impediría evitar caer una y otra vez en semejantes atrocidades. Es muy factible que la educación en el respeto y la discusión puedan provocar cambios culturales. Eso sí, es mucho más fácil caer en la tentación e intentar imponer un punto de vista por la fuerza. Las autocracias y las democracias con fuerte inclinación a la derecha imponen el miedo por medio de la represión sistemática a las protestas sociales, vengan de donde vengan.

Ahora bien, a casi un siglo del escrito de Freud, llama poderosamente la atención la insistencia de cierto periodismo que no deja de indignarse toda vez que ocurre algo horrible. No es que esté mal, la cuestión es que funciona como un mecanismo repetido hasta el hartazgo. Al final del día, se han dedicado horas a mostrar el ensañamiento y la brutalidad del crimen de moda. Y ocurrirá lo mismo con el siguiente. Luego, habrá programas de debate de estos hechos que discutirán acaloradamente horas y días sin llegar a propuesta alguna. Así las cosas, la noticia es siempre la misma. Cambiarán la víctima y el victimario, nada más. Pero esto ocurre, al menos, desde que existe el periodismo (ver Adivinanza y medios) Entonces, ¿cómo se explica que esta actuación ocurra cada vez? No parece haber más explicación que el dinero: en tanto hay quien consuma las noticias, las acciones tendientes a modificar eso que las produce no se llevarán adelante. Así, vemos cómo cada vez es menor la inversión en educación y mayores los esfuerzos de las compañías por precarizar a los trabajadores.

Pero volviendo al tema de la sorpresa frente a lo que no lo es, una de las últimas formas visibles de esta ideología del azoramiento, por así decir, es el ambientalismo radicalizado que declama que la COP 27 que tiene lugar en Egipto en Noviembre 2022 “ya fracasó”. Lo saben desde antes, porque hace diez años como mínimo que están protestando por lo mismo. Entonces, nos parece, que así como ellos denuncian el “green-washing” [ii], decimos que esas protestas masivas sin propuesta son “rage-washing” [iii]

Así las cosas, no dejamos de preguntarnos cómo se haría para discutir un nuevo modelo de sociedad. Esta era de las protestas masivas (tanto por la cantidad de marchas de protesta como del número de participantes) parece haber llegado a la creencia de que ese hecho catártico es un fin en sí mismo. Falta, a nuestro juicio, el momento de reflexión, discusión y diseño de un plan estratégico para llevar adelante un nuevo orden social alternativo al modelo capitalista-patriarcal-represor que caracteriza a, por lo menos, los últimos dos siglos. Coincidimos con Jorge Alemán [iv] en que

Podría pasar que de un día para otro hubiera una cuestión disruptiva, un surgimiento de algo muy potente en las calles. Pero luego plasmar eso en un proyecto que organice de nuevo a la sociedad bajo una lógica distinta a la del capitalismo se ha vuelto difícil, aun habiéndose extendido en muchos sectores la idea de que el capitalismo marcha hacia una destrucción del medio ambiente, de la vida y de los lazos sociales”.

Por todo esto es que resulta imperioso salir del modelo. Entendemos que no hay ejemplos de culturas que hayan ido hacia atrás en la escala evolutiva del progreso, y no es que estemos francamente en contra del progreso, sino que decimos que es necesario detener la velocidad con que se buscan las ganancias, motivo principal del extractivismo, del consumo desenfrenado, de que cada vez haya más emisiones de GEI.

La clave del éxito del modelo capitalista-patriarcal-represor está en haber creado al individuo como sujeto social, esto es, yo contra el mundo. Al ser las personas meras consumidoras, dependen exclusivamente de su fuerza de trabajo. Y si se quedan sin empleo no tienen manera de subsistir porque han perdido la capacidad de producir. Como bien dice Umberto Eco[v], las personas van a las ferias a ver todo lo que pueden consumir, pero a nadie se le ocurre mirar los bienes de producción, que están reservados a unos pocos.

En consecuencia, los enormes e innegables avances tecnológicos de la humanidad en los últimos cien años (pensar que el primer vuelo de pasajeros entre América y Europa es de octubre de 1958) no han redundado en un mayor bienestar de los humanos en sus culturas. Bien al contrario, los discursos de odio, las cancelaciones y divisiones que parecen irreconciliables florecen día a día fruto de la manipulación de las emociones que se hace fundamentalmente a través de las llamadas redes “sociales”, que se encargan de inflamar los ánimos de aquellos quienes leemos publicaciones a favor o en contra de las personas que nos gustan o disgustan. Generando así lo que en Argentina se conoce como “grieta”. Esto que hasta hace unos años parecía privativo de los estadios de fútbol, hoy se hace presente en casi cualquier ámbito donde dos “equipos rivales” se encuentren.

La gran pregunta que nos hacemos desde hace ya varios años es cuál es el ámbito para discutir e implementar y finalmente hacer efectivos esos cambios, en tanto que la inmediatez que promueven las aplicaciones que solucionan todos los problemas hacen que el pensar el trabajo para generaciones venideras sea casi imposible. Porque por si algo faltaba, el terror que nos acucia a partir de las catástrofes que traerá el cambio climático hace que muchos pongan en duda la efectividad de acciones a largo plazo si en muy pocos años todo estallará por los aires.

Pero a no desesperar, ahí está Elon Musk, el muchacho de la empresa de sexo en el espacio (¿qué otra cosa quiere decir Space-X, si no?) que se propone conquistar el planeta Marte, por caso, y debe tener sueños húmedos al pensar a cuánto podrá vender el m2 de un terrenito en el planeta rojo de 8,66 x 12 m más el costo del pasaje y el flete para llevarte la mudanza. 

 

Fernando

Noviembre, 2022 



[i] Freud, Sigmund; El malestar en la cultura; Ediciones Akal; Madrid; 2017

[ii] El greenwashing consiste en orientar la imagen de marketing de una organización o una empresa hacia un posicionamiento ecológico mientras que sus acciones van en contra del medio ambiente. Esa "comunicación verde" no siempre significa que la empresa sea más respetuosa con el medio ambiente ni que haya adquirido un compromiso medioambiental. Así, el greenwashing se define como una comunicación abusiva y engañosa.. Por ejemplo: cerrar una usina a carbón y comprar electricidad generada con usinas de carbón a terceros países: es decir, el país que utiliza esa energía no emite gases, pero los emite el país al que le compra la electricidad

[iii] Que podemos decir que vendría a ser quedar con la conciencia limpia porque ellos advirtieron que nos íbamos a morir todos pero cuando llega la hora de sentarse a una mesa de negociación y hacer propuestas, dicen que es la sociedad la que debe definir sus metas

[iv] Completamos la cita: “Aparte de que hay un problema añadido y es que en ese horizonte que antes tenía la izquierda estaba la revolución y ahora la salida del capitalismo se ha vuelto harto problemática. Uno lo puede caracterizar, lo puede describir, puede mostrar todos los artefactos y dispositivos que hacen funcionar al capitalismo, ahora cuando se tiene que pensar en la salida, el tema es que uno necesita una temporalidad. En los ‘70 no queríamos discutir las tasas de beneficios sino las relaciones sociales de producción que había que transformar. Ahora se discuten las tasas de beneficio y que tiene que haber una distribución del ingreso distinta, que es hasta donde más se puede llegar. Pero nada de eso encarna una solución inmediata. Una transformación seria del capitalismo que no implicara una lógica sacrificial --porque uno no va a ir a disparar contra Amazon o contra Google-- exigiría una transformación civilizatoria. Podría pasar que de un día para otro hubiera una cuestión disruptiva, un surgimiento de algo muy potente en las calles. Pero luego plasmar eso en un proyecto que organice de nuevo a la sociedad bajo una lógica distinta a la del capitalismo se ha vuelto difícil, aun habiéndose extendido en muchos sectores la idea de que el capitalismo marcha hacia una destrucción del medio ambiente, de la vida y de los lazos sociales.”

Entrevista en Página12. Última versión consultada: https://www.pagina12.com.ar/495233-jorge-aleman-la-izquierda-se-ha-vuelto-un-poco-paliativa

 

[v]  Al finalizar su recorrido, el visitante común cree haber elegido. Desea los objetos hermosos, accesibles y no acumulables y rechaza los objetos feos y acumulables (pero inaccesibles). En realidad, no ha elegido: sólo ha aceptado ser un consumidor de bienes de consumo, ya que no puede ser propietario de medios de producción. Pero se siente contento. Mañana trabajará más para poder comprar, un día, sillones y heladeras. Trabajará en un torno que no es suyo porque él (la feria se lo ha dicho) no lo quiere”.

Eco, Umberto; “Dos familias de objetos”; en La estrategia de la ilusión; Lumen-De la Flor; Buenos Aires; 1988

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