Comprar RELACIONES

Comprar RELACIONES
Mostrando entradas con la etiqueta Crónica de viaje. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Crónica de viaje. Mostrar todas las entradas

sábado, 19 de marzo de 2022

Viajar, viajar


 Voy en un barco que se comporta como un tren: para en las distintas estaciones para que suban y bajen pasajeros. Está lleno y yo voy parado, asido al pasamanos. En el asiento delante de mí, de esos que dan la espalda a las ventanillas, viajan Lenin y Trotski. Me digo "¿qué hacen estos acá?" Pronto descubro que estoy yendo a un acto donde ellos serán los principales oradores. Me encantaría haber estado en las discusiones para determinar cuál de los dos cerraría.

 Bajamos. El encuentro se hará en un club. Yo estoy con bermudas y ojotas, y en un momento escucho que alguien me llama. Me doy vuelta pero no veo a nadie. Cuando giro, Lenin y Trotski ya no están. No sé a dónde tengo que ir. Intento trepar una pequeña pared, tal vez los vea desde ahí. Me caigo y me lastimo la rodilla. Un raspón, nada serio. Pero arde y duele cuando la doblo para caminar. Las ojotas están húmedas y me cuesta andar, por el calzado y la renguera.

 Los veo a la distancia, en un campo de deporte. No sé si una cancha de fútbol o de rugby, el sol brilla en el césped y no se ven las rayas de cal. Intento bajar, pero el lugar es muy alto. Con la rodilla así y las ojotas no lo voy a lograr. Hago un rodeo para alcanzar el lugar del encuentro, pero llego a un bosque con plantas muy altas, casi de tres metros. Es una pastura densa, pero hay un camino bien marcado. Una luz fuerte, de un reflector, ilumina por donde voy.

 Salgo a un solarium. Hay varias personas en reposeras, que cada tanto beben de unos tragos que luego apoyan en una mesa baja. La que lidera la conversación es una mujer de pelo castaño, alrededor de cincuenta años. La miro mientras habla en alemán, y sonrío y asiento pero no logro descifrar nada de lo que dice. Ella se fija en mí. Se levanta, y se acerca. Nos miramos. Sigo sin entender nada de lo que dice, pero noto que su voz cambia. Susurra palabras que intuyo dulces, me seduce. "Sos muy linda", le digo, y me acerco un poco. Otro poco. Un poco más. Nuestros labios están ahí, frente a frente, apenas entreabiertos. Contienen respiraciones agitadas, las hacen parecer tranquilas, indifirentes a la revolución que va ocurriendo en nuestros estómagos, en nuestros cerebros. Solamente dejan escapar el aire que ha ingresado por las narices. Cada tanto las lenguas asoman un poco para humedecerlos. Los labios se mantienen así impasibles un buen rato.

 Hasta que ya no pueden más.



Fernando

Marzo, MMXX2

lunes, 30 de octubre de 2017

Disculpe las molestias


Desde hace unos días, en el tren Roca te sale un mensaje que dice algo así como que por reformas en la estación Constitución algunos accesos van a estar cerrados y a provocar demoras en la salida.

Y después te dice que gracias a estas reformas en la estación vamos a viajar mejor.

PUES NO

Vamos a viajar mejor cuando:

  • Haya más capacidad en los trenes (de las nuevas formaciones, pasamos de tener ocho (8) vagones a tener siete (7). O sea que vamos más apretados)
  • Cuando mejoren la infraestructura de las vías (un viaje entre Longchamps y Constitución demandaba en 1995, 37 minutos. Hoy demanda 50 minutos)
  • Cuando las puertas de los trenes cierren siempre (que estén rotas, demora la salida)

Es decir, querido viajante desprevenido, no te dejes llevar por las luces navideñas. Arreglar la estación terminal no está mal, pero NO hace que viajes MEJOR. Lo que digo arriba son solamente unas pequeñas cuestiones.

Que sigas bien.




Fernando Berton
Octubre, 2017

viernes, 24 de marzo de 2017

Casi llegando al semáforo



Tardé unos momentos en darme cuenta del silencio. Todavía recordaba el auto corriendo por la avenida, los cambios ascendentes, hasta lograr una melodía armónica de cigüeñal y cilindros, hasta detener la marcha en el semáforo. Entonces me dí cuenta de que la casa estaba en total silencio. La noche estaba en su plenitud, y por un instante pensé que todavía escuchaba el ronroneo del motor, el sonido del embrague al soltar los engranajes para poner segunda, tercera, frenar un poco para doblar y estacionar frente a la casa. Esa última vez desde la mía.

En el silencio de mi casa, en la soledad de mi noche, me dí cuenta también del final de las vacaciones. Ya hace unos días que vengo demorando el final de esta serie. Quiero pensar que el descanso sigue, que no tengo que levantarme a las seis y media lavarme la cara apurado y espantar el millón de moscas que rondan por mi cabeza. Que el tren atiborrado que estoy a punto de tomar se vaciará por completo y podremos subir tranquilos hasta la estación terminal.

Pienso que en cualquier momento voy a poder bajar y caminar un poco por el costado de la ruta a tomar fresco, el viento en la cara y el ruido que crece de a poco por la ruta hasta un golpe de aire desplazado con violencia de sopapo por un camión enorme que entonces empieza a alejarse para dejar un aire vibrante por unos momentos, mientras el horizonte termina por hacerlo desaparecer, y lo que se escucha es todavía el motor lejano, o tal vez se oye el recuerdo.




Hay un momento de indecisión, como de ángel que lleva un mensaje muy importante por primera vez y no sabe si su batir de alas sutil es verdaderamente sutil o un estrépito de helicóptero de transporte de tropas. ¿Dormir? ¿Seguir bebiendo hasta olvidar el recuerdo? La noche está estrellada. Miro por la ventana por última vez. El recuerdo vuelve despacio y se sienta ahí a un costado. Me pasa el brazo por los hombros. Me mira con una sonrisa, y se queda ahí, en silencio. Mientras la Luna se mueve despacio por el cielo.


Ir hacia adelante en el tiempo parece ser la única alternativa que nos queda. Parece ser que no es lo mismo arreglar el pasado en el presente. Las disculpas son como cicatrices que nos recuerdan la cirugía, la lastimadura en el alambre de púa, el vidrio que estaba esperando la mano al apoyarse en la tierra para amortiguar la caída.

Y la felicidad entrevista cuando se cumpla una serie de coordenadas y condiciones es como el agüita que se ve en la ruta cerca del mediodía allá a lo lejos, en ese espacio que mezcla los dos bordes del asfalto con la línea del final del mundo, y que un poco antes está lleno de agua imaginaria, como un lagrimal tapado que se llena y se llena pero no pasa nada, solamente se enturbia un poco la vista, se frunce algo la nariz como para estornudar, pero tampoco.


El martes sigue al lunes; la tarde a la mañana.
Cierro la ventana. El recuerdo se desvanece gradualmente, como el camión en la ruta, como las vacaciones que poco a poco se van convirtiendo de nuevo en día a día, el despertador, la ducha, el tren, nueve horas para volver a la casa sola. A veces fría. Correr la cortina, entibiar un poco las sábanas. La oscuridad otra vez. Y después nada.



Día # 5 - final; marxo mmxvii

miércoles, 22 de marzo de 2017

¿Y ahora qué?





Ayer estábamos por el día 5 bis. ¿Qué vendría hoy? ¿5 tris?

 El viaje hasta Real Audiencia es de 56 km y algo así como una hora, incluyendo varias paradas en ruta a sacar fotos. El pueblo consiste en una escuela, unas casas, campos. Pasan las vías, pero no está el clásico cartel ni la estructura de la estación (galpones, andén, bombas y tanques de agua para reabastecer las locomotoras)










Sector más poblado de Real Audiencia

Este pueblo, que lleva un nombre atípico para la región (que mayormente tienen los nombres de sus fundadores o de quienes cedieron los terrenos para plantar las estaciones del tren), parece querer olvidar por completo que alguna vez formó parte de ese ramal que iba de Chas hasta Ayacucho. Homenajea a un órgano judicial que funcionaba en el cabildo de Buenos Aires, y es bastante abstracto. No sé bien a qué razón obedece el nombre. Pero de tan abstracto, parece que el pueblo se va desintegrando de a poco.
Detalle de una vivienda

A unos mil metros de la escuela, por un camino de tierra, se llega a una curva con dos tranqueras: una de hierro, otra de madera. ¿Significará el hierro más prestigio que la madera? Como fuere, caminar por allí es bastante molesto ya que está plagado de insectos picadores, y además rebeldes porque desconocen por completo las órdenes del repelente.






Necesito aplicarme hielo en las picaduras más antiguas, que parece ir creciendo día a día, y que en cualquier momento todo el cuerpo será una gran picadura roja e hinchada.
Tranquera de metal

Hay mucho viento en la ruta, y a la mañana sentía frío, que ya no se siente tanto al mediodía. La ruta cruza por encima de canales y arroyos, que si se tiene la paciencia necesaria permitirá ver su fauna ictícola. Solamente hay que tener la presencia de ánimo de detener el auto al costado de la ruta, caminar un poco por la banquina, mirar. La ruta como destino. Al final, las mayores sorpresas han estado ahí, al costado del camino.




Día 5 tris, marzo, mmxvii

Camino a la vera del

Por lo dicho ha sufrido antes es que el viaje cambios, y también a esta experiencia con el que llegué ha servido para bajar el gran nivel de estrés.
Así terminamos, entonces; momento importante ha sido un para la reflexión, y aquí tenemos el resultado, un texto que es mi humilde simple y sin pretensiones homenaje a los Carol y Julio verdaderos autonautas.
Salvo en Ramos Otero un perro manchado y rengo, y un que pasó raudamente auto en Ibañez, y algunos chicos que jugaban por ahí, no vi mucha gente.

Pocas dichas a lo largo palabras de una semana.
Es que por los poblados un lado son bastante pequeños, y por ninguna persona otro, no he dado con para dialogar
Cuando pensé que tendría un montón de cosas para contar acerca de los pueblos visitados, empecé este viaje.
¿Y si estuve recorriendo sin darme cuenta pueblos fantasma?
¿Tendría que haber besado en príncipe a una oveja a ver si se convertía?




Pero a medida que las experiencias del camino fueron pasando los días, fueron recorridas casi tantas como las de las localidades.
Pensé que al ver su auto un forastero parando y sacando fotografías del lugar, los pobladores saldrían a curiosear.

Y tampoco me animé a golpear el club El Cardal en las manos en Solanet, o en la Despensa y Bar del mismo lugar, pero sin otro nombre que ese.
Así que entonces ha sido un recorrido bastante solitario y silencioso.
Creo que nunca lo sabré.

Tal vez esas ovejas que me perseguían eran reencarnaciones de pobladores que me pedían ayuda, y yo no supe interpretarlos.





Dia 5 tris bis; marzo, mmxvii

lunes, 20 de marzo de 2017

Dos cosas quiero decir

Una: que cambié la configuración del blog, y descubrí que no me gusta, pero es un poco tarde como para ponerme a experimentar de nuevo y lograr que quede como estaba antes.

Así que espero que los lectores habituales de estas páginas sepan comprender, y si quieren que lo cambie no tienen más que solicitarlo. Yo sé que tengo un público que le da like pero no comenta, por lo que esto que estoy pidiendo aquí es casi una quimera, pero bueno, si el Indio Solari puede creer que habían quedado en cuidarse, por qué no creer que alguien comentara ey no me gusta la nueva imagen del blog?

NOTA: El párrafo precedente está horriblemente puntuado. Pero sabrá el lector disimular.

Dos: que el día 5 se habrá de extender en varios artículos o notas, ya que al reducir los kilómetros de cada viaje, he logrado visitar más pueblos. Y como a medida que las vacaciones ya pasaron y me estoy metiendo de vuelta en la vorágine cotidiana, ya no sé si fue el día cuatro, tres, dos o cinco. Pero como el orden ascendente nos había llevado al cinco, de pronto me parece digo que no podría, de la nada, decir ahora día 4, ¿nocierto? Así que allá vamos, Día 5 bis.

Vieja Estación de Tren
Hay un parque misterioso que lleva este mismo nombre, en el que se supone que si uno, en determinadas calles, sigue el ritual de doblar siempre en la esquina siguiente, no vuelve al mismo lugar. Esto lo sabe Dolina mejor que yo, así que los interesados van y le preguntan a Alejandro que les explique cuáles son las cuadras en cuestión.

En este viaje yo he ido al pueblo de Chas, y no al parque homónimo de la Capital Federal (hoy conocida como CABA) (Que, si se me permite la digresión, me hace acordar a la tan nefasta expresión de los jóvenes que dicen "TE CABIÓ") (Pero bueno, yo no soy quién para andar juzgando)

Estación Chas


Pero tal vez algo nos cabió, como se dice, por giles.

A medida que pasan los días me doy cuenta de que mi vacación es un recorrido por los ramales del ferrocarril que ya no funcionan.

Paradero Río Salado, Gral. Belgrano, Real Audiencia, Ibañez, Chas, Solatet, Udaquiola, Ayacucho, Ramos Otero más lo que me estoy olvidando son estaciones del viejo ferrocarril del sud que ya no están en funcionamiento.

¿Son pueblos que ya no están en funcionamiento? ¿Que quizás no supieron reconvertirse y hacerse de abajo otra vez?

Gral. Belgrano, como cabecera de partido y dominante sobre el Río Salado ha tenido la capacidad de crecer sin el tren, y ha cumplido su metamorfosis a una ciudad moderna, de economía tercerizada, que es capaz de lograr recursos ajenos a partir del turismo.

¿Pero qué pensará el habitante medio de Chas de todo esto? Chas, como otros pueblos de este recorrido, no debe tener más de cien habitantes (si llega). El común denominador es la escuela. Pero no hay una sala de primeros auxilios, un hospital, una enfermera. ¿Que hacen sus habitantes cuándo tienen fiebre? ¿Van al veterinario? ¿Practican ritos chamánicos? No lo sabremos, porque no he logrado entablar contacto con los habitantes de Chas (ni de los pueblos anteriores) Si fuese la mia una misión intergaláctica con la intención de contactar a los locales, estaríamos hablando de un fracaso rotundo.

Capilla de Chas

Pero en fin.

La cuestión es que no se sabe bien si los pueblos han empezado a agonizar por la salida del tren o ya estaban muriendo de antes y el tren que no llega es apenas un catalizador de estas cuestiones.

Sé que llego a estos pagos con una serie de preconceptos, y estimo que en los próximos días se irán ablandando. Por ahora, solamente digo que mañana será otro día, que hasta acá los pueblos visitados se parecen bastante entre sí y que, como no podía ser de otro modo, el que mejor se adaptó al modelo de economía tercerizada es al que más entendemos.

Pero el placer de parar a cada rato en la ruta y encontrar esas estaciones de tren en desuso no dejan de ser el corazón de este viaje.



Day # 5 bis - marzo, mmxvii

domingo, 19 de marzo de 2017

Cambio de planes



Al final del primer día noté que recorrí muchos kilómetros y al final del viaje estaba muy cansado. También el costo se eleva, porque es algo que no había previsto: el aumento del precio del combustible. Está el germen de un cuento, que parece un thriller psicológico. Pero no le encontré la vuelta a la crónica de viaje, que hoy me lleva hasta Ibañez, a 3 km de la ruta 29. Es interesante el camino de acceso, que está bastante roto, pero te lleva y te trae, tiene curvas y contracurvas que desembocan en lo que alguna vez fue la estación del ferrocarril., cosa que explica por qué todos los pueblos están hacia el mismo lado de la ruta. Al oeste de la ruta hay campos, acaso estancias, algunos bosquecitos con plantas que danzar, pajaritos tímidos que escapan porque saben que no tendré la paciencia que hace falta para esperar que regresen y poder fotografiarlos. Casi como los habitantes de estos pueblos, que seguramente me han visto, pero no han salido al encuentro, así como yo tampoco me he acercado a ellos. Solamente traigo unas fotos, mis recuerdos, mis tristezas y alegrías (las vaquitas siguen siendo ajenas)

¿Cómo será vivir en estos pueblos? El tren ya se ha ido, es claro: vías que no conducen a ninguna parte están ahí como símbolo de algún tiempo en que la producción se iba hacia el puerto y regresaba en artículos manufacturados. Hoy el tren ha sido reemplazado por el camión, que arruina los caminos y exige la sanción de la ley 11430 que en su artículo 71 impide la circulación de vehículos pesados hasta 72 hs después de la lluvia. ¿Qué pasaría sí, como en Macondo, lloviera durante cuatro años?



El tren, en cambio, podía ciruclar igual, lluvia o no lluvia.


Day #5, marzo, mmxvii

sábado, 18 de marzo de 2017

El futuro llegó



Anoche hubo una gran tormenta, y hoy me dediqué a recorrer un poco la ciudad de Gral. Belgrano. Clásico pueblo rural, en los últimos tiempos también ha crecido por el lado del turismo, e inventaron un complejo termal, además de tener un bonito balneario, muy bien cuidado, y una ciudad prolija, limpia, con mucho movimiento.


Anoche, se ha pasado sus buenas dos o tres horas preparándose para lucir perfecta.
Gral. Belgrano - Centro

Me llamó la atención que asumieron por completo que el tren ya no volverá, de modo que las vías, lo que alguna vez fue la estación, y algunos vagones están resignificados: el pastito prolijo alrededor nos dice “ahí está el pasado, y que por eso crecimos. Pero ya no vendrá más. Así que mejor miremos al futuro, y con esto hagamos un centro cultural, una plaza alrededor, un restorán en los vagones viejos”.
Restorán "Vagones"



Lo que antes traía y llevaba el tren, ahora lo llevan y traen en camiones y micros. Y el que no, tiene coche. Bien al contrario de los otros pueblos, que están como adormecidos, a la espera vaya a saberse de qué. O tal vez estén en otra forma de economía, que no depende tanto de comprarlo todo. En efecto, localidades como Ramos Otero o Chas, por citar algunas, tienen pocas cuadras, pocos habitantes, que producen. Son los que siembran y crían los animales que se consumen en las ciudades. Y, por añadidura, producen sus propios alimentos: verduras, miel, carne están en sus quintas y es a lo que se dedican todo el tiempo.


Gral. Belgrano - Estación del ferrocarril
Gral. Belgrano, en cambio, se mueve como una típica ciudad: asfalto, casas modernas, automóviles, comercio. Es decir, una típica economía terciaria donde los servicios superan ampliamente a los productos agrícolas o industriales. Pero, como se dice más arriba, con bastante tranquilidad y pujanza.
Gral. Belgrano: Pasado y Futuro juntos

Day # 4 - marzo, mmxvii

jueves, 16 de marzo de 2017

No me paren ahora


Hacia el día tres del viaje la idea es que nada pueda detenerme [1], por más reformulaciones o recálculos que uno deba hacer. Después de todo, la idea es ser flexibles. Que se rompa pero que no se doble, podría argumentar alguien más. Y la verdad es que a esta altura del partido no sé muy bien si quiero doblarme, romperme o desaparecer.

La cabaña es espectacular, y almuerzo en el patio. Se escucha el viento en los árboles y unas cañas que cuelgan en la punta hacen su concierto. Ruedas se ha portado muy bien hasta ahora, y descansa. Los tábanos (o, mejor dicho, tábanas), no descansan, y consiguen que deba meterme en la casa.

Sombras chinescas

En el dormitorio hay algunos libros. Y leo:
Al principio, cuando era joven, creía que uno tenía que inventarlo todo, que todo tenía que proceder de la imaginación. Me costó mucho comprender que era al contrario, que en la realidad es donde están las posibilidades para escribir.[2]
De ahí, supongo, debe venir la realidad virtual que está tan de moda en estos tiempos. Imagino vidas imaginarias, como Marcel Schwob. Imagino libros imaginarios, como Ariel Idez. Imagino biografías contadas durante años y años, como Piglia. Imagino una fauna y una flora y una pampa que se encuentran en un punto impropio como paralelas que se cruzan, o luces opacas que no aclaran, porque oscurece. Imagino una linterna negra de la que salen imágenes incandescentes, que no podrán ser reveladas por más que las bateas tengan las mezclas exactas.
Pampa Húmerda

Entonces ocurre el milagro: la tarde exangüe exhala sus últimos suspiros. Un brazo del Río Salado se presenta frente al turista despreocupado (que, aclaremos rápidamente, nada tiene que ver con el lector desprevenido) y lo pone en un estado similar al satori, al nirvana, o bien al ensueño. No importa demasiado cuál de todos. Lograr el descanso de la vorágine que durante trescientos cincuenta y un días ocupa nuestro pensamiento, la presión sobre los hombros, los dolores de cuello. Todo eso ocurre al tercer día, con sus implicancias místicas, ciertamente, pero que no son otra cosa que casualidad. O tal vez no, y entonces el señor de barba (que no es durán) se siente en su reposera a mesarse un poco los pelos y pensar que pobre, que alguna vez vendrá con el equino exhausto, a gritar que cree en dios-padre-todopoderoso por su culpa por su culpa etcétera. Y entonces se le dará un wild card o waiver y creerá que todo bien. Pero arderá en los confines antes de estar sentado a la derecha.

La tarde se ha llenado de frutillas, y es momento de trazar línea, dar por terminado este día.

* * *

El círculo - Oscar Cerruto

"No se atrevió a referirles su extraña experiencia, temía que lo tomaran a risa. Peor aún, temía que le creyeran."

Río Salado - (O algo parecido)

Day # 3 - marzo, mmxvii




[1] El lector desprevenido deberá imaginar la canción de Queen, Don’t stop me now: https://youtu.be/HgzGwKwLmgM

[2] MONTERROSO, AUGUSTO; Entrevista en Cuentos Latinoamericanos; Coedición, Bogotá; 1992; Pág. 125

martes, 14 de marzo de 2017

Del camino a la vera


Rápidamente tuve que replanificar. A diferencia del viaje de los cronopios Carol y Julio, que era de pocos kilómetros de autopista y mucha estancia en los paraderos, este es de muchos kilómetros en la ruta y poco estar en los pueblos. De modo que para el día 3 la cuestión será visitar localidades más cercanas a la base: al llegar a Solanet tengo ya seis horas de ruta y unos 350 km recorridos. El cansancio se hace notar.

Club El cardal - Solanet
Este pueblito cuenta con 47 habitantes según el censo nacional de 2010. Se lo recorre en un rato, y está dominado por una construcción muy típica de la Patagonia: chapas grises en las paredes y rojas en el techo, que en aquellos parajes solían llevar pintados los nombres de las estancias, para que los aviones del correo pudieran identificarlas. Esta, en cambio, tiene un cartel al frente, que nos dice que llegamos al Club el Cardal. 

Estaba cerrado, así que me quedé con las ganas de echar un trago.


* * *

Flora, Fauna y otra chica más

Párrafo aparte es la fauna de la ruta. Uno espera encontrar (y encuentra) mayormente vacas, algunos caballos, en menor medida ovejas. Quien te dice un chancho. También aportan algunas ratas, pájaros a montones, mariposas y otros voladores que suelen hacerse amigos inseparables de radiadores y parabrisas. Pero, sorpresas te da la vida. Luego de cruzar la rotonda de Ayacucho, y poco después de cruzar la vía de un tren ahora inexistente, perduran las señales que señalan el peligro del extinto artefacto.  Y como uno de los objetivos laterales del viaje es relevar las cosas al costado del camino (sin ton ni son, valga la aclaración), me detuve a tomar unas fotos. Y resulta ser que a un costado había como un lago, o el final de un arroyo, o vaya uno a saber qué. Me acerqué, y cuál no sería mi sorpresa al descubrir que había ahí un bagre. ¡Sí, señor, un bagre! O algo así. Muy orondo el tipo, y bastante grande, que abría y cerraba su bocota en lo que se supone sería un rito alimenticio. Pero es pura intuición, porque si de verdad hay algo que desconozco son las costumbres de los bagres. Más aún si están en la banquina.  Eso solo, créame, paga la tarde. 
Bagre rutero

Day # 2 bis - marzo, mmxvii

lunes, 13 de marzo de 2017

A la vera del camino



La vacación también es de medios, ya que al no tener wifi acá, dependo de ir a la YPF y mandar algunos mensajes por uasap. Sí hay televisión, así que me estoy haciendo una panzada de canal Encuentro, que hacía mucho no veía. Hoy el tema ha sido la problemática de género, con un muchacho homosexual y un resumen de la vida de Simone de Beauvoir.  Ya los vi dos veces, antes de salir y al regreso, pero qué importa.

El viaje de hoy: Ramos Otero y Solanet, algo así como 480 km. Entre una cosa y otra, sin música, sin radio, solamente el pensamiento y la atención a la ruta.

Todo lo demás está como entre paréntesis, aunque la radio y los diarios que encontramos cada tanto nos tengan al tanto de guerras, festivales de cine, asesinatos, críticas literarias y conflictos sindicales. Todo eso es, todo eso sigue; pero es y sigue en la tierra de nadie de dos parkings diarios, de dos islas que Fafner alcanza tras unos pocos minutos de marcha insignificante. [1]

La ruta pampeana es como fácil, ¿no? Bastante plana, largas rectas, curvas suaves. Nada que ver con el espectacular camino montañoso, que todo el tiempo se abre a nuevas dimensiones como un juego 3D. Y en cuanto a la vegetación, también parece simple: pastos y árboles y listo.
Paisaje rutero

Sin embargo, hay combinaciones extrañas a cada rato. De esos mismos pastos y esos mismos árboles. Muchos parecen plantados a propósito, y se intuyen casas, cascos de estancia por detrás. Otros, quizás sean errores y aparecen solitarios en medio de la nada, desafiando la llanura interminable. Que, aunque no lo parezca, termina. Yendo hacia el sur, Ramos Otero tiene dos entradas. Si uno decide optar por la segunda, a medida que avanza y se detiene, se puede observar el paisaje serrano que caracteriza a Balcarce, que está al alcance de la mano (pero fuera del espectro de este viaje). De hecho, el pueblo ya forma parte del partido de Balcarce, y se encuentra a solo 46 km de la cabecera del partido.

Al mediodía, el pueblo de Ramos Otero (debe su nombre a don Ignacio Ramos Otero, que donó el terreno donde se construyó la estación del tren) está tranquilo, y no se ve mucho movimiento. Tampoco parece que lo tenga, ya que consta de unas pocas manzanas.

Del lado oeste (considerando las vías) se encuentra la escuela 47, y del este parece estar la mayor cantidad de casas. Hay, también del lado este, una plaza con nombre grandilocuente: "Plaza de los sueños mágicos".


Estación Ramos Otero
La vieja estación del tren está bastante abandonada, pero aún hoy se puede apreciar la estructura: galpones para la carga, un andén de pasajeros, tanques de agua y bombas para reabastecer a las siempre acaloradas y sedientas locomototras a vapor.

Actualmente, el mayor cuidado que parece tener proviene de las ovejas, que mantienen el pasto corto. Y también de algún que otro caballo, que huirá espantado con el ruido de la cámara fotográfica.

Las ovejas, en cambio, comenzaron de pronto a venir hacia mi posición. Muy decididas, no dejaban de acercarse, lideradas por una oveja negra, y comenzaban a cerrar filas y mientras unas gritaban maaaa, a lo que la madre, yo supongo, les contestaba vaaaa.

Sé que las ovejas son herbívoras,  pero quien te dice que no andan comiendo cosas transgénicas y han desarrollado un gusto por la carne humana. Mejor salir.

* * *

hacer caso a las señales

Párrafo aparte merecen las señales del camino, en realidad, las que indican alertas o peligros: hombres trabajando, máquinas en el camino, animales sueltos. 
Pero algunas son verdaderamente insólitas, ya que advierten de cosas que deberían resolverse de otro modo, y no con un simple cartel. 
Aunque no es la idea de esta crónica opinar sobre estos temas. 
O no por ahora. 
Yo te avisé.

Day # 2 - marzo, mmxvii







[1] DUNLOP, CAROL y CORTÁZAR, JULIO; OP CIT, Pág. 111

domingo, 12 de marzo de 2017

Autonauta, ¡al fin!

Viaje hasta Gral. Belgrano, con escala en Ranchos a tomar café y chequear mensajes. Llegada al mediodía según lo previsto. La cabaña Tierra Mïa es bastante más de lo que esperaba, con todo el confort. Romina un encanto, muy eficiente. Envidiable, como de costumbre, cuando me encuentro con alguien que tuvo la visión para salir de la locura de la Capital. Y me siento bien por darle de comer, ¿nocierto? <Acá debería ir un jajajaja, pero no estoy tan seguro si es risa o es dolor>

Cabaña Tierra Mía - Gral. Belgrano

Almuerzo en el patio, con bastantes tábanos. Después, pequeña siesta o algo así. La verdad es que no sé si dormí o no. Digamos que un poco. Después, viaje a Villanueva, y regreso por un camino interior casi sin darme cuenta. Al punto de salir en la entrada a la cabaña. <Acá, sí, pueden ir unas risas>.

Seguí de largo a cargar nafta. Me quiero matar con lo que cuesta un litro. La próxima le mando súper y que Ruedas se la banque.

Final del día con caminata por un lindo circuito que hay acá cerca, por algo así como un brazo del salado, supongo. Y después hay un circuito “saludable”, por así decir, cosa de no perder el ritmo y bajar las medialunas. Pero bueno, vacaciones son vacaciones.

Todo esto de alguna manera debe convertirse en material para el diario de este viaje. De este homenaje a Carol y Julio, tan lejos de aquella autopista.

Hoy me di cuenta de que para la época en que Julio y Carol empezaban su viaje, yo estaba pisando París por primera vez. Las casualidades no quieren decir nada, salvo que uno tiene conexiones con aquellos a quienes quiere. Yo no sabría nada de Carol hasta tiempo después, cuando pude leer Los autonautas.  Pero sí sabía de Julio, claro. Del Final del juego, de Rayuela, de tantas otras cosas que leí, y tantas que no. Así que acá estamos. Mañana pienso llegar hasta Ramos Otero, es decir el plan inverso de los mapas, para acortar el cansancio en los últimos días. No sé por qué los planos están en orden ascendente. Son cosas que el lector desprevenido tendrá que dilucidar.
Crossroads - Villanueva


Fotografías hay unas cuantas. No sé por qué no puedo bajar las del teléfono. Un bajón, al final con el otro aparato decadente se copiaban de lo más bien, y este que es toda modernidad se las guarda para él solo. ¿Signo de los tiempos del hombre tecnológico que se aisla con los auriculares y al resto que lo cure Lola? Filosofía barata, será cuestión de llevar este artefacto a la zona de la luz, porque aquí estamos en las tinieblas del wifi.

Ok. Hasta acá. Son como las diez y media y quizás necesite descansar un poco. O no, quizás necesite seguir escribiendo, buscarle el tono al viaje. Al texto del viaje. Es la primera vez que voy a encarar el género crónica de viaje, así que ya veré que sale.

¡Salud!

Gral. Belgrano - Prov. de Buenos Aires


















Día 1, mmxvii

Entrada destacada

Inteligencia Artificial

¡Hola! Soy el robot, ¿cómo estás? ¿Cómo puedo ayudarte esta mañana? Tengo un sinnúmero de funciones entre las que se pueden contar ayuda fi...