De pronto, así como la noche, la aflicción se va. Queda
en su lugar una especie de dureza, un callo, una cicatriz quizás. Me doy cuenta
de que ya no tengo ese pesar profundo, seguido siempre de un llanto
incontrolable. Hay ahí ahora una pena, sí, pero por mirar la ausencia y no sentir
más que un vago momento de melancolía. Eso es todo lo que queda de un sufrimiento
espantoso.
Es martes, pero podría ser lunes y hasta jueves o
sábado, da igual. Hay una sensación de no saber bien para dónde voy, qué quiero
hacer. Tengo algunos textos que revisar, pero no tengo ganas. Leo un poco. Veo algunas
series.
Hay ahí ahora un vacío, espacios en blanco que hay que
llenar con las formas correctas de los verbos que están entre paréntesis. Conjugar
el verbo duelar en distintos tiempos. Yo duelo, vos duelás, él duela, ella está
muerta. ¿Muere el dolor, acaso? ¿Es esa pena apenas que hay ahí ahora un dolor?
¿Se puede olvidar el dolor?
All hallow’s eve parece ser la expresión que dio
origen a Halloween, cuando una antigua costumbre celta se mezcló con las
imposiciones cristianas que, cuándo no, anduvieron por ahí conquistando y
masacrando: con el imperio romano, primero, los españoles, especialmente,
después. Como sea, Halloween y el día de los muertos se parecen un poco, sin
ser exactamente iguales. Bradbury tiene un libro hermoso, The Halloween tree, que cuenta un poco de la historia de los
humanos y la muerte. Es que el modelo yanqui parece tener más prestigio que el
mexicano. ¿Qué celebrarían los pueblos nativos de América? En el noroeste
argentino, en la región de Cuyo, hay rituales que tienen que ver con el Diablo
y la muerte: cada año, se desentierra al Diablo por tres días, y después se lo
vuelve a su lugar, para poder seguir viviendo. Los japoneses, coreanos, chinos,
tienen altares para los muertos, y un día al año les ponen ofrendas y fotos y
luces para que encuentren el camino de vuelta y tenerlos un ratito aunque más
no sea.
Por estos días se revolucionó la escena
cinematográfica con la película Argentina,
1985. Más acá o más allá de cualquier crítica específica, tiene el valor de
recuperar la memoria de los desaparecidos, tiene esa valentía que tanto hace
falta para salir a reclamar y pensar que no todo está perdido, que si se pudo
en ese entonces, tanto más se debe poder ahora, que hay una consciencia fuerte
sobre el asunto.
Todos
muertos, todos muertos
Todos los
sueños que tuvimos
Y me
pregunto por qué sigo viviendo
Todos
muertos, todos muertos
Y solo
estoy a salvo
Mi mitad
más dulce en su lugar
Todos
muertos y desaparecidos
Todos
muertos
Eso, más o menos, dice la canción “All dead”, del grupo
británico de rock Queen, que tanto puede hacer referencia a la dictadura como al dolor
que siento por no tener ya ese dolor insoportable porque ella está muerta,
muerta.
Fernando
Noviembre, 2022