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domingo, 17 de febrero de 2019

Poemas para no ir a trabajar

Poemas para no ir a trabjar; La Libre, Buenos Aires, 2019


Es el principal propósito de este panfleto
que las personas trabajadoras se inspiren
y no vayan a trabajar.

            Tal es el objetivo de Fernando Aíta, 1975, en su poemario editado por La Libre a comienzos de 2019, tiempo de vacaciones, en el que los más afortunados salen de viaje, y los que no lo son tanto, al menos le esquivan por un tiempo al yugo, gozar del merecido descanso y gambetear ese destino en que para poder reposar la mente / hace lastimar al cuerpo. (“Falta justificada”)

             Estos poemas son ciertamente de un tipo extraño: hay poemas de amor, de locura, de muerte, hay canciones desesperadas, hay poemas para ser leídos en el tranvía y tantas cosas más. Pero para pegar el faltazo hay poco. También llama la atención el tamaño, es un libro pequeño (nos remite a Caminantes, de Edgardo Scott),que cabe perfectamente en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, y hasta es recomendable no salir sin él. 

             Fernando Aíta se las ingenia para contarnos con humor (un humor sencillo, no es para reírse a carcajadas) de las dolencias generadas por el trabajo, y que muchas veces uno tiene la sensación de que los empleadores no le creen. ¿Ahí no llovió? Mi barrio, un desastre,  nos dice en “Temporal”. O también: … Se quejan: / que cada año cambio de carrera, / que debería conocer mi vocación, / que estoy grande, y que no apruebo todas, en “Días de estudio”. 

             Todo el tiempo tenemos la sensación de que los empleados tenemos que dar examen todos los días. Que no importa cuántas cosas bien hagamos, basta una distracción, un olvido, para que nuestro trabajo sea, en opinión de los jefes, una porquería, que nuestro único objetivo es dañar a la empresa, que somos sus peores enemigos. Parece un poco exagerado. Pero es así, la exageración patronal no conoce límites.

No puedo andar más desorientado. / No sé dónde pega el sol, adónde apuntan / los pies en el sueño. Todo desquicio: / cubiertos en la pieza y abrigo en la cocina. / A tientas en un espacio sin memoria, / ni dónde ciertas pertenencias.

             Este fragmento de “Mudanza” bien puede ser una descripción de la oficina, en particular ese verse de “a tientas en un espacio sin memoria”, considerando lo dicho antes: basta un error para que todo lo bueno no valga nada.

            Así, la sonrisa leve que genera cada poema se va haciendo mueca, y entonces el humor se torna tristeza, bronca, desazón. Tanto esfuerzo puesto en madrugar, en viajar apretado, en luchar contra los aumentos de precios nos dan a pensar que esto que llamamos “ganarnos la vida” es, en verdad, perderla.

          Una última cita y nos vamos:

Yo tengo mil cosas mejores que hacer,
prioridades: descansar, soñar,
regar, buscar víveres, hacer arreglos,
visitar amigos, lugares, escribir,
leer, corregir, ir a reuniones,
imprimir los volantes para la marcha
por el ingreso básico universal…

            Es decir, no es que las personas no querramos trabajar. Es que hay tantas otras cosas más interesantes que hacer que verle la cara de culo a un jefe.


FERNANDO BERTON
FEBRERO - MMXIX

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