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miércoles, 8 de febrero de 2023

Un mundo mejor

 




Leí estos días una publicación en FB donde la autora decía que su papá y su mamá militaban para que todos los chicos “puedan tener una bicicleta, del color que quieran”. Y esto me mueve a reflexionar que esa militancia reproduce el sistema capitalista y de extracción. En efecto, más bicicletas implican más trabajo, sí, pero a la vez más personas que se desplazan hacia las fábricas, más materia prima, más emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), más extracción. Al cabo de unos pocos años, por otra parte, las bicicletas dejarán de estar de moda, muchas fábricas cerrarán, muchos empleados se quedarán sin trabajo y el mundo será un poco peor.

Nadie come dinero, dice Ailton Krenak, chamán, filósofo, líder indígena y escritor brasileño. Es interesante notar que su propuesta es de “decrecimiento”, es decir, dejar de propender a un progreso infinito, ya que el planeta que habitamos tiene recursos finitos. Su capacidad de regeneración es asombrosa, pero ciertamente está llegando a un límite. Vemos cómo el cambio climático mueve multitudes todos los años para reunirse en las Conferencias de las Partes (COP), que va por la 27, en busca de solucionar el tema de la emisión de GEI. En esa línea, la industria aeronáutica trabaja para lograr que los aviones consuman menos combustible, emitan menos del 40% de CO y utilicen Combustible Sostenible de Aviación (SAF, por su sigla en inglés) que tienen el potencial de reducir hasta en un 80% las emisiones de GEI.

Por su parte, la industria automotriz marcha hacia los autos eléctricos, alimentados por baterías de litio. Litio que en su mayor parte se obtiene de salares, y que para obtenerlo se necesita, entre otras cosas, mucha agua. Recurso que suele escasear en los salares, por cierto.


Todas estas acciones que promueven la utilización de medios más amigables con el ambiente, en el fondo ocultan una o más trampas: por un lado, dejar de extraer un recurso para extraer otro, a la espera de que aparezca en el medio algo mejor. Luego, que tanto los aviones como los autos tienen enormes cantidades de partes y accesorios de plástico, que son derivados del petróleo. Y tercero, que lo que se busca es la expansión de esas industrias. Y cuanto más autos y aviones, más gente que se desplaza de un lado a otro, contribuyendo así a generar más consumo, etc.

En la base de ese sistema está la publicidad, que pone a pensar a las personas en comprar bienes o servicios para ser felices (toda publicidad, como dice Umberto Eco, sostiene que el objeto del consumo es lograr la felicidad), de modo que tener una bicicleta o viajar a Venecia forman parte del mismo modelo: la implantación del deseo de consumir. Cuando viajar a Venecia no es posible, entonces el trabajador se contenta con comprar una bicicleta. [1]

En definitiva, luchar por un mundo mejor debería tratarse de luchar por un modelo distinto. Sostener el capitalismo en cualquiera de sus formas nos está llevando a la destrucción. El planeta ha pasado ya por catástrofes naturales enormes y se recompuso. Pero hasta donde se sabe, las catástrofes naturales no son evitables. El cambio de un sistema, sí.

 

Fernando

Febrero, 2023

 

 



[1] Que luego los visitantes de Venecia se horroricen al ver trabajadores en relucientes bicicletas es otro tema que no vamos a analizar aquí pero que forma parte del sistema de odio de clase, porque esa es otra de las patas: las publicidades se emiten para todos, pero implícitamente los viajeros creen que solo unos pocos pueden ver cumplidos sus sueños.

domingo, 13 de noviembre de 2022

La cultura del azoramiento

 



 

En un ensayo publicado en 1930[i], Sigmund Freud se plantea indagar la tensión que existe entre las personas y la sociedad en la que viven. En efecto, si bien la cultura es un enorme paraguas que protege a los individuos de montones de peligros, es al mismo tiempo una gran maquinaria de represión de los instintos pulsionales, primitivos. Hacia el final, Freud reconoce que no parece haber solución a este conflicto.

Dicha tensión se hace visible todo el tiempo en las noticias, por un lado, y en la literatura y otras artes por el otro. En efecto, a diario leemos informaciones de crímenes de la más diversa índole, algunos ciertamente aberrantes. Y en estos días proliferan las opciones para leer o mirar obras de ficción basadas en hechos reales que tienen como trasfondo crímenes atroces cometidos por individuos que han sido sometidos, a su vez, a maltrato familiar, escolar, raciales y tantos otros.

 Parece apresurado concluir que esta situación no tiene remedio, que hay un determinismo psico biológico en la humanidad que le impediría evitar caer una y otra vez en semejantes atrocidades. Es muy factible que la educación en el respeto y la discusión puedan provocar cambios culturales. Eso sí, es mucho más fácil caer en la tentación e intentar imponer un punto de vista por la fuerza. Las autocracias y las democracias con fuerte inclinación a la derecha imponen el miedo por medio de la represión sistemática a las protestas sociales, vengan de donde vengan.

Ahora bien, a casi un siglo del escrito de Freud, llama poderosamente la atención la insistencia de cierto periodismo que no deja de indignarse toda vez que ocurre algo horrible. No es que esté mal, la cuestión es que funciona como un mecanismo repetido hasta el hartazgo. Al final del día, se han dedicado horas a mostrar el ensañamiento y la brutalidad del crimen de moda. Y ocurrirá lo mismo con el siguiente. Luego, habrá programas de debate de estos hechos que discutirán acaloradamente horas y días sin llegar a propuesta alguna. Así las cosas, la noticia es siempre la misma. Cambiarán la víctima y el victimario, nada más. Pero esto ocurre, al menos, desde que existe el periodismo (ver Adivinanza y medios) Entonces, ¿cómo se explica que esta actuación ocurra cada vez? No parece haber más explicación que el dinero: en tanto hay quien consuma las noticias, las acciones tendientes a modificar eso que las produce no se llevarán adelante. Así, vemos cómo cada vez es menor la inversión en educación y mayores los esfuerzos de las compañías por precarizar a los trabajadores.

Pero volviendo al tema de la sorpresa frente a lo que no lo es, una de las últimas formas visibles de esta ideología del azoramiento, por así decir, es el ambientalismo radicalizado que declama que la COP 27 que tiene lugar en Egipto en Noviembre 2022 “ya fracasó”. Lo saben desde antes, porque hace diez años como mínimo que están protestando por lo mismo. Entonces, nos parece, que así como ellos denuncian el “green-washing” [ii], decimos que esas protestas masivas sin propuesta son “rage-washing” [iii]

Así las cosas, no dejamos de preguntarnos cómo se haría para discutir un nuevo modelo de sociedad. Esta era de las protestas masivas (tanto por la cantidad de marchas de protesta como del número de participantes) parece haber llegado a la creencia de que ese hecho catártico es un fin en sí mismo. Falta, a nuestro juicio, el momento de reflexión, discusión y diseño de un plan estratégico para llevar adelante un nuevo orden social alternativo al modelo capitalista-patriarcal-represor que caracteriza a, por lo menos, los últimos dos siglos. Coincidimos con Jorge Alemán [iv] en que

Podría pasar que de un día para otro hubiera una cuestión disruptiva, un surgimiento de algo muy potente en las calles. Pero luego plasmar eso en un proyecto que organice de nuevo a la sociedad bajo una lógica distinta a la del capitalismo se ha vuelto difícil, aun habiéndose extendido en muchos sectores la idea de que el capitalismo marcha hacia una destrucción del medio ambiente, de la vida y de los lazos sociales”.

Por todo esto es que resulta imperioso salir del modelo. Entendemos que no hay ejemplos de culturas que hayan ido hacia atrás en la escala evolutiva del progreso, y no es que estemos francamente en contra del progreso, sino que decimos que es necesario detener la velocidad con que se buscan las ganancias, motivo principal del extractivismo, del consumo desenfrenado, de que cada vez haya más emisiones de GEI.

La clave del éxito del modelo capitalista-patriarcal-represor está en haber creado al individuo como sujeto social, esto es, yo contra el mundo. Al ser las personas meras consumidoras, dependen exclusivamente de su fuerza de trabajo. Y si se quedan sin empleo no tienen manera de subsistir porque han perdido la capacidad de producir. Como bien dice Umberto Eco[v], las personas van a las ferias a ver todo lo que pueden consumir, pero a nadie se le ocurre mirar los bienes de producción, que están reservados a unos pocos.

En consecuencia, los enormes e innegables avances tecnológicos de la humanidad en los últimos cien años (pensar que el primer vuelo de pasajeros entre América y Europa es de octubre de 1958) no han redundado en un mayor bienestar de los humanos en sus culturas. Bien al contrario, los discursos de odio, las cancelaciones y divisiones que parecen irreconciliables florecen día a día fruto de la manipulación de las emociones que se hace fundamentalmente a través de las llamadas redes “sociales”, que se encargan de inflamar los ánimos de aquellos quienes leemos publicaciones a favor o en contra de las personas que nos gustan o disgustan. Generando así lo que en Argentina se conoce como “grieta”. Esto que hasta hace unos años parecía privativo de los estadios de fútbol, hoy se hace presente en casi cualquier ámbito donde dos “equipos rivales” se encuentren.

La gran pregunta que nos hacemos desde hace ya varios años es cuál es el ámbito para discutir e implementar y finalmente hacer efectivos esos cambios, en tanto que la inmediatez que promueven las aplicaciones que solucionan todos los problemas hacen que el pensar el trabajo para generaciones venideras sea casi imposible. Porque por si algo faltaba, el terror que nos acucia a partir de las catástrofes que traerá el cambio climático hace que muchos pongan en duda la efectividad de acciones a largo plazo si en muy pocos años todo estallará por los aires.

Pero a no desesperar, ahí está Elon Musk, el muchacho de la empresa de sexo en el espacio (¿qué otra cosa quiere decir Space-X, si no?) que se propone conquistar el planeta Marte, por caso, y debe tener sueños húmedos al pensar a cuánto podrá vender el m2 de un terrenito en el planeta rojo de 8,66 x 12 m más el costo del pasaje y el flete para llevarte la mudanza. 

 

Fernando

Noviembre, 2022 



[i] Freud, Sigmund; El malestar en la cultura; Ediciones Akal; Madrid; 2017

[ii] El greenwashing consiste en orientar la imagen de marketing de una organización o una empresa hacia un posicionamiento ecológico mientras que sus acciones van en contra del medio ambiente. Esa "comunicación verde" no siempre significa que la empresa sea más respetuosa con el medio ambiente ni que haya adquirido un compromiso medioambiental. Así, el greenwashing se define como una comunicación abusiva y engañosa.. Por ejemplo: cerrar una usina a carbón y comprar electricidad generada con usinas de carbón a terceros países: es decir, el país que utiliza esa energía no emite gases, pero los emite el país al que le compra la electricidad

[iii] Que podemos decir que vendría a ser quedar con la conciencia limpia porque ellos advirtieron que nos íbamos a morir todos pero cuando llega la hora de sentarse a una mesa de negociación y hacer propuestas, dicen que es la sociedad la que debe definir sus metas

[iv] Completamos la cita: “Aparte de que hay un problema añadido y es que en ese horizonte que antes tenía la izquierda estaba la revolución y ahora la salida del capitalismo se ha vuelto harto problemática. Uno lo puede caracterizar, lo puede describir, puede mostrar todos los artefactos y dispositivos que hacen funcionar al capitalismo, ahora cuando se tiene que pensar en la salida, el tema es que uno necesita una temporalidad. En los ‘70 no queríamos discutir las tasas de beneficios sino las relaciones sociales de producción que había que transformar. Ahora se discuten las tasas de beneficio y que tiene que haber una distribución del ingreso distinta, que es hasta donde más se puede llegar. Pero nada de eso encarna una solución inmediata. Una transformación seria del capitalismo que no implicara una lógica sacrificial --porque uno no va a ir a disparar contra Amazon o contra Google-- exigiría una transformación civilizatoria. Podría pasar que de un día para otro hubiera una cuestión disruptiva, un surgimiento de algo muy potente en las calles. Pero luego plasmar eso en un proyecto que organice de nuevo a la sociedad bajo una lógica distinta a la del capitalismo se ha vuelto difícil, aun habiéndose extendido en muchos sectores la idea de que el capitalismo marcha hacia una destrucción del medio ambiente, de la vida y de los lazos sociales.”

Entrevista en Página12. Última versión consultada: https://www.pagina12.com.ar/495233-jorge-aleman-la-izquierda-se-ha-vuelto-un-poco-paliativa

 

[v]  Al finalizar su recorrido, el visitante común cree haber elegido. Desea los objetos hermosos, accesibles y no acumulables y rechaza los objetos feos y acumulables (pero inaccesibles). En realidad, no ha elegido: sólo ha aceptado ser un consumidor de bienes de consumo, ya que no puede ser propietario de medios de producción. Pero se siente contento. Mañana trabajará más para poder comprar, un día, sillones y heladeras. Trabajará en un torno que no es suyo porque él (la feria se lo ha dicho) no lo quiere”.

Eco, Umberto; “Dos familias de objetos”; en La estrategia de la ilusión; Lumen-De la Flor; Buenos Aires; 1988

lunes, 11 de abril de 2022

Así no hay promesa que aguante

 

Cuando pensamos que ya lo habíamos visto todo y nos despedimos tentativamente de nuestro reducido público, ¡zas!, la irrefutable ley de que la realidad supera toda fantasía se hace presente un lunes lluvioso, otro más de los tantos que hemos padecido aquí y en otros lados también.

Los jóvenes de hoy en día, puestos frente a cosa semejante, dirían algo así como "¡me jodés!". Nuestras madres, que ejercieron en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, hubieran dicho "ley del menor esfuerzo". Nosotros pensamos que es un caso de elitismo simple y puro. Veamos. 

Sin querer aquí arrogarnos ningún conocimiento acerca de lo que comunmente se denomina "milenial", pensamos que el dichoso "me jodés" apunta a reforzar la broma que sin duda quisieron hacer los que diseñaron el cartel de marras: aprovechá que este cartel no consume combustibles fósiles, promueve transporte idem y hacele un lavadito verde (por green washing) a tu marca.

La ley del menor esfuerzo es algo así como "naaaa, mirá si vamos a cambiar todos los postes de luz para que no gasten electricidad. Mejor hacemos un cartelito, cobramos unos mangos, de paso, y ya fue".

Y el elitismo está en eso de que aprovecho que hay algo escaso y entonces cobro unos buenos morlacos más por lo que, a doscientos metros, costaría la mitad. O menos, si uno es un buen regateador.

El fondo de la cuestión es que la dichosa ciudad verde cada vez construye o intenta construir sobre los pocos espacios verdes que le quedan a Buenos Aires. El transporte por subte, mucho menos contaminante que el colectivo, ha sido olvidado y no se inaugura un nuevo túnel desde hace mucho. Y tampoco hay planes para activarlo. El transporte por automóvil se incrementa cada día más (el aumento de la nafta parece no hacer mella en los automovilistas empedernidos), las mangueras que derrochan preciosos hectolitros de agua por minuto proliferan, se talan árboles a destajo y así podríamos seguir un buen rato. Y todavía se jacta de tener un UNICO CARTEL SUSTENTABLE, ¿cachai? Ú - N - I - C - O. Unito.

Pero bueno, parece que el último informe del IPCC no le importa a nadie, el aumento de la temperatura global se acerca a niveles peligrosísimos y nosotros aquí bardeando con un cartelito para aprovechar la mínima acción en defensa del ambiente.

Una cosa hay que reconocer: el anuncio hace juego con la casa de la esquina.

 

Fernando

Abril, 20XXII 

lunes, 14 de marzo de 2022

Según cómo se mire

 

Esto que vemos aquí es el Río de la Plata, ese que fue denominado Mar Dulce por Juan de Solís, ya que la extensión era más propia de un mar que de un río. 

Aquí estamos viendo esa inmensidad que nos hace acordar a las tardes que uno se pasa mirando el horizonte,en especial el último día de las vacaciones, como para llenar la retina de imágenes amenas. Pronto, donde veíamos una nube, veremos una pared; donde había un barquito navegando en aguas tranquilas, estará la cara de un jefe. Todo eso conforma un "síndrome de depresión pos-vacaciones".

*

Esta parte es la Bahía de Samborombón, donde el río desemboca en el mar: es el lugar de encuentro de dos mundos fisicoquímicos y biológicos diferentes: el de las aguas dulces del Plata y el de las saladas del Atlántico. 


 Por lo antedicho, lo que aquí vemos, entonces, es el vestuario del Río de la Plata.

 

Fernando

Marzo, MMXX2 

domingo, 24 de octubre de 2021

Tomatelás

Tomatito

 Que una planta de tomate tenga un tomatito no deja de ser lógico, pero no por ello menos enternecedor.

En particular por la insistencia de los susodichos en crecer donde no han sido plantados.

Esta vez, con la ayuda de Santi, fueron a dar a una maceta más grande, con una buena base de sustrato y a la terraza, donde tienen sol y corre el aire. Así es que no se han abichado (¡cruz diablo!) como otras veces con esas insufribles mosquitas blancas, sus tallos crecen gordos y fuertes, las hojas se despliegan orondas.

Tiene unas pequeñas flores amarillas, que recuerdan a otras más famosas.

Flores famosas

Flores de tomate

Fernando

Octubre, MMXXI

viernes, 23 de julio de 2021

Cómo salir de acá


 


Basta de dar noticias sobre el dólar, sobre el ráting, sobre las declaraciones de tal o cual, de las marchas de descerebrados. Las noticias tienen que ser sobre el desastre ecológico, sobre cómo una familia puede producir sus propios alimentos, sobre cómo un tomate puede crecer en un patio o en una terraza. La educación tiene que tender a explicarles a los alumnos cómo cultivar aunque vivan en un departamento. Buscar a todas las personas que saben cómo hacer esto. Buscar que la gente se vaya de la gran ciudad a la periferia donde poder tener una casa con un poco de terreno donde poner lechugas y calabazas y morrones. Esas son las noticias que hay dar. Y si no se pueden dar, hay que provocarlas: trabajar la tierra no es fácil, sin duda. Hay que poner el cuerpo y es cansador y se está a merced de la lluvia o de la sequía. Pero también es cansador viajar cada día en un tren atestado, verle la cara a un jefe que ni siquiera nos saluda cuando se nos muere un ser querido, gastar la vida en algo que de verdad no nos interesa.

Esto es solamente un esbozo, un pequeño escrito para saber que se puede parar. Vimos la transparencia de las aguas en los canales de Venecia. Vimos animales caminando por las calles de ciudades súper pobladas. Vimos animales que pensábamos extintos. A eso tenemos que volver. No hace falta seguir extrayendo oro, ni litio, ni nada. Si no hace falta viajar como locos todos los días, el transporte será mucho más amigable con el ambiente, solo porque circulará menos. Y así con cantidad de otras cosas, el aire será más respirable y las especies podrán reproducirse a tiempo. Tenemos que dejar de sacar y sacar y sacar para volver a reciclar, a devolver, a esperar. El ciclo de la vida no puede acelerarse porque sí. ¿Qué esperamos, que en un día pasen dos días y un año en seis meses? ¿Queremos acelerar la rotación de los planetas para que podamos cosechar antes? No es necesario. Ganar dinero no es lo más importante que podemos hacer, sino ser conscientes del daño que hicimos y de que no estamos seguros de poder cambiar las cosas si no paramos con este modelo.

 

Fernando

Julio, MMXXI 

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