En un ensayo publicado en 1930[i], Sigmund
Freud se plantea indagar la tensión que existe entre las personas y la sociedad
en la que viven. En efecto, si bien la cultura es un enorme paraguas que
protege a los individuos de montones de peligros, es al mismo tiempo una gran
maquinaria de represión de los instintos pulsionales, primitivos. Hacia el
final, Freud reconoce que no parece haber solución a este conflicto.
Dicha tensión se hace visible todo el tiempo en las
noticias, por un lado, y en la literatura y otras artes por el otro. En efecto,
a diario leemos informaciones de crímenes de la más diversa índole, algunos
ciertamente aberrantes. Y en estos días proliferan las opciones para leer o
mirar obras de ficción basadas en hechos reales que tienen como trasfondo
crímenes atroces cometidos por individuos que han sido sometidos, a su vez, a
maltrato familiar, escolar, raciales y tantos otros.
Parece apresurado
concluir que esta situación no tiene remedio, que hay un determinismo psico
biológico en la humanidad que le impediría evitar caer una y otra vez en
semejantes atrocidades. Es muy factible que la educación en el respeto y la
discusión puedan provocar cambios culturales. Eso sí, es mucho más fácil caer
en la tentación e intentar imponer un punto de vista por la fuerza. Las
autocracias y las democracias con fuerte inclinación a la derecha imponen el
miedo por medio de la represión sistemática a las protestas sociales, vengan de
donde vengan.
Ahora bien, a casi un siglo del escrito de Freud, llama
poderosamente la atención la insistencia de cierto periodismo que no deja de
indignarse toda vez que ocurre algo horrible. No es que esté mal, la cuestión
es que funciona como un mecanismo repetido hasta el hartazgo. Al final del día,
se han dedicado horas a mostrar el ensañamiento y la brutalidad del crimen de
moda. Y ocurrirá lo mismo con el siguiente. Luego, habrá programas de debate de
estos hechos que discutirán acaloradamente horas y días sin llegar a propuesta
alguna. Así las cosas, la noticia es siempre la misma. Cambiarán la víctima y
el victimario, nada más. Pero esto ocurre, al menos, desde que existe el
periodismo (ver Adivinanza y medios)
Entonces, ¿cómo se explica que esta actuación ocurra cada vez? No parece haber
más explicación que el dinero: en tanto hay quien consuma las noticias, las
acciones tendientes a modificar eso que las produce no se llevarán adelante. Así,
vemos cómo cada vez es menor la inversión en educación y mayores los esfuerzos
de las compañías por precarizar a los trabajadores.
Pero volviendo al tema de la sorpresa frente a lo que no
lo es, una de las últimas formas visibles de esta ideología del azoramiento,
por así decir, es el ambientalismo radicalizado que declama que la COP 27 que
tiene lugar en Egipto en Noviembre 2022 “ya fracasó”. Lo saben desde antes,
porque hace diez años como mínimo que están protestando por lo mismo. Entonces,
nos parece, que así como ellos denuncian el “green-washing” [ii],
decimos que esas protestas masivas sin propuesta son “rage-washing” [iii]
Así las cosas, no dejamos de preguntarnos cómo se haría
para discutir un nuevo modelo de sociedad. Esta era de las protestas masivas
(tanto por la cantidad de marchas de protesta como del número de participantes)
parece haber llegado a la creencia de que ese hecho catártico es un fin en sí
mismo. Falta, a nuestro juicio, el momento de reflexión, discusión y diseño de
un plan estratégico para llevar adelante un nuevo orden social alternativo al
modelo capitalista-patriarcal-represor que caracteriza a, por lo menos, los
últimos dos siglos. Coincidimos con Jorge Alemán [iv] en que
“Podría pasar que de un día
para otro hubiera una cuestión disruptiva, un surgimiento de algo muy potente
en las calles. Pero luego plasmar eso en un proyecto que organice de nuevo a la
sociedad bajo una lógica distinta a la del capitalismo se ha vuelto difícil,
aun habiéndose extendido en muchos sectores la idea de que el capitalismo
marcha hacia una destrucción del medio ambiente, de la vida y de los lazos
sociales”.
Por todo esto es que resulta imperioso salir del modelo.
Entendemos que no hay ejemplos de culturas que hayan ido hacia atrás en la
escala evolutiva del progreso, y no es que estemos francamente en contra del
progreso, sino que decimos que es necesario detener la velocidad con que se
buscan las ganancias, motivo principal del extractivismo, del consumo
desenfrenado, de que cada vez haya más emisiones de GEI.
La clave del éxito del modelo
capitalista-patriarcal-represor está en haber creado al individuo como sujeto
social, esto es, yo contra el mundo. Al ser las personas meras consumidoras,
dependen exclusivamente de su fuerza de trabajo. Y si se quedan sin empleo no
tienen manera de subsistir porque han perdido la capacidad de producir. Como
bien dice Umberto Eco[v], las
personas van a las ferias a ver todo lo que pueden consumir, pero a nadie se le
ocurre mirar los bienes de producción, que están reservados a unos pocos.
En consecuencia, los enormes e innegables avances
tecnológicos de la humanidad en los últimos cien años (pensar que el primer
vuelo de pasajeros entre América y Europa es de octubre de 1958) no han
redundado en un mayor bienestar de los humanos en sus culturas. Bien al
contrario, los discursos de odio, las cancelaciones y divisiones que parecen
irreconciliables florecen día a día fruto de la manipulación de las emociones
que se hace fundamentalmente a través de las llamadas redes “sociales”, que se encargan
de inflamar los ánimos de aquellos quienes leemos publicaciones a favor o en
contra de las personas que nos gustan o disgustan. Generando así lo que en
Argentina se conoce como “grieta”. Esto que hasta hace unos años parecía
privativo de los estadios de fútbol, hoy se hace presente en casi cualquier
ámbito donde dos “equipos rivales” se encuentren.
La gran pregunta que nos hacemos desde hace ya varios
años es cuál es el ámbito para discutir e implementar y finalmente hacer
efectivos esos cambios, en tanto que la inmediatez que promueven las
aplicaciones que solucionan todos los problemas hacen que el pensar el trabajo
para generaciones venideras sea casi imposible. Porque por si algo faltaba, el
terror que nos acucia a partir de las catástrofes que traerá el cambio
climático hace que muchos pongan en duda la efectividad de acciones a largo
plazo si en muy pocos años todo estallará por los aires.
Pero a no desesperar, ahí está Elon Musk, el muchacho de
la empresa de sexo en el espacio (¿qué otra cosa quiere decir Space-X, si no?) que
se propone conquistar el planeta Marte, por caso, y debe tener sueños húmedos
al pensar a cuánto podrá vender el m2 de un terrenito en el planeta rojo de
8,66 x 12 m más el costo del pasaje y el flete para llevarte la mudanza.
Fernando
Noviembre, 2022
[i] Freud, Sigmund; El malestar
en la cultura; Ediciones Akal; Madrid; 2017
[ii] El greenwashing consiste en orientar la imagen de marketing de una
organización o una empresa
hacia un posicionamiento ecológico mientras que sus acciones van en contra del
medio ambiente. Esa "comunicación verde" no siempre significa que la
empresa sea más respetuosa con el medio ambiente ni que haya adquirido un
compromiso medioambiental. Así, el greenwashing se define como una comunicación abusiva y engañosa.. Por ejemplo: cerrar una usina a carbón y comprar electricidad generada con
usinas de carbón a terceros países: es decir, el país que utiliza esa energía
no emite gases, pero los emite el país al que le compra la electricidad
[iii] Que podemos decir que vendría a ser quedar con la conciencia limpia porque ellos advirtieron que
nos íbamos a morir todos pero cuando llega la hora de sentarse a una mesa de
negociación y hacer propuestas, dicen que es la sociedad la que debe definir
sus metas
[iv] Completamos la
cita: “Aparte de que hay un problema añadido y es que
en ese horizonte que antes tenía la izquierda estaba la revolución y ahora la
salida del capitalismo se ha vuelto harto problemática. Uno lo puede
caracterizar, lo puede describir, puede mostrar todos los artefactos y
dispositivos que hacen funcionar al capitalismo, ahora cuando se tiene que
pensar en la salida, el tema es que uno necesita una temporalidad. En los
‘70 no queríamos discutir las tasas de beneficios sino las relaciones sociales
de producción que había que transformar. Ahora se discuten las tasas de
beneficio y que tiene que haber una distribución del ingreso distinta, que es
hasta donde más se puede llegar. Pero nada de eso encarna una solución
inmediata. Una transformación seria del capitalismo que no implicara una lógica
sacrificial --porque uno no va a ir a disparar contra Amazon o contra Google--
exigiría una transformación civilizatoria. Podría pasar que de un día para otro
hubiera una cuestión disruptiva, un surgimiento de algo muy potente en las
calles. Pero luego plasmar eso en un proyecto que organice de nuevo a la
sociedad bajo una lógica distinta a la del capitalismo se ha vuelto difícil,
aun habiéndose extendido en muchos sectores la idea de que el capitalismo
marcha hacia una destrucción del medio ambiente, de la vida y de los lazos
sociales.”
Entrevista en
Página12. Última versión consultada: https://www.pagina12.com.ar/495233-jorge-aleman-la-izquierda-se-ha-vuelto-un-poco-paliativa
[v] “Al finalizar su recorrido, el visitante común cree haber elegido. Desea los objetos hermosos, accesibles y no acumulables y rechaza los objetos feos y acumulables (pero inaccesibles). En realidad, no ha elegido: sólo ha aceptado ser un consumidor de bienes de consumo, ya que no puede ser propietario de medios de producción. Pero se siente contento. Mañana trabajará más para poder comprar, un día, sillones y heladeras. Trabajará en un torno que no es suyo porque él (la feria se lo ha dicho) no lo quiere”.
Eco, Umberto; “Dos familias de
objetos”; en La estrategia de la ilusión;
Lumen-De la Flor; Buenos Aires; 1988