Cuando pensamos que ya lo habíamos visto todo y nos despedimos tentativamente de nuestro reducido público, ¡zas!, la irrefutable ley de que la realidad supera toda fantasía se hace presente un lunes lluvioso, otro más de los tantos que hemos padecido aquí y en otros lados también.
Los jóvenes de hoy en día, puestos frente a cosa semejante, dirían algo así como "¡me jodés!". Nuestras madres, que ejercieron en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, hubieran dicho "ley del menor esfuerzo". Nosotros pensamos que es un caso de elitismo simple y puro. Veamos.
Sin querer aquí arrogarnos ningún conocimiento acerca de lo que comunmente se denomina "milenial", pensamos que el dichoso "me jodés" apunta a reforzar la broma que sin duda quisieron hacer los que diseñaron el cartel de marras: aprovechá que este cartel no consume combustibles fósiles, promueve transporte idem y hacele un lavadito verde (por green washing) a tu marca.
La ley del menor esfuerzo es algo así como "naaaa, mirá si vamos a cambiar todos los postes de luz para que no gasten electricidad. Mejor hacemos un cartelito, cobramos unos mangos, de paso, y ya fue".
Y el elitismo está en eso de que aprovecho que hay algo escaso y entonces cobro unos buenos morlacos más por lo que, a doscientos metros, costaría la mitad. O menos, si uno es un buen regateador.
El fondo de la cuestión es que la dichosa ciudad verde cada vez construye o intenta construir sobre los pocos espacios verdes que le quedan a Buenos Aires. El transporte por subte, mucho menos contaminante que el colectivo, ha sido olvidado y no se inaugura un nuevo túnel desde hace mucho. Y tampoco hay planes para activarlo. El transporte por automóvil se incrementa cada día más (el aumento de la nafta parece no hacer mella en los automovilistas empedernidos), las mangueras que derrochan preciosos hectolitros de agua por minuto proliferan, se talan árboles a destajo y así podríamos seguir un buen rato. Y todavía se jacta de tener un UNICO CARTEL SUSTENTABLE, ¿cachai? Ú - N - I - C - O. Unito.
Pero bueno, parece que el último informe del IPCC no le importa a nadie, el aumento de la temperatura global se acerca a niveles peligrosísimos y nosotros aquí bardeando con un cartelito para aprovechar la mínima acción en defensa del ambiente.
Una cosa hay que reconocer: el anuncio hace juego con la casa de la esquina.
Fernando
Abril, 20XXII
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