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lunes, 20 de noviembre de 2023

La Tierra Según Filomena Cunk





La Tierra según Filomena Cunk, (Netflix, 2023, protagonizado por Diane Morgan), puede encuadrarse en el género “Documental apócrifo”. Digamos que un documental apócrifo1 (también llamado falso documental o docuficción) es toda aquella pieza audiovisual que construye una ficción que emula el lenguaje del cine documental y de los discursos audiovisuales que tienen que ver con la representación de la realidad.


Sin embargo, en este caso los hechos que se muestran son verídicos, y solamente es falsa la presentadora. En una destacada labor, Morgan encarna a una muchacha algo ingenua, por momentos, ya que supone que la tecnología debería permitir comunicarnos con el pasado, y en la creencia de que la vida moderna es mucho mejor que la antigua. Podríamos decir que es una arrogante de la ignorancia, y que la medida de todas las cosas es ella misma.


Este personaje poco dado a la risa, vagamente profesional y que detesta la literatura, sin embargo, se las ingenia para poner en aprietos a los entrevistados, que van desde profesores de historia a expertos en arte. Y nos parece que el capítulo 4, “The rise of the machines” es el punto culminante, donde con su ingenuidad afectada pone en crisis el modelo armamentista del mundo en general pero de Estados Unidos en particular. Casi al final, entrevista al Profesor en Historia Imperial y Militar por el King’s College de Londres, Ashley Jackson, en referencia a las bombas nucleares arrojadas sobre Japón al final de la Segunda Guerra Mundial. Con su habitual parsimonia, Filomena comenta:

- Es reconfortante, ¿verdad?, darse cuenta de que ya no tenemos armas nucleares hoy en día.


A lo que Jacson responde:


- Bueno, depende de lo que uno entienda por “nosotros”. Los británicos tienen muchas armas nucleares y recientemente de hecho decidieron incrementar el número de ojivas que poseen.


- Sí, responde Cunk, pero están vacías, ¿no? Están llenos de bombas vacías.

- Para nada, informa con seriedad Jackson. No, no, son sistemas de misiles totalmente funcionales equipados con cabezas nucleares. Muchos otros Estados las tienen. Me temo que la guerra y la amenaza de destrucción nucleares están muy presentes entre nosotros.


En ese momento, Filomena Cunk se quiebra, vuelve la vista, baja la cabeza y solloza angustiada.


Y no es para menos. Todo ese poder nuclear sigue estando ahí y podría utilizarse en cualquier momento. Ahora mismo estamos frente a dos conflictos enormemente injustificados como son la guerra entre Rusia y Ucrania y la de Israel contra Hamas en lo formal y contra el pueblo Palestino de manera solapada. Como si todos hubieran olvidado de pronto el dolor y las muertes horripilantes que padecieron en la Segunda Guerra Mundial. Parece no importarles. Y eso por eso que la presentadora, que parecía inmutable, llora con angustia. En ese momento, deja de ser falso su personaje y cobra enorme sentido todo el capítulo.

 

Fernando

Noviembre, 2023 

1En página web El gran otro. Última versión consultada: http://elgranotro.com.ar/cuando-la-ficcion-se-disfraza-de-realidad/


jueves, 27 de julio de 2023

The Full Monty


 



Después de veinticinco años, el guionista Simon Beaufoy vuelve a darles vida a los personajes que protagonizaron la película de 1997, dirigida por Peter Cattaneo. Y así como el filme no ahorra críticas al modelo económico imperante por esos años, no se guarda de hacer lo mismo en el comienzo de la serie, que en los primeros minutos hace un repaso de los desastres que vinieron después.

Ubicada en Sheffield, al norte de Inglaterra, nos muestra cómo la región padece de los olvidos de Londres, desde donde se promueven planes que no se cumplen o no llegan a los objetivos. Y ahí es donde hace foco la serie: en la escasa importancia que tienen las personas para la burocracia.

Es significativo el episodio 5, en el que Darren (Miles Jupp), un burócrata que trabaja para una constructora que, entre otras funciones, le toca entregar órdenes de desalojo. Hasta que un día no puede hacerlo. Tuvo que aceptar un vaso de agua de un inquilino y al quedarse a conversar un momento simplemente no pudo dejarlo sin casa. Y es entonces cuando se plantea que la palabra “homeless” (personas sin hogar) no da una idea de lo que es perderlo todo y quedar en la calle.

Así va la cosa en la serie, que tiene bastante humor y está bien a tono con esta época en la que la crítica social por medio del meme tiene un inexplicable auge. Pero esta versión de The Full Monty es mucho más que un meme.

Se puede ver por Star+

 

Fernando

Julio, 2023 

domingo, 26 de marzo de 2023

Nombrar


 

Decíamos hace varios años que el valor de las palabras cambia de acuerdo al lugar que ocupan en una frase o texto en tanto que elementos de un sistema de signos; o a quién las dice o en qué idioma o época. En esta oportunidad veremos cómo afecta esta cuestión desde la mirada de quien recibe un nombre.

Todas las cosas, animadas o inanimadas, tienen un nombre. Incluso las que no se pueden decir: innombrable; las que no se pueden explicar con palabras: inefable y hasta las que directamente no se pueden comprender: inconcebible.

La acción de poner nombre a las cosas o personas implica un acto de poder de parte de quien nombra: yo te nombro. Es un verbo performativo, es decir, que al decirlo el hecho ocurre. Como perdonar: yo te perdono. Dicho y hecho, en otras palabras.

¿Qué pasa cuando el nombrado no se siente a gusto con el nombre que le han dado? O mejor, cuando decide cambiar su nombre por uno que lo represente más, que esté más de acuerdo con sus sentimientos, su visión del mundo y de las cosas. En tanto que desafío a la autoridad de quien puso el nombre, es dable esperar que aquél no reconozca la nueva denominación e insista en utilizar el que eligió en un primer momento como una forma de mantener su poderío, de no dar el brazo a torcer: cambiar la manera de llamar a alguien según la elección del nombrado es percibida como un signo de debilidad.

Algo de esto ocurre con el nombre inglés de Turquía: Turkey. Por diversas razones, el 3 de junio de 2022 Turquía pidió a las Naciones Unidas cambiar su nombre, cosa que fue aceptada y entró en efecto de manera inmediata. El nuevo nombre es Türkiye (que le da en inglés una pronunciación bastante similar a la del castellano). Ahora bien, más de ocho meses después, grandes medios de comunicación y organizaciones internacionales insisten en utilizar la vieja palabra: BBC Mundo, The Guardian, Al Jazeera, The New York Times y hasta la FIFA utilizan todavía Turkey en lugar de Türkiye.

Desconocemos cómo habría que protestar por esto, o incluso si el propio país lo ha hecho, pero es claro que a todos estos medios no les importa la decisión que ha tomado un país de cambiar su nombre. 

 

Fernando

Marzo, 2023 

jueves, 15 de diciembre de 2022

Hace rato

El futuro de...Netflix - 2022

 

[Puede omitir este párrafo] Que el futuro ya llegó no es ninguna novedad. Y que muchas veces se parece a lo que alguien imaginó en el pasado, menos que menos. Tampoco sería novedad que haya programas de televisión que pronostiquen un futuro archi-recontra-super-plus-ultra tecnológico, si tenemos en cuenta que Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury, es de 1950, justo a mitad del siglo xx, y cuando los viajes a la Luna solamente eran una idea de Verne.

Dicho esto, el tal primer párrafo puede omitirse por completo. Porque los avances de la tecnología son ciertamente asombrosos, y a estas alturas nos resultaría bien difícil prescindir de muchos de esos avances. Pero lo que venimos a decir aquí es que ciertamente algunas argumentaciones acerca de esos avances son, por lo menos, graciosas.

Nos basamos en la serie disponible en Netflix que se llama El futuro de…, y en cada capítulo menciona diferentes cosas, como los rascacielos, la carne artificial y hasta los muertos. El que nos convoca en esta oportunidad es “Vacaciones espaciales”, ya que a lo largo de sus treinta minutos parece ser un folleto digno de la empresa de recuerdos de la novela Total recall, de Philip Dick, que prometía a quien quisiera arriesgarse que le implantaran “recuerdos” de un viaje que no realizaría, y el protagonista elige “viajar” a marte. (La película se basa en la novela, y en Argentina se conoció como El vengador del futuro, protagonizada por A. Schwarzenegger).

Por poner un ejemplo, la narradora, Jurnee Smollett, dice:

En el futuro lejano, una vez que hayamos conseguido llegar al espacio de modo que sea económicamente viable y seguro, [...] la idea es tener vacaciones en la luna será cotidiana.

La luna será un ambiente protegido similar a las islas Galápagos [...] y establecer un sistema sostenible de eco-turismo.

 

Más adelante, el ex Jefe Científico de la NASA, Jim Green, acota:

Estructuras absolutamente increíbles están ahí esperándonos.

Nos sorprende que las estructuras lunares estén esperándonos, ¿no?, como si las montañas o los lagos pudieran esperar a alguien. Es decir, pone en unas cosas inanimadas el deseo de que alguien las visite, y las personas, entonces, solamente estarían cumpliendo los deseos de esos cráteres lunares o canales por los que alguna vez circuló lava.

Luego, Loren Grush, periodista de ciencia, afirma:

Solo debemos tener en cuenta todos los años de viajes espaciales que tenemos sobre los hombros y usar las lecciones aprendidas cuando vayamos a un nuevo ambiente y asegurarnos de no repetir los mismos errores

Nuevamente Jurnee Smollett dice que aventurarse fuera de nuestro planeta puede realmente hacernos apreciarlo mucho más.

Y por último, la escritora Olivia Koski indica que me di cuenta de que la mejor parte de unas vacaciones en el espacio es volver al hogar y notar lo hermosa que es la Tierra.

Con estas pequeñas frases queda, a nuestro juicio, visible el tono por un lado publicitario (nos están vendiendo unas vacaciones en la luna, o, al menos, en la estación espacial internacional) cuando todavía no se sabe bien qué va a pasar con la Tierra misma, tan contaminada y maltratada ella.

Por otra parte, como no es de extrañar, todo queda subordinado a que esto sea “económicamente viable”. Es decir, toda esa inversión la están haciendo organismos estatales como la NASA o la Agencia Espacial Europea, que luego será usado por empresas privadas, que, con suerte, devolverán la inversión en unos quinientos años por medio de los impuestos que algún presidente se encargará de reducir oportunamente.

Y la otra gran cuestión es francamente desopilante: tenemos que ir de viaje a la Luna para EXTRAÑAR la Tierra y recién entonces CUIDARLA. Si es que la pobre Tierra sobrevive, claramente.

De verdad esta última parte del capítulo resulta increíble. ¿Cómo es posible este intento de hacer creer que primero hay que ir al espacio para ver el planeta igual a que lo ven los astronautas y recién después cuidarlo? ¿O es que nos volvimos demasiado quisquillosos? Eso tal vez es tan cierto como lo otro.

Para terminar, no se pierdan el detalle de un fragmento de  de una entrevista a Elon Musk hablando de a ver quién tiene el cohete más grande. Sí, sí, así como lo lee, querido lector desprevenido.

Buenas tardes

 

Fernando

Diciembre, 2022 

 

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