Decíamos hace varios años que el valor de las palabras cambia de acuerdo al lugar que ocupan en una frase o texto en tanto que elementos de un sistema de signos; o a quién las dice o en qué idioma o época. En esta oportunidad veremos cómo afecta esta cuestión desde la mirada de quien recibe un nombre.
Todas las cosas, animadas o inanimadas, tienen un nombre. Incluso las que no se pueden decir: innombrable; las que no se pueden explicar con palabras: inefable y hasta las que directamente no se pueden comprender: inconcebible.
La acción de poner nombre a las cosas o personas implica un acto de poder de parte de quien nombra: yo te nombro. Es un verbo performativo, es decir, que al decirlo el hecho ocurre. Como perdonar: yo te perdono. Dicho y hecho, en otras palabras.
¿Qué pasa cuando el nombrado no se siente a gusto con el nombre que le han dado? O mejor, cuando decide cambiar su nombre por uno que lo represente más, que esté más de acuerdo con sus sentimientos, su visión del mundo y de las cosas. En tanto que desafío a la autoridad de quien puso el nombre, es dable esperar que aquél no reconozca la nueva denominación e insista en utilizar el que eligió en un primer momento como una forma de mantener su poderío, de no dar el brazo a torcer: cambiar la manera de llamar a alguien según la elección del nombrado es percibida como un signo de debilidad.
Algo de esto ocurre con el nombre inglés de Turquía: Turkey. Por diversas razones, el 3 de junio de 2022 Turquía pidió a las Naciones Unidas cambiar su nombre, cosa que fue aceptada y entró en efecto de manera inmediata. El nuevo nombre es Türkiye (que le da en inglés una pronunciación bastante similar a la del castellano). Ahora bien, más de ocho meses después, grandes medios de comunicación y organizaciones internacionales insisten en utilizar la vieja palabra: BBC Mundo, The Guardian, Al Jazeera, The New York Times y hasta la FIFA utilizan todavía Turkey en lugar de Türkiye.
Desconocemos cómo habría que protestar por esto, o incluso si el propio país lo ha hecho, pero es claro que a todos estos medios no les importa la decisión que ha tomado un país de cambiar su nombre.
Fernando
Marzo, 2023
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