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viernes, 29 de marzo de 2024

Fórmulas para conseguir pareja


 1. Ir a un criadero de Dios hasta que sople el viento.

2. Romperse y esperar al descosido. (Puede ser de forma inversa)

3. Ser un fulano de tal en búsqueda del cual

4. Ir bastante seguido a la fuente cargando un cántaro


Fernando

Marzo, 2024

viernes, 8 de octubre de 2021

Historia de una pava

 



Aunque desconozco las razones de su apuro, corría el año 2015 cuando compré esta pava, y ha estado conmigo ever since.

Los remiendos que vemos son de masilla epoxi y pretenden obturar un molesto goteo que acontece al momento de inclinar el pico sobre el mate, que termina por encharcar los alrededores de la pava al punto de verse ella como un cisne en su danza final.

ALERTA SPOILER: sigue perdiendo.

Dicho esto, queda a criterio del lecter (incluído Hannibal, por más improbable que esto resulte) continuar con la lectera (desconocemos por completo las reglas de concordancia en la nueva manera de expresarse) o dedicarse a tomar mate con su marvelous wonder termo de doce (12)  lukitas (al día de hoy, of course).

Diche este segunde cose, pasemes mejer (ya va siendo hora de cambiar al modo anticuado de expresión) a terminar la historia del recipiente de metal o hierro esmaltado, con asa en la parte superior, tapa y pico, que se usa para calentar agua de marras.

Corría, entonces, 2015, cuando aconteció la adquisición del adminículo de aluminio, dado que  sus versiones de hierro esmaltado o acero inoxidable excedían por mucho el presupuesto asignado a la cuenta patrimonial del activo con saldo deudor “utensilios de cocina”.  Tiene esta pavita un pico bien perfilado que hace que apuntarle a la bombilla resulte efectivo en casi la totalidad de los casos, y que cumple con el propósito de no mojar la yerba aledaña, cosa de que en la parte superior siempre haya un poco que esté más seca que el resto y así mantener el sabor por más tiempo, y evitar el desagradable paisaje de invasión inglesa comúnmente conocido como mate lavado.

No desdeñamos desde aquí el uso del termo, nos ha tocado ser copiloto en diversas ocasiones y reconocemos la superioridad de este sobre aquella al momento de cebar unos amargos durante un viaje. Pero a cualquier precio defendemos el uso de la pava en el hogar. Por más que el agua se enfríe y haya que levantarse a calentarla. Esto permite luchar levemente contra el sedentarismo. Y por más que gotee. Que esté abollada y oxidada. ¿Quiénes somos nosotres para decretar el fin de sus días? ¿No tenemos canas, arrugas, cicatrices y otros nosotres mismes?

Pedimos nuestras más sinceras disculpas al fabricante de pavas, pero habiendo descubierto que si ponemos agua hasta apenas un poquito arriba de la cota superior del agujero del pico, nuestra pava ya no gotea, y cumple de manera ejemplar con todas las virtudes descriptas ut supra, how about that?

 

Fernando

Octubre, MMXXI

martes, 22 de diciembre de 2020

Yo no soy mejor que vos


 

Y yo te digo ¡ey!, bancáte ese defecto

No es culpa tuya si la nariz no hace juego en tu cara

Charly García

El mayor peligro por el que atravesamos en este, pero casi diríamos en todos los tiempos, es el supremacismo, que viene a ser la tendencia a pensar que alguien, un individuo, un grupo, una cultura o un club de fútbol, es mejor que los demás. Creer que los blancos son mejores que los negros, que los altos son más ganadores que los petisos, que los ingleses son mejores que los franceses y los franceses que los belgas, que los de Independiente son mejores que los de Racing y así.

La muerte de D10S produjo en estos días un cimbronazo en los feminismos. Esto no debería sorprendernos, Maradona nos tenía acostumbrados a provocar grandes movimientos, aunque parece mentira que divida aguas en las feministas. O tal vez no, como seres humanos, las feministas y los feministos no están exentes de las grandes discusiones y divergencias que aquejan a todos los mortales. Mabel Burin, en su artículo “Reflexiones sobre el feministómetroen el colectivo feminista argentino”, nos dice que la cultura de la cancelación, similar a una cacería de brujas, “muestra una notable dificultad para aceptar la complejidad y los variados matices de las vidas contradictorias, promoviendo un achatamiento como pensamiento único”. Que en este caso se grafica en las amonestaciones que ciertas feministas les hacen a aquellas que se permitieron derramar una lágrima por el fallecimiento del Diego. Ahí, entonces, encontramos un caso de supremacismo: las que no lloran a Maradona son más feministas que las que sí.

Esto, nos parece, es un claro ejemplo de cómo se achican los espacios no para jugar al off side, sino para no pensar a la persona en su totalidad. (Aclaremos que aquí no se trata de defender ni de atacar a Maradona, sino de ver cómo se produce el fenómeno de la supremacía). Desde Jekyll y Hyde en adelante, tenemos suficiente literatura para mostrar que las personas no son totalmente buenas o totalmente malas. Y ahí es donde aparecen los personajes redondos, esos que se van a transformar, que no sabrán bien quiénes son. Y esto es así porque una novela, básicamente, lo que viene a contar es la evolución de un personaje, para bien o para mal, pero nunca para quedar como estaba al principio. Gran ejemplo es La naranja mecánica (A clockwork orange), de Anthony Burgess, que nos cuenta la evolución del protagonista, Alex, que es sometido a violentos métodos para modificar su personalidad. Otro claro ejemplo de supremacismo: los adultos saben más que los jóvenes y tienen el derecho a formarlos. O re. O de.

Entonces, cuando un sector de la sociedad triunfa e impone al resto sus principios y creencias, se produce de alguna manera un caso de supremacismo. La aparición, según hemos citado, de un “Feministómetro” nos resulta, a la vez que un hallazgo léxico que celebramos, una gran alerta. Creemos, como tantas, que la revolución será feminista o no será, pero hay que cuidarse mucho de no caer en estas tendencias a la supremacía, a la pretensión hegemónica. De lo contrario, nos ocurrirá lo mismo que a los proles o los esclavos de 1984, que pasada la revolución, solamente tendrán que decirle “amo” a alguien diferente.

 

Fernando

Diciembre, MMXX 

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