Leyden Ltd. - Eterna Cadencia - 2019 |
Lo poco que sabemos del texto perdido de Leyden Ltd. es que tiene, o tuvo, al menos 467 páginas según se refiere en el índice temático, divididas en seis capítulos:
Cap. 1: Una serie de sobres lacrados
Cap. 2: El chico de la vereda de enfrent
Cap. 3: Los niños del siglo
Cap. 4: Un claro en el bosque
Cap. 5: El azar de un plan perfecto
Cap. 6: Un centro sin márgenes
Y una enorme cantidad de notas al pie (550 en total). Cuando alguna vez elogiamos los elementos paratextuales de Katsikas, de Pedro B. Rey (Leteo, 2016), no imaginamos que alguna vez nos encontraríamos frente a una obra como la de Luis Sagasti donde, lejos de ser información prescindible, las notas forman el libro pues no tenemos “texto principal”. Es decir que todo el tiempo tenemos que tratar de reconstruir a qué hace referencia cada una de las notas.
Encontramos algunas claves:
Pag. 67: “Ese tipo de coincidencias buscaba Wilkes, las que concluyen allí, las que sin ser siquiera curiosas pueden abrir algún tipo de sentido”. (Nota 15) Menciona, por ejemplo, que Gardel no conoció el obelisco.
Pág. 69: Hay una fotografía del cuadro Lluvia, vapor y velocidad, de J. M. William Turner. Comparado con El ferrocarril, de E. Manet, notamos que en ambas pinturas no están los objetos a los que refieren.
Pág. 74: la nota 55 como posible explicación al libro. Citamos un fragmento:
La forma sola, sin contenido, sin revelar otra cosa que sus propios pliegues, encontrar gratas las simetrías, las proporciones, no es una verdadera hazaña habida cuenta de que son esas las medidas de lo salubre, de lo que en definitiva es alimento o reproducción.
Leyden Ltd., creemos, es un texto muy cortazariano, que todo el tiempo ponía al límite las formas. Baste recordar “Nadando en la piscina de gofio”, en Un tal Lucas, donde el texto principal nos lleva a la nota al pie que termina en la palabra siguiente a la que contiene la nota; o el capítulo 34 de Rayuela, que intercala dos textos en uno, y además hace coincidir lo dicho en uno con lo dicho en el otro en el mismo renglón.
En definitiva, este libro nos obliga a hacer de detectives, no podemos quedarnos quietos leyendo capítulo a capítulo sencillamente porque no los hay, solo están los títulos. Como en los cuadros de Turner o Manet, todo es borroso. Y cuando parece que le encontramos la vuelta, se nos escapa otra vez. Como cuando una de las tantas notas se parece sospechosamente a un micro relato. Entonces pensamos que la cosa va por ahí. Pero no, porque a continuación nos dice que ni Buda ni Cristo conocieron el mar.
Así es todo. Podría pensarse que es un engendro. Y tal vez lo sea, pero de lo más entretenido. Mientras tanto, la vida de Paul Wilkes, presunto líder de la supuesta organización (¿artística?, ¿política?, ¿ambas?) Leyden Ltd. pasa frente a nuestros ojos de manera fragmentada con información variada pero generalmente escasa. Así que a estar atentos, porque de cualquier manera se pueden detectar temas, como que cada capítulo tiene su lógica. Pero hay que estar con el buscador a mano para determinar la veracidad o no de ciertas informaciones que se nos brindan.
Fernando Berton
Agosto, MMXX