Cualquiera que entra a este blog ve que se dedica "al fútbol, artes, política y otras yerbas".
De más está decir que el fútbol ha dejado de ser una prioridad del blog, aunque sigue estando ahí la palabra.
La palabra fútbol, ¿es el fútbol? No, eso es evidente. Casi como cualquier palabra no es lo que designa.
Entonces, como casi cualquier actividad humana, el fútbol es más que el fútbol. Dice más de lo que dice. ¿Cómo explicamos, si no, los muertos en nombre de un equipo?
Pienso en Liverpool-Juventus en 1985, conocido como la Tragedia de Heysel (39 muertos por una avalancha).
Pero tamibén pienso en los incidentes de Boca-Chacarita en la bombonera, en 2003, una mañana de un partido "amistoso", que terminó con catorce heridos y filmaciones que muestran las cosas más espantosas que uno podría imaginar de un partido de fútbol, como barras arrancando caños para usarlos como lanzas.
Pasaron los años y el fútbol de Inglaterra se supone que ahora es un espectáculo digno de las familias.
El de acá, por cuestiones que no se explican del todo, parece que de nuevo permite el acceso a los hinchas visitantes, aunque no está muy claro si la convivencia entre distintas hinchadas está garantizada. La grieta en el fútbol es bastante anterior a la de la política.
Pero quiero hacer una digresión.
En el año 1977, Niki Lauda, que casi pierde la vida en el gran premio de Japón el año anterior, vuelve a correr (a la postre, sería campeón con Ferrari ese año). Pero en la vuelta veintidós del gran premio de Sudáfrica, muere un corredor, Tom Pryce, en un incidente algo confuso, ya que se ve involucrado con los extintores de otro accidentado.
Pues bien, la carrera siguió, y Lauda ganó de nuevo después de casi morir a finales del año 1976. En el podio, se pudo ver cómo el ganador no festejó su triunfo, y un miembro del equipo Ferrari estaba exultante, a pesar de la muerte de un corredor.
Traigo este otro ejemplo de otro deporte porque vemos que, como sea, el show debe continuar. Que no hay partidos o carreras "cerrados por duelo", y que las locuras de la guerra se dan tranquilamente en un estadio de fútbol como en un circuito de Fórmula 1. Es decir, siempre hay cosas por encima de los muertos individuales.
Los muertos, ciertamente, están por debajo del interés de las empresas que manejan el negocio del deporte. Llámese este fútbol, Formula 1 o básquet.
Así las cosas, parece que nuestras vidas terminarán si la selección argentina de fútbol no accede al mundial de Rusia en 2018.
Están los que creen que si esto ocurre le irá mal al gobierno actual y entonces ganará la que representa al gobierno anterior.
Están, por otro lado, los que creen que si la selección no va al mundial será una tragedia y toda su existencia hasta este momento habrá dejado de tener sentido. Sus amigos dejarán de ser sus amigos. Sus esposas dejarán de ser sus esposas. Sus orgasmos dejarán de ser placenteros. O dejarán de ser.
Creo yo que exageran. Ambos bandos. Creo que con oscuros intereses. Ambos bandos. Aunque no sé bien cuáles son esos intereses más allá de los de las empresas que manejan el deporte. Cualquier deporte.
Una de las peores crisis que ocurrieron el país se dió en 2001. Esa vez, la selección de fútbol ganó la eliminatoria caminando (estaba clasificada al mundial de Corea-Japón varias fechas antes). ¿Y qué pasó? Quedó afuera en primera ronda. Antes de eso, muchos jugadores dijeron que iban a ganar la copa para darle "una alegría a la gente". La alegría vino de la mano de un presidente que llegó por la ventana, con apenas el 23% de los votos y sin balotaje.
Así vamos, queridos lectores desprevenidos. Por más que signifique un montón de cosas, el éxito de nuestro equipo de fútbol no nos hace pagar más fácilmente las cuentas. Y la derrota no hace que nuestro amor deje de amarnos.
Pongamos las cosas en su lugar. Alguien dijo una vez que el fútbol es la más importante de las cosas menos importantes. La caricia de nuestros hijos, la mirada de la persona amada, la risa de la familia alrededor de un asado o de un plato de fideos son infinitamente más importantes que un partido de fútbol. Y de un mundial, claro que sí.
¡Salud!
Fernando.
Oct ´17
No hay comentarios:
Publicar un comentario