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domingo, 8 de marzo de 2020

La ley primera


En el lenguaje poético, la atención se centra en el signo mismo
Jan Mukarovsky


Las aventuras de la China Iron - Penguin Random House - Buenos Aires - 2017



Al leer Las aventuras de la China Iron, me vino a la mente una frase: “Mi amor, mirá lo que hace este hijo de puta”. Eso dijo Gabriela Cabezón Cámara al presentar Villa del Parque, de Jorge Consiglio. Entre otras cosas, claro. Y terminó diciendo Salud, la presentación. Como es frecuente en este blog, advertirá el lector desprevenido. Y sí, qué se va a hacer, no somos, no pretendemos ser, originales.

Las aventuras de la China Iron, por cierto, es precisamente eso, una novela de aventuras. Una road-novel en carreta, además. Y que viene a cuento de la presentación del libro de Consiglio porque cuando reseñamos Villa del Parque, decíamos que los personajes iban en auto a sus destinos. Aquí, por una cuestión de siglo, van en carreta. Pero no es banal la analogía, porque ese siglo XIX que nos cuenta Cabezón Cámara está bañado de siglo XXI: un spin-off del poema fundacional de la Argentina, la Eneida criolla según Lugones, con mirada feminista. Bueno, decir feminista sería achicar mucho la mirada. Es una mirada panorámica. LGTBQXYZ y sucursales, para qué nos vamos a andar con chiquitas. 


Y decimos siglo XXI no porque no hubiera gays, lesbianas, trans, bi o queers antes, sino porque así como María Moreno nos dice que Borges, en su cuento “El final”, da muerte a Fierro; Gabriela Cabezón Cámara le da nueva vida a Fierro: lo hace amoroso y amplio, le da un calor y una ternura que solamente podemos inferir en el poema de Hernández. Pero no le quita valentía. Esto, aunque don José lo hubiera querido, no habría tenido espacio entonces. Por eso es que la China Iron se sube a la carreta de Liz and off they go, to conquer las pampas. Y el litoral. Y quién te dice que En la vuelta de la China Iron no te conquiste el Brasil y la Banda Oriental. Pero ese es otro cantar.

Una cosa que el lector desprevenido puede llegar a criticarnos es el uso de palabras en inglés para referirnos a una novela sobre la mujer, nada más y nada menos, que fuera del mismísimo Martín Fierro. Mujer que adopta el apelativo Iron que tan bien utilizó Tato Bores en sus monólogs y sketches. Y sabe bien el lector que en otras ocasiones le daríamos la razón, intentamos desde este blog no mezclar la hacienda. No nos gusta decir cosas como can you open la tranquera?, ni how many vacas traes? Bueno, no siempre, si es que usted busca la etiqueta ESPANGLES. Pero en general, decíamos. Y esta es otra de las características de la novela de Cabezón Cámara, que usa con naturalidad las dos lenguas:


Me miró con desconfianza y me alcanzó una taza con un líquido caliente y me dijo “tea”, como asumiendo que no conocería la palabra y teniendo razón. “Tea”, me dijo, y eso que en español suena a ocasión de recibir, “a ti”, “para ti”, en inglés es una ceremonia cotidiana y eso me dio con la primera palabra en esa lengua que tal vez había sido mi lengua madre y es lo que tomo hoy mientras el mundo parece amenazado por lo negro y lo violento, por el ruido furioso de lo que no es más que una tormenta de tantas que sacuden este río.” (Págs. 14-15)

Esto, que está esbozado en el primer capítulo, se irá desarrollando a lo largo del libro. Liz y Jo hablarán en inglés o en español según les convenga. El propio Hernández, entusiasmado con la presencia de Liz, le dirá Ay, my Darling, pase, pase (Pág. 87)

Note la diferencia con este ejemplo:


Jonas le abrocha el cinturón a Greta, se acerca a su ventanilla y comienza a señalarle cosas allá abajo. Greta se aquieta, lo escucha, le pregunta menos que a ella. Las respuestas de él la convencen más. ¿Será porque hablan la misma lengua?
 

Esto dice Luciana de Mello en su cuento “Un pozo en el agua”. Y lo traemos como contraejemplo: es que se opone al trabajo que hace Gabriela en juntar lenguas. Luciana, que en Mandinga de amor hace un trabajo análogo al de Gabriela en Las aventuras de la China Iron,  aquí se ocupa de separar las aguas. De hacer un pozo en el agua, que parece una labor inútil. Este mundo globalizado ya no habla una lengua, sino varias. Incluso al mismo tiempo. (¿Ha notado el lector desprevenido que hasta le usan el vos y el usted en la misma oración, a veces?) Ya sobre el final esta estrategia de juntar se hará más visible, con lenguas originarias de América, de lo que hoy es Argentina, de lo que vaya uno a saber qué sería si no fuera por el español y el inglés. Y ahí está la clave. Esto es lo que hace esta hija de puta, por usar sus palabras, nos mete en el medio de una novela de viajes donde la protagonista va cambiando a la vez que cambia todo el entorno, sea en Neuquén o en Corrientes. Porque nos une en el amor, en el respeto a la identidad, en ser hermanos. Es la ley primera, ¿nocierto?

Salud.

Fernando Berton
Marzo, MMXX
 
 

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