Vikinga Bonsai - Eterna Cadencia - 2019 |
La novela de Ana Ojeda es
una delicada experimentación con el lenguaje, que recorre lugares del
pasado como cuando dice “cachivache” o “se hacen las sotas”, el uso de
neologismos como “dueño menefreghista” o “televisor con devedera”.
Destaca
el uso del así llamado “lenguaje inclusivo”, y el constante presente en
la vida de los personajes. Casi no hay referencias al pasado, y el
futuro es muy cercano: el posible arribo de Maridito un lunes.
No es
menos verdadero que la observación, la ironía, el humor y a veces cierta
desesperanza están a la orden de casi cualquier párrafo. Por ejemplo
este:
“Arreglan: la SUBE de Gregoria Portento en préstamo para ir y volver, a cambio de la socialización de Lepanto, alegre salchicha de brillante pelaje, sorpresa para cuando lleguen les chiques de vuelta de la escuela. #quedamosasí”
Dos comentarios finales: el nombre Lepanto para el perrito de Pia es una genialidad, aunque también hay que decir que a veces es salchicha y a veces es caniche. Los une el checheo, eso es verdad.
Y los “hash-tags” usados sin reparo son otra
genialidad que resume situaciones imposibles de la novela tanto como el
exacerbado uso de los susodichos signos en cualquier publicación de red
social que se precie.
Conclusión: lean Vikinga Bonsái, no os arrepentiréis.
Fernando
Diciembre, MMXXI
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