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miércoles, 15 de febrero de 2017

Acumulación de cúpulas

Cabildo de Buenos Aires

La verdadera situación es la intersección de dos conjuntos disjuntos: el de los equis tales que equis confluyen en un punto equidistante a la fiaca y el hastío, por un lado; y el de los y tales que y buscan el punto de fuga de la realidad agobiante.

Estuve buscando un curso, tutorial, un tríptico o folleto explicativo para la detección temprana del huevo hinchado. Tal actividad evitaría bastantes dificultades que acontecen diariamente en oficinas, galpones, terminales aeroportuarias, salas de primeros auxilios, bibliotecas populares, hospitales públicos o privados, facultades de derecho o de izquierdo, que tales son las condiciones del huevo: derecho o izquierdo.

He de decir que no hay. Si uno quiere evitar grandes desmanes, debería ser factible saber con determinada exactitud que uno está, de manera casi inconsciente, a punto de mandar todo a la mierda por tener el síndrome no siempre tenido en cuenta, acaso inexistente, de la hinchazón de huevo.

No se ría. Le pido encarecidamente.

Cuando un jefe le pide algo (y recuerde que la condición sine-qua-non de ser jefe es pedir cosas, muchas de ellas inútiles); cuando la cola del colectivo es demasiado larga; cuando el calor aprieta; cuando la humedad es lo que mata; cuando el canto de los grillos resulta inentendible; cuando las distancias entre dos puntos no siempre son una recta; cuando los cuadrados de las hipotenusas son iguales a la suma de los cuadrados de los catetos; cuando los santos bernardos entran en huelga; cuando los plegamientos hercínicos reducen las distancias equidistantes entre las curvas que superponen a las rectas. Cuando todo eso está en juego, mi querido, la hinchazón de huevo está a punto de hacer estragos en sus emociones y estará usted a punto de cometer una pelotudez.

Por lo tanto, desde aquí, humildemente, exhortamos a las autoridades para que lancen, de manera inmediata, una campaña pública para alertar a la población, y para alentar a cada ciudadano a estar atentos a estos posibles síntomas que, de manera no exhaustiva, enumeran de manera más o menos regularmente las causas y/o motivos sentenciales que conducen indefectiblemente a mandar a todo, todas y todita mi alma a la reverendísima mierda.

Y eso no está bien, si hay maneras de prevenirnos.

¡Salud!




febrero, mmxvii
fernando berton



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