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jueves, 16 de febrero de 2017

Detrás del frente

Recién llego a la esquina y ya me está semblanteando. Doy una calada al cigarro, y suelto el humo con bronca. Mejor me rajo, pienso rápidamente, y me las pico con rumbo a la estación. En el túnel me cruzo a los pibes del Jazmín. Ey, Van, me saludan, vamos a lo de Sundy, copáte. Me sumo al grupo, y repartimos cigarros. Sundy vive en Carva, digo, ¿cómo vamos? En tren, vení por acá. Bajamos por otro túnel, hasta el andén. Hace calor y ha llovido no hace mucho, se conoce, y la humedad es bastante notoria. Todos fumamos y tosemos y el humo se queda en el aire, porque está muy pesado, no corre viento. Al rato ya casi no se ve nada, y de pronto llega el tren, pero está muy retrasado. Apenas bajan los que venían nos hacen subir, sin limpiar ni nada. Una azafata dice que no nos hagamos problema, que para no perder más tiempo van a limpiar durante el viaje. Nos miramos y nos decimos que ok, algo displicentes. El tren gira sobre sí mismo y arranca, las bandejas de comida se caen al piso y nosotros nos tambaleamos a punto de ir también al suelo, pero se estabiliza y nos quedamos ahí, comiendo de las bandejas que usaron los otros pasajeros. Hay un pollo algo frío y con gusto a hervido, o como si no se hubiera cocinado bien. Las gaseosas ya no tienen gas y el agua está derramándose de una jarra que parece pinchada, o tal vez haya estado fría y ahora la humedad se derrite y se derrama por la mesa y cae o se queda pegada en servilletas de papel manchadas de tomate y de aceite de una ensalada que está totalmente quemada por la sal y el vinagre. Pero la comemos igual, mientras las azafatas barren y pasan unas aspiradoras de líquidos y de otras sustancias para dejar todo más o menos en orden, más o menos en desorden, en pocos minutos.. Pasamos por una estación pero el tren no se detiene, hay un muelle y cabos y yo pienso que nos vamos a matar pero las ruedas están en línea y pasa justo, hasta que al final se detiene y bajamos. No sé de dónde aparece Máscar y me abraza y me besa como siempre, y un poco nos excitamos pero yo me estoy alejando del grupo y entonces le digo salí de acá, con un empujón, y Mäscar me mira con cara de desconcierto, pero no le doy cabida y me voy con los pibes, que están jugando un loco y me toca ir al medio. Cásti me va tirando pelotas y yo me las tengo que sacar de encima sin que piquen, cada vez más rápido, derecha izquierda derecha izquierda, hasta que una toca el piso y vuelta a empezar.
A la noche llueve y nos volvemos. Sin noticias de Sundy




fernando berton
febrero, mmxvii

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