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miércoles, 5 de diciembre de 2018
jueves, 22 de noviembre de 2018
Between, no more! (¡entre, nomás!)
- Hello, do you know Bolivar street?
- Yes, I do.
- Can you tell me how to get there?
- Yes, of course. Turn left on the corner, go straight 200 meters and you’ll be there.
Traducción cómoda:
- Hola, usted sabe la calle Bolívar?
- Sí, yo hago.
- Puede contarme cómo consigo allí?
- Sí, de curso. Hágase de izquierda en la esquina, vaya con un heterosexual 200 metros y usted será allí.
Fernando
Noviembre
MMXVIII
- Yes, I do.
- Can you tell me how to get there?
- Yes, of course. Turn left on the corner, go straight 200 meters and you’ll be there.
Traducción cómoda:
- Hola, usted sabe la calle Bolívar?
- Sí, yo hago.
- Puede contarme cómo consigo allí?
- Sí, de curso. Hágase de izquierda en la esquina, vaya con un heterosexual 200 metros y usted será allí.
Fernando
Noviembre
MMXVIII
viernes, 10 de agosto de 2018
lunes, 12 de marzo de 2018
lunes, 11: 04 pm
Las noches suelen ser oscuras, salvo en los polos, ¿nocierto?
Son cosas que ocurren en los extremos. Las puntas de los dedos se enfrían mucho más rápido que otras partes del cuerpo.
Me siento a escribir, a veces, sin saber muy bien por qué, ni qué quiero decir.
Espero que la escritura me diga, mientras transcurre, algo. Que escribo porque tengo ganas de celebrar o de soltar una lágrima.
A veces las dos cosas.
Me ocurre que lloro porque los sentimientos me desbordan, y no porque esté angustiado o triste.
A veces lloro porque miro unos ojos que me miran.
Y siento que no puedo expresar del todo lo que siento.
Que no me alcanza con mirar y abrazar y tocar.
Por eso, a veces, algunas lágrimas.
Pero no es que esté triste, ni angustiado, ni a punto de tirarme.
Siento un discurrir de las emociones. Uh, mirá esa estrella allá arriba, tan fría desde acá, tan cálida allá. Acá nos permite vivir. Ahí nos calcinaría en micronésimas de segundo.
Hoy es lunes. Ya no sé cuánto después de las 11:00 pm. No estoy estoy triste ni nada.
Solamente no estoy.
FB
MAR, 2018
martes, 31 de octubre de 2017
martes, 13 de junio de 2017
Escribir un poco
La cuestión es escribir un poco cada día. De esa manera se mantiene la forma, el entrenamiento, estar en estado diría un deportista.
Yo suelo escribir todos los días. Si pudiera publicar todos los correos electrónicos como cuentos, o partes de una novela (Bajtín los clasificaría en algún género discursivo sin mayores dificultades), creo que me haría bastante famoso.
Es más, en el ámbito de la empresa en la que trabajo debo ser ciertamente conocido. Quéseyo, tengo un par de chinos que me dicen "my friend".
Tengo trato con gente en Alemania, en Chile, en Corea, en Japón. En Brasil, incluso, y hasta en Uruguay.
¿Y? Diría el ilustre lector desprevenido, que por cierto hace tiempo que no aporta por estas páginas.
Nada, diría yo. Eso.
¿Y bueno nada?
Pongalé.
¡Qué depresión!
Y yo me iría con las manos en los bolsillos, la cabeza gacha yendo a izquierda y derecha despacio, a medida que se acerca la avenida y el tránsito se hace infranqueable y entonces un bocinazo y de pronto un silencio.
Yo suelo escribir todos los días. Si pudiera publicar todos los correos electrónicos como cuentos, o partes de una novela (Bajtín los clasificaría en algún género discursivo sin mayores dificultades), creo que me haría bastante famoso.
Es más, en el ámbito de la empresa en la que trabajo debo ser ciertamente conocido. Quéseyo, tengo un par de chinos que me dicen "my friend".
Tengo trato con gente en Alemania, en Chile, en Corea, en Japón. En Brasil, incluso, y hasta en Uruguay.
¿Y? Diría el ilustre lector desprevenido, que por cierto hace tiempo que no aporta por estas páginas.
Nada, diría yo. Eso.
¿Y bueno nada?
Pongalé.
¡Qué depresión!
Y yo me iría con las manos en los bolsillos, la cabeza gacha yendo a izquierda y derecha despacio, a medida que se acerca la avenida y el tránsito se hace infranqueable y entonces un bocinazo y de pronto un silencio.
La ciudad y el atardecer |
fernando berton
junio, 2017
jueves, 20 de abril de 2017
dos por tres
Tierra de Nadie - Florida y Diagonal |
Música porque sí, música vana
como la vana música del grillo
Conrado Nalé Roxlo
Así como la vida, la calle te da sorpresas. En particular en la esquina de Florida y Diagonal Norte (que para Jorge Consiglio puede llamarse "Diagonal Sur"). Ahí, podemos encontrar a un muchacho tocando la gaita y de riguroso kilt, un pibe que toca la batería hecha con tarros de pintura, o una banda de soul-funk-ska-reggae como Tierra de Nadie, mezcla de argentinos y uruguayos, que buscan romper las fronteras.
Los chicos básicamente tocan música. Mientras paso por ahí están en su parte soul. Pero los dos discos que venden van también por el ska-reggae, según se ha dicho. Es decir que parece que van a sellar cualquier resquebrajamiento musical que uno pueda imaginar.
Pero como el arte suele decir desde otro lugar, los chicos de Tierra de Nadie tocan con guardapolvos blancos.
Y tocan muy bien. Con guardapolvos blancos o sin ellos. Desde Argentina o desde Uruguay. Son armónicos, afinados, rítmicos.
Y entonces te dan ganas de comprarles los discos.
Eso, creo yo, es el espesor de las cosas.
¡Salud!
fernando berton
abril, mmxvii
lunes, 10 de abril de 2017
Novena maravilla
Hay instantes en la vida de un hombre que no pueden describirse con palabras. Y tampoco con imágenes, mal que le pese al que dijo el proverbio de uno por mil.
Uno de esos instantes es el momento de decirle a alguien si quiere ir a tomar un café.
En ese instante, miles de años de lenguaje se concentran y se confabulan para hacer de la pregunta la cosa más estúpida de la Tierra y sus alrededores, hasta cualesquiera de las lunas de Júpiter.
Es que, como es de imaginar -hablando de imágenes- uno sabe que la otra persona sabe que el café no es lo importante.
Y podemos aquí abrir un paréntesis para decir que el café puede ser otra bebida, incluso puede no ser una bebida sino una película, una tarde de paseo. Y que la otra persona puede ser una chica -sería mi caso- pero también otro chico u otra chica. Antes de cerrar el paréntesis decimos que hablamos con signos, que están representando otra cosa siempre. Y entonces cerramos el paréntesis.
Y si el café es aceptado, y el lugar elegido para saborearlo es el correcto, es decir, es un lugar agradable, con música suave -que es todo un tema en sí mismo-, con precios razonables, con horarios extensos porque sabemos que la charla puede prolongarse bastante; entonces, si no ha habido nada que se interponga, sobrevendrá un segundo momento al que no puede accederse con palabras ni con imágenes ni con filmaciones, siquiera, que es el de mirar directo a los ojos, medir el ritmo de la respiración, intuir el dueto sístole-diástole cada vez más acelerado, abrir apenas los labios, mostrar un poco -nada más un poco- la punta de la lengua, cerrar los ojos, dudar por un instante, sonreír casi con torpeza, sonrojarse, bajar la vista, temblar todo el trayecto de nuestra mano hasta la mano que simula escapar pero se queda, sentir la punta fría de los dedos con nuestras propias yemas casi azules, acercarse hasta el oído para decir una pavada como me gusta estar con vos, cometer un pequeño error y ofrecer otro café, u otra cosa, no sé, te parece.
Ese momento, decimos, tiene una existencia breve en el tiempo de los seres ordinarios. Pero entre que la boca se abre un poquito apenas para que la lengua humedezca superficialmente los labios y se vuelva a cerrar, en si misma o en otros labios, puede contarse completa la vida de Raskólnikov con notas al pie y estudio preliminar incluídos. Ese instante previo, esos espacios indecibles entre una pregunta y un beso, son dos de los momentos más maravillosos en la vida de una persona común.
Puede que después vengan otros. Pero esos primeros que ocurren por primera vez son inigualables.
Fernando Berton
Abril, MMXVII
Uno de esos instantes es el momento de decirle a alguien si quiere ir a tomar un café.
En ese instante, miles de años de lenguaje se concentran y se confabulan para hacer de la pregunta la cosa más estúpida de la Tierra y sus alrededores, hasta cualesquiera de las lunas de Júpiter.
Es que, como es de imaginar -hablando de imágenes- uno sabe que la otra persona sabe que el café no es lo importante.
Y podemos aquí abrir un paréntesis para decir que el café puede ser otra bebida, incluso puede no ser una bebida sino una película, una tarde de paseo. Y que la otra persona puede ser una chica -sería mi caso- pero también otro chico u otra chica. Antes de cerrar el paréntesis decimos que hablamos con signos, que están representando otra cosa siempre. Y entonces cerramos el paréntesis.
Y si el café es aceptado, y el lugar elegido para saborearlo es el correcto, es decir, es un lugar agradable, con música suave -que es todo un tema en sí mismo-, con precios razonables, con horarios extensos porque sabemos que la charla puede prolongarse bastante; entonces, si no ha habido nada que se interponga, sobrevendrá un segundo momento al que no puede accederse con palabras ni con imágenes ni con filmaciones, siquiera, que es el de mirar directo a los ojos, medir el ritmo de la respiración, intuir el dueto sístole-diástole cada vez más acelerado, abrir apenas los labios, mostrar un poco -nada más un poco- la punta de la lengua, cerrar los ojos, dudar por un instante, sonreír casi con torpeza, sonrojarse, bajar la vista, temblar todo el trayecto de nuestra mano hasta la mano que simula escapar pero se queda, sentir la punta fría de los dedos con nuestras propias yemas casi azules, acercarse hasta el oído para decir una pavada como me gusta estar con vos, cometer un pequeño error y ofrecer otro café, u otra cosa, no sé, te parece.
Ese momento, decimos, tiene una existencia breve en el tiempo de los seres ordinarios. Pero entre que la boca se abre un poquito apenas para que la lengua humedezca superficialmente los labios y se vuelva a cerrar, en si misma o en otros labios, puede contarse completa la vida de Raskólnikov con notas al pie y estudio preliminar incluídos. Ese instante previo, esos espacios indecibles entre una pregunta y un beso, son dos de los momentos más maravillosos en la vida de una persona común.
Puede que después vengan otros. Pero esos primeros que ocurren por primera vez son inigualables.
Fernando Berton
Abril, MMXVII
lunes, 3 de abril de 2017
¿Alguien que me preste un título, por favor?
Hay muchos libros.
Y por ende, hay muchos títulos.
Esto puede ser una cuenta sencilla si el libro es novela, o es teatro.
Pero si es cuento o es poesía o es ensayo
la cuenta puede crecer geométricamente
ya que hay que contar los títulos
de cada poema
de cada cuento
de cada ensayo
Entonces a veces uno tiene un título fantástico
una cosa maravillosa
que daría para salir a vender en los colectivos
- Ya le doy
- ¡Pst!
- Sí, sí, un momenttito, ya le doy
- Venga por favor
- ¿Qué pasa?
- Ya hay un libro con ese título, ¿no sabía?
- ¿Cómo dice?
- Que está usted plagiando un título, porque ya hay un libro con ese título, París era una fiesta.
Y entonces se queda uno como pasmado, mientras mira al señor en el primer asiento, con sus anteojos ahumados, su pelo oscuro y escaso peinado hacia atrás con glostora o similar, su barba más blanca que su bigote pero igual de prolija, su sonrisa amable, sus ideas todas desparramadas por la habitación.
Y por ende, hay muchos títulos.
Esto puede ser una cuenta sencilla si el libro es novela, o es teatro.
Pero si es cuento o es poesía o es ensayo
la cuenta puede crecer geométricamente
ya que hay que contar los títulos
de cada poema
de cada cuento
de cada ensayo
Entonces a veces uno tiene un título fantástico
una cosa maravillosa
que daría para salir a vender en los colectivos
estimado público gracias al chofer que me permite acceder a este medio móvil vengo a ofrecer este maravilloso poemario de mi propia invención de mí que se titula París era una fiesta y consta de...- ¡Pst!
- Ya le doy
decía, que es un bellísimo volúmen
- ¡Pst!
- Sí, sí, un momenttito, ya le doy
- Venga por favor
- ¿Qué pasa?
- Ya hay un libro con ese título, ¿no sabía?
- ¿Cómo dice?
- Que está usted plagiando un título, porque ya hay un libro con ese título, París era una fiesta.
Y entonces se queda uno como pasmado, mientras mira al señor en el primer asiento, con sus anteojos ahumados, su pelo oscuro y escaso peinado hacia atrás con glostora o similar, su barba más blanca que su bigote pero igual de prolija, su sonrisa amable, sus ideas todas desparramadas por la habitación.
Fernando Berton
Abril
MMXVII
miércoles, 22 de febrero de 2017
¿viste? yo te dije
piano man |
La noche llega indefectible.
Sabemos que el concurso real de las altas horas de la tarde no le llega ni a los talones a las altas horas de la madrugada.
Existe una controversia acerca de las altas casas de estudios.
Pero no es esto lo que venimos a dilucidar hoy. Que es de noche y ha llovido estrepitosamente durante un rato, para que luego salga el sol. Bueno, el sol no sale de noche, vaya a saberse si por menor de edad, porque la mamá no se lo permite o por una simple cuestión de cansancio. Posta, hay que estar todo el día dale que dale quemando hidrógeno para, encima, tener que salir de noche. No es vida.
Así que como quiera que sea, las altas horas y las altas cosas compiten, quizás, con la alta costura, que llega como quien no quiere la cosa.
Hemos visto que la alta costura nos lleva a un estado de refinamiento que no es propio de este espacio. Verdad, acá se defienden otras cuestiones, otros refinamientos, otros conceptos; pero nada de alta costura.
En fin, la cosa se ha ido de las manos.
Esto ya no es más lo que era.
Recurro a la buena voluntad de los lectores, que sabrán disculpar las molestias ocasionadas.
Estamos trabajando por un blog mejor.
fernando
berton
febrero
veinte diecisiete
sábado, 17 de diciembre de 2016
Tiempos modernos
Ayer se me ocurrió ir al cine. Y debo reconocer que, a riesgo de parecer un anticuado, tuve algunas dificultades. En primer lugar porque llegué tarde. Hice mal la cuenta de lo que debía caminar desde la oficina hasta el local, y llegué muy sobre la hora. Esto es porque me quedé haciendo tiempo, mientras leía un libro, en el Bar La Poesía. Cuando me quise acordar, había pasado más tiempo del necesario, así que tuve que salir corriendo hacia el futuro (la película se exhibía en un coqueto barrio cerca de la Costanera Sur).
Algo agitado por la veloz caminata, entré para ir directo a la boletería. Y no la encontré. Busqué unas ventaniillas por encima de las cuales se anunciaran las películas y los horarios y las salas. Pero no. Algo frustrado por la tardanza y mi incapacidad para adaptarme, fui a los chicos que te cortan la entrada, que con una gran amabilidad prefabricada (hola / buenas tardes / bienvenido al Cine Tal) me indicaron que debía dirigirme a la boletería. Y señalaron hacia los mostradores de venta de pochoclo y otras ofertas para acompañar la película. ¿Ahí?, pregunté con cierta incredulidad, con ostentosa timidez. Los dos amables chicos asintieron con sus cabezas, al unísono, sonrientes, como las prostitutas de Fargo.
Así que allá fui, temeroso de que me echaran a patadas al grito de "oiga, ¿no ve que esto es una pochoclería?". Pero otra vez no. Resulta ser que ahí venden las entradas. Que, si no sabés qué película vas a ver, tampoco podrás detectar, ya que los carteles luminosos dicen cosas como "Combo 1: 1 pochoclo + 1 gaseosa = $X,XX". Entonces, de manera muy decidida, encaré a la chica y le dije "dos para Tren llegando a la estación, por favor". Y mientras esperaba la ominosa respuesta intuida un par de líneas arriba, la chica, sin que se le mueva un ápice su visera, me preguntó si para las 18:50 (ya pasadas, reitero) a lo que le dije que sí, y ella me dijo que todavía estaba en publicidad, así que no me hice problema, nada peor que entrar al cine con la película empezada.
Bueno, resulta que finalmente entré y me ubiqué en mi cómoda butaca, y pude disfrutar de la proyección. No sin saberme un viajero del tiempo, como en ese clásico de Spielberg, que no lograba decodificar el entorno.
Así que bueno, queridos todos, avíspense, que la cosa está cambiando. Hasta la próxima.
¡Pero! ¿No va hablar de la película?, intuyo que dirá el espectador desprevenido.
Y no, vea, la verdad que esto es por el entorno.
¡Avise! Usté está abusando de nosotros, los lectores / espectadores desprevenidos.
Puede, ser, pero vaya a ver, en este mismo blog, El paratexto de parabienes. Y tal vez un día de estos, la amable chica nos diga "¿quiere agregar alguna película a su pochoclo?"
The Reflex |
ferbertonnandommxvidiciembre
domingo, 20 de noviembre de 2016
Hoy me levanté y no pude creer lo que ví
me levanté de costado hoy / después de una noche larga / como de trescientos kilómetros / y que terminó en un sol que se clavó en mi cara desde lo alto de las ocho de la mañana del mes de noviembre de dos mil dieciseís // y entonces me levanté porque ya no podía dormir / aunque hubiera sido una noche larga / y entonces bajé a desayunar el desayuno continental //
//
no pude dejar de preguntarme cuál o cómo sería un desayuno insular / y entonces salí a caminar luego del desayuno con la intención de quemar esas calorías adicionales //
//
la mañana se presentaba algo nublada / sin ese sol tremendo que logra calentar la columna atmosférica hasta puntos exorbitantes / y que la transpiración ocurra de manera profusa porque la humedad también es alta / no como en esos lugares semi desérticos en los que la transpiración apenas ocurre porque apenas emitida por las glándulas respectivas se evapora en el ambiente seco como la lengua de un loro / como el sahara / como atacama //
//
hoy es una tarde cualquiera de un año específico / y me siento con ganas de mirar una película / o una serie / no estoy muy decidido / pero la televisión te ofrece una forma interruptus de ver / porque cada equis minutos te manda una publicidad de algún producto que hará tu vida / mi vida / las vidas de todos nosotros / mucho más fácil / mucho más feliz / por el solo hecho de consumir algunos de los productos que ahí nos dicen que tenemos que consumir / pero la verdad es que me hincha un poco las pelotas tener que estar a cada rato pensando qué voy a comprar para ser feliz / cuando yo pensaba que iba a ser feliz / apenas un poco / mientras miraba la película o la serie que quería mirar / hasta que un aviso de jabón en polvo me vino a hacer notar que he sido un pelotudo todos estos años en los que compré el jabón en polvo A con rojos disueltos cuando la verdad de la milanesa / o de la limpieza / estaba en el jabón B que tiene enzimas mágicas que atacan a las manchas sin alterar los quijotes //
//
entonces me fui a dormir / luego de descubrir mi grado supino de imbecilidad.
//
salud
// bertonmmxvifernoviemnandobre
//
//
no pude dejar de preguntarme cuál o cómo sería un desayuno insular / y entonces salí a caminar luego del desayuno con la intención de quemar esas calorías adicionales //
//
la mañana se presentaba algo nublada / sin ese sol tremendo que logra calentar la columna atmosférica hasta puntos exorbitantes / y que la transpiración ocurra de manera profusa porque la humedad también es alta / no como en esos lugares semi desérticos en los que la transpiración apenas ocurre porque apenas emitida por las glándulas respectivas se evapora en el ambiente seco como la lengua de un loro / como el sahara / como atacama //
//
hoy es una tarde cualquiera de un año específico / y me siento con ganas de mirar una película / o una serie / no estoy muy decidido / pero la televisión te ofrece una forma interruptus de ver / porque cada equis minutos te manda una publicidad de algún producto que hará tu vida / mi vida / las vidas de todos nosotros / mucho más fácil / mucho más feliz / por el solo hecho de consumir algunos de los productos que ahí nos dicen que tenemos que consumir / pero la verdad es que me hincha un poco las pelotas tener que estar a cada rato pensando qué voy a comprar para ser feliz / cuando yo pensaba que iba a ser feliz / apenas un poco / mientras miraba la película o la serie que quería mirar / hasta que un aviso de jabón en polvo me vino a hacer notar que he sido un pelotudo todos estos años en los que compré el jabón en polvo A con rojos disueltos cuando la verdad de la milanesa / o de la limpieza / estaba en el jabón B que tiene enzimas mágicas que atacan a las manchas sin alterar los quijotes //
//
entonces me fui a dormir / luego de descubrir mi grado supino de imbecilidad.
//
salud
// bertonmmxvifernoviemnandobre
//
sábado, 10 de septiembre de 2016
Forget-me-not
Una
vieja leyenda germánica dice que Dios, al terminar de nombrar todas las plantas
y flores, se sienta a disfrutar de su creación, a mirar todas y cada una de sus
criaturas vegetales y a recordar sus respectivos nombres. Y siente Dios que eso
es bueno. Entonces, no conforme con recordarlas, se levanta y comienza a
recorrer el jardín del Edén, para mirar cada tallo, cada nervadura, cada copa
que crece hacia la luz que le da energía para la vida. Se detiene especialmente en los azahares, y
se hincha con su perfume dulce y suave que invita a la calma, a la sonrisa, al
disfrute del perfume que anuncia la próxima aparición de frutos, que madurarán
y echarán su simiente a la tierra para que resurja el ciclo de la vida. Y al
ver Dios que eso era bueno, pensó que ya era hora de nombrar a los animales.
Estaba en camino a buscarlos, cuando se topó con una pequeña flor azul, o
rosada, o blanca, de cinco pétalos, de
centro amarillo, de no más de un centímetro de diámetro, que le decía, ¡Dios,
por favor no me olvides! Y al ver Dios a estas florecillas tan simpáticas, les
dijo “Ese será su nombre”, y las florcitas quedaron encantas con su nombre:
no-me-olvides. Es por eso que si alguien acerca una pequeña rama a las ropas,
procurarán quedarse allí prendidas para siempre, para que no las olviden.
setiembrebertonmmxvifernando
setiembrebertonmmxvifernando
martes, 2 de agosto de 2016
El infinito a la vuelta de la esquina
Coronel, Nerina; La incendiada del espejo; Peces de ciudad; Bs.As.;2016 |
En esta oportunidad vamos a analizar La incendiada del espejo primer libro de poemas de Nerina Coronel, editado por Peces de ciudad, y que se presentó en el bar Espiche, de Humberto 1° al 400, el pasado 30 de julio de 2016.
Es un placer enorme para el escriba comentar este libro de una amiga y compañera de estudios en los últimos años.
Trípticos
Vamos a abordar la lectura de La incendiada a partir de sus tópicos, y que vamos a dividir en
tres:
i.
Las manos que hacen (y deshacen, y rompen)
ii.
Las cenizas del incendio
iii.
Los espejos que le muestran a la yo poética lo
que es, o lo que no es, o lo que no quiere ser.
La incendiada del
espejo es un poemario que funciona (aunque no solamente) sobre este
tríptico temático y se abre a los ojos del lector en distintas capas. Hace que
cada poema re signifique al anterior, aún cuando a priori pareciera que
estuviesen desconectados.
En efecto, a medida que avanzamos en la lectura, notamos que
lo dicho antes vuelve a ser dicho, aunque con algún cambio sutil. Veremos,
entonces, algunos ejemplos de cada uno de estos puntos.
i.
Con
mis manos
Con mis manos
Desenmascaro.
Con mis manos,
Digo y tiemblo.
Pregunto a tu piel
Erguida en un altar
De pianos y violines.
Y hago y deshago,
Y entierro y profano.
Con mis manos
Soy y miento.
Aquí, la yo
lírica se para frente al mundo y dice que con sus manos hace y deshace y profana y
miente. Esas manos que usa para escribir van del nuevo significado a la nueva
sensación que la hace temblar al descubrir el poder de esa palabra. Y entonces
llegará a destruir lo conseguido, a enterrarlo, y otra vez a destruir: la
profanación es la destrucción de lo enterrado.
Con mis manos / soy y miento nos dice por último. ¿Qué nos dice? Que
con las manos crea nuevos sentidos, todo el tiempo y
que, por lo tanto, ha deshecho lo que dijo antes, y por eso nos miente: “la literatura
es mentira[1]”
Veamos otro
poema:
Tocar lo invisible
Alguna vez quise tocar
Lo invisible del cielo.
Palpar el aire y vencerlo.
Pero hacer un puente
No es tan sencillo.
Se necesitan muchos
Pájaros. Y no todos los
Pájaros están en el cielo.
Esta sinestesia con que se titula al poema nos
hace pensar nuevamente en el poema que da inicio al libro: tocamos con las
manos, ciertamente, y la sensación debería ser táctil y no ocular. Pero vemos
con los dedos ante un estado de ceguera. Esas manos que hacen y deshacen al
comienzo, aquí tocan lo que no se ve. Por eso no están contadas. Por eso hay
que hacer un puente con pájaros, que unen puntos distantes y construyen nidos y
sin embargo, no tienen manos.
Aquí, esta yo lírica nos pone frente a la misma
situación: con manos no dichas, nos muestra lo invisible.
ii.
Las cenizas
del incendio
Metamorfosis
He regresado
y he visto
A
mi propia muerte besarme la nuca.
He
visto como el frío antaño se hizo presente
Y
me convirtió en ave.
He
traspasado los ángulos de la muerte.
Y
en los halos de luz proyecté
Mis
recuerdos de amor y odio.
He
visto mi resurrección,
Mi
volverme sabiduría, mi creer en
El
puente infinito entre las almas gemelas.
He
sentido cenizas en mis manos mientras
Me
convierto en ave, vuelo y me escapo.
Las Metamorfosis,
de Ovidio, contienen un mundo de transformación donde aparece un gran número de
aves. Las aves, tan cercanas al cielo, han sido desde siempre metáfora del
alma, y usadas por religiones diversas para predecir el futuro. El “augur” era
aquél sacerdote capaz de interpretar las señales de las aves.
Pero los hombres mediterráneos miraban a oriente
para saber dónde estaban ubicados: de allí les venía el sol cada mañana, y de
allí viene la palabra orientarse. Y es en Egipto donde nos encontramos con el
mito del ave Fénix, que acaso ha sentido
cenizas en mis propias manos mientras / me convierto en ave, vuelo y me escapo.
Y tal vez, mirando un poco más allá, en el oriente
lejano, nos encontramos con el mito de Zin Nu, la tejedora, a quienes los
dioses, por envidia de las pasiones humanas, la separaron de su amante y la
condenaron a la soledad. Pero cada año, las urracas ayudan a tender el puente infinito entre las almas gemelas.[2]
La ceniza
La ceniza cayó ahogada
En el sosiego de su yerro.
Y al chocar contra el suelo,
Explotó en mil pedazos de
Ausencias, de adioses.
Los oídos rotos no pudieron
Escucharla, se hundieron.
El agua vino a su rescate
Y barrió con todos los
Lados del recuerdo.
La ceniza vacila, ahora.
Que todo es eterno.
Y se resuelve a irse,
A morirse todos los días.
Esta yo poética nos habla del ciclo eterno de la
vida y de la muerte, de su propia muerte a la que ha visto besarme la nuca (Ver “Metamorfosis”). Nos habla, también, de este
estado de cosas en el que el fuego se extingue en el agua en un viaje desde el
big bang hasta el olvido.
Pero así como antes el augurio la llevaba a volar
en busca de un alma gemela, aquí, en cambio, ese ciclo se cumple por la
inversa: la muerte cotidiana, la desesperanza por saber si habrá un nuevo día. El
sueño, para los hombres primitivos, debe haber sido una experiencia terrible
irse a dormir, cada noche, creyendo que el sol no regresaría, creyendo que sus
almas no les volverían a los cuerpos. [3]
Esta ceniza, en cambio, ha aprendido de la
eternidad y por lo tanto se resuelve a
irse / a morirse todos los días.
iii.
Los espejos
Para finalizar, diremos que el lector desprevenido –asiduo visitante
de estas páginas– ya a esta altura ha resuelto el acertijo[4], y
casi intuye que iremos por el lado de los reflejos, que no son otra cosa que
apariencias, imágenes paganas de nosotros mismos antes de creer en lo que
somos. Cada vez que nos miramos al espejo, ¿nos vemos o es el otro el que nos
ve?
Me miro
Me miro el reflejo
Y le pongo nombre
A mi expresión.
Hay cosas que
Forman frases que
Llevan otras cosas
En su interior,
Ya sea un libro
O un tatuaje.
Hay cosas que
Forman momentos que dejan en mí
Reflejo esa expresión
Sin nombre
Toda esta reflexión –nunca mejor dicho– acerca de
los espejos, nos habla del ida y vuelta entre los significantes y sus
significados, de esas frases que / llevan
otras cosas / en su interior. Y esa situación deja a la yo poética sin
palabra, sin nombre.
Furia
No te contagies de mis llamas
Que de efímeras no alcanzan
A quemar el odio oxidado.
Si preferís, compañera,
Podés abrazarte en el rincón
Más frío de mi espejo,
Tal vez ahí descubras
Lo inútil del témpano
Que tremolo en mis días de enojo.
O tal vez, te encuentres
A vos misma, sonriendo
Frente al espejo que
No querés traspasar.
Esta yo poética está llena de furia al no poder /
querer salir del espejo. Está en una lucha interior consigo misma entre
mantenerse fría y calma o explotar en llamas. Ese interior que bulle y emana
vapores intoxicantes, se convertirán, quizás, en fríos témpanos que recorran el
lago alrededor del cual vuelan las cenizas volcánicas, que miren con terror ese
río de lava que atenta con la integridad de los ríos de hielo. Ese espejo que
nos muestra siempre la otra cara, la visión de nosotros mismos que no podríamos
tener por nuestros propios ojos, está acá presente para recordarnos, una vez
más, de qué va la cosa en La incendiada
del espejo.
Conclusión
Hemos dicho en numerosas ocasiones que una de las tareas del
arte es desautomatizar la visión que tenemos de las cosas. [5]
Entendemos que este procedimiento está muy logrado en el poemario de Nerina,
tanto en cada poema en particular, como en el todo en general.
Decíamos al comienzo que trabajamos sobre un tríptico
temático manos – cenizas – espejos. Creemos
que es uno de varios posibles. Piense el lector desprevenido en el artículo “El placer del entimema” en este mismo
blog, o citado más arriba, y podrá dar cuenta de lo que decimos. Encontrar otras
tríadas para entender este bello libro, opera prima de una amiga y compañera a
quien le deseo y auguro –no podía ser de otro modo– un muy buen camino en este
mundo de la poesía. [6]
[1] RULFO, JUAN; Verdad
y mentira en la creación literaria; en http://www.blest.eu/cultura/rulfo.html
; última versión consultada: 02/08/16. También notar que al final del primer
párrafo Rulfo dice: “Ahora, yo sí le tengo temor a la hoja en blanco,
y sobre todo al lápiz, porque yo escribo a mano."
[2] GALEANO, EDUARDO; “Los querientes”, en Los hijos de los días; Siglo XXI; Buenos
Aires, Pág. 249. También se puede encontrar en http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/Programas/ver?rec_id=103379
; Agosto, min 2:47
[3] Podemos encontrar más referencias
a este tema en BRADBURY, RAY; El árbol de
las brujas; Minotauro; Buenos Aires; 1978; Pág. 64
- … ¿Renacería el sol
con el nuevo año o seguiría muerto? Los egipcios se lo preguntaron. Los
cavernícolas se lo preguntaron un millón de años antes. ¿Saldrá el sol mañana
cuando amanezca?
-
¿Y es ese el origen de la Noche de las Brujas?
-
Esas largas meditaciones nocturnas, muchachos. Y siempre allí, en el centro, el
fuego. El sol. El sol sucumbiendo para siempre bajo el cielo frío,
aterrorizando al hombre primitivo. Aquella era la Gran Muerte. Si el sol
desaparecía para siempre, entonces ¿qué?
[4] “…
porque hay que
contar con la ignorancia de los oyentes (la ignorancia es precisamente esta
incapacidad de inferir a través de numerosos eslabones y de seguir mucho tiempo
un razonamiento); o más bien hay que explorar esta ignorancia dando al oyente
la sensación que él la superó por sí mismo, por su propia fuerza mental: el
entimema no es un silogismo truncado por carencia, degradación, sino porque hay
que dejar al oyente el placer de completar él mismo un esquema dado
(criptograma, juegos, palabras cruzadas).”
BARTHES, ROLAND; La antigua retórica; B.1.12: Placer del entimema.
[5] “La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como
visión y no como reconocimiento: los procedimientos del arte son el de la
singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en
aumentar la dificultad y la duración de la percepción”; SHKLOVSKI, VICTOR; El arte como
artificio Pág. 60
[6]
Poemas citados: “Con mis manos” (Pág 11); “Tocar lo invisible” (Pág. 27); “Metamorfosis”
(Pág. 15); “La ceniza” (Pág. 26); “Me miro” (Pág. 18); “Furia” (Pág. 22)
[1] RULFO, JUAN; Verdad
y mentira en la creación literaria; en http://www.blest.eu/cultura/rulfo.html
; última versión consultada: 02/08/16. También notar que al final del primer
párrafo Rulfo dice: “Ahora, yo sí le tengo temor a la hoja en blanco,
y sobre todo al lápiz, porque yo escribo a mano."
[2] GALEANO, EDUARDO; “Los querientes”, en Los hijos de los días; Siglo XXI; Buenos
Aires, Pág. 249. También se puede encontrar en http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/Programas/ver?rec_id=103379
; Agosto, min 2:47
[3] Podemos encontrar más referencias
a este tema en BRADBURY, RAY; El árbol de
las brujas; Minotauro; Buenos Aires; 1978; Pág. 64
- … ¿Renacería el sol con el nuevo año o seguiría muerto? Los egipcios se lo preguntaron. Los cavernícolas se lo preguntaron un millón de años antes. ¿Saldrá el sol mañana cuando amanezca?
- ¿Y es ese el origen de la Noche de las Brujas?
- Esas largas meditaciones nocturnas, muchachos. Y siempre allí, en el centro, el fuego. El sol. El sol sucumbiendo para siempre bajo el cielo frío, aterrorizando al hombre primitivo. Aquella era la Gran Muerte. Si el sol desaparecía para siempre, entonces ¿qué?
- … ¿Renacería el sol con el nuevo año o seguiría muerto? Los egipcios se lo preguntaron. Los cavernícolas se lo preguntaron un millón de años antes. ¿Saldrá el sol mañana cuando amanezca?
- ¿Y es ese el origen de la Noche de las Brujas?
- Esas largas meditaciones nocturnas, muchachos. Y siempre allí, en el centro, el fuego. El sol. El sol sucumbiendo para siempre bajo el cielo frío, aterrorizando al hombre primitivo. Aquella era la Gran Muerte. Si el sol desaparecía para siempre, entonces ¿qué?
[4] “…
porque hay que
contar con la ignorancia de los oyentes (la ignorancia es precisamente esta
incapacidad de inferir a través de numerosos eslabones y de seguir mucho tiempo
un razonamiento); o más bien hay que explorar esta ignorancia dando al oyente
la sensación que él la superó por sí mismo, por su propia fuerza mental: el
entimema no es un silogismo truncado por carencia, degradación, sino porque hay
que dejar al oyente el placer de completar él mismo un esquema dado
(criptograma, juegos, palabras cruzadas).”
BARTHES, ROLAND; La antigua retórica; B.1.12: Placer del entimema.
[5] “La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como
visión y no como reconocimiento: los procedimientos del arte son el de la
singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en
aumentar la dificultad y la duración de la percepción”; SHKLOVSKI, VICTOR; El arte como
artificio Pág. 60
[6]
Poemas citados: “Con mis manos” (Pág 11); “Tocar lo invisible” (Pág. 27); “Metamorfosis”
(Pág. 15); “La ceniza” (Pág. 26); “Me miro” (Pág. 18); “Furia” (Pág. 22)
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