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jueves, 22 de noviembre de 2018

Between, no more! (¡entre, nomás!)

-    Hello, do you know Bolivar street?
-    Yes, I do.
-    Can you tell me how to get there?
-    Yes, of course. Turn left on the corner, go straight 200 meters and you’ll be there.








Traducción cómoda:

-    Hola, usted sabe la calle Bolívar?
-    Sí, yo hago.
-    Puede contarme cómo consigo allí?
-    Sí, de curso. Hágase de izquierda en la esquina, vaya con un heterosexual 200 metros y usted será allí.



Fernando
Noviembre
MMXVIII

viernes, 10 de agosto de 2018

Cenital

El blog no está muerto, solamente descansa.
La internet está ahora solo en el trabajo, que no deja mucho tiempo para la recreación.
Ya volverá alguna vez.
O eso creo.

Mientras tanto, mira a todo desde arriba, en una toma cenital.




Fernando
MMXVIII

lunes, 12 de marzo de 2018

lunes, 11: 04 pm





Las noches suelen ser oscuras, salvo en los polos, ¿nocierto?
Son cosas que ocurren en los extremos. Las puntas de los dedos se enfrían mucho más rápido que otras partes del cuerpo.
Me siento a escribir, a veces, sin saber muy bien por qué, ni qué quiero decir.
Espero que la escritura me diga, mientras transcurre, algo. Que escribo porque tengo ganas de celebrar o de soltar una lágrima.
A veces las dos cosas.
Me ocurre que lloro porque los sentimientos me desbordan, y no porque esté angustiado o triste.
A veces lloro porque miro unos ojos que me miran.
Y siento que no puedo expresar del todo lo que siento.
Que no me alcanza con mirar y abrazar y tocar.
Por eso, a veces, algunas lágrimas.
Pero no es que esté triste, ni angustiado, ni a punto de tirarme.
Siento un discurrir de las emociones. Uh, mirá esa estrella allá arriba, tan fría desde acá, tan cálida allá. Acá nos permite vivir. Ahí nos calcinaría en micronésimas de segundo.
Hoy es lunes. Ya no sé cuánto después de las 11:00 pm. No estoy estoy triste ni nada.
Solamente no estoy.


FB
MAR, 2018


martes, 31 de octubre de 2017

Saque usted sus propias conclusiones

Cita fotográfica de "Los diarios de Emilio Renzi 3 - Pág. 124" (Anagrama, Buenos Aires, 2017)
Me abstengo de hacer mayores comentarios.




Fernando Berton
Octubre, 2017

martes, 13 de junio de 2017

Escribir un poco

La cuestión es escribir un poco cada día. De esa manera se mantiene la forma, el entrenamiento, estar en estado diría un deportista.
Yo suelo escribir todos los días. Si pudiera publicar todos los correos electrónicos como cuentos, o partes de una novela (Bajtín los clasificaría en algún género discursivo sin mayores dificultades), creo que me haría bastante famoso.
Es más, en el ámbito de la empresa en la que trabajo debo ser ciertamente conocido. Quéseyo, tengo un par de chinos que me dicen "my friend".
Tengo trato con gente en Alemania, en Chile, en Corea, en Japón. En Brasil, incluso, y hasta en Uruguay.

¿Y? Diría el ilustre lector desprevenido, que por cierto hace tiempo  que no aporta por estas páginas.
Nada, diría yo. Eso.
¿Y bueno nada?
Pongalé.
¡Qué depresión!

Y yo me iría con las manos en los bolsillos, la cabeza gacha yendo a izquierda y derecha despacio, a medida que se acerca la avenida y el tránsito se hace infranqueable y entonces un bocinazo y de pronto un silencio.



La ciudad y el atardecer


fernando berton
junio, 2017





jueves, 20 de abril de 2017

dos por tres

Tierra de Nadie - Florida y Diagonal
Música porque sí, música vana
como la vana música del grillo

Conrado Nalé Roxlo

Así como la vida, la calle te da sorpresas. En particular en la esquina de Florida y Diagonal Norte (que para Jorge Consiglio puede llamarse "Diagonal Sur"). Ahí, podemos encontrar a un muchacho tocando la gaita y de riguroso kilt, un pibe que toca la batería hecha con tarros de pintura, o una banda de soul-funk-ska-reggae como Tierra de Nadie, mezcla de argentinos y uruguayos, que buscan romper las fronteras.

Los chicos básicamente tocan música. Mientras paso por ahí están en su parte soul. Pero los dos discos que venden van también por el ska-reggae, según se ha dicho. Es decir que parece que van a sellar cualquier resquebrajamiento musical que uno pueda imaginar.

Pero como el arte suele decir desde otro lugar, los chicos de Tierra de Nadie tocan con guardapolvos blancos.

Y tocan muy bien. Con guardapolvos blancos o sin ellos. Desde Argentina o desde Uruguay. Son armónicos, afinados, rítmicos.

Y entonces te dan ganas de comprarles los discos.

Eso, creo yo, es el espesor de las cosas.

¡Salud!



fernando berton
abril, mmxvii

lunes, 10 de abril de 2017

Novena maravilla

Hay instantes en la vida de un hombre que no pueden describirse con palabras. Y tampoco con imágenes, mal que le pese al que dijo el proverbio de uno por mil.
Uno de esos instantes es el momento de decirle a alguien si quiere ir a tomar un café.
En ese instante, miles de años de lenguaje se concentran y se confabulan para hacer de la pregunta la cosa más estúpida de la Tierra y sus alrededores, hasta cualesquiera de las lunas de Júpiter.
Es que, como es de imaginar -hablando de imágenes- uno sabe que la otra persona sabe que el café no es lo importante.

Y podemos aquí abrir un paréntesis para decir que el café puede ser otra bebida, incluso puede no ser una bebida sino una película, una tarde de paseo. Y que la otra persona puede ser una chica -sería mi caso- pero también otro chico u otra chica. Antes de cerrar el paréntesis decimos que hablamos con signos, que están representando otra cosa siempre. Y entonces cerramos el paréntesis.


Y si el café es aceptado, y el lugar elegido para saborearlo es el correcto, es decir, es un lugar agradable, con música suave -que es todo un tema en sí mismo-, con precios razonables, con horarios extensos porque sabemos que la charla puede prolongarse bastante; entonces, si no ha habido nada que se interponga, sobrevendrá un segundo momento al que no puede accederse con palabras ni con imágenes ni con filmaciones, siquiera, que es el de mirar directo a los ojos, medir el ritmo de la respiración, intuir el dueto sístole-diástole cada vez más acelerado, abrir apenas los labios, mostrar un poco -nada más un poco- la punta de la lengua, cerrar los ojos, dudar por un instante, sonreír casi con torpeza, sonrojarse, bajar la vista, temblar todo el trayecto de nuestra mano hasta la mano que simula escapar pero se queda, sentir la punta fría de los dedos con nuestras propias yemas casi azules, acercarse hasta el oído para decir una pavada como me gusta estar con vos, cometer un pequeño error y ofrecer otro café, u otra cosa, no sé, te parece.

Ese momento, decimos, tiene una existencia breve en el tiempo de los seres ordinarios. Pero entre que la boca se abre un poquito apenas para que la lengua humedezca superficialmente los labios y se vuelva a cerrar, en si misma o en otros labios, puede contarse completa la vida de Raskólnikov con notas al pie y estudio preliminar incluídos. Ese instante previo, esos espacios indecibles entre una pregunta y un beso, son dos de los momentos más maravillosos en la vida de una persona común.

Puede que después vengan otros. Pero esos primeros que ocurren por primera vez son inigualables.


Fernando Berton
Abril, MMXVII

lunes, 3 de abril de 2017

¿Alguien que me preste un título, por favor?

Hay muchos libros.
Y por ende, hay muchos títulos.
Esto puede ser una cuenta sencilla si el libro es novela, o es teatro.
Pero si es cuento o es poesía o es ensayo
la cuenta puede crecer geométricamente
ya que hay que contar los títulos
de cada poema
de cada cuento
de cada ensayo

Entonces a veces uno tiene un título fantástico
una cosa maravillosa
que daría para salir a vender en los colectivos

estimado público gracias al chofer que me permite acceder a este medio móvil vengo a ofrecer este maravilloso poemario de mi propia invención de mí que se titula París era una fiesta y consta de...
- ¡Pst!
- Ya le doy
decía, que es un bellísimo volúmen

- ¡Pst!
- Sí, sí, un momenttito, ya le doy
- Venga por favor
- ¿Qué pasa?
- Ya hay un libro con ese título, ¿no sabía?
- ¿Cómo dice?
- Que está usted plagiando un título, porque ya hay un libro con ese título, París era una fiesta.

Y entonces se queda uno como pasmado, mientras mira al señor en el primer asiento, con sus anteojos ahumados, su pelo oscuro y escaso peinado hacia atrás con glostora o similar, su barba más blanca que su bigote pero igual de prolija, su sonrisa amable, sus ideas todas desparramadas por la habitación.




 Fernando Berton
Abril

MMXVII 

miércoles, 22 de febrero de 2017

¿viste? yo te dije

piano man

La noche llega indefectible.
Sabemos que el concurso real de las altas horas de la tarde no le llega ni a los talones a las altas horas de la madrugada.
Existe una controversia acerca de las altas casas de estudios.
Pero no es esto lo que venimos a dilucidar hoy. Que es de noche y ha llovido estrepitosamente durante un rato, para que luego salga el sol. Bueno, el sol no sale de noche, vaya a saberse si por menor de edad, porque la mamá no se lo permite o por una simple cuestión de cansancio. Posta, hay que estar todo el día dale que dale quemando hidrógeno para, encima, tener que salir de noche. No es vida.
Así que como quiera que sea, las altas horas y las altas cosas compiten, quizás, con la alta costura, que llega como quien no quiere la cosa. 
Hemos visto que la alta costura nos lleva a un estado de refinamiento que no es propio de este espacio. Verdad, acá se defienden otras cuestiones, otros refinamientos, otros conceptos; pero nada de alta costura. 

En fin, la cosa se ha ido de las manos. 
Esto ya no es más lo que era.
Recurro a la buena voluntad de los lectores, que sabrán disculpar las molestias ocasionadas.
Estamos trabajando por un blog mejor.




fernando
berton
febrero
veinte diecisiete

sábado, 17 de diciembre de 2016

Tiempos modernos




Ayer se me ocurrió ir al cine. Y debo reconocer que, a riesgo de parecer un anticuado, tuve algunas dificultades. En primer lugar porque llegué tarde. Hice mal la cuenta de lo que debía caminar desde la oficina hasta el local, y llegué muy sobre la hora. Esto es porque me quedé haciendo tiempo, mientras leía un libro, en el Bar La Poesía. Cuando me quise acordar, había pasado más tiempo del necesario, así que tuve que salir corriendo hacia el futuro (la película se exhibía en un coqueto barrio cerca de la Costanera Sur).

Algo agitado por la veloz caminata, entré para ir directo a la boletería. Y no la encontré. Busqué unas ventaniillas por encima de las cuales se anunciaran las películas y los horarios y las salas. Pero no. Algo frustrado por la tardanza y mi incapacidad para adaptarme, fui a los chicos que te cortan la entrada, que con una gran amabilidad prefabricada (hola / buenas tardes / bienvenido al Cine Tal) me indicaron que debía dirigirme a la boletería. Y señalaron hacia los mostradores de venta de pochoclo y otras ofertas para acompañar la película. ¿Ahí?, pregunté con cierta incredulidad, con ostentosa timidez. Los dos amables chicos asintieron con sus cabezas, al unísono, sonrientes, como las prostitutas de Fargo.




Así que allá fui, temeroso de que me echaran a patadas al grito de "oiga, ¿no ve que esto es una pochoclería?". Pero otra vez no. Resulta ser que ahí venden las entradas. Que, si no sabés qué película vas a ver, tampoco podrás detectar, ya que los carteles luminosos dicen cosas como "Combo 1: 1 pochoclo + 1 gaseosa = $X,XX".  Entonces, de manera muy decidida, encaré a la chica y le dije "dos para Tren llegando a la estación, por favor". Y mientras esperaba la ominosa respuesta intuida un par de líneas arriba, la chica, sin que se le mueva un ápice su visera, me preguntó si para las 18:50 (ya pasadas, reitero) a lo que le dije que sí, y ella me dijo que todavía estaba en publicidad, así que no me hice problema, nada peor que entrar al cine con la película empezada.

Bueno, resulta que finalmente entré y me ubiqué en mi cómoda butaca, y pude disfrutar de la proyección. No sin saberme un viajero del tiempo, como en ese clásico de Spielberg, que no lograba decodificar el entorno.

Así que bueno, queridos todos, avíspense, que la cosa está cambiando. Hasta la próxima.

¡Pero! ¿No va hablar de la película?, intuyo que dirá el espectador desprevenido.

Y no, vea, la verdad que esto es por el entorno.

¡Avise! Usté está abusando de nosotros, los lectores / espectadores desprevenidos.

Puede, ser, pero vaya a ver, en este mismo blog, El paratexto de parabienes. Y tal vez un día de estos, la amable chica nos diga "¿quiere agregar alguna película a su pochoclo?"


The Reflex

ferbertonnandommxvidiciembre

domingo, 20 de noviembre de 2016

Hoy me levanté y no pude creer lo que ví

me levanté de costado hoy / después de una noche larga / como de trescientos kilómetros / y que terminó en un sol que se clavó en mi cara desde lo alto de las ocho de la mañana del mes de noviembre de dos mil dieciseís // y entonces me levanté porque ya no podía dormir / aunque hubiera sido una noche larga / y entonces bajé a desayunar el desayuno continental //

//

no pude dejar de preguntarme cuál o cómo sería un desayuno insular / y entonces salí a caminar luego del desayuno con la intención de quemar esas calorías adicionales //

//

la mañana se presentaba algo nublada / sin ese sol tremendo que logra calentar la columna atmosférica hasta puntos exorbitantes / y que la transpiración ocurra de manera profusa porque la humedad también es alta / no como en esos lugares semi desérticos en los que la transpiración apenas ocurre porque apenas emitida por las glándulas respectivas se evapora en el ambiente seco como la lengua de un loro / como el sahara / como atacama //

//

hoy es una tarde cualquiera de un año específico / y me siento con ganas de mirar una película / o una serie / no estoy muy decidido / pero la televisión te ofrece una forma interruptus de ver / porque cada equis minutos te manda una publicidad de algún producto que hará tu vida / mi vida / las vidas de todos nosotros / mucho más fácil / mucho más feliz / por el solo hecho de consumir algunos de los productos que ahí nos dicen que tenemos que consumir / pero la verdad es que me hincha un poco las pelotas tener que estar a cada rato pensando qué voy a comprar para ser feliz / cuando yo pensaba que iba a ser feliz / apenas un poco / mientras miraba la película o la serie que quería mirar / hasta que un aviso de jabón en polvo me vino a hacer notar que he sido un pelotudo todos estos años en los que compré el jabón en polvo A con rojos disueltos cuando la verdad de la milanesa / o de la limpieza / estaba en el jabón B que tiene enzimas mágicas que atacan a las manchas sin alterar los quijotes //

//

entonces me fui a dormir / luego de descubrir mi grado supino de imbecilidad.

//

salud

// bertonmmxvifernoviemnandobre

//

sábado, 10 de septiembre de 2016

Forget-me-not

Una vieja leyenda germánica dice que Dios, al terminar de nombrar todas las plantas y flores, se sienta a disfrutar de su creación, a mirar todas y cada una de sus criaturas vegetales y a recordar sus respectivos nombres. Y siente Dios que eso es bueno. Entonces, no conforme con recordarlas, se levanta y comienza a recorrer el jardín del Edén, para mirar cada tallo, cada nervadura, cada copa que crece hacia la luz que le da energía para la vida.  Se detiene especialmente en los azahares, y se hincha con su perfume dulce y suave que invita a la calma, a la sonrisa, al disfrute del perfume que anuncia la próxima aparición de frutos, que madurarán y echarán su simiente a la tierra para que resurja el ciclo de la vida. Y al ver Dios que eso era bueno, pensó que ya era hora de nombrar a los animales. Estaba en camino a buscarlos, cuando se topó con una pequeña flor azul, o rosada, o blanca,  de cinco pétalos, de centro amarillo, de no más de un centímetro de diámetro, que le decía, ¡Dios, por favor no me olvides! Y al ver Dios a estas florecillas tan simpáticas, les dijo “Ese será su nombre”, y las florcitas quedaron encantas con su nombre: no-me-olvides. Es por eso que si alguien acerca una pequeña rama a las ropas, procurarán quedarse allí prendidas para siempre, para que no las olviden.


setiembrebertonmmxvifernando

martes, 2 de agosto de 2016

El infinito a la vuelta de la esquina

Coronel, Nerina; La incendiada del espejo;
Peces de ciudad; Bs.As.;2016

En esta oportunidad vamos a analizar La incendiada del espejo primer libro de poemas de Nerina Coronel, editado por Peces de ciudad, y que se presentó en el bar Espiche, de Humberto 1° al 400, el pasado 30 de julio de 2016.
Es un placer enorme para el escriba comentar este libro de una amiga y compañera de estudios en los últimos años.







 

 

 

Trípticos

Vamos a abordar la lectura de La incendiada a partir de sus tópicos, y que vamos a dividir en tres:
i.                     Las manos que hacen (y deshacen, y rompen)
ii.                   Las cenizas del incendio
iii.                  Los espejos que le muestran a la yo poética lo que es, o lo que no es, o lo que no quiere ser.
La incendiada del espejo es un poemario que funciona (aunque no solamente) sobre este tríptico temático y se abre a los ojos del lector en distintas capas. Hace que cada poema re signifique al anterior, aún cuando a priori pareciera que estuviesen desconectados.
En efecto, a medida que avanzamos en la lectura, notamos que lo dicho antes vuelve a ser dicho, aunque con algún cambio sutil. Veremos, entonces, algunos ejemplos de cada uno de estos puntos.

i.                    Con mis manos
Con mis manos
Desenmascaro.
Con mis manos,
Digo y tiemblo.
Pregunto a tu piel
Erguida en un altar
De pianos y violines.
Y hago y deshago,
Y entierro y profano.
Con mis manos
Soy y miento.

Aquí, la yo lírica se para frente al mundo y dice que con sus manos hace y deshace y profana y miente. Esas manos que usa para escribir van del nuevo significado a la nueva sensación que la hace temblar al descubrir el poder de esa palabra. Y entonces llegará a destruir lo conseguido, a enterrarlo, y otra vez a destruir: la profanación es la destrucción de lo enterrado.
Con mis manos / soy y miento nos dice por último. ¿Qué nos dice? Que con las manos crea nuevos sentidos, todo el tiempo y que, por lo tanto, ha deshecho lo que dijo antes, y por eso nos miente: “la literatura es mentira[1]

Veamos otro poema:
Tocar lo invisible

Alguna vez quise tocar
Lo invisible del cielo.
Palpar el aire y vencerlo.
Pero hacer un puente
No es tan sencillo.
Se necesitan muchos
Pájaros. Y no todos los
Pájaros están en el cielo.

Esta sinestesia con que se titula al poema nos hace pensar nuevamente en el poema que da inicio al libro: tocamos con las manos, ciertamente, y la sensación debería ser táctil y no ocular. Pero vemos con los dedos ante un estado de ceguera. Esas manos que hacen y deshacen al comienzo, aquí tocan lo que no se ve. Por eso no están contadas. Por eso hay que hacer un puente con pájaros, que unen puntos distantes y construyen nidos y sin embargo, no tienen manos.
Aquí, esta yo lírica nos pone frente a la misma situación: con manos no dichas, nos muestra lo invisible.

ii.                  Las cenizas del incendio
Metamorfosis
       He regresado y he visto
                A mi propia muerte besarme la nuca.
                He visto como el frío antaño se hizo presente
                Y me convirtió en ave.

                He traspasado los ángulos de la muerte.
                Y en los halos de luz proyecté
                Mis recuerdos de amor y odio.

                He visto mi resurrección,
                Mi volverme sabiduría, mi creer en
                El puente infinito entre las almas gemelas.
                He sentido cenizas en mis manos mientras
                Me convierto en ave, vuelo y me escapo.

Las Metamorfosis, de Ovidio, contienen un mundo de transformación donde aparece un gran número de aves. Las aves, tan cercanas al cielo, han sido desde siempre metáfora del alma, y usadas por religiones diversas para predecir el futuro. El “augur” era aquél sacerdote capaz de interpretar las señales de las aves.
Pero los hombres mediterráneos miraban a oriente para saber dónde estaban ubicados: de allí les venía el sol cada mañana, y de allí viene la palabra orientarse. Y es en Egipto donde nos encontramos con el mito del ave Fénix, que acaso ha sentido cenizas en mis propias manos mientras / me convierto en ave, vuelo y me escapo.
Y tal vez, mirando un poco más allá, en el oriente lejano, nos encontramos con el mito de Zin Nu, la tejedora, a quienes los dioses, por envidia de las pasiones humanas, la separaron de su amante y la condenaron a la soledad. Pero cada año, las urracas ayudan a tender el puente infinito entre las almas gemelas.[2]

La ceniza

La ceniza cayó ahogada
En el sosiego de su yerro.
Y al chocar contra el suelo,
Explotó en mil pedazos de
Ausencias, de adioses.

Los oídos rotos no pudieron
Escucharla, se hundieron.
El agua vino a su rescate
Y barrió con todos los
Lados del recuerdo.

La ceniza vacila, ahora.
Que todo es eterno.
Y se resuelve a irse,
A morirse todos los días.


Esta yo poética nos habla del ciclo eterno de la vida y de la muerte, de su propia muerte  a la que ha visto besarme la nuca (Ver “Metamorfosis”). Nos habla, también, de este estado de cosas en el que el fuego se extingue en el agua en un viaje desde el big bang hasta el olvido.
Pero así como antes el augurio la llevaba a volar en busca de un alma gemela, aquí, en cambio, ese ciclo se cumple por la inversa: la muerte cotidiana, la desesperanza por saber si habrá un nuevo día. El sueño, para los hombres primitivos, debe haber sido una experiencia terrible irse a dormir, cada noche, creyendo que el sol no regresaría, creyendo que sus almas no les volverían a los cuerpos. [3]
Esta ceniza, en cambio, ha aprendido de la eternidad y por lo tanto se resuelve a irse / a morirse todos los días.

iii.                Los espejos
Para finalizar, diremos que el lector desprevenido –asiduo visitante de estas páginas– ya a esta altura ha resuelto el acertijo[4], y casi intuye que iremos por el lado de los reflejos, que no son otra cosa que apariencias, imágenes paganas de nosotros mismos antes de creer en lo que somos. Cada vez que nos miramos al espejo, ¿nos vemos o es el otro el que nos ve?

Me miro

Me miro el reflejo
Y le pongo nombre
A mi expresión.
Hay cosas que
Forman frases que
Llevan otras cosas
En su interior,
Ya sea un libro
O un tatuaje.
Hay cosas que
Forman momentos que dejan en mí
Reflejo esa expresión
Sin nombre

Toda esta reflexión –nunca mejor dicho– acerca de los espejos, nos habla del ida y vuelta entre los significantes y sus significados, de esas frases que / llevan otras cosas / en su interior. Y esa situación deja a la yo poética sin palabra, sin nombre.

Furia

No te contagies de mis llamas
Que de efímeras no alcanzan
A quemar el odio oxidado.
Si preferís, compañera,
Podés abrazarte en el rincón
Más frío de mi espejo,
Tal vez ahí descubras
Lo inútil del témpano
Que tremolo en mis días de enojo.
O tal vez, te encuentres
A vos misma, sonriendo
Frente al espejo que
No querés traspasar.

Esta yo poética está llena de furia al no poder / querer salir del espejo. Está en una lucha interior consigo misma entre mantenerse fría y calma o explotar en llamas. Ese interior que bulle y emana vapores intoxicantes, se convertirán, quizás, en fríos témpanos que recorran el lago alrededor del cual vuelan las cenizas volcánicas, que miren con terror ese río de lava que atenta con la integridad de los ríos de hielo. Ese espejo que nos muestra siempre la otra cara, la visión de nosotros mismos que no podríamos tener por nuestros propios ojos, está acá presente para recordarnos, una vez más, de qué va la cosa en La incendiada del espejo.

Conclusión


Hemos dicho en numerosas ocasiones que una de las tareas del arte es desautomatizar  la visión que tenemos de las cosas. [5] Entendemos que este procedimiento está muy logrado en el poemario de Nerina, tanto en cada poema en particular, como en el todo en general.
Decíamos al comienzo que trabajamos sobre un tríptico temático manos – cenizas – espejos. Creemos que es uno de varios posibles. Piense el lector desprevenido en el artículo “El placer del entimema” en este mismo blog, o citado más arriba, y podrá dar cuenta de lo que decimos. Encontrar otras tríadas para entender este bello libro, opera prima de una amiga y compañera a quien le deseo y auguro –no podía ser de otro modo– un muy buen camino en este mundo de la poesía. [6]



[1] RULFO, JUAN; Verdad y mentira en la creación literaria; en http://www.blest.eu/cultura/rulfo.html ; última versión consultada: 02/08/16. También notar que al final del primer párrafo Rulfo dice: Ahora, yo sí le tengo temor a la hoja en blanco, y sobre todo al lápiz, porque yo escribo a mano."
[2] GALEANO, EDUARDO; “Los querientes”, en Los hijos de los días; Siglo XXI; Buenos Aires, Pág. 249. También se puede encontrar en http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/Programas/ver?rec_id=103379 ; Agosto, min 2:47
[3] Podemos encontrar más referencias a este tema en BRADBURY, RAY; El árbol de las brujas; Minotauro; Buenos Aires; 1978;  Pág. 64
- … ¿Renacería el sol con el nuevo año o seguiría muerto? Los egipcios se lo preguntaron. Los cavernícolas se lo preguntaron un millón de años antes. ¿Saldrá el sol mañana cuando amanezca?
- ¿Y es ese el origen de la Noche de las Brujas?
- Esas largas meditaciones nocturnas, muchachos. Y siempre allí, en el centro, el fuego. El sol. El sol sucumbiendo para siempre bajo el cielo frío, aterrorizando al hombre primitivo. Aquella era la Gran Muerte. Si el sol desaparecía para siempre, entonces ¿qué?
[4] “… porque hay que contar con la ignorancia de los oyentes (la ignorancia es precisamente esta incapacidad de inferir a través de numerosos eslabones y de seguir mucho tiempo un razonamiento); o más bien hay que explorar esta ignorancia dando al oyente la sensación que él la superó por sí mismo, por su propia fuerza mental: el entimema no es un silogismo truncado por carencia, degradación, sino porque hay que dejar al oyente el placer de completar él mismo un esquema dado (criptograma, juegos, palabras cruzadas).”
BARTHES, ROLAND; La antigua retórica; B.1.12: Placer del entimema.
[5] “La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento: los procedimientos del arte son el de la singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción”; SHKLOVSKI, VICTOR; El arte como artificio Pág. 60
[6] Poemas citados: “Con mis manos” (Pág 11); “Tocar lo invisible” (Pág. 27); “Metamorfosis” (Pág. 15); “La ceniza” (Pág. 26); “Me miro” (Pág. 18); “Furia” (Pág. 22)

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