Las noches suelen ser oscuras, salvo en los polos, ¿nocierto?
Son cosas que ocurren en los extremos. Las puntas de los dedos se enfrían mucho más rápido que otras partes del cuerpo.
Me siento a escribir, a veces, sin saber muy bien por qué, ni qué quiero decir.
Espero que la escritura me diga, mientras transcurre, algo. Que escribo porque tengo ganas de celebrar o de soltar una lágrima.
A veces las dos cosas.
Me ocurre que lloro porque los sentimientos me desbordan, y no porque esté angustiado o triste.
A veces lloro porque miro unos ojos que me miran.
Y siento que no puedo expresar del todo lo que siento.
Que no me alcanza con mirar y abrazar y tocar.
Por eso, a veces, algunas lágrimas.
Pero no es que esté triste, ni angustiado, ni a punto de tirarme.
Siento un discurrir de las emociones. Uh, mirá esa estrella allá arriba, tan fría desde acá, tan cálida allá. Acá nos permite vivir. Ahí nos calcinaría en micronésimas de segundo.
Hoy es lunes. Ya no sé cuánto después de las 11:00 pm. No estoy estoy triste ni nada.
Solamente no estoy.
FB
MAR, 2018
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