Capitulo 7
Los recuerdos pasaron a un momento de estancamiento.
Hay una sensación de ineficiencia recordante, y el instante parece un eterno
que llegó para quedarse. Que no va ni para atrás ni para adelante, o no sube ni
baja, o ni va ni viene. Está ahí, mirando, atento a vaya uno a saber qué cosa,
porque la verdad es que no se puede convencer a la mente de dejar de ir para
acá y para allá como si bailara una chacarera. El esfuerzo es la concentración,
es ponerse a hacer solamente una cosa, lograr el objetivo.
Pasa un instante, y el recuerdo ha dejado de acudir.
Lo que está es el momento, ahora, este instante. Violante, dormida y desnuda,
Remo despierto y desnudo la abraza y respira el aroma de su pelo, siente el
subir y bajar de las costillas al compás de la respiración; busca llevar el
ritmo de ella, poner su respiración en sintonía, sentir que sus pulmones se
hinchan cuando Violante inspira, y que se relajan cuando exhalan. Y en ese
dominar la respiración, siente Remo que domina el pensamiento, que se expande y
se contrae empáticamente con los pulmones, y que puede abstraerse de las pieles
tanto que no dará mayor trascendencia a su erección, a su pene que se expande y
se contrae apoyado en las nalgas de Violante, que también suben y bajan y que finalmente
llegan a una situación donde todo parece estar en una armónica ritualidad de las
relaciones míticas entre las pieles y los pensamientos que se llenan de aire y se
vacían de sustancias y entonces el que duerme es Remo y la que vigilia es Violante.