Capitulo 5
Violante era tan bella dormida como despierta, y
recién levantada podía ser un cíclope cuando la miraba muy muy de cerca, las
narices casi tocándose y la risa sostenida apenas con el roce de los pechos en
el pecho de Remo y el insulto veloz porque se hace tarde pero mirá cómo estás,
sí, me encanta, bueno bueno ay sí sí así.
Salieron, finalmente, a la calle hostil, llena de
ruidos de motores, de cubiertas azotando adoquines, de humos infernales
azotando los pulmones y un aire demasiado frío para ser verano y de mañana
cuando los cuerpos deben separarse pero los pensamientos se quedan en ese
cuerpo que se ve caminar despacito para un lado y el propio cuerpo tiene que
irse para el otro lado hasta que el cuerpo número uno se da vuelta y ve que el
cuerpo número dos sigue ahí mirando al cuerpo número uno, embobado, con la
babita cayendo un poco así por la comisura de los labios, y entonces no queda
más remedio que volver sobre los pasos y sorber esa babita con la punta de la
lengua como un colibrí libando una flor, haciendo así con las alas rapidito
para sostenerse en el aire.
Bueno, dale, andá. No, andá vos, me gusta mirarte
cuando vas de espaldas. No seas tonto. No soy. Pero parecés. Sí, por vos. Ay,
tonto. Bueno, me voy, nos vemos a la tarde, te quiero. Yo más. Chau. Chuik.
Sostener un día de trabajo en tales circunstancias
debería considerarse trabajo inhumano, situación heroica, horas extra o algo
por el estilo. Remo equivocó los nombres de los clientes, llamó a unos que no
tenía que llamar y olvidó llamar a los que necesitaban urgentemente sus
noticias. Puso mal los dedos en las teclas y en vez de escribir me despido
atentamente se despidió muy caliente, y así estuvo hasta el mediodía, cuando
por fin pudo hablar por teléfono con Violante, que es la única voz que quisiera
escuchar hoy, no puedo más estar en la oficina me sale todo mal como a la
farolera pero no me enamoraré de ningún coronel, no te preocupes, solamente
estoy enamorado de vos.
Ay, que tonto que sos, yo también estoy medio
boluda, pero por suerte tengo mi libretita y anoto los pedidos de los clientes
mientras dibujo caritas sonrientes al lado de cada cortado al medio, lágrima, capuccino
o café con leche con medialunas de grasa, ¿puede ser de manteca? Porque usted
no me va a creer pero el pedido de medialunas de grasa no llegó todavía, no sé
qué habrá pasado, y, a lo mejor el panadero estaba enamorado y se quedó colgado
de los labios de la novia y no hay caso, por más que trate y trate no puede
concentrarse en otra cosa. Y a mí me pasa un poco lo mismo, y usted dirá a mí
qué me importa, si lo único que quiero es que me traigas el dichoso café con
leche y las dichosas medialunas y si no hay de grasa porque se las olvidó el
panadero olvidadizo, bueno traéme las de manteca o las que tengas que estoy
apurado pero no quiero llegar al laburo sin desayunar porque hoy tengo un día
que te la debo y si no le aporto un poco de energía a este cuerpo no sé que va
a ser de mí, ay, cuándo será el día que no tengamos que trabajar.
Eso digo yo, observó el dueño desde la caja, a ver
si te ponés a trabajar nena que los clientes están esperando que te decidas.
Bueno, ya me tengo que volver a la oficina. Y yo al
bar. Te amo. Yo más. Chuik. Smack.
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