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viernes, 10 de agosto de 2018
viernes, 22 de junio de 2018
Ancho, ajeno y plano
Hace un tiempo encontré esta imagen en internet, y me resultó muy graciosa:
Y luego se me ocurrieron algunas reflexiones, que les comparto aquí.
Y luego se me ocurrieron algunas reflexiones, que les comparto aquí.
Hecho en seis días, al principio fue ancho y
ajeno. Ancho porque era plano, sostenido por cuatro elefantes o tortugas, según
quién contara la cosa; y ajeno porque, las más de las veces, millones quedamos de este lado de la
alambrada.
Con el tiempo engordó y se puso redondo.
Esférico, en rigor, y ahí estuvo, quieto y solitario mientras planetas,
estrellas y hasta constelaciones enteras bailaban a su alrededor.
Después, a riesgo de perder la vida en la
hoguera, descubrimos que todo eso era cierto aunque, sin embargo, se movía.
Ya nada fue igual desde ese entonces. Se ha
convertido en una porquería, en un despliegue de maldad insolente. Le hemos
dado vuelta en ochenta días, y hasta lo convertirnos en un juego mecánico de
ferias y parques de diversión. Cada hogar se le parece y cuando tira para abajo
es mejor no estar atado a nada (imaginemos a los dinosaurios en la cama)
Fernando
2018
martes, 29 de mayo de 2018
Señora Planta – la definición por los opuestos
La lectura de los
cuentos que integran Señora Planta
(Cecilia Ferreiroa, Blatt & Ríos; Buenos Aires; 2016) nos lleva a mirar más
de cerca el modo en que nos relacionamos con las personas: amigos, parejas,
familiares, conocidos y hasta con desconocidos.
Con sus matices,
estos cuentos nos llevan a interrogarnos acerca del modo en que nos definimos
como personas. ¿Nos identificamos con el otro? ¿O, mejor, nos definimos por
oposición? En una primera lectura, estamos tentados a pensar que los personajes
se definen más por oposición que por asimilación a las características de las/los
protagonistas del libro.
En cuanto a la
escritura, diremos que salvo tres de los diez cuentos que forman el volumen
(“Señora Planta”, “Las novias de Diego” y “El visitante”) todos los relatos
están contados en primera del singular, con una narradora femenina, que no se
identifica con un nombre. El fraseo es corto: predomina el uso del punto
seguido para separar las oraciones. Y la sintaxis es tradicional, no llama la
atención sobre sí. Es decir, entendemos que Ferreiroa nos plantea que las
preguntas están en otro lado en sus cuentos y no tanto en la escritura misma.
Que, de cualquier modo, cumple la función de facilitar la intriga del lector
para determinar qué es lo que está pasando en cada historia.
Por otra parte,
en los cuentos “La vuelta mala”, “Señora Planta” y “Lluvia” el agua es
determinante. Para bien o para mal, en esas historias los personajes se verán
inmersos en luchar contra la corriente, que en diversas formas los pondrán de
frente a sus temores, sus sueños, sus fracasos.
De regreso a lo que
decíamos al comienzo, la mayor parte de los cuentos se plantea desde el modo en
que sus protagonistas se ven en relación a los co protagonistas. En efecto, salvo
en los que no están contados en primera persona, en todos los otros el
contraste, la tensión entre las amigas, la oposición entre unas y otras va
perfilando las historias.
Valeria
y yo íbamos y veníamos por el parque. Nos lastimábamos todo el tiempo, nos
embarrábamos. Mirábamos el río correr y llevarse cosas. Observábamos bichos y
pájaros. Ella tenía un libro de pájaros que a mí me encantaba. Tenía las
imágenes y algunos rasgos de su comportamiento. Jugábamos a identificarlos y
competíamos a ver quién lo hacía primero. Muchas veces yo decía cualquier
nombre, con tal de decir algo. Valeria, en cambio, siempre decía el nombre
correcto. (“La vuelta
mala”, págs.. 15-16)
En este párrafo
podemos ver cómo se dan los temas mencionados: frases cortas, tensión entre las
amigas, comparación por los opuestos.
También es
posible ver este tema de los opuestos en el cuento “Talle 12”, donde la
narradora protagonista se cruza con una desconocida en un micro, que le va
contando la relación tensa con su hija adolescente:
Terminamos
cansándonos una de la otra. Lo espantoso era cómo me hacía verme a mi misma,
con todas mis imposibilidades, que eran también las de ella”. (“Talle 12”, pág. 31)
Esta tensión, en
este caso aportada por una desconocida, se va a mantener a lo largo de todo el
libro –con excepción del cuento que da nombre al volumen- y va a desembocar en
“El visitante”, único cuento con un protagonista masculino y que ronda el trhiller psicológico.
En síntesis, Señora Planta es un conjunto de cuentos
que explora cómo se definen los personajes: como hemos dicho, los cuentos
narrados en primera persona por mujeres que no tienen nombre, a diferencia de
los que están en tercera; de qué manera entienden –o intentan entender- las
relaciones que mantienen, cómo se comportan frente a las calamidades. Y casi
siempre nos queda la duda de cómo lo consiguen.
A nuestro juicio,
hay una apuesta a la madurez de las relaciones, como este posible diálogo entre
“El visitante” :
Ese
hombre en su baño ya no le resultaba ajeno ni amenazante, lo sentía cercano e
íntimo, como un hermano. (Pág. 150)
y “Las novias de
Diego”:
como
esas amistades hechas de grandes, que se asientan en intereses comunes, en
vidas comunes. (Pág. 135)
No por nada,
creemos, estos son los cuentos que cierran el libro.
Fernando Berton
Mayo, 2018-05-25
miércoles, 25 de abril de 2018
Literatura del yo, autoficción y otras nimiedades
El pasado 20 de abril de 2018, en el ciclo "Veladas Literarias", que ocurre en la librería Caburé Libros el tercer viernes de cada mes, y en el que se homenajean escritoras por escritoras; asistimos a una mesa fermada por Laura Ponce, Cecilia Malem y Mariana Enriquez en homenaje a Liliana Bodoc.
Aunque cualquiera pudiera pensar que esta entrada tratará sobre la homenajeada, haré una breve mención: hay que leer a Liliana Bodoc porque ha escrito cosas en la ciencia ficción y la épica-ficción (si se me permite la invención del género) que están más allá de lo infantil y juevinl (decir "infanto - juvenil" suena a Las Tumbas, la verdad)
Lo que en realidad se tratará en este artículo (detesto la expresión "entrada") es un comentario de Mariana Enriquez acerca de que algunas escritoras no pueden escribir "más allá de su experiencia personal". La idea era resaltar la falta de horizontes, el no poder mirar el mundo en su vastedad. No ver más allá de sus narices, como se decía allá tiempo y hace lejos.
Pensé que eso, tal vez, tenga que ver con la así llamada literatura del yo, la autoficción, el nano mundo de twitter o el mismísimo facebook que, como un microspio electrónico, hace que una ameba nos parezca un T-Rex.
Es que en este mundo del detalle, de la discusión permanente acerca de las tres nuevas funciones del nuevo teléfono de la manzanita (la verdad me quedo con el sello discográfico, si es que aún existe) o del galaxia no-sé-cuánto que ahora permite mirar un poco en diagonal sin perder el eje de la bisectriz del triangulo isóceles mientras Capricornio asciende sobre Sagitario.
Eso, sin mencionar a las serpientes de madera, como diría el gran Federico Pracino
Es decir, como para ir redondeando, que no es extraño que los y las escritoras de estos tiempos se dediquen a nimiedades, a nano historias que no pasen de ahí. De eso se trata este posmodernismo posrrealista posverdadero. De boludeces, por decirlo en castellano rioplatense.
Las grandes historias están, como bien decía Mariana, en la ciencia ficción, en Stephen King, en Liliana Bodoc.
Lean a Liliana Bodoc.
Buen provecho, y gracias por la comida!
Fernando Berton
Abril, MMXVIII
Aunque cualquiera pudiera pensar que esta entrada tratará sobre la homenajeada, haré una breve mención: hay que leer a Liliana Bodoc porque ha escrito cosas en la ciencia ficción y la épica-ficción (si se me permite la invención del género) que están más allá de lo infantil y juevinl (decir "infanto - juvenil" suena a Las Tumbas, la verdad)
Lo que en realidad se tratará en este artículo (detesto la expresión "entrada") es un comentario de Mariana Enriquez acerca de que algunas escritoras no pueden escribir "más allá de su experiencia personal". La idea era resaltar la falta de horizontes, el no poder mirar el mundo en su vastedad. No ver más allá de sus narices, como se decía allá tiempo y hace lejos.
Pensé que eso, tal vez, tenga que ver con la así llamada literatura del yo, la autoficción, el nano mundo de twitter o el mismísimo facebook que, como un microspio electrónico, hace que una ameba nos parezca un T-Rex.
Es que en este mundo del detalle, de la discusión permanente acerca de las tres nuevas funciones del nuevo teléfono de la manzanita (la verdad me quedo con el sello discográfico, si es que aún existe) o del galaxia no-sé-cuánto que ahora permite mirar un poco en diagonal sin perder el eje de la bisectriz del triangulo isóceles mientras Capricornio asciende sobre Sagitario.
Eso, sin mencionar a las serpientes de madera, como diría el gran Federico Pracino
Es decir, como para ir redondeando, que no es extraño que los y las escritoras de estos tiempos se dediquen a nimiedades, a nano historias que no pasen de ahí. De eso se trata este posmodernismo posrrealista posverdadero. De boludeces, por decirlo en castellano rioplatense.
Las grandes historias están, como bien decía Mariana, en la ciencia ficción, en Stephen King, en Liliana Bodoc.
Lean a Liliana Bodoc.
Buen provecho, y gracias por la comida!
Mariana Enriquez |
Fernando Berton
Abril, MMXVIII
martes, 17 de abril de 2018
¿Por dónde empezar?
El correo de yahoo, cuando querés mandar un nuevo mensaje, tiene un botón que dice "ESCRIBIR". Pero no es una escritura automática, después de apretarlo no salen opciones tipo "novela", "novela negra", "cuento". Apenas un formulario que uno tiene que completar. Está en blanco.
Es decir, el mismo tema de siempre, uno se las tiene que ingeniar como mejor pueda para saltar la parecita que hay entre la nada y la primera frase.Sin saber, muchas veces -por no decir nunca- qué hay del otro lado. O, sabiéndolo, si será posible regresar. Porque una vez que hemos escrito algo, ¿se puede dejar de ser escritor? ¿Escriben los escritores todo el tiempo? Suponemos que no. Que van al cine, que tienen dificultades cotidianas y esas cosas.que suelen ser materia de la escritura, aunque no siempre resultan interesantes para contar.
Se supone que tenemos que darle una vuelta de texto a la tuerca; encontrar el pasadizo entre la anécdota simplona y un punto de extrañación; bajar hasta el sótano o subir hasta el altillo para probarnos un pulóver viejo ahora que se avecina el invierno y hace veintiocho grados. Esas cosas suelen ser aplastadas horriblemente por la realidad de no tener uno la prestancia de ser lo suficientemente prudentes en ponernos el pulóver con la ventana cerrada.
Fernando
Abril, MMXVIII
domingo, 15 de abril de 2018
Viajar mejor
Cuando uno baja en la estación Constitución del tren Roca, lo que ve desde hace unos cuantos años (antes habìa un cartelito manual, que un empleado actualizaba haciendo girar un rodillo hasta hacer coincidir los números que indicarían la hora de partida) es un cartel luminoso que muestra la hora, el destino del siguiente tren y la hora de partida.(En la foto no se aprecia bien porque la saqué a las apuradas: estaba llegando tarde al trabajo).. Este cartel, además, puede verse cuando se accede al andén. Es decir, que puede verse de ambos lados. Es reversible.
En el artículo de este mismo blog llamado Disculpe las molestias se da cuenta de un mensaje grabado que se oye tanto en los trenes como en la estación y que anuncia las mejoras que se están realizando en la terminal Constitución para que los pasajeros viajemos mejor. La más visible es la limpieza y nuevas luces, y en los últimos días se inició un cambio en la señalética, y este formato de cartel luminoso está siendo reemplazado por otro. Cuando uno accede por la calle Hornos, se aprecia un totem con una serie de pantallas de tocar que nos permiten ver información sobre destinos, horarios y las distintas líneas. También se ha modificado el cartel central a este formato, que está algo mejor al anterior ya que brinda más información (seis trenes en lugar de cuatro).
También se están modificando los carteles en los andenes, entonces ahora, al bajar del tren, lo que vemos es lo siguiente:
Es decir, la parte de atrás de un televisor. Es decir, que si uno quisiera saber qué hora es, ya no puede. Digamos, de paso, que al acceder al andén desde el hall central, este televisor indica de forma clara el destino y la hora de salida, pero la hora actual está muy chiquita, cosa que para los que somos cortos de vista es una dificultad. Además, ¿quién no ha tenido un olvido momentáneo al ingresar al andén y preguntarse por la hora de salida? Con la versión anterior, esto se resolvía solamente con mirar el tablero. Ahora no, habría que preguntarle a alguien o bien caminar hasta la punta de la plataforma para recuperar el horario y/o el destino de la formación.
Tal vez uno peque de muy exigente, pero si resulta que estas modificaciones acontecen para viajar mejor, se me ocurre que los nuevos carteles no contribuyen a eso. (Para otras consideraciones, querido viajero desconocido, por favor remitirse al citado artículo)
Fernando
Abril, 2018
martes, 3 de abril de 2018
Lectora
Entra a preguntar si hay wifi. Hace tiempo con un ehhh alargado para encontrar las palabras. Cuando al fin logra dar con la frase correcta, la suelta rapidito, en tono interrogativo, con una risita nerviosa.
Busca un enchufe donde alimentar su compu. Recorre las mesas de libros. Visita algunos. Viaja por las páginas con la vista. Los acaricia antes de ponerlos de nuevo en su lugar. Siempre con una expresión neutra.
A veces pone los brazos en jarra. Mira las tapas. Repite los gestos con un nuevo libro. Se desplaza lenta, mira hacia la barra y sonríe: ya está su café.
Fernando
26/10/17
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