Entra a preguntar si hay wifi. Hace tiempo con un ehhh alargado para encontrar las palabras. Cuando al fin logra dar con la frase correcta, la suelta rapidito, en tono interrogativo, con una risita nerviosa.
Busca un enchufe donde alimentar su compu. Recorre las mesas de libros. Visita algunos. Viaja por las páginas con la vista. Los acaricia antes de ponerlos de nuevo en su lugar. Siempre con una expresión neutra.
A veces pone los brazos en jarra. Mira las tapas. Repite los gestos con un nuevo libro. Se desplaza lenta, mira hacia la barra y sonríe: ya está su café.
Fernando
26/10/17
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