Irse de vacaciones siempre es un placer. Y preparar el viaje con cierta
anticipación, un nerviosismo.
¿Será el viaje todo lo que uno espera? ¿Habrá tiempo para tomar suficiente aire? ¿Despejar la mente? ¿Cuántos libros llevar? ¿Estará bien el clima? ¿Estará bien que, al contrario del sujeto de la práctica artística tradicionalmente, que ha deseado permanecer oculto, invisible [1], yo esté exponiendo mi plan así sin más? ¿Estaré esperando la mirada maligna de los otros para, entonces, decir "no entienden nada"?
Puede ser que un poco de todo eso, y también la necesidad de aislarme un tiempo, generar cierta calma que en el día a día se va perdiendo; escaparle a la presión de rogar que el tren no se retrase, que no venga tan lleno, que la puerta quede más o menos cerca como para no viajar tan apretado, que si, de ser eso inevitable, se pueda por lo menos abrir el libro y lograr la distancia suficiente como para hacer foco y no distraerse en la mirada color miel que llega desde unos ojos reflejados en el vidrio de la puerta y que están como esperando que caiga la guillotina o se dispare un mecanismo que la transporte a otros mundos.
Mientras tanto, los días transcurren y se escapan de entre los dedos. La idea de las vacaciones (conquista de las clases asalariadas bien entrado el siglo XX) hace que se pueda soportar el resto del año. Así que para estas vacaciones vengo preparando un viaje que tendrá como objetivo hacer lo que mayormente no hago, que es estar de aquí para allá sin rumbo aparente, y vivir tranquilamente mi vida off-line.
Pero claro, al regreso, espero poder “irrumpir” nuevamente en el mundo en línea, salir del ostracismo al que voluntariamente me someteré para escribir cosas, tomar fotografías, parar a la vera de un camino si hace falta, escribir una hoja de ruta para luego, si corresponde, no cumplirla, y cosas por el estilo.
No se asuste el lector desprevenido, no se notará la ausencia, dado que este blog tiene la particularidad de no mantener una periodicidad; se nota enseguida que es una publicación espasmódica, sin orden y sin progreso. Pero con cierta gracia, en ese discurrir por temas diversos mayormente rodeados en la literatura.
Al menos, es lo que a mí me parece.
¡Salud!
Yo, mí, mío
Febrero, mmxvii
¿Será el viaje todo lo que uno espera? ¿Habrá tiempo para tomar suficiente aire? ¿Despejar la mente? ¿Cuántos libros llevar? ¿Estará bien el clima? ¿Estará bien que, al contrario del sujeto de la práctica artística tradicionalmente, que ha deseado permanecer oculto, invisible [1], yo esté exponiendo mi plan así sin más? ¿Estaré esperando la mirada maligna de los otros para, entonces, decir "no entienden nada"?
Puede ser que un poco de todo eso, y también la necesidad de aislarme un tiempo, generar cierta calma que en el día a día se va perdiendo; escaparle a la presión de rogar que el tren no se retrase, que no venga tan lleno, que la puerta quede más o menos cerca como para no viajar tan apretado, que si, de ser eso inevitable, se pueda por lo menos abrir el libro y lograr la distancia suficiente como para hacer foco y no distraerse en la mirada color miel que llega desde unos ojos reflejados en el vidrio de la puerta y que están como esperando que caiga la guillotina o se dispare un mecanismo que la transporte a otros mundos.
Mientras tanto, los días transcurren y se escapan de entre los dedos. La idea de las vacaciones (conquista de las clases asalariadas bien entrado el siglo XX) hace que se pueda soportar el resto del año. Así que para estas vacaciones vengo preparando un viaje que tendrá como objetivo hacer lo que mayormente no hago, que es estar de aquí para allá sin rumbo aparente, y vivir tranquilamente mi vida off-line.
Pero claro, al regreso, espero poder “irrumpir” nuevamente en el mundo en línea, salir del ostracismo al que voluntariamente me someteré para escribir cosas, tomar fotografías, parar a la vera de un camino si hace falta, escribir una hoja de ruta para luego, si corresponde, no cumplirla, y cosas por el estilo.
No se asuste el lector desprevenido, no se notará la ausencia, dado que este blog tiene la particularidad de no mantener una periodicidad; se nota enseguida que es una publicación espasmódica, sin orden y sin progreso. Pero con cierta gracia, en ese discurrir por temas diversos mayormente rodeados en la literatura.
Al menos, es lo que a mí me parece.
¡Salud!
Yo, mí, mío
Febrero, mmxvii
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