Cuando la realidad se
vuelve sueño
El carruaje se movía a gran velocidad, a pesar
del camino, que estaba bastante roto, y en un barquinazo, dio la cabeza contra
la ventanilla. No estaba muy seguro de haber despertado del todo, no estaba muy
seguro de cómo había llegado hasta ahí, no estaba muy seguro de lo que había
alrededor. Por lo poco que podía ver sacando la cabeza por la ventanilla, le
parecía la entrada a un bosque, que de pronto tenía cierta luminosidad gracias
a la luna llena y a que la niebla había aflojado un poco. Solamente un poco. Al
rato, otra vez tenía que hacer milagros para ver la punta de los dedos. Y otra
vez el temblor al tocar la cara tibia, la humedad de una boca, la delgadez de
la nariz, unas cejas imperceptibles.
-
¿Quién
sos?
Pero no hubo respuesta.