Comprar RELACIONES

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sábado, 15 de octubre de 2016

Osvaldo Baigorria en Caburé - My g-g-g-generation


Jueves, 13 de octubre de 2016

Entrevista coordinada por Oliverio Coelho
Osvaldo Baigorria

Y guiada por Ignacio Gago, Leandro Barttolotta y Nicolás Garibaldi.

Las presentaciones de rigor se pueden buscar en interné con mayor precisión. Diremos, eso sí, que Osvaldo Baigorria es escritor, periodista, nómade, cronista, todo eso junto.
La cita es en la librería Caburé, de México 620, Capital Federal. (Ahora se dice CABA, pero preferimos el arcaísmo) a las 19:00, y a lo largo de dos horas se fueron desgranando diversos temas relacionados con la escritura y la vida; la relación con los géneros -en principio los literarios- y con los viajes.
Y ya que se mencionan los viajes, incluyamos los viajes en el tiempo: Baigorria viene desde los últimos '40, mientras que los entrevistadores  han nacido en los '80. Todos ellos crecieron y se formaron en democracia. Comparten la estética de la Escolástica Peronista Ilustrada, de Carlos Godoy, también del '83. Cabe destacar esto para no creer que los tiempos son irrelevantes. La experiencia de vida no debe ser un instrumento de análisis de la literatura. Pero sí es importante contextualizar a los reporteros y al entrevistado, ya que median unos 35 años entre los que se prestan a esta charla.
Las nuevas generaciones en la entrevista a Baigorria

Escritura y vida


El periodismo no es, necesariamente, un escudo. Aunque sirve para ganarse la vida.
Las cosas se complican, porque se mezcla escritura, profesión y vida. Ya veremos en breve algo acerca del escritor profesional.
Yo puedo decir que soy “escritor” para completar mi C.V., pero tuve épocas en las que no escribí nada, o algunas cosas que después fueron a parar al tacho de basura.
La pregunta que surge es doble: por un lado, la experiencia parece no existir si no se la publica, básicamente en las redes sociales; y por otro si se escribe para que lo sucedido sea más intenso.
A lo que Baigoirria nos dirá, primero, que este es un tiempo donde ciertamente se busca la publicación constante de los hechos, y que ya nadie busca la experiencia pre moderna, como la chamánica, esa experiencia muda, esa que no tiene palabras, la que queda en el fuero más íntimo.
Y por otro lado, que sí puede darse que la escritura acentúe el efecto de los acontecimientos, que se resalte la intensidad de los hechos aunque no sea ese el objetivo en el momento de empezar a escribir.

Escritura y tecnología


Acaso uno de los tramos más intensos de la entrevista ocurre cuando se le pregunta a Baigorria si Cerdos y Peces sería posible en estos tiempos. A lo que dirá que en nuestros días se viven momentos complejos, de aparente libertad pero de enorme control, donde hay una sensación de que todo puede decirse pero que son necesarias muchas aclaraciones obvias previamente.
Y ejemplifica con temas polémicos: tenemos matrimonio igualitario, por caso, pero no tenemos aborto legal. Hay una sociedad que pone mayores controles a la violencia, pero cada vez hay más feminicidios (o no disminuyen en la medida de lo esperable)
Cerdos y Peces no necesitaba escribir “estamos en contra de la prostitución infantil” para publicar una nota acerca del amor consentido entre un adulto y un menor. Hoy existe una necesidad de aclarar todo el tiempo lo que es políticamente correcto al hacer una publicación semejante. Acaso esto era así porque en los ’80 se vivía un clima de libertad después de los años de la dictadura.
Pero hoy, con todos los medios que existen (internet, blogs, redes sociales) parece haber un retroceso, un control permanente de los contenidos y de las ideas. Acaso, como decía Borges acerca de la imprenta, esta nueva tecnología resultó perjudicial para la lectura porque se hizo fácil. Antes de eso, los manuscritos eran escasos, la letra no era siempre la misma, no todos sabían leer y, por lo tanto, la lectura se hacía más a conciencia.

Escritura y viaje

 
Oliverio Coelho
La charla (que en esto devino la entrevista) nos lleva a pensar en la experiencia del viaje: en los ’60, viajar tenía un sentido más íntimo, y podía considerarse un punto de fuga, un lugar por el cual salir de todas las presiones. Pero en estos tiempos donde existe el “turismo de masas”, nada queda de la fuga, se pertenece al sistema. Por eso la decepción con Kerouac, que siempre pregonó no quedarse en el mismo lugar, para luego convertirse en “escritor profesional”. Esto dicho como símbolo de la devastación capitalista: el bueno de Kerouac llegó a cobrar dos mil dólares por una nota en Playboy, que en los ’60 era muchísimo dinero.




miércoles, 12 de octubre de 2016

Al que madruga

las ventajas de levantarse temprano son innumerables / entre otras cosas podemos citar: / respirar más oxígeno y menos dióxido de carbono / dedicarle más tiempo al desayuno / disfrutar del canto de zorzales / benteveos / horneros / teros y otras especies desconocidas por el oído de quien oye //

otra cuestión importante de levantarse temprano tiene que ver con el oído puesto en la tecnología y no tanto en la naturaleza / en efecto / si un oído atento logra registrar una cierta regularidad en el paso del tren por la parte trasera de su vivienda / sabe / casi con certeza absoluta / que / salvo calamidad / al llegar a la estación del mencionado medio público de transporte no habrá de esperar una eternidad para que arribe la siguiente formación y / por consiguiente / no subirá como pueda / si es que puede / para viajar en condiciones de apretujamiento tales en las que / Dios no lo permita / no pueda rascarse / insistimos con el deseo  de  que la mayor divinidad se abstenga de provocarle al pobre viajero una comezón / la nariz / ni que hablar la espalda / en medio de tanta multitud amuchada de manera casi indecorosa en un espacio que / a todas luces o acaso sombras / está superado muy mucho por no decir de toda totalidad //

suponiendo que / habiendo sido agraciado por  tales condiciones / logre el acceso al vagón el viajero madrugador / podrá disfrutar de un cierto confort al no estar apretujado como se ha descrito ut supra / y en consecuencia podrá / si es que lo desea / porque no es obligatorio que esto sea así / desplegar / sin causar al prójimo molestia ninguna
/ y esto dicho con la idea de imitar al portugués que diría sentido nenhum / por poner un ejemplo / al abrir por la página 147 el libro que lleva en su mochila para la lectura matinal / porque se ha de aclarar que el madrugador de marras lleva siempre / o con mucha frecuencia / una lectura para la mañana y otra para la tarde / y que en general la de la mañana es bastante pasatista dado que debe lidiar con condiciones de estrechez espacial que por pura casualidad y registro del oído han sido omitidas en el día en cuestión / y que la de la tarde puede ser algo más profunda dado que tiene mejor perspectiva para subir a una formación u otra / de un ramal u otro / según tenga más ganas de regresar o de permanecer sumido en la lectura //

decíamos que / habiendo supuesto todo esto / el viajero madrugador tendrá entonces un viaje más o menos cómodo / ¿no? / y se preguntará / casi con suspicacia mayéutica / por qué razón no ocurrirá esto a diario / ¿no? / es decir / que los diez o quince primeros minutos de su jornada laboral se vean dedicados a comentar que en el día de marras / valga la reiteración que podríamos considerar anafórica para no pecar de puros repetitivos o repitentes / que ha viajado de manera cómoda / o más bien / de manera adecuada / que no ya cómoda / que sería mucho decir o desear por más que esté del soberano darle una mano al pobre madrugador //

que en un paréntesis final cabe aclarar que de madrugador no tiene nada sino que se ha despertado aterrado de una tremenda pesadilla y no ha logrado conciliar de nuevo el sueño y que / once in the lifetime / la real realidad no ha sido peor que sus peores sueños.




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viernes, 7 de octubre de 2016

Rainy days and Mondays

Hoy compré el libro Esperanza sin optimismo, de Terry Eagleton.
Y en el prólogo, dice así:


Alguien como yo, para quien la proverbial botella no sólo está medio vacía sino que casi con seguridad contiene un líquido potencialmente letal y de sabor repugnante, quizá no sea el autor más apropiado para escribir sobre la esperanza.

Traducido: llego a la estación del tren y me encuentro con 386272 personas. (Mientras llueve copiosamente)
Imposible acceder al andén. Veo un colectivo que pasa medianamente vacío, y decido ir en colectivo. After all, voy a tardar un poco más.
Lo que no ví fue la cola. Conclusión, no pude tomar el colectivo.
Fui a tomar otro, y logré subir. Y hasta sentarme. Eso sí, llovía copiosamente. Puente Alsina medio cortado, y otras lindezas.
Bajo, finalmente, en Av. La Plata y San Juan, a tomar el subte E.
Llego al andén y encuentro 223987 personas. Y un mensaje de audio que dice que el subte E funciona con demora.
Ergo: un poco de lluvia descajeta todo el sistema de transporte público. Los días lluviosos y los lunes siempre me deprimen, dice una canción (Rainy days and Mondays, por su título en inglés)
Tal vez la mitad llena del vaso contenga cicuta, y ya sea hora de dejar esto para las nuevas generaciones, que van camino a la realidad virtual sin que el flagrante oxímoron parezca importarles demasiado 


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jueves, 29 de septiembre de 2016

Incapacidades

Un cuerpo opaco es aquél que no permite el paso de la luz.  Por más que lo intenten, los rayos lumínicos, o los fotones, no logran atravesarlos. Y eso hace que los veamos, precisamente.
Vemos las distintas distancias de las ondas reflejarse en esos cuerpos, y entonces percibimos las distancias, las profundidades, las dimensiones, en una palabra.
Un cuerpo opaco tiene corporeidad. Es corpóreo. Es palpable. Podemos tocarlo porque lo vemos. Está ahí, frente a nuestros ojos, y entonces el tacto corrobora lo que ve. Es suave, rugoso, lustroso, frío, calmo.
Si cerramos los ojos al tocar, tocamos lo que acabamos de ver.
Si nunca vimos, pero tocamos, ¿qué estamos tocando?


sábado, 17 de septiembre de 2016

Las Magas

"Yica era una gran contadora de las historias familiares, año a año iba perfeccionando la técnica y mejorando los relatos que todo el mundo volvía a escuchar apreciando, en silencio, los pequeños cambios que siempre se inclinaban a hacer aparecer el lado más siniestro de la abuela."  (Luciana de Mello - Mandinga de amor - Seix Barral - Pag. 243) 
y de pronto se llega a una librería, cerca de las 20:30, con la puerta abierta y se entra a curiosear los estantes, pero se encuentra con tres escritoras que hablan sobre sus respectivos libros. "La memoria es una invención" dice Cynthia Edul (La sucesión - novela - Conejos - 2012) de pronto cuando Alejandra Zina (Hay gente que no sabe lo que hace - cuentos - Paisanita Editora - 2016) comenta que "La tía Lili" es un recuerdo inventado a lo que Bibiana Ricciardi (Una mujer corrre + Algunas cosas que estuvieron pasando desde que te fuiste - novelas - Alto Pogo - 2016) dice que le ocurre haber escrito cosas que van a pasar.

esta discusión venía de la pregunta de Cynthia "¿cómo se hace un cuento?", que Alejandra y Bibiana habían comentado que tenían condimentos autobiográficos (la tía loca de Alejandra, la enfermedad de la amiga de Bibiana) y que eran luego filtrados por la literatura. O que la literatura está filtrada por la realidad, decía previamente Cynthia, ya que a veces los críticos desmerecen a las "ficciones" que no son "puras invenciones" como las de Borges. "Y los malos lectores de Borges no saben que hablaba todo el tiempo de él", sentencia Edul.

Sabía muy bien cómo se narra una historia, se toma un hecho o una imagen, por ejemplo una hermosa mujer que fuma y bebe en su casa y escucha la radio, se contaba ese hecho y se lo pulía como a esas piedras a las que el agua convierte en joyas herméticas, pero nunca se explica el motivo de los hechos. (Ricardo Piglia - Los diarios de Emilio Renzi, años de formación-- Pág. 341)

porque en realidad habían comenzado comentando sus propios libros, desde lo formal que en el caso de Bibiana son dos partes (derecho/izquierdo - conciencia/realidad) en Una mujer corre; o mensajes de audio en uasap en Algunas cosas que estuvieron pasando desde que te fuiste. 

que venía a cuento de que Alejandra comentó que sus cuentos son de la era "pre celular". "El último reflejo de la tarde", comenta, no podría ser si hubiera celulares.

esto porque la novela de Cynthia ocurre en los noventa/últimos ochenta.

¿qué importancia puede tener la tecnología en la literatura? se había comentado poco antes.

que Paula Brecciaroli (co-editora de Conejos) había introducido poco antes de las 20:00, para presentar "Lecturas Cruzadas", en la librería Caburé, de Mëxico al 600, Buenos Aires, el 16 de setiembre de 2016.

que dió la palabra a tres Escritoras Argentinas Contemporáneas.


NOTA: ¿Es la presentación de un libro un elemento paratextual?


sábado, 10 de septiembre de 2016

Forget-me-not

Una vieja leyenda germánica dice que Dios, al terminar de nombrar todas las plantas y flores, se sienta a disfrutar de su creación, a mirar todas y cada una de sus criaturas vegetales y a recordar sus respectivos nombres. Y siente Dios que eso es bueno. Entonces, no conforme con recordarlas, se levanta y comienza a recorrer el jardín del Edén, para mirar cada tallo, cada nervadura, cada copa que crece hacia la luz que le da energía para la vida.  Se detiene especialmente en los azahares, y se hincha con su perfume dulce y suave que invita a la calma, a la sonrisa, al disfrute del perfume que anuncia la próxima aparición de frutos, que madurarán y echarán su simiente a la tierra para que resurja el ciclo de la vida. Y al ver Dios que eso era bueno, pensó que ya era hora de nombrar a los animales. Estaba en camino a buscarlos, cuando se topó con una pequeña flor azul, o rosada, o blanca,  de cinco pétalos, de centro amarillo, de no más de un centímetro de diámetro, que le decía, ¡Dios, por favor no me olvides! Y al ver Dios a estas florecillas tan simpáticas, les dijo “Ese será su nombre”, y las florcitas quedaron encantas con su nombre: no-me-olvides. Es por eso que si alguien acerca una pequeña rama a las ropas, procurarán quedarse allí prendidas para siempre, para que no las olviden.


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domingo, 4 de septiembre de 2016

Ataque sorpresa

Cuatro mil lanzas despuntan el desierto en medio del griterío y el polvo de los cascos. La mujer está parada en la puerta, se retuerce las manos en el delantal, y mira a la distancia, sin entender. El marido ha ido a buscar su carabina, con la hueca ilusión de repeler al malón.  El sol descorre una nube y da en los ojos de la mujer, parada en el vano de la puerta, encandilada, sin entender.
Ya ha sufrido un malón antes. ¿Quince, veinte años atrás? No lo recuerda. Solamente siente el mismo pinchazo en el corazón que cuando el hereje le arrebató a su único hijo. Y grita como gritó entonces. Como cuando el niño salió de sus entrañas.
Bastan unos minutos para que todo sea desorden, chillidos, resoplar de caballos, cuerpos atravesados por las lanzas. La carabina levantada por un salvaje no ha disparado un tiro, siquiera.
La mujer no se ha movido. Llora en silencio. Las lágrimas surcan el polvo de las mejillas como la lluvia el suelo rajado por el sol y la sequía. El sol no le permite ver la figura del indio que la mira desde su flete. Ella le pide que la lleve con su chiquito. No sabe si él puede entender las palabras que ella dice con voz suave, como si le hablara a su pequeño hijo, el que se llevó el malón. A su hijo recuperado por un instante hacía unos años y que luego escapó de nuevo al desierto. Ella no sabe si él puede oírla, y ella no puede verlo, obnubilada por el sol y el llanto.
Le pide al indio que la lleve.

Solo escucha un grito que sale de lo profundo del invasor cuando cae sobre ella, y un pinchazo en el corazón hecho con un cuchillito de mango de asta.

(Basado en el cuento "El Cautivo", de Jorge Luis Borges)


Fernando Berton
Setiembre 2016

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