Comprar RELACIONES

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miércoles, 20 de enero de 2016

Una elipsis ya pronto serás

Pájaros en la boca
de SAMANTA SCHWEBLIN


Schweblin, Samanta; Pájaros en la boca
Literatura Random House; Buenos Aires; 2015






En esta oportunidad analizaremos el cuento "Pájaros en la boca", del libro homónimo de Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978); a la luz de dos ejes principales:
1. El principio de construcción
2. Interpretación de lo no dicho.







1. Una elipsis ya pronto serás

Una de las características principales de la literatura de Samanta Schweblin es la elipsis, en tanto que la narración se desarrolla con fluidez haciendo hincapié en los personajes más que en los hechos y sus causas. Los porqués están estratégicamente omitidos. Así comienza el cuento:
Apagué el televisor y miré por la ventana. El auto de Silvia estaba estacionado frente a la casa, con las balizas puestas. Pensé si había alguna posibilidad real de no atender, pero el timbre volvió a sonar: ella sabía que yo estaba en casa. Fui hasta la puerta y abrí.
El narrador, aquí, nos sitúa en un escenario tenso: Silvia lleva las de ganar, y el personaje que cuenta se siente acorralado (piensa en no abrir). Sin embargo, a medida que avanza la narración, nada se nos dice acerca de las causas de esta necesidad de huir. Poco después sabremos que tienen una hija en común, Sara, con algunos problemas de alimentación; pero no hay más información sobre estos padres: ¿estuvieron casados y se divorciaron? ¿tienen esta hija pero nunca vivieron juntos? ¿Sara es la hija de uno de ellos solamente?

Todas cuestiones que quedan ahí flotando y que nos mantienen en vilo a lo largo de todo el cuento.


2. ¿Lo digo o no lo digo?

Esta estrategia narrativa se ve reforzada por la presentación de los personajes en determinadas circunstancias, pero que no están explicadas allí en el cuento, sino que quedan libradas a la interpretación del lector. ¿Por qué, entonces, escribir de esta manera? ¿Cuál es la intención de narrar sin contar?

Hemos dicho otras veces en este blog que la tarea del artista es prolongar la experiencia de la percepción mediante el oscurecimiento de las formas. Esto puede verse también en la pintura o la fotografía, cuando el artista privilegia la entrada de la luz para resaltar algunos aspectos y ocultar otros. Veamos algunos ejemplos:

- Comés pájaros, Sara -dije.
- Sí, papá.
Se mordió los labios, avergonzada, y dijo:
- Vos también.
- Comés pájaros vivos, Sara.
- Sí, papá.
Y esto será todo lo que se diga sobre el problema de Sara, a excepción de algunas disquisiciones que hace el padre acerca de si esto es mejor o peor que drograrse o robar.

¿Cuál es, entonces, el objeto de no decir nada más sobre algo tan fuerte? ¿Es un puro ejercicio narrativo sobre el fantástico?

Es posible, aunque no tenemos esa certeza. Samanta es, sin duda alguna, una gran heredera del mejor Cortázar, y cultiva el genéro fantástico con maestría. Pero en este caso, entendemos que lo que se busca es prestigiar las dificultades que tienen los padres para acercarse a sus hijos adolescentes. Aquí Sara come pájaros vivos. Por allí hay chicas que dejan de comer, o comen en exceso, o tienen enormes dificultades con la alimentación por las razones que sean, y en general se las ve como "chicas problema". 

Entonces, en este cuento, Schweblin nos pone con gran soltura frente a un tema que muchas veces no se sabe cómo afrontar: el padre de Sara, por ejemplo, busca soluciones en el afuera (envases, folletos, internet) pero no se ve que intente hablar con la hija, entender mínimamente lo que le está pasando.

Pero, en su favor, hay que decir que logra hacerse cargo completamente de su cuidado.


Conclusión

Samanta Schweblin tiene como principio de construcción de sus narraciones la elipsis y lo fantástico. Se centra más en la descripción de situaciones que a primera vista son incomprensibles, limítrofes del absurdo y hasta de lo ridículo, podría decirse.
Sin embargo, a poco de volver sobre lo andado, encontramos que lo no dicho dice mucho más de lo que parece.


FERNANDO BERTON
ENERO, 2016


viernes, 15 de enero de 2016

recuerdos olvidados


me propuse olvidar. y olvidé
tanto que ya no recuerdo nada
ni bueno
ni malo
mi tábula
solo es rasa

hasta que escucho que alguien dice
la palabra recuerdo
y entonces te mando
todas mis palabras beso



Fernando Berton
Enero, 2016

miércoles, 6 de enero de 2016

La fría estadística

José Viñals; Miel de Avispa; Editorial de Belgrano; Buenos Aires; 1982
La fotografía que ilustra este artículo es de un libro que tengo como de cabecera, de un autor poco conocido, y acaso algo profético: este libro, de 1982, nada menos, cuenta las historias de un pueblo en la provincia de Córdoba que se llama "Corralito"...

Pero en realidad, este pequeño preámbulo es para presentar el tema de hoy: las estadísticas.
Debo el título de la nota al cuento homónimo del libro de marras, y cito un pedacito del comienzo:

VEA, EL 80% DEL PUEBLO somos gringos, el 60% gallegos y el 20% criollos, argentinos puros quiero decir. De otras extranjerías más seleccionadas andamos pobres, pero algo tenemos. Tenemos 5 familias turcas, 4 que viven de este lado de las vías y 1 que no es una familia porque es 1 turco que vive solo del otro lado de la estación, o sea un 5% justo de árabes, digamos, porque decirles turcos ofende.

Y así continúa.

Sin embargo, más allá de la forma muy interesante que el narrador presenta las estadísticas poblacionales de "Corralito", llama la atención que puedan interpretarse con tanta facilidad lo que comúnmente se conoce como "los fríos números". ¿Para quién son fríos los números?

Y entonces así vamos llegando al tema que nos convoca: la normalidad. Vemos que a la vuelta de cada página del diario -no se equivoca el lector asiduo de este blog si cree ya haber leído esto por aquí- aparecen un sinnúmero de atrocidades cometidas por no menos atroces seres. Podría hacer un esfuerzo creativo a la manera de Viñals, pero me limitaré a la anodina y ascética enumeración (no taxativa, por cierto). Tenemos, entonces, seres como:

  1. ladrones
  2. rateros
  3. motochorros
  4. pungas
  5. bolsiqueadores
  6. estafadores
  7. vendedores de humo
  8. asesinos
  9. asesinos seriales
  10. femicidas
  11. maltratadores
  12. acosadores morales
  13. pedófilos
  14. secuestradores
  15. reducidores de autos
  16. piratas del asfalto
  17. reducidores de cabezas
  18. delincuentes no contenidos en esta lista
  19. racistas
  20. homofóbicos
  21. xenófobos
Esta es, como decía, una lista no taxativa, y que no pretende ser, de ninguna manera, graciosa. Es poner el acento en la cantidad abultada de posibles formas de la anormalidad, versus una sola forma de normalidad.

Dicen por ahí que no han crecido los crímenes, sino que hay mejores estadísticas. Esto quiere decir, según veo, que son temas que vienen desde bastante lejos. Pensaba en las tragedias de la Grecia clásica (sg V a.c.); que tienen unos 2500 años y una gran vigencia. Pensaba en el secuestro de las sabinas por los fundadores de Roma, que se quedaron sin mujeres, e inventaron un ardid para birlarles las suyas a un pueblo vecino. Pensaba en los cristianos, que pasaron de ser alimento de los leones en el Coliseo Romano al mayor grupo genocida organizado de la historia antigua y medieval. Pensaba en las más de 1800 mujeres asesinadas en los últimos 7 años (2008 a 2014, no encontré datos de 2015. En http://www.lacasadelencuentro.org/portada.html). De todos esos casos, 9 de cada 10 fueron cometidos por las parejas o ex parejas de las mujeres asesinadas.

Esto muestra, mínimamente, por cierto, un panorama bastante restringido en casos pero amplio en el tiempo para que debamos replantearnos el término "normal". ¿Podríamos hacer un listado de cantidad de personas "normales" para comparar con el listado de personas "anormales"? 

Todo el tiempo tenemos que luchar contra nuestros instintos más bajos, esos que están ahí desde siempre, que a veces ni nos damos cuenta de que los tenemos. ¿O acaso es normal que cincuenta mil personas insulten a otra porque cobró penal, y lo amenacen con que no va a salir de la cancha?

En fin, a esta nota le falta remate, pero a esta altura, es lo que menos se necesita.

domingo, 3 de enero de 2016

Cuchá

Cerati y Spinetta en vivo

Hay en este blog una serie de notas que se llaman "dejar de fumar", que después cambiaron a "respirar", una vez cumplido el objetivo.
Y al mismo tiempo surge una otra serie que se llama "sonreír", por esas cosas que te hacen bien (cada uno decide cuales)

"Cuchá" -repetido varias veces- es lo que le decimos a alguien cuando un tema nos gusta mucho, por las razones que sean.

#Bajan es una canción bellísima de Spinetta. Dice, por ejemplo:


Viejo roble del camino
tus hojas siempre se agitan algo

Hoy quiero traer este tema a colaboración porque es una forma de hacer belleza de lo feo, de hacer algo feliz de lo triste. Son esos tonos menores que nos invitan a reflexionar, a pensar qué hicimos mal, y qué hicimos bien.

Y a disfrutar de un breve solo de guitarra al finalizar la canción.

La versión que propongo es de un recital maravilloso: Spinetta y las bandas eternas,  de 2010. En este caso junto a Gustavo Ceratti. Vemos al flaco, en su dificultad de respirar, cómo se las ingenia para llegar a los tonos. Y sin embargo, aunque estaba ya en maniobras de aterrizaje, nos regaló a todos este concierto.

Pero puede el lector buscar la versión original del disco Artaud, o la del propio Ceratti en Amor Amarillo, o hacer sus propias búsquedas, o ignorarla redondamente.

Simplemente es un homenaje y una invitación a pensar en qué cosas hicimos mal para no poder cantar, o caminar muy rápido, o no poder vivir sin tomar algún medicamento.

¡Salud!

lunes, 7 de diciembre de 2015

Lectura de un poema: El juego en que andamos




















Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos, 
esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría 
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría 
este amor con que odio, 
esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores, 
que me juego la muerte. 


(De El juego en que andamos, 1961)


“EL JUEGO EN QUE ANDAMOS” es un poema que tiene como principio de construcción la repetición, y esto puede verse en cuatro elementos principales:

1.      Reiteración del primer verso en las primeras tres estrofas (epítome)
2.      El uso reiterado de otra figura retórica: el oxímoron.
3.      Tiempo verbal: el uso reiterado del potencial
4.      Gramatical: el uso reiterado de pronombres demostrativos

Veremos seguidamente cada una de ellas.
En esta primera lectura  vemos que hay un yo a quien le han quitado la posibilidad de elegir, y que pide insistentemente tener la posibilidad de hacerlo. Esta insistencia hace que el lector se pregunte, todo el tiempo, por qué. La forma influye en la lectura, ya que provoca una repetición.[1]
A continuación del verso inicial (reiterado) de cada estrofa, encontramos los deseos del yo planteados de forma contradictoria: la salud de la enfermedad, la dicha de la infelicidad llevan nuevamente a la sorpresa, y otra vez a preguntarse cómo puede la dicha ser infeliz, cómo se puede amar con odio.
Luego, el uso del potencial al inicio de cada verso es lo que da la idea de imposibilidad a los pedidos del yo: “si me dieran a elegir, yo elegiría”, lo que nos pone frente a una situación de oscurecimiento de la forma: ¿qué pasa que no puede elegir? ¿Quiénes son los que tienen la capacidad de permitir la elección –“si me dieran a elegir” –? ¿Por qué las elecciones posibles son todas contradictorias: salud / enfermedad, dicha / infelicidad, inocencia / no inocencia, pureza/impureza, amor/odio, esperanza/desesperanza?
Por último, todas estas contradicciones son muy cercanas al yo, ya que las menciona con el pronombre demostrativo este / esta, que indican proximidad del objeto con el hablante; y que aquí podemos entender como situaciones que están en el ámbito de lo personal del yo poético, de cosas que anhela y que quiere con ansia.
Y esto se ve reforzado en la última estrofa, donde, vehemente, el yo les dice a estos que no lo dejan elegir que se jugará la muerte por lograrlo.
Porque, ¿cuál es, si no, el juego en que andamos? Es un juego de palabras, un juego de contradicciones, un juego de jugarse por la libertad, por la vida, por el amor. De jugarse la vida por eso, en definitiva, los grandes temas que ocupan a las personas desde siempre. Vivir de la mejor manera posible entre tanta imposibilidad, es, a nuestro entender, “el juego en que andamos”.



[1] “La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento: los procedimientos del arte son el de la singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción”, SHKLOVSKI, VICTOR; El arte como artificio Pág. 60

domingo, 22 de noviembre de 2015

Borges, así en el cuento como en el ensayo



Esta inminencia de una revelación, que no se produce es, quizá, el hecho estético
JORGE LUIS BORGES

Seguramente, el relato enmarcado[1] fue una invención de aquellos escritores que, no sintiéndose del todo seguros de su obra, optaron por decir que lo que irían a contar les había sido referido por alguien más, o que había caído en sus manos el texto –anónimo en la totalidad de los casos– que contarían a continuación.
Este caso es, tal vez, un poco más infame: me entretenía en demorar la finalización de un cortado en jarrito, días pasados, en el Café La Poesía [2], cuando llegó a mí el eco de una conversación. Adivina bien el lector al suponer que ahora leerá “esto es lo que se dijo”:
-          ¿Pero, a vos te parece?
-          ¡Claramente!
-          ¿Y cómo lo demostrarías?
-          ¿Leíste “La forma de la espada”?[3]
-          Sí.
-          ¿Y “Dos libros”?[4]
-          También.
-          ¡Bien! Entonces, coincidirás conmigo en que la estructura se parece.
-          ¿A ver?
-          Fijáte, en “La forma de la espada” empieza un relato con un narrador que –en un gran esfuerzo intelectual- llamaré NARRADOR #1, a contar cómo conoció al Inglés, un estanciero despiadado; y de cómo llegó a ganarse su confianza para que el Irlandés (¡no era inglés!) le cuente lahistoria de su “cicatriz rencorosa”. Ahí, entonces, este “narrador confidente”[5], o NARRADOR #2, toma la palabra y nos pone al tanto de la vida de John Vincent Moon, el protagonista del relato enmarcado. Al final, vuelve a aparecer el NARRADOR #1, y la historia se desenlaza con un fnal sorprendente. Nos queda, entonces, una estructura así:
RELATO 1 [ RELATO 2 ] RELATO 1
-          ¡Ajá! Pero la verdad es que no logro engancharlo con “Dos libros”. Ahí, justamente, reseña un libro de Wells y uno de Russell.
-          Sí, claro, pero si te fijás bien, la estructura es bastante parecida.
-          ¿A ver?
-          Mirá: en “Dos Libros”, Borges lo que hace es reseñar brevemente un libro, para después hablar de otro tema.
-          ¡Pero mirá vos! ¡Es cierto!
-          Bueno, creo que sí. En las dos partes pasa lo mismo: primero cuenta un poco de qué va el libro, y luego hace consideraciones sobre otro tema, que además están muy cercanos: aprovecha a Wells para hablar del nazismo, y a Russell para contar los orígenes del fascismo. Y en los dos casos, termina con una cita textual de cada autor. Es decir que tenemos estructuras muy parecidas:
RESEÑA [ NAZISMO ] RESEÑA (CITA)
RESEÑA [ FASCISMO ] RESEÑA (CITA)
-          Ese es el mismo modelo del cuento.
-          Salvo por la cita.
-          ¡Claro, sí! Está bien, ¿eh?
-          Seeee…
-          ¿Qué?
-          Y, no sé, ¿vos pensás que le gustará?

No alcancé a oír la respuesta porque el mozo en ese momento se puso a vociferar un pedido interminable. A mí me pareció que estaba bastante bien sustentada la hipótesis de este anónimo disertante de café. De lo que no estoy muy seguro es de si con eso tenemos un ensayo.


[1] Relato enmarcado: incorporación que se hace de una historia dentro de otra que se está contando previamente
[2]  Bar notable de la ciudad de Buenos Aires, en Bolívar y Chile, barrio de San Telmo
[3] BORGES, J.L.; en Ficciones, 1944
[4] BORGES, J.L.; en Otras Inquisiciones; 1952
[5] El narrador confidente es una creación de escritores modernistas como Rubén Darió o Leopoldo Lugones. Lugones lo usó con maestría en Las fuerzas extrañas.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Espejo Negro

Imagen tomada de la promoción de Netflix
"Black Mirror" es una serie que se puede ver en Netflix. En formato de capítulos unitarios, dtienen como eje común una sociedad altamente tecnologizada, por un lado (la posibilidad de grabar en un chip instalado en el cuello todo lo que se vive), y elementos anacrónicos por el otro (autos con palanca al volante).

Entre los elementos anacrónicos, por caso, están las relaciones entre las personas: el poder político, el trabajo, el amor, la muerte de un ser querido, entre otros, son los temas.

Luego, está el tratamiento de estos temas. Uno de los puntos en común entre todos los capítulos es el uso (¿abuso?) de las tecnologías. Los medios de comunicación, las encuestas de opinión, las decisiones de un gobierno son los principales en el capítulo uno. No quiero hacer un análisis textual, sino simplemente decir que esta serie, de origen inglés, es una vuelta de tuerca sobre los remanidos formatos de las series de Hollywood. Hay un gran respeto por el espectador, en el sentido de que muchas de las cuestiones obvias de los relatos están elididas, y la historia central está basada en los núcleos (veáse "Análisis estructural del relato" de Roland Barthes) y no tanto en el "detalle insignificante" (véase "El efecto de realidad", del mismo autor).

Digo que "Black Mirror" pone en juego los mejores elemento del relato clásico, actualizado (siempre me hace un poco de ruido decir aggiornado) con las nuevas tecnologías: celulares y notebooks ultradelgadas que ni siquiera hay que tocar para que te entreguen el material deseado, el trabajo en línea de producción como elemento para llegar a ser un reality star, un software que recupera toda la información de un ser querido que pasó a mejor mundo son algunos de los elementos que golpean en el espectador, y que lo llevan a preguntarse ¿qué significa todo esto?

Está filmada con un nivel de detalle extremo, y hace que pongamos en juego todo nuestro conocimiento diario para poder reponer lo que está elidido en cada uno de los relatos.

No está exenta de algún pequeño error: en "Be right back" (enseguida vuelvo) la camioneta alquilada del comienzo no es la misma que se devuelve a la compañia de rent-a-van. Pero no hace a la cosa. Demuestra que, al fin y al cabo, los humanos convivimos con el error.

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