Comprar RELACIONES

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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Las voces de la calle


www.rae.es
Es de Eduardo Galeano una idea de contar graffitis, que él llamó "hablan las paredes"; y allí nos cuenta cosas que ha visto en los distintos muros de Latinoamérica y sus venas abiertas.

Yo pensé en hacer algo parecido. Y ya que estoy en tren de copiar, he decidido llamar a este primer artículo "Las voces de la calle", y compararlas con las del diccionario.

Cualquiera creería que hice algún trabajo previo, y que tengo material suficiente para unas cuantas entradas; se equivoca.

Solamente tengo una, que he visto en la calle Perú al 800, del barrio de San Telmo, en Buenos Aires; que contrasto con la de rae.es, al igual que Joan Manoel.

Espero la disfruten.

¡Salud!

Perú al 800 - San Telmo - Buenos Aires - Argentina

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Un árbol rojo

https://plus.google.com/u/0/+SteveLatsch/posts/RBHtgYpm8k8


un árbol rojo  en la ciudad gris / un árbol rojo  en el bosque verde / un árbol rojo  en el sueño triste / un árbol rojo en la mañana oscura / un árbol rojo entre los ojos rojos / un árbol rojo en el abismo negro / un árbol rojo en el miserable empleo / un árbol rojo en el entierro ignoto
//
¿quién sabe qué es un árbol rojo? / ¿quién dice qué es un árbol rojo? / ¿dónde nacen los árboles rojos? / ¿adónde van los árboles rojos?
//
cada mañana pienso tus ojos / ese árbol rojo en la ciudad gris / ese árbol rojo en el bosque verde / en el sueño triste / la mañana oscura / los ojos rojos / los abismos / los empleos miserables / los entierros
//
tus ojos / los árboles rojos / en las ciudades grises.

Fernando Berton
Copyright 2014


This poem is inspired in a picture by +Steve Latsch , who has kindly let me use it to illustrate my verses.
As a sign of respect, I'm now showing a picture I took in the grey city, and will try to translate my poem for Steve to read:


a red tree in the grey city / a red tree in the green wood / a red tree in the sad dream / a red tree in the morning dark / a red tree between your red eyes / a red tree in the abyss black / a red tree in a miserable job / a red tree in an unknown funeral
//
who knows what a red a tree is? / who knows what a red tree says? / where are red trees born? / where do red trees go?
//

every  morning I think your eyes / that red tree in the city grey / that red tree in the green Wood / in the sad dream / the morning dark / the red eyes / the abyss / miserable jobs / funerals

//
your eyes / red trees / grey cities

the picture I took

miércoles, 1 de octubre de 2014

Words Parole Palabras Mots Palavras


no hay dolor que sea más profundo / que el de la palabra noche / después de haberse corrido el velo diurno / y quedar al descubierto / todas las palabras estrella / todas las palabras planeta //  Es así aunque no se quiera / la palabra noche duele / a la palabra estrella / como la palabra tierra / duele / a la palabra planeta // No hay remedio ya / no hay palabra remedio / la palabra recuerdo se calló para siempre / ya no dice las palabras beso / intenso / deseo continuo / viajes al desierto / existo / porque te pienso / decir / todas las palabras que recuerdo // Hay palabra dolor / por la palabra noche / y no hay palabra celular / hoy hay palabra cuaderno

Fernando Berton
Copyright - Septiembre 2014

martes, 26 de agosto de 2014

Homenación

Estación Banfield - Línea General Roca

Peldaños, pie, instrucciones, pie; martillos, ladrillos, clavos, ventanas; cielo, galerías, ida, vuelta; cartas, vómito, conejitos; novela, amantes, sangre, continuidad; cosmopista, osita, autonautas; motocicleta, caída, hospital, sacrificio; cortar, pedir, tropas, bisiesto; microbio, estupefacción, contaminación; noche, juegos, Buenos Aires, París, Barcelona, La Habana; Bettina, pameos, sensualidad.

Atemporal, terrupta, silencioso, estrecha, circular, sincera.

La cucharada estrecha. El copiloto silencioso. La noche circular. La noche boca arriba. Continuidad de los parques. El otro cielo. Un tal Lucas.

¿Cómo nombrarte sin nombrarte
sin el recuerdo triste de la Maga
sin la ñata contra el vidrio
parecido a un axolote?

¿Cómo nombrarte o recordarte
sin la vuelta de Oliveira
sin un viaje alrededor de una mesa
o la imagen de la Osita en algún catre?[1]



Fernando Berton, en el centenario del nacimiento del mayor cronopio argentino.

[1]Berton, Fernando; "Evocación" (Fragmento); Papeles al Viento; Libros en Red –impresión por demanda-; Buenos Aires, 2014; Pág. 6

jueves, 21 de agosto de 2014

Leer a otros para uno mismo

La lectura es el arte de construir una memoria personal a partir de experiencias y recuerdos ajenos.
            
 Ricardo Piglia





Dame lo que queda de mí
La historia es sencilla, y siempre se repite. El chico sale de la escuela y el padre lo espera en el auto en la puerta de la escuela. Le pregunta cómo le fue en la escuela, y lo alcanza hasta Defensa al 1400, frente al Parque Lezama, sobre los adoquines, la vía del tranvía ahora invisible que cuenta la leyenda del barrio. Pero esa es historia aparte, y el chico no sabe si se repite.
En la primera parte del trayecto, el chico come un sándwich amoroso preparado por la amorosa madre y que le ha entregado el obediente padre, que conduce el auto en silencio en la primera parte del trayecto, mientras el chico engulle el sándwich, en silencio, como cada martes.
En la segunda parte de la travesía, el padre guarda silencio y el chico se cambia el saco del uniforme por uno sport, tira la corbata y la reemplaza por un pañuelo de cuello, se saca los zapatos que trueca por unas zapatillas. Algo así como ponerse las vestimentas de la ceremonia. Un ritual para mutarse en otro.
En la tercera y última parte del viaje, conversan de algunas cosas leves. El padre recuerda que el sábado hay partido y quiere saber si el chico lo acompañará. El chico dice que sí, y también que ha tenido un revés con Claudia, que no se ha mostrado interesada en su propuesta de ir a tomar algo un día de esos. El padre dice llegamos. El chico se baja frente al Parque Lezama. El auto se va. El chico prende un cigarrillo. Tose. Se atraganta. Llora.

Subiendo la cuesta
En el taller de lectura, el chico descubre cosas sorprendentes sobre el oficio de escribir. Lo dirige un señor de frente amplia, cabello crespo peinado hacia atrás, con un bigote prominente y un cigarrillo negro entre los dedos de manera permanente. Tiene los ojos entrecerrados casi todo el tiempo para evitar que el humo se meta de improviso en los ojos marrones, y tiene los labios algo prietos, pero a punto de sonreír todo el tiempo.
Tiene, en una forma diferente de tener, una biblioteca que ocupa toda la pared, y a la que está permitido acercarse a no más de medio milímetro. “Es la Puerta en Dos”, sentencia el coordinador con voz grave, y sus ojitos entrecerrados y sus labios prietos sonríen al unísono. Los otros talleristas sonríen, también. Y también sonríe el chico, y con sus ojitos huidizos busca alguna mirada cómplice entre los talleristas, una mirada que diga “yo no termino de entender lo que quiso decir”. No la encuentra.

Vas a entrar en mi pasado

Leemos: “La biblioteca fue un encuentro extraordinario porque yo modifiqué el curso de mi vida”.[1]

El chico ha crecido. Tiempo después de la muerte de su madre, se vio obligado a dejar el taller de lectura. Intentó volver, tiempo después, pero el taller ya no se dictaba. La vida lo llevó por otros caminos. Se hizo importante e importado. Viajó por el mundo. Tuvo un matrimonio y tuvo hijos. El matrimonio ya no lo tiene (se sabe). Los hijos, todavía sí. También el padre, pero casi no lo usa.

Todas esas cosas podría relacionarlas, si quisiera, con frases que ha leído, ya en literatura, ya en canciones. “La verdad” –dice el chico– “está en las minifaldas, en los partidos 4 a 3 y en el rocanrol”.

O sea, la lectura[2]

La vida es la interpretación del sentido de un texto

La lectura es una excusa para pasar el tiempo, sentados en las baldosas frías de un pasillo que separa la casa del jardín, cuando las tardes de verano transcurren lánguidas entre el almuerzo y la aparición de los primeros chicos para andar en bici. La lectura es un espejo. Es la rama que aparece, salvadora, cuando el coyote cae por el precipicio. Es Cortázar, que piensa lo mismo que el chico pensaba aferrado a su patito amarillo en las noches de miedo al cuarto enorme y frío. El patito amarillo. Amarillo, amarillo, amarillo, amarilloamarilloamarishoamariyo…   hasta que la palabra perdía todo el significado. Y entonces el miedo. Miedo. Miedo. Miedomiedomedomediomimiedomimesis. Uno que se construye por los otros. Dice Piglia. O algo así (puede el lector volver al casillero inicial, en caso de duda, sin que signifique ello que ha perdido su turno).

Y así se va construyendo el chico. Que de pronto se mira al espejo y se ve otro. Esas palabras son de otro. Toda esa vida que se ha ido haciendo de lecturas, es un ir y venir entre las páginas del libro y las de la vida. Hasta que un día, se vuelva a fojas cero.

Los zapatistas lo han dicho así: “Detrás de estas máscaras, estamos ustedes”

El chico no podría decirlo mejor.





[1] Petit, Michele; “Elogio del encuentro”; Congreso Mundial de IBBY, (International Board on Books for Young People), Cartagena de Indias, 18-22 de septiembre de 2000

[2]  “O sea, la música”, es un cuento de José Viñals en el maravilloso libro Miel de avispa (Ediciones de Belgrano, Buenos Aires, 1982)


sábado, 19 de julio de 2014

recuerdo

vamos a sentarnos a la orilla de este río / a ver si vemos pasar aquel en el que nos bañamos cuando chicos / ver si vemos los recovecos de sus aguas turbias / tibias / a ver si vemos los ecos de los besos que nos dimos / a ver si vemos los retorcidos versos que dijimos / a la orilla de este río que nos tuvo entre sus brazos cuando chicos

 //

estoy sentado a la orilla / con la cabeza entre las manos / entre las rodillas / sentado cerca del río / que parece ser aquel que nos mojaba / que parece que quisiera recordar / los abrazos que nos daba / con sus aguas turbias / tibias

//

es de noche y ya no se ve / el agua / solamente se oye el lamento / que besa en un susurro la orilla / de este río que parece / que recuerda / que se escurre / el río entre los brazos / el agua turbia / el agua / turbia / tibia / me asfixia





Fernando Berton
Copyright 2014

jueves, 12 de junio de 2014

Se van para la A

Foto: http://canchallena.lanacion.com.ar/1700655-ya-esta-en-su-lugar-independiente-supero-la-angustia-y-volvio-a-primera
El fútbol es así. El domingo pasado, puteamos a todos "estos muertos que no sirven para nada"
Ayer gritamos, lloramos, los puteamos también, y sentimos que todo podía ser inútil cuando a los 29 del segundo tiempo, Abila convirtió pero en posición adelantada.

Abila es de Huracán y que, como otras veces, se ha quedado mirando lo que se lleva Independiente. Lo decíamos hace un año, y lo repetimos ahora.

El fútbol, la cosa más importante de las menos importantes, otra vez nos da un respiro. No puedo, en lo personal, decir alegría. Es poner las cosas en su lugar y nada más.

De ahora en más nos queda soñar a que Independiente recuperará su grandeza, que otra vez jugará finales y llenará vitrinas con trofeos. Nos queda soñar eso, solamente.

Pero ahora, ponemos el sueño de Independiente entre paréntesis, porque está el sueño de otros muchachos que también juegan por recuperar la gloria. Soñemos con ellos, también


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