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domingo, 14 de febrero de 2021

Sorpresas te da la vida

 Cansados de la tala indiscriminada, los árboles han decidido fabricar sus productos y ponerlos a disposición de quien los quiera llevar.


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Fernando

febrero, MMXXI

martes, 2 de febrero de 2021

La suavidad de las pantallas


 En distintas oportunidades hemos visto que el mundo del consumo alocado que nos toca vivir intenta hacernos creer que todo es posible de ser hecho en tres simples pasos. Cosa que puede ser cierta, es factible reducir una actividad a tres partes. De hecho, la literatura misma se basa de tres grandes géneros: poesía, drama y narrativa. Y las dos últimas, no siempre la primera, se estructuran en introducción, desarrollo y desenlace. Ahora bien, la existencia de los tales pasos no indica en modo alguno que cada uno sea simple. En nuestro artículo Pre-pos-pandemia hay una imagen que nos permite apreciar que los pasos no son uno, dos, tres. Hay 1.1, 2.1, etc. Incluso he completado encuestas que demandan más de diez minutos.

Lo que hoy queríamos traer a colación es una nota que Noé Jitrik publica en Página 12 el 27 de enero de 2021. Dice Jitrik:

Como el personaje de Pérez Galdós me siento desconcertado y triste cuando se me pone enfrente la realidad de un presentismo inmediatista, sin matices ni relieves, sin densidad, cuando me he pasado la vida tratando de comprender cómo han ido tomando forma las cosas, desde las palabras hasta los gustos, los idiomas y los escritos, la moral y las ideas, los seres humanos y sus sentimientos.

Este blog Cosas que pasan lleva por subtítulo para ver el espesor de las cosas. Tales simplificaciones a tres simples pasos son las que queremos resaltar, porque detrás de cada pequeño avance de la tecnología hay un sinnúmero de horas de trabajo de personas que no conocemos ni conoceremos, y que acaso morirán sin poder ni siquiera soñar en adquirir algo de lo que su trabajo ayuda a producir.

Vea, si no, el lector desprevenido lo que pasa con la clonación de caballos de polo. Por un lado, se acostumbra el polista al animal tanto que cuando el equino deja de competir, se siente como perdido el jugador. Entonces recurre a copiar su animal favorito. Pero, por el otro, el ciclo de reproducción de una yegua es demasiado “lento” para el mundillo del polo.

Cualquier yegua que sea un crack juega en primavera, se reproduce en verano y puede sacar uno o dos embriones por año. Pero si la multiplicás diez veces, dejás una jugando y el resto las cruzás con los diez mejores padrillos. Porque hay 11 meses de gestación y cuatro años hasta que juegan; y en cuatro generaciones de animales se te va la vida… Clonando acortás los tiempos de prueba y error.

dice Adrián Mutto, doctor en biotecnología y en biología molecular, director de Crestview Farm (una de las ramas estadounidenses de la compañía) e investigador del CONICET en la Universidad Nacional de San Martín al medio digital Red/Acción

 

Es decir, los tres simples pasos de la vida, nacer, reproducirse y morir son, para este deporte, demasiado largos. Decimos este deporte porque es el que nos ayuda a ejemplificar cómo la vida se nos muestra sin relieves, con la suavidad de las pantallas táctiles de nuestros celulares o tabletas, que nos muestran todo lo que queremos en unos pocos clics (no queremos abusar del número mágico). Más allá del espanto que puede producirnos la clonación como método para copiar un animal como quien copia una escritura traslativa de dominio, lo que venimos diciendo es que todo esto está teñido por la inmediatez a la que se refiere Jitrik en su nota, y cómo es poco conocido el trasfondo de la cuestión. Se nos muestra a un equipo imbatible que gana y gana campeonatos y hace de este deporte el más exitoso de Argentina. Pero poco sabemos de que la mayoría de los animales que entran a la cancha son clones. Todo eso porque no se puede “esperar” a que la yegua tenga su cría y esta cumpla cuatro años para poder jugar.

¿Faltará mucho para que el equipo de yeguas clonadas esté integrado por jugadores clonados? Tal vez no sea ese el punto, sino la creencia de que esa copia adquirirá por arte de magia en el proceso de la copia las experiencias por las que pasó el original. Y esto, a todas luces, no es así. Ese clon deberá crecer y aprender y practicar y caerse del caballo tanto como el que le dio los genes. Y acaso, como se indica en la nota de Red/Acción, sea una copia de mala calidad y no llegue a nada.

Esa, en definitiva, es la mayor de las simplificaciones: hacernos creer que no vale la pena vivir nuestras vidas, que hay que ser exitosos a cualquier precio y que si un animal nos parece excelente, no podemos esperar a que venga otro, hay que copiarlo. Basta de creer en la evolución y adapt

sábado, 30 de enero de 2021

Progresso não tem fim

 

Cuando hace poco menos de un año reflexionaba en Acerca de los cambios abruptos sobre cómo salir del modelo de progreso infinito que nos propone el sistema actual, ponía un ejemplo sobre las publicidades que siempre nos impulsan a comprar algo nuevo (y eso genera la epidemia de consumo que nos está matando, en especial a partir de la cantidad de basura y plásticos de un solo uso que se produce en este modelo), a partir de los avisos del jabón en polvo. La idea era poner en evidencia la complejidad de la trama que nos lleva a la pérdida de empleos, empobrecimiento de la población tanto en lo económico como en lo profesional, ya que aquel obrero especializado en una industria no tiene “cevé” para ir a otra, y terminan en general en trabajos informales cuando no en la calle.

Una segunda opción sería mirar los costos en fuentes de trabajo para las transiciones a “industrias limpias”, como la de los autos eléctricos. (Acá debemos detenernos un instante a pensar qué tan limpia es la extracción del litio necesario para la fabricación de baterías, y esta última qué tan poco contaminante puede resultar. Como vimos no hace mucho en Naturalezaen tetra pak, una industria que se ufana de producir jugos cien por ciento naturales, debe poner en su fábrica una planta de tratamiento de efluentes para no contaminar el cauce del arroyo Las Alpargatas. Es decir, ¿qué tan limpias son las industrias limpias cuando analizamos un poco?) Aquí también es interesante mirar lo que ocurre con Coches eléctricos y miles de despidos. 


Esto es, por un lado, si vamos a proteger el ambiente y desactivar una industria debemos preguntarnos qué ocurrirá con aquellas personas que no tengan habilidades para trabajar de otra cosa. (No vienen al caso planteos del tipo de que son oportunidades para diversificarse, etc., muchas personas sufren de depresión por perder su trabajo más que ver la oportunidad de un nuevo comienzo). Y por el otro el complicado mecanismo que hace que al haber menos empleados haya menos consumo y en consecuencia las empresas busquen solamente maximizar ganancias antes que cuidar del ambiente ni mucho menos de sus trabajadores, que son siempre la variable de ajuste.

En el artículo que citamos acerca de la industria automotriz, vemos que todos los recortes son de trabajadores. Ni una de las grandes automotrices sugiere reducir los salarios de los ejecutivos, hacer menos viajes, gastar menos en publicidad, etc.

Por el lado de la ganadería, que es otra de las actividades fuertemente atacadas por las organizaciones ambientalistas, también se observa que hay una fuerte correlación entre empleo y actividad. Vemos que la cantidad de cabezas de ganado según el Censo Nacional Agropecuario de 2018 es 56120493, mientras que la población estimada a 2021 es 45808747 habitantes según el INDEC. Es decir, un 122,5% más de animales que de personas. Esto implica que hay una gran cantidad de personas que trabaja en actividades relacionadas con la ganadería, de forma directa o indirecta, ya que de ahí no solo se producen alimentos, sino que también se genera empleo en el transporte, el comercio local e internacional (y el consabido ingreso de divisas tan escasas para el país). La mayor crítica que los ambientalistas hacen a la ganadería es la gran cantidad de gases que los animales producen, a la vez que se necesitan millones de hectáreas para el cultivo de forrajes, que a su vez implica desmontes, pérdida de biodiversidad y fuerte impacto en el cambio climático. 

 


 

Si bien creemos que todo esto es muy importante y atendible, no lo es menos el hecho de que, en esa transición, millones de personas quedarán desempleadas, en la miseria y contribuirán al incremento de la brecha entre ricos y pobres, que no para de crecer desde los años 1980 en adelante. En consecuencia, a la vez que propender a un cambio radical en los modos de consumo, se debe invertir tiempo en campañas de concientización con maneras concretas de reducción de nuestra huella de carbono. No vale de nada que una persona no use plástico descartable, si luego vemos que cada día la cantidad de bolsas, vasos y desperdicios de embalaje aumenta. Piénsese si no en la cantidad de plástico descartable que insume tener a una persona internada, por la razón que sea: jeringas, frascos de suero, bandejas de comida y cubiertos así como guantes, barbijos y otros insumos hospitalarios. Y todo eso, a su vez, implica que hay una industria que los produce y genera empleo.

Fuente: CNA 2018

 

En síntesis, salir del mecanismo de consumo en el que estamos implica costos altísimos por donde se lo mire, ya sea que sigamos con la manera habitual como que hagamos un cambio radical. Ese es el debate que hay que dar.

 

Fuente: www.indec.gob.ar

 

Fernando

Enero, MMXXI 

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