Comprar RELACIONES

Comprar RELACIONES

viernes, 13 de julio de 2012

Respirar

De pequeños, jugábamos a mantener la respiración. En el agua, o en un zaguán, o en las baldosas frías del pasillo que separaba un jardín de un dormitorio.
Sentarse en esas baldosas en el verano, era como tomar una gaseosa helada después de jugar a la pelota en el potrero de a la vuelta.
Luego, vinieron otras sensaciones, en la época en que los chicos usábamos pantalones acampanados, y las chicas usaban minifaldas, y al sentarse en las baldosas frías, permitían ver, o entrever, o intuir, intimidades que no podíamos decodificar del todo, pero que ciertas rigideces paradigmáticas nos hacían entender sin mayores fundamentos que se trataba de una cuestión que debía resolverse en el próximo juego de las escondidas.
       Al cabo de varias horas de permanecer esperando, inútilmente, que nuestra supuesta salvación para todos los deseos nocturnos -y también diurnos, a qué engañarnos-, llegara hasta nuestro escondite, no nos quedaba más remedio que dejar nuestra marca en la pared y un enorme deseo disfrazado de otra vez será, pero que por favor sea pronto, porque esto no da para más.
      Después de correr hasta la piedra, y salvar para todos los compañeros, y quedar jadeantes, con los brazos en jarra, los ojos rojos y la transpiración cayendo a borbotones; otra vez el regreso a las baldosas frías, a bajar la ansiedad, a sentir que el aire nuevamente iba oxigenando las neuronas, los capilares, que el cerebro otra vez estaba en funciones -conceptos que, en rigor, solamente adquiriríamos años más tarde-; y que ese beso dado a las apuradas, medio chingado, casi casual, no significaba más que el agradecimiento por salvar a los compañeros.
    Compañeros que, poco después, serían acribillados en Viejo Bueno, y en tantos otros lugares, pero no lo sabía yo entonces, compañero no tenía ese significado.
     Y tampoco lo tenía celular, que en esa época era un colectivo que usaba la policía en sus famosas "razzias", y no algo que hoy tenemos para comunicarnos -muy poco-, o para mandarnos la parte -bastante-
     Han pasado muchos años, y hoy vuelvo a respirar, a sentir el olor de los eucaliptus, y las margaritas y las azucenas. He dejado por ahí algunas malas costumbres. He recuperado la respiración. Y eso está bueno.

   ¡Salud!

jueves, 12 de julio de 2012

She's gone


No está.
Que se ha ido, o escapado, que la han visto por aquí o
Por allá.

Han pasado tantas noches
Tantas tardes
Tantas lagrimas

Y no está

No la veo, no la toco, no me ladra
Solo un cúmulo de días incompletos
De dolores en el pecho
De desanimo

¡Ay! Si acaso se escucharan mis deseos
y plegarias
y mis fuegos se elevaran en mil ruegos

Me retuerzo
Me desplazo
Ya no se que hacer
Con el alma hecha pedazos

Y no está

Que la han visto, que ha corrido, qué se yo
si yo la siento aquí a mi lado con sus manchas, su sonrisa, sus meneos
y de a poco la presiento la imagino y la toco
hasta siempre, para siempre en mi recuerdo

Fernando Berton
Copyleft: Julio 2012

martes, 10 de julio de 2012

No piense en un caballo blanco


                

                 En el último capítulo de "Dejar de fumar" me di cuenta de algo importantísimo: el enfoque estaba equivocado, y como consecuencia, ante la repetición de un hecho negativo, volví al pucho.
    En efecto ( y en esto apelo a la psicología inversa), es mucho mas fácil tener un pensamiento positivo ("voy a pensar en un cielo diáfano"), que en algo pero de forma inversa ("no voy a pensar en un caballo[1]").
     


[1] Como se puede apreciar, ciertamente es muy poco probable que no piense en un caballo. Entonces, la idea aquí es abordar la cosa desde otro lugar: por empezar, la serie “Dejar de fumar” va a desaparecer, y voy a seguir con una nueva que tenga una definición positiva, por ejemplo, algo simple como “Empezar a Respirar”, que da una idea de vida. Además, es un objetivo más copado hacer que no hacer.
  La cuestión pasa a tener un tono ciertamente lingüístico, y está bien que lo tenga, porque según me parece, escribir estas experiencias, sensaciones y sentimientos sobre lo que me pasa con un vicio, no son, ni más ni menos, que cuestiones del lenguaje, y en tal sentido va la historia: encontrar una mejor manera de definir las metas. Y ahí es donde, definitivamente, es tanto mejor decir lo que voy a hacer en lugar de lo que voy a dejar de hacer. Porque, ¿qué voy hacer cuando termine lo que hacía antes? ¿Voy a comer un caramelo o una barrita de cereal en lugar de fumar un cigarrillo?
  Veo que el tema es claro: si uno reemplaza un vicio por otro, el círculo no termina más. Consecuentemente, me propongo escribir los capítulos de  “Empezar a respirar”, que abordarán, más o menos, los siguientes puntos:
  • a sentir cómo cada vez el aire entra mejor en los pulmones,
  • cómo cada mañana se siente un silencio al inspirar mientras me desperezo camino de la ducha, 
  • cómo se puede subir la escalera a buscar algo que me olvidé sin temor a llegar boqueando  después de tan solo 15 escalones, 
  • ahorrar unos pesos –tanto en cigarrillos como en medicamentos-, 
  • ganar en objetivos definidos de esta misma manera para otros ámbitos de la vida, 
  • salir de la oscuridad hacia la luz como la semilla que de pronto verdea apenitas sobre el surco y se abre frágil y vulnerable hacia ese sol terrible que la aterra a la vez que la maravilla y la atrae de manera inevitable.

 A ver, esto significa que necesito buscarle la vuelta a los temas que me preocupan de modo tal que se puedan decir evitando la negación. Hacer un esfuerzo, más o menos grande para, precisamente en aquellos puntos importantes, tener una actitud que procure ir hacia la vida, hacia la alegría, hacia el gozo.
¿O es lo mismo, acaso, decir “te amo” a decir “no te odio”? (Aceptando por un instante que uno es el opuesto del otro, claro, y contando con la siempre amable colaboración del lector que sabrá apreciar el objetivo puramente ejemplificante del ejemplo), decir “porque sí” es lo mismo que ¿por qué no? “Te voy a matar” ¿es igual a “Te dejaré vivir”?
Y he notado todo esto esta mañana, mientras tiraba un pucho, después de casi una semana de fumar 10 o 12 por día. Luego de otra en la que fumé 1 o 2 diarios (es decir, 2 cigarrillos cada día, y no dos diarios, que sería bastante mucho más dependiendo si es tabloide o sábana). Y al sentir, otra vez, la incapacidad de respirar, pensé “tengo que volver a respirar”. Y ahí fue que hizo clic este texto, porque al volver a leer la serie “dejar de….”, dije “está mal, en realidad mejor sería pensar en algo que tengo que hacer en vez de dejar de hacer otra cosa”.
Por eso, abiertamente le estoy copiando el método a Rodolfo Walsh de su cuento “Nota al pie”, en el que la nota va creciendo un renglón por página, hasta fagocitarse al texto que le da vida. Bueno, más o menos quiero, desde lo visual, significar que lo positivo va creciendo sobre lo negativo, hasta ser lo más importante, lo más destacable y lo más bello de este recorrido.
¡Salud!

   

domingo, 8 de julio de 2012

Pesadilla


Vengo arrastrando los jirones de los sentimientos
Y de los pocos años felices que quedaron estropeados
Cuando me enganché cruzando un alambrado
Dejé ahí los sueños de la infancia en un cuarto enorme
Con un techo de cuatro metros de alto
Muebles que crujían todo el tiempo
Sin estufa en invierno
Apenas un ventilador asmático en el verano
Y un  pollito de plástico que se las ingeniaba
Para aliviarme de la yegua nocturna
Del dolor en los dientes de tanto tenerlos apretados
De la espalda doblada
Y el terror entre las cejas


Fernando Berton
Copyleft: Julio 2012

sábado, 7 de julio de 2012

Dejar de fumar 4

Añadir leyenda
        Hay cincuenta mil razones para fumar: porque estás triste, feliz, porque estás aburrido, porque estás mirando un partido de fútbol, porque estás nervioso, porque querés disfrutar un momento de tranquilidad, porque hiciste el amor, porque no lo hiciste, porque estás apurado, porque estás por entrar a un lugar donde no se puede fumar, porque acabás de salir de un lugar donde no se puede fumar, porque ganaste a la quiniela, porque no tenés un peso, porque sí, porque no.
       Yo descubrí que mis razones fundamentales para fumar tienen que ver con no lograr lo que quiero, o cuando las cosas no salen del todo bien.
       Esta semana he fumado de nuevo. Y como no logro bajar otra vez la cantidad de cigarrillos, sigo fumando.
       La interpretación seudo psicologicista que hago es que son esos momentos en que uno, medio en broma, dice "uy, me quiero morir". Y, efectivamente, voy y prendo un cigarrillo. Y luego otro, y otro más y así vamos.
       Creo, eso sí, que lo mejor que puedo hacer es seguir intentando cambiar esta mala costumbre. Hace bastante tiempo me pasó que escribía cuando me sentía mal, o me pasaban cosas tristes. Y, de alguna manera, estaba provocando infelicidades todo el tiempo solamente para tener algo sobre qué escribir. Cuando me dí cuenta de eso, dejé de escribir. No es que de pronto dejaran de ocurrir, pero sì dejé de provocarlas.
      Algo así me ha pasado con el cigarrillo: como me pasan cosas desagradables, fumo. Pero como he visto  y dejé dicho en entradas anteriores, el bienestar de no fumar es demasiado fuerte como para dejarlo pasar.
      De manera que no me presiono, pero sé que tengo que cambiar esta costumbre y buscar ayuda definitivamente. Lo que vengo haciendo me ha dado resultados temporarios, y necesito que sea definitivo.
      ¡Salud!

martes, 3 de julio de 2012

Repeticiones


Una gran cantidad de cosas ocurren repetitivamente. Cada año asistimos a los mismos hechos, en el mismo día, a la misma hora. Incluso acontecimientos extraordinarios, como el 29 de Febrero, se repite, de manera monótona, el 29 de Febrero.
Aún la Primavera, que tanta alegría nos causa, no deja de ocurrir cada 21 de Septiembre. Así también festejamos cumpleaños, aniversarios, lustros, décadas y siglos, ¡Ni que hablar de los milenios, aún con sus misteriosos trastornos como el fin de los tiempos o el Y2K!
Los humanos, por no ser menos, tenemos también nuestras rutinas; muchas de ellas debidas a la biología, contra las que poco podemos hacer –con suerte, dejar de respirar unos escasos minutos-, y otras hechas apropósitamente, como el trabajo, la escuela o ir al psicólogo, y acaso algunas más placenteras como encontrarnos con amigos, novias, practicar algún deporte.
Ocurre, eso sí, que las tales rutinas suelen aburrirnos, y hasta agobiarnos. E intentamos, desesperadamente, romperlas. Muchos, tenemos la suerte de haber creado la rutina de las vacaciones…
Otras veces, nos creamos rutinas que son perniciosas, como fumar, comer mal, romper cosas y algunas otras bellezas por el estilo, provocando de este modo la aparición de “siempre el mismo discurso”. Nos aburre que siempre nos recalquen lo mismo, pero no parece aburrirnos el seguir ejecutando las accionas que provocan el tal recalcamiento -o recalcación, si se prefiere.
Uno de los métodos de aprendizaje más arraigados en la historia de la humanidad es la repetición, y aquellos que fuimos educados dentro de los esquemas de dichos métodos, solemos repetir lo que aprendimos.
El problema que se nos plantea es cómo romper con las conductas que generan inconvenientes para nosotros mismos, a la vez que afectan a aquellos que nos rodean y conviven con nosotros. La difícil tarea de la vida es pasar siempre por los mismos lugares, y descubrir cosas nuevas en esas repetidas vueltas, sin sentirnos aburridos o agobiados.
Mientras tanto, lo más probable es que el mismo discurso siga repitiéndose.

domingo, 1 de julio de 2012

Naked in my arms


I did fancy of you naked in my arms, I have to admit,
with that skin of you within my arms
filling my senses with immeasurable pleasure,
all night long
as you said
and I couldn't sleep well with my hardness reminding me of you and your skin
every now and then in the night,
lonely
never ending night,
minute after second
when finally the alarm rung and I was exhausted
I have to admit
I said to myself "this will not do",
I have to have her
or not, as simple as that.

Today's a foggy Wednesday,
After a cold and windy Tuesday,
and I'm alright, seems to me I'll be better tonight
when the kids come.
But in the meantime, I do fancy of you
naked in my arms.

Fernando Berton
Copyleft - July 2012

Entrada destacada

Inteligencia Artificial

¡Hola! Soy el robot, ¿cómo estás? ¿Cómo puedo ayudarte esta mañana? Tengo un sinnúmero de funciones entre las que se pueden contar ayuda fi...