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jueves, 15 de abril de 2021

Cansancio

 



 Cuando yo era chico, pensaba que este poema era de Oliverio Girondo

Cansancio

 

Cansado.

¡Sí!

Cansado

de usar un solo brazo,

dos labios,

veinte dedos,

no sé cuántas palabras,

no sé cuántos recuerdos,

grisáceos,

fragmentarios.

 

Cansado,

muy cansado

de este frío esqueleto,

tan púdico,

tan casto,

que cuando se desnude

no sabré si es el mismo

que usé mientras vivía.

 

Cansado.

¡Sí!

Cansado

por carecer de antenas,

de un ojo en cada omóplato

y de una cola auténtica,

alegre,

desatada,

y no este rabo hipócrita,

degenerado,

enano.

 

Cansado,

sobre todo,

de estar siempre conmigo,

de hallarme cada día,

cuando termina el sueño,

allí, donde me encuentre,

con las mismas narices

y con las mismas piernas;

como si no deseara

esperar la rompiente con un cutis de playa,

ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,

acariciar la tierra con un vientre de oruga,

y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

 

Se lo puede encontrar acá: Ciudad Seva


 

Pero después crecí, y creí que este poema era de Oliverio Girondo:

Cansancio

 

Y de los replanteos

y recontradicciones

y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado

y de los repropósitos

y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables

y del revés y del derecho

y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios

y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo remenos

recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos

repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje

y treta terca en tetas

y recomienzo erecto

y reconcubitedio

y reconcubicórneo sin remedio

y tara vana en ansia de alta resonancia

y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario

y poro loco

y parco espasmo enano

y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico

cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos

de tanto error errante

y queja quena

y desatino tísico

y ufano urbano bípedo hidefalo

escombro caminante

por vicio y sino y tipo y líbido y oficio

recansadísimo

de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea

y de la revirgísima inocencia

y de los instintitos perversitos

y de las ideítas reputitas

y de las ideonas reputonas

y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias

desde qué mares padres

y lunares mareas de resonancias huecas

y madres playas cálidas de hastío de alas calmas

sempiternísimamente archicansado

en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio

remeditativo o remetafísico y reartístico típico

y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua

y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas

y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras

simplemente cansado del cansancio

del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento

y al silencio

 

Se lo puede encontrar acá: Poemas del alma

 

Y escuchar por acá: (muy mucho recomiendo esta escuchación): Radio Topatumba 

 

*

 

En cualquier caso, en cualesquiera de las versiones, creo que Girondo estaría de acuerdo en estar cansado de diversas formas. Pues bien, es lo que hoy me pasa. Me pasa a menudo, estar cansado. De hacer todo lo de siempre pero siempre desde el mismo lugar, en primer lugar, y de que las cosas definitivas sean definitivas. Verbi gracias, la muerte. Yo cambié de sexo y de amor y de música y de ideas. Pero la muerte no cambia. Sigue ahí, impertérrita, inexpugnable, inclasificable.

Pero como no tengo mejores palabras, uso las de Girondo, que me sabrá disculpar por el choreo. Yo podría cansarme a mi manera, ¿a qué andar cansándome de manera girondiana? Pero bueno, la originalidad me cansa también.

 

 

Fernando

Abril, MMXXI 


 


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