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Luto; Scott, Edgardo; Emecé; Buenos Aires; 2017 |
Para encarar la lectura de Luto, última novela de Edgardo Scott, vamos a considerar
fundamentalmente dos cuestiones (antes de plantear un juego sobre el final del artículo):
1.
La forma
2.
El nivel “indicial” de ciertas referencias a lo largo
de la narración
1.
La forma en Luto
Por cómo se nos presenta,
Luto es bastante sorprendente. En efecto, encontramos que la novela se
divide en tres partes: la primera consiste de un único capítulo titulado “Un
día cualquiera”, y que nos cuenta el dilema trágico que se desarrollará a lo
largo de las seis página que dura.
Enseguida empieza la segunda parte, llamada “Luto”. Segunda
parte que ocupa siete capítulos, cada uno de los cuales se subdivide en
apartados iguales, repetidos en el mismo orden siempre, desde el uno al siete:
Baldío, Hija, Perros, Negocio, Películas, Genoveva, Noticias, Negros, La mujer
de la retacería.
Así, siete veces. Porque dura una semana (siete fueron los
días que según la leyenda bíblica le demandó a Dios la creación del mundo),
podría plantearse rápidamente. Pues no, porque la historia transcurre a lo
largo de, por lo menos, siete años. Y ahí tenemos una primera clave.
La tercera y última parte, llamada “Una noche muy fría y
estrellada”, a lo largo de cinco páginas resuelve la historia de su
protagonista, Chiche, y por cuyos ojos vemos la mayor parte de los
acontecimientos de Luto. Seis más
cinco da once. Siete más dos da nueve. Once menos dos también da nueve. Pero siete
más tres es diez. Y entre todos esos números tenemos una segunda clave.
2.
El nivel indicial en Luto
¿Es Luto una novela policial?
No, no es.
¿Es una novela
de acción?
Tampoco.
¿Es una novela
romántica?
Menos todavía.
¿Es una novela
existencialista?
Yyyyyy… capaz de
ser, diría un paisano.
¿Tiene algo de El extranjero, de Camus?
Algo. Un cierto
lenguaje blanco, pero no porque se parezca mucho. Tiene un aire, digamos.
¿Y entonces qué
es?
Podemos decir que, sin ser policial, bien podría ser una
novela de “policiales”. Es decir, la sección “policiales” de un diario. Todos
los apartados “Noticias” son noticias policiales. El constante machacar de los
robos, atracos, crímenes, violaciones y demás que habitan en diarios, radios y
canales de televisión de forma continua.
Y como tal, Luto nos
plantea “enigmas” de una manera diferente al policial clásico, y aún del
policial negro. Digamos que en la primera parte está todo, a la manera del
policial inglés, y que después uno tiene que ir descubriendo de qué va la cosa.
En esa primera parte nos encontramos con un narrador que alternativamente nos
cuenta lo que pasa con Chiche, luego con su mujer (que no tiene nombre), con
los ladrones.
La historia va y viene, se detiene en acciones y por último
sí, al contar el desenlace en el que muere la mujer de Chiche, es pura acción.
Luego, durante ciento ochenta páginas, asistimos al luto,
que parece no tener fin para Chiche.
Y aquí, querido lector desprevenido, es que iniciamos este
juego literario. ¿Qué pasará? ¿Por qué Scott nos plantea su novela de esta
manera? ¿Qué ocurrirá en las páginas 170, 173, 179, 184 y 192 –por citar
algunas– que nos darán indicios del final?
Bueno, ese es el juego, que leas por ahí y me digas si no
son esos los momentos –algunos de ellos– que nos permiten inducir lo que
ocurrirá.
Fernando Berton
Setiembre, 2017