Comprar RELACIONES

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jueves, 20 de abril de 2017

dos por tres

Tierra de Nadie - Florida y Diagonal
Música porque sí, música vana
como la vana música del grillo

Conrado Nalé Roxlo

Así como la vida, la calle te da sorpresas. En particular en la esquina de Florida y Diagonal Norte (que para Jorge Consiglio puede llamarse "Diagonal Sur"). Ahí, podemos encontrar a un muchacho tocando la gaita y de riguroso kilt, un pibe que toca la batería hecha con tarros de pintura, o una banda de soul-funk-ska-reggae como Tierra de Nadie, mezcla de argentinos y uruguayos, que buscan romper las fronteras.

Los chicos básicamente tocan música. Mientras paso por ahí están en su parte soul. Pero los dos discos que venden van también por el ska-reggae, según se ha dicho. Es decir que parece que van a sellar cualquier resquebrajamiento musical que uno pueda imaginar.

Pero como el arte suele decir desde otro lugar, los chicos de Tierra de Nadie tocan con guardapolvos blancos.

Y tocan muy bien. Con guardapolvos blancos o sin ellos. Desde Argentina o desde Uruguay. Son armónicos, afinados, rítmicos.

Y entonces te dan ganas de comprarles los discos.

Eso, creo yo, es el espesor de las cosas.

¡Salud!



fernando berton
abril, mmxvii

miércoles, 19 de abril de 2017

Relaciones barrocas

del rincón en el ángulo oscuro
de su amo parece olvidada

de lo mucho que conversamos
parece que siempre estamos

que resulta esta noche
digo que te pienso

verdad es la que mañana
te diré que ya cuesta no me


no
nada de eso
no le demos más vueltas
te quiero, ¿sabés?
me hace bien estar con vos
reír con vos
llorar con vos
coger con vos

no le demos más vueltas
sujeto y predicado

yo te quiero mucho

that's all.





fernando berton
19 de abril, 2017

lunes, 10 de abril de 2017

Novena maravilla

Hay instantes en la vida de un hombre que no pueden describirse con palabras. Y tampoco con imágenes, mal que le pese al que dijo el proverbio de uno por mil.
Uno de esos instantes es el momento de decirle a alguien si quiere ir a tomar un café.
En ese instante, miles de años de lenguaje se concentran y se confabulan para hacer de la pregunta la cosa más estúpida de la Tierra y sus alrededores, hasta cualesquiera de las lunas de Júpiter.
Es que, como es de imaginar -hablando de imágenes- uno sabe que la otra persona sabe que el café no es lo importante.

Y podemos aquí abrir un paréntesis para decir que el café puede ser otra bebida, incluso puede no ser una bebida sino una película, una tarde de paseo. Y que la otra persona puede ser una chica -sería mi caso- pero también otro chico u otra chica. Antes de cerrar el paréntesis decimos que hablamos con signos, que están representando otra cosa siempre. Y entonces cerramos el paréntesis.


Y si el café es aceptado, y el lugar elegido para saborearlo es el correcto, es decir, es un lugar agradable, con música suave -que es todo un tema en sí mismo-, con precios razonables, con horarios extensos porque sabemos que la charla puede prolongarse bastante; entonces, si no ha habido nada que se interponga, sobrevendrá un segundo momento al que no puede accederse con palabras ni con imágenes ni con filmaciones, siquiera, que es el de mirar directo a los ojos, medir el ritmo de la respiración, intuir el dueto sístole-diástole cada vez más acelerado, abrir apenas los labios, mostrar un poco -nada más un poco- la punta de la lengua, cerrar los ojos, dudar por un instante, sonreír casi con torpeza, sonrojarse, bajar la vista, temblar todo el trayecto de nuestra mano hasta la mano que simula escapar pero se queda, sentir la punta fría de los dedos con nuestras propias yemas casi azules, acercarse hasta el oído para decir una pavada como me gusta estar con vos, cometer un pequeño error y ofrecer otro café, u otra cosa, no sé, te parece.

Ese momento, decimos, tiene una existencia breve en el tiempo de los seres ordinarios. Pero entre que la boca se abre un poquito apenas para que la lengua humedezca superficialmente los labios y se vuelva a cerrar, en si misma o en otros labios, puede contarse completa la vida de Raskólnikov con notas al pie y estudio preliminar incluídos. Ese instante previo, esos espacios indecibles entre una pregunta y un beso, son dos de los momentos más maravillosos en la vida de una persona común.

Puede que después vengan otros. Pero esos primeros que ocurren por primera vez son inigualables.


Fernando Berton
Abril, MMXVII

domingo, 9 de abril de 2017

yjlozmez (insight)

you know what?
you're not alone
better yet
you're being watched
i will see the moon with you
if ya want me to
(and i might even howl)
suicide is not an option, ya know, is it?
i don't know
i could be different in new york city
it could be different if you
were in the worst biceps list
but, you know what, dude?
girls wouldn't make such a list
wouldn't they?
sure, they wouldn't
we wouldn't?
we gals don't make lists?
but you know what, we're not done!
and you know what?
you shouldn't be the suicidal kind
you got gutts
you brave
you confront guys
you don't look like
like what?
like a girl?
like i don't need a hug sometimes?
like i'm fragile below the mask?
that's why ya think i don't look like?
you're not lettin' me down
collages look at things like
school attendance
game attendance
your grades
things like that
oh, yeah, i know


fernando berton


abril


mmxvii

jueves, 6 de abril de 2017

Justo a tiempo

Intentaba crear atmósferas inversas a partir de la mitad del cuerpo legal. No tuvo mucho éxito en una primera instancia, pero luego pasó a ser un fracaso rotundo. La mitad inferior subió hasta la superficie y dio una vuelta sobre sí misma, para quedar perpendicular al cuadro de las bailarinas que colgaba indiferente a todo.

Después caminó por el borde del ojo de agua hasta llegar a una pendiente en la que tuvo que tomar una decisión. Se fue por un punto tangencial y sufrió mareos, náuseas y todas esas alteraciones que ocurren en las embarcaciones. No había nada más que hacer, y dejó que la noche llegara desde su escondite en lo profundo del día.

Años más tarde, cuando ya no quedaba nada que decir sobre estos acontecimientos, inventó un nuevo punto de aproximación, y dijo a todos los presentes que el pasado ya no volvería a molestar con sus apariciones repentinas porque lo había puesto en cajas esféricas a las que hacía girar continuamente, como si se tratara de una máquina de movimiento perpetuo. Todos lo miraron con escozor, no les gustaba nada la idea de que el pasado estuviera en esas condiciones casi de ebullición.

Pero después de todo, se dijeron, era apenas un experimento, una invención, un resultado equívoco de conjugar el pasado y el presente con vistas a un futuro incierto. Mañana será otro día, dijeron, y se bebieron unos tragos.



Fernando Berton
Abril, MMXVII

lunes, 3 de abril de 2017

¿Alguien que me preste un título, por favor?

Hay muchos libros.
Y por ende, hay muchos títulos.
Esto puede ser una cuenta sencilla si el libro es novela, o es teatro.
Pero si es cuento o es poesía o es ensayo
la cuenta puede crecer geométricamente
ya que hay que contar los títulos
de cada poema
de cada cuento
de cada ensayo

Entonces a veces uno tiene un título fantástico
una cosa maravillosa
que daría para salir a vender en los colectivos

estimado público gracias al chofer que me permite acceder a este medio móvil vengo a ofrecer este maravilloso poemario de mi propia invención de mí que se titula París era una fiesta y consta de...
- ¡Pst!
- Ya le doy
decía, que es un bellísimo volúmen

- ¡Pst!
- Sí, sí, un momenttito, ya le doy
- Venga por favor
- ¿Qué pasa?
- Ya hay un libro con ese título, ¿no sabía?
- ¿Cómo dice?
- Que está usted plagiando un título, porque ya hay un libro con ese título, París era una fiesta.

Y entonces se queda uno como pasmado, mientras mira al señor en el primer asiento, con sus anteojos ahumados, su pelo oscuro y escaso peinado hacia atrás con glostora o similar, su barba más blanca que su bigote pero igual de prolija, su sonrisa amable, sus ideas todas desparramadas por la habitación.




 Fernando Berton
Abril

MMXVII 

sábado, 1 de abril de 2017

Presentación del libro "El país del río"

Se presentó en Caburé, Mëxico 620, CABA, el libro que reúne textos de dos grandes cronistas de sus tiempos, Roberto Arlt y Rodolfo Walsh. En este caso, sobre sus respectivos viajes a la Mesopotamia argentina.














Frente a una concurrida audiencia, Cristina Iglesia, compiladora de este volumen, se encargó de moderar la presentación del libro editado en conjunto por las Universidades Nacionales del Litoral y de Entre Ríos, para la colección El país del sauce.
Cristina Iglesia

Ya nos tiene acostumbrados la librería y café Caburé a llevarnos a navegar. Y para este escriba más bien de la tierra, de la llanura de la Pampa Húmeda, no deja de ser una aventura salir a andar por esas aguas. Como tal vez lo fue para Arlt, gran observador de las grandes urbes, encontrarse en territorios más bien acuosos, si se me permite el oxímoron.

En efecto, para quien está acostumbrado a las comodidades de la gran ciudad, el litoral del Paraná es una afrenta: calores propios del averno, insectos del tamaño de mamíferos, peces que compiten en tamaño y belleza con los del océano, no son fáciles de digerir. Menos aún en los años 30 o 40, cuando el terno y el sombrero eran obligatorios.

María Sonia Cristoff
El río creció de noche y se llevó de golpe todos nuestros sueños, nos dice la escritora María Sonia Cristoff en su presentación. Y un poco nos quedamos pensando si no es esa la frase de cabecera de los habitantes del río. O de las orillas, ¿cómo saberlo? ¿Se vive a la orilla o se vive en el río?









Arlt desprecia a las personas y los lugares que conoce, nos dice a su tiempo el periodista Sebastán Lacunza. Tal vez tenga razón. Tal vez no. Leemos a Arlt en “En el Rodolfo Aebi”[1]
Sebastián Lacunza
La navegación de cabotaje constituye un mundo aparte. Nosotros, hombres de la ciudad, hombres de las calles con sombre de una vereda y sol de la otra, nos hemos olvidado que existen ríos anchos y cálidos, orillas arboladas hasta donde se extiende la vista, incluso ignoramos cómo es el agua de río. Mientras escribo estas líneas me acuerdo de un poeta amigo que está escribiendo un poema, y que me confió lo siguiente: <<Cuando hable del río Paraná, lo llamaré “río de plata”>>
Pues yo (…) estoy navegando desde las siete de la mañana, y son las cuatro de la tarde y todavía no he podido descubrir qué es lo que tiene de plata el Paraná

Walsh, en cambio, nos dice Lacunza, parece ser un cronista más riguroso. Intenta reflejar lo que pasa ahí donde va, sin importar tanto su experiencia individual: es más preciso en la información que da, y hace una “crónica total”: cuenta relaciones económicas al mismo tiempo que la geografía y lo que hace la gente.

En esta misma línea va Christian Kupchik, escritor, cronista de viajes él mismo, editor y traductor de varios idiomas. Nos dice que Arlt parece estar espantado por lo extraño, y no intenta comprender ese mundo extraño. Y entonces hará preponderar sus impresiones por encima de lo que cuenta.
Christian Kupchik

Al contrario de Walsh, que es un viajero que intenta mimetizarse con el lugar donde está, participa desde adentro, y nos cita un fragmento de la crónica “Vallejo: la soledad” (Pág. 140)

… miro salir el yacaré. A la hora de la siesta sale ahí en la laguna. Es grande y viejo y solo, como yo. Porque francamente, señor, acá no quiero compañera, y estas mujeres no sirven más que para pelea. A mí me gusta demasiado cualquier cosa, pero tiene que ser, nicó, respetuosamente. Así que yo solo nomá, desde que llega acá, ya hace veinto año y algo, hace su ranchito y principia a levantar su quinta, porque demasiado me gusta la quinta, y todo este árbol, todo es mi plantaje

Así Walsh, como Sara Gallardo con su extrañísima novela Eisejuaz, -como tantos otros- le da voz al lugareño. Aparentemente en las antípodas de Arlt.

Pero cabe preguntarse si hay una forma correcta de describir lo que se ve. ¿Son más verdaderas las crónicas de Walsh que las aguafuertes de Arlt? ¿O son ambas, como diría Rulfo, puras mentiras?

Y es la humilde opinión del escriba que hace bien Cristina Iglesia en poner en un mismo volumen opiniones tan disímiles, con métodos casi antagónicos. Porque en definitiva la realidad, esa construcción que llamamos realidad, se forma a partir de puntos de vista diversos. Fundamentalmente en tiempos de visiones sesgadas, de narrow-casting, que apunta a públicos cada vez más estrechos, incapaces de aceptar que haya otras opiniones.

Es por eso, además de un trabajo enorme para recopilar y hacer un bello libro en tanto objeto, que El país del río vale la pena. Dicho esto por un cronista de las pampas.



Fernando Berton
Marzo, MMXVII



[1] Nombre de la embarcación que lo condujo a la provincia de Corrientes. El párrafo citado está en la Pág. 7 de El país del río. 

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