you left one day
as leaves leave
the tree
the tree, though,
will have leaves again
next year
fernando
junio, mmxxii
as leaves leave
the tree
the tree, though,
will have leaves again
next year
fernando
junio, mmxxii
las calles recorridas con jadeo no sirven
para conquistar las galias
por más rubicones que uno cruce
serán de mañana las verdades incunables
a la tarde ya estamos muy cansados
hartos
más bien
diría yo
si se me permite la intromisión en primera singular
pero no siempre estaré yo de acuerdo con mis propias decisiones
la verdad es que es mejor dejarse estar
apoyar la cabeza en un vientre que sube y baja al ritmo de la sístole / diástole / auricular / ventricular / pulmonar
el paciente presenta una obstrucción severa con arranques de ira importada del norte o de belfast no se sabe bien
pero cada noche
eso sí
de manera irreprochable
trueca sus vigilias en sueños
sus deseos en verdades
construye realidades a medias
y pasa de un estado a otro sin más trámite
con caracteres tipográficos transitivos
y recursos transitorios para soliviantar la soledad
que llega de madrugada generalmente
cuando al tener que levantarse
resulta irrefrenable el deseo
entonces se da uno cuenta de que ya nada tiene sentido
ni las agujas del reloj
ni las pantallas digitales
ni las huellas dactilares
ni las claves fiscales
ni tan siquiera el recuerdo de una tarde amable
nomás la cabeza apoyada en un vientre
que sube y baja
mientras el pulmón respira
mientras el corazón late
mientras la tarde transcurre
sin pensarlo demasiado
sin hacer mucho bardo
síntoma
de un momento de desazón
¿para qué más?
Fernando
Diciembre, MMXXI
Un ruido repentino a ramas que se arrastran con/por
el viento por las chapas
un frunce en la frente que viene
de lo hondo de la noche
cae a pique por/con los párpados apretados y el pelo suelto
un treinta y uno de enero que se muere hacia el oeste
de calor de incubadora descompuesta
de pollos reventados como sueños indebidos
de manos que se cruzan en miradas que acarician hasta acá
desde allá
portentosas en las sábanas atrapadas al vuelo una tarde
explotada al calor del colectivo imaginado tantas
veces
tantos besos
tantos pájaros que vienen del hedor del inframundo
suben por los tubos
rasgan las almohadas
pican
desgarran
manchan recuerdos de sangre desdoblada a puro esfuerzo
encuentro duradero como un soplo
un estornudo
o un agujero
caigo en la cuenta
mientras me desarmo
que has dejado de soñarme por el ruido repetido
que hacen las ramas en las chapas
Fernando
Setiembre, MMXXI
lo difícil del insomnio no es
no dormir
es no saber en qué momento
decidir
levantarse.
Fernando
setiembre, MMXXI
Chicas en tiempos suspendidos - Eterna Cadencia - 2021 |
nunca hablé con mi madre de sexo
nunca hablé con mi madre de casi nada
y sin embargo y sin embargo
la invoco ahora porque ella
me puede proteger de los contagios.
Aunque era química y respetaba
el cientificismo de los vates
durante la pandemia de la polio me fabricó
un collar del que colgaba
una piedrita de alcanfor.
La piedrita que no me dejaba sacarme ni para dormir
fue el amuleto mujeril que de la madre a la hija
alejaba al ancestro miedoso, ese fantasma que
como el lobo de Amelia o el “real” de mi analista
espera su oportunidad para acecharme.
Tamara Kamenszain
En Chicas en tiempos suspendidos
Así como existe la prosa poética, Tamara Kamenszain practica lo que podríamos llamar “poesía prosaica” en este su último libro. Leerlo nos recuerda la poesía conversacional que tan bien practicaba César Fernández Moreno, por ejemplo en Gallo Ciego o en “Argentino hasta la muerte”.
Este libro de Kamenszain se lee en un par de horas, pero se puede tardar toda una pandemia en interpretarlo. Tal vez la cita a Sabina no sea la más apropiada –no sabemos si lo consideraría un antivate como a Nicanor Parra–, pero bien vale la pena intentarlo: "Tanto la quería / Que tardé en aprender a olvidarla / Diecinueve días / Y quinientas noches".
Es que se mete con tantas cuestiones que apenas podemos esbozar: los feminismos, la dictadura, el amor y el desamor, la literatura y la crítica literaria y un largo etcétera. Por caso, para esto de la crítica literaria, nos dice:
Es cierto que el viejo biografismo
del que se reía Pezzoni en sus clases
fue un bochorno.
En el mejor de los casos resultó
en un no menos irritante
psicoanálisis aplicado.
Y sin embargo y sin embargo
los autores mientras escriben viven vidas
que valen la pena de ser leídas.
Barthes ya intuía eso que llamó
la nebulosa biográfica
volver a poner en la producción intelectual
un poco de afectividad, nos dijo mientras confesaba
“Terminé prefiriendo a veces leer la vida de ciertos autores más que sus obras”.
Y termina con un ¿capítulo?, que titula “Fin de la historia”, que no necesariamente refiere a Francis Fukuyama, que supuso que la caída del Muro de Berlín y posteriormente de la Unión Soviética indicaban que el capitalismo reinaría por siempre jamás. Tal vez ocurra eso, no decimos que no, pero no sin resistencia.
Kameszain sabía mucho de eso, y por eso nos dice “Me acordé que Didi-Huberman dice “que el anacronismo es fecundo / y también que vivimos en un tiempo / que no es el de las fechas”.
Ya no vive Tamara Kameszain (no nos animamos a llamarla simplemente por su nombre) en el tiempo de las fechas. Vive en los tiempos eternos de haber escrito y enseñado y a hacernos pensar que amar y ser amados son dones que recibimos en este lado de las horas, pero que a veces, por un simple protocolo cósmico, suelen terminar de forma abrutpta.
Esto es lo que podemos decir por el momento. Ya tendremos que volver sobre las páginas de Chicas suspendidas en el tiempo.
Fragmentos reproducidos con autorización de Eterna Cadencia Editora.
Fernando
Agosto, MMXXI
Hace tiempo intenté/ sin éxito/
cambiar la configuración de los recuerdos
que trae la aplicación de las fotos
traté y traté
pero no hubo caso/ entonces no me quedó más remedio
que pasar los recuerdos con el dedo/ hacia un costado/
no recuerdo si el derecho
o el izquierdo
así no veo los recuerdos
muchos de ellos me llevan a una tristeza profunda
de esas que cuesta remontar/ salir entero//
Hace unos días/ sin embargo/ abrí un recuerdo que vino
y vi una sonrisa y vi un flequillo y vi unas mejillas
llenas de alegría
y sonreí/ un poco/ tal vez unos segundos//
Pero ahora no sé cómo seguir
cómo darle vuelta a esa página
que con aplicación o sin ella/ vuelve
a la mañana o a la tarde/ por alguna razón que
a veces no comprendo//
Ya no lloro// Ya no duele tanto/ es cierto//
Eso/ quiero decir/ que no duela tanto/ es
la tristeza de estos días//
Fernando
Julio, MMXXI
¡Hola! Soy el robot, ¿cómo estás? ¿Cómo puedo ayudarte esta mañana? Tengo un sinnúmero de funciones entre las que se pueden contar ayuda fi...