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domingo, 19 de diciembre de 2021

No llego a buscarte

 


No llego a pasar a buscarte, Erne, perdóname! Pero te invito a cenar a lo de Lucy, sí? Te amo. (corazón – corazón – corazón – corazón – corazón – corazón)

Paciencia. El colectivo tarda también para volver. Se conoce que los dioses del transporte están ocupados en otras cuestiones seguramente más importantes.

Amadeo no da pie con bola con las imágenes. Lo que le mostró está bastante mejor, por lo menos no se traba, pero le falta un montón todavía. Enseguida vuelven a pasar las mismas casas y se hace aburrido. Parece que no, pero mientras lee siempre está atento a la ventanilla, a saber cuándo hay que bajar. Ya le ha pasado, en la época en que los trenes tenían los asientos de espaldas a las ventanillas, de no darse cuenta dónde estaba, de tan lleno que iba, y pasarse de estación. O tener que interrumpir la lectura a cada rato, cogotear, ver por dónde andaba.

Te invito a lo de Lucy, dijo Cassie. Lucy puso un restorán mini: diez mesas de cuatro personas máximo por mesa. La idea es comer como en casa, sin apuro, sin presiones, solamente con reserva. ¡Ajá! Seguramente ya sabía que no lo iba a ir a buscar, reservó una mesa y ahora lo ponía como la gran disculpa. Una genialidad. Por eso le gustaba Cassie, siempre tenía alguna sorpresa.

Che, patrón, ya le tengo! Ahora después en tu casa miráte el correo. No le mandé por guasá porque es muy grande el archivo, pero en la compu le vas a ver de lo más bien.

 

 Fernando

Diciembre, MMXXI

lunes, 13 de diciembre de 2021

Desafina

 


Después de bajar el cajón con las obras, Cassie y Agus se quedan conversando un rato. Agus hace un café irresistible, además de anécdotas siempre graciosas con los proveedores, los clientes, hasta con los museos. Además, con Agus se puede hablar de cualquier cosa  y nunca va a decir algo que no sabe, o meterse en temas que desconoce. Parece natural, entonces, que salga el tema de la plataforma.

        Pero si preferís, no me digas nada –dice Agus con prudencia.

        ¿Sabés qué?, te voy aceptar la copita de Amarula.

Agus sonríe. Después de todo, piensa Cassie mientras Agus sale a buscar la botella, si no había controles cuando vine, no sé por qué motivo tendría que haber ahora.

        La plataforma ahí anda. Ahora Ernesto fue a lo de Amadeo a ver los avances. O supuestos avances, porque Amadeo lo viene bicicleteando hace rato con eso. No es que no sepa, pero tampoco se atreve a decirle que no a Ernesto. Porque ¿cuánto hace que están con eso? ¿Un año? A ver, peráte, porque empezaron después del accidente, ¿qué cuándo fue?, en ¡marzo! Más de un año, entonces, qué lo parió, che, el tiempo vuela, es verdad, ¿vos te das cuenta? Al principio era lógico que tardara, porque la verdad, la verdad, el pedido es bastante raro. Pero, y te aclaro que yo no entiendo nada de mecánica, ni de hidráulica, ni de nada, una vez que entendiste la idea, ¿cuánto te puede llevar hacer una plataforma que se sacuda un poquito? Bueno, sí, ponele que se le complique lo de la ventanilla, ahí te doy la razón.  ¿Pero tanto? Entonces no sé, a mí me viene bien que Ernesto esté ocupado. Vos ya sabés que es un encanto, hacemos todo juntos, la verdad, no es un tipo que le esquive al bulto nunca, salvo que esté muy cansado, o no se sienta bien, que es lo más normal, ¿no?, uno no está todo el tiempo al cien por ciento, pero sacando eso es un amor. Ahora, entonces vos te preguntarás ¿qué le preocupa a Cassie? Y, mirá, a vos te lo puedo decir porque sos la única persona que conozco que sabe guardar un secreto, porque ¿cuál es el secreto de guardar un secreto?, ¡no contarlo!, más vale, y yo no puedo contar nada en ninguna parte porque enseguida se sabe. Además que yo tengo un perfil público, podemos decir, no muuuuy público pero más que otros, qué se yo, no tiene importancia para mí, solo lo comento porque vos viste cómo es la gente, alguien que más o menos se destaca enseguidita le quieren encontrar un romance, un chanchullo, algún vínculo con un político, una estafa, cualquier pavada, bah, en vez de decir mire qué lindo lo que hace Cassie, jaja, perdón la cacofonía, no, ahora la cuestión es el escándalo, el chisme, a ver si caga más alto que el culo, si anda de trampa, eso. Entonces no ando diciendo nada, pero después del accidente las cosas no son iguales. No sé bien cómo, pero algo hay mal que no está bien. Es como cuando te das cuenta de que alguien desafina pero vos de música ni jota. Te das cuenta, pero no lo podés explicar. No está distinto, no habla pavadas, sigue tan atento a todo como siempre. Pero no es igual. Desafina, jaja, claro, vos lo dijiste. Pero no sé por qué.

Fernando

Diciembre, MMXXI 

sábado, 11 de diciembre de 2021

En el colectivo

 


Venite nomás cuando puedas, che patrón, que te quiero enseñar cómo va quedando, dice el mensaje de Amadeo. Ernesto espera en la parada del ómnibus mientras el sol empieza, de a poco, a aflojar. Se siente un poco cansado, pero Cassie precisaba la camioneta para entregar unas obras. Quedaron en que si se desocupaba temprano, lo pasaba a buscar por lo de Amadeo.

El colectivo tarda en venir. Es raro para un sábado a la tarde, pero bueno, shoganai, qué se va hacer. El verano ya comienza. A partir de ahora, los días serán un poco más cortos cada vez. Cuando nos queramos acordar, otra vez el frío y las noches largas estarán por estas tierras.

Ernesto llega hasta el fondo. Hay asientos libres de los que miran hacia atrás, pero no los usa porque se marea. Y para peor, esta línea da un montón de vueltas. Enseguida baja un muchacho y se sienta. Busca leer algo en el celular, pero se sacude mucho y no logra concentrarse. Decide, entonces, no leer, mirar por la ventanilla. Hace mucho que no se deja llevar, disfrutar del paisaje urbano furioso, que de a poco se va convirtiendo en barrios de pocos edificios, casas bajas, más árboles. En un semáforo, ve que unas cotorras se agolpan para romper las bolsas de basura. ¡Lo que faltaba!, piensa, perros, gatos y ahora cotorras. ¿Se habrá apagado Valderrama?

El colectivo arranca, y la ventanilla refleja el interior del coche. Ve, en un momento, un pájaro apoyado sobre el caño que oficia de pasamanos. Es un pájaro grande, de pico fuerte, parecido a un cuervo, pero no es porque tiene plumas blancas en el lomo y el vientre, y la cabeza, las alas y la cola totalmente negras. Hasta donde sabe, los cuervos son negros por completo. Además, ¿qué haría un cuervo en el colectivo? ¿No basta con las cotorras comiendo la basura? Piensa en las diez plagas de Egipto, pero solamente recuerda la langosta y los mosquitos. Le faltan las otras ocho. ¿Eran las vacas flacas? No, ese era el sueño del faraón. En fin.

Vuelve a mirar la ventanilla. El pájaro se ha ido. Ahora hay un anuncio de una compañía de teléfonos celulares en su lugar. Ernesto entorna los ojos. Se ríe y mueve la cabeza un poco. El burlador burlado, piensa, aunque en realidad él no quería burlarse de nadie. ¿Ya habrá terminado la plataforma, Amadeo?

Fernando

Diciembre, MMXXI

martes, 7 de diciembre de 2021

Plataforma

 


-          ¡Amadeo! ¿Qué pasa con la plataforma, che?

El grito de Ernesto suena en todo el rancho, los perros gimen un poco, sacuden las lenguas y luego callan.

-          Ya le tengo casi lista, patrón, la plataforma. Faltan unas cositas que ahí mande traer de San Ceferino.

-          ¡Pero viejo! Hace dos semanas que me tenés dando vueltas con esto, Amadeo. Por favor que no pase de esta semana.

-          Quedáte nomás tranquilo che patrón, el fin de semana, más tardar el miércoles ya le tenés tu plataforma.

Ernesto sale dando un portazo. Bueno, dos, porque también cierra con furia la puerta de la camioneta. Arranca dejando una nube de polvo. Quiere llegar a mirar los planos. Mirar los planos le da como cierta calma, pensar cuando la plataforma esté lista.

Cassie lo mira y no le dice nada. La puerta estuvo a punto de golpearla, pero a último momento se contuvo. Ella sabe leer esos signos.

-          Hice salsa de puerros con crema. ¿Preferís ravioles o fideos? Hay de los dos.

-          ¿De qué son los ravioles?

-          De ricota y jamón. Pero los de la fábrica, no los del supermercado que tienen cualquier cosa menos lo que dice la caja.

-          ¡Ah! Entonces los ravioles. Sí, te iba a decir que si eran de la fábrica, sí.

-          Listo, tipo ocho y media bajá y comemos. ¿O querés más tarde?

-          No, no, ocho y media está bien. ¿Vino hay? Voy a comprar, si no.

-          Yyyyyy, capaz que mejor traé una botella. Queda media, no sé si alcance.

-          Bueno, dale. Me pego una duchita y voy.

*

La plataforma debe ir montada sobre cuatro conjuntos de ruedas que giran sobre un eje vertical adosado al piso, de manera independiente cada conjunto, para lograr un movimiento suave de vaivén. A la altura de 80 cm hay unas agarraderas, que se pueden alcanzar con facilidad, solamente hay que mover un poco la mano hacia adelante. Y a 200 cm hay una barra horizontal, de dos pulgadas de diámetro, que también sirve para agarrarse y contrarrestar los sacudones que a veces tiene que dar la plataforma.

Amadeo no le dice, solamente que le faltan unas cositas, pero Ernesto sabe que está complicado con los rodillos laterales que deben pasar las imágenes. Los que le mostró hace diez días eran francamente un desastre. Se trababan. El paño con las imágenes no estaba bien armado, se imagina Ernesto.

*

-          Traje este, cabernet franc, no lo había probado antes, ¿qué tal será?

-          Rico. Yo tomé una vez en lo de Alicia.

-          ¡Alicia!, ¿qué es de la vida?

-          Ahí anda, con sus cosas, viste como es ella de reservada.

-          Sí, sí, lo sé.

-          ¿Y qué te dice Amadeo?

-          Viste como es él, no sabe decir que no. Pero está empantanado. Ahora dice que le faltan unas cositas, que para la semana que viene, qué se yo.

-          Y bueno, ya la va a tener lista, pero no le aflojes.

-          No, no, hoy le pegué unos gritos. Hasta los cuscos se callaron. Me miraban con miedo.

-          ¡Pobrecitos!, ¿qué culpan tienen ellos?

-          Ninguna, pero no les grité a ellos.

-          Pero igual se asustan. ¿Preparo café?

-          Dale, yo lavo mientras.

*

El sillón del living no. En la cama tampoco. En la mesa menos, después de un rato termina con los codos a la miseria de tanto hacer presión. Pero parado no hay caso, extraña el movimiento del tren. Ahí sí que puede leer tranquilo, con la mochila colgando hacia adelante donde guarda el resaltador y el lápiz. Y cada tanto mirar por la ventanilla, ver cómo pasan las estaciones, los coches, los edificios. Eso es lo que tiene que terminar Amadeo, el bendito rodillo que haga pasar imágenes como si fuera que viaja en tren para poder leer tranquilo. 

 

Fernando

Diciembre, MMXXI 

 

 

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