Remember the days at the old schoolyard
We used to laugh a lot
Yusuf Cat Stevens
El vientre de Laura M. es suave y, mirado a contraluz, se nota que está cubierto por una alfombra de pelitos iridiscentes. Me doy vuelta y apoyo la nuca en sus abdominales, aflojo el cuello para que mi cabeza suba y baje al ritmo de su respiración, sístole-diástole, inhalación-exhalación. Ella juega con mi pelo, les hace rulitos, me sopla, se ríe.
¿Te acordás de los recreos que pasamos en el patio de la escuela?, me pregunta. Sí, le digo, nos reíamos mucho, ¿y te acordás que éramos muy simples? Sí, me dice, y tomábamos la leche con tostadas calentitas. Claro, digo, y necesitábamos amor. Oh, sí, me dice, mucho amor, me acuerdo de vos. ¿Vos me querías?, pregunto. Sí, un montón, y sonríe, fuiste mi amor, mi primer amor.
Laura M. me seca unas lágrimas con la punta de la lengua. Después me abraza fuerte, fuerte, para contener mis sollozos. Así un buen rato. Y en esas lágrimas se van las cosas horribles que me están pasando pero también expresan la emoción, la alegría enorme que me da que Laura M. haya aparecido de nuevo en mi vida para salvarme del dolor, como en aquel primer recreo.
Fernando
Diciembre, 2022
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