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martes, 23 de febrero de 2021

Ya no hay hombres - Capítulo 2

 

El número de infectados creció de manera exponencial, y se pasó en poco tiempo de una promiscuidad sin control, a un celibato casi absoluto. Pareció, entonces, que las fecundaciones artificiales eran el único camino sustentable, y hacia allí fueron todos los esfuerzos, ya que con la epidemia de VIH llegaron gripes, otras enfermedades pulmonares, y en menor medida de tuberculosis, que en 20 años dieron cuenta del casi 20% de la población mundial, particularmente de hombres, que ya venían en baja. Así, estos hechos impactaron directa y profundamente en la economía global. Poco a poco, las personas perdieron interés en los avances tecnológicos que no tuvieran relación con la biología, la medicina y las ciencias auxiliares que permitieran dar con la respuesta al enigma que tenía a la humanidad al borde de un cambio de consecuencias impredecibles. Así, la industria de las armas tuvo un declive pronunciado hasta casi desaparecer por completo, cuando los gobiernos suspendieron sus partidas de defensa, retiraron las tropas de donde estuvieran y, finalmente, disolvieron las fuerzas armadas. No tardaron en hacer lo mismo con las policías, cuando el nivel de delitos bajó a números irrelevantes en menos de cinco años. Para variar, los medios enfocaron la noticia haciendo hincapié en la gran cantidad de desocupados que se estaba generando, y no les pareció oportuno mencionar siquiera que se podía caminar a toda hora sin peligro en cualquier lugar del mundo, que se podía ir a dormir en el Oriente Medio sin temor a sufrir atentados y un sinnúmero de cosas por el estilo. Tampoco dieron mayor relevancia el hecho más notorio: que esas personas encontraron rápidamente empleo en otros rubros, como la alimentación, las oficinas de estadísticas y los laboratorios. Lugares a los que fueron a pedir trabajo, no mucho después, los ex empleados de los medios. En efecto, mientras que, por un lado, los hechos noticiables según la escuela tradicional del periodismo comenzaron a disminuir; por el otro, el escaso interés del público en los canales que transmitían veinticuatro horas las mismas siete u ocho noticias diarias hizo que bajara la audiencia al punto de que los anunciantes les dieron la espalda rotundamente. Los pocos medios que lograron subsistir dieron espacio a esto en sueltos, páginas pares interiores y títulos sin mayor desarrollo. ¿Para qué, después de todo, informar algo que había pasado a la historia, precisamente, porque el público había dejado de tenerlo en cuenta? Las noticias, entonces, se enfocaron en los avances de las investigaciones para lograr mutar los cromosomas XX en XY, en los cambios en la economía a partir de las nuevas condiciones del mundo, y en las oportunidades que se iban dando en otros sectores que daban apoyo a los investigadores. En ese contexto, muchas veces la información consistía en decir que había poco para aportar respecto a un tema y no mucho más, y así dedicar el espacio a otros asuntos, o bien ninguno –cosa no muy infrecuente–, si es que no había qué comunicar. 


 

Hubo en un momento un retorno a los viejos grandes titulares, cuando el gobierno de China emitió un comunicado dando cuenta de la creación de un instituto para la investigación y desarrollo de la clonación de individuos masculinos con el objeto de mantener el equilibrio poblacional, en tanto que se continuaban y aumentaban los esfuerzos para lograr alterar la composición de los genes determinantes del sexo. Rápidamente la Secretaría de Estado de los Estados Unidos salió al cruce al sostener que la clonación era una dilapidación de fondos y esfuerzos, ya que los clones, al ser idénticos a los individuos copiados, de ninguna manera producirían seres capaces de revertir la tendencia. Terció el gobierno de Brasil, cuando desde el Planalto se sostuvo que Washington equivocaba la interpretación, pues el objetivo del proyecto de Beijing era “mantener el equilibrio poblacional”, no revertir la situación por medio de la clonación, sino por la investigación genética. La Casa Blanca dio la razón a Brasilia, y ofreció a China colaborar sin restricciones con las investigaciones y trabajos en ambos sentidos.

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