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martes, 19 de marzo de 2013

Lucas, su bicicleta


    Hace poco leía de nuevo "Un tal Lucas". Y me pasó una cosa rara, a medida que me iba metiendo en cada capítulo, cuento o viñeta, ya que se trata de un libro un poco inclasificable; me dí cuenta de que tenía una tendencia a pronunciar las erres con el típico tono francés que tenía Julio, que hablaba como un porteño cualquiera, pero con la voz nasal y las erres arrastradas un poco, como si tuviera un pedazo de alfombra persa pegado en el paladar, como si tuviera un ataque de mimetismo, como si tuviera ganas de despertarme un día y hablar en francés perfectamente, y escribir en castellano maravillosamente. Pero bueno, después supe que hablaba así, no por vivir en Francia.


    Ese día, entonces, me pondría de muy buen humor, y compraría un sombrerito parecido a una galera como se usaba en el siglo traspasado, o sea el XIX, porque aunque no lo crean, yo, que soy un escritor de principios del siglo XXI, nací en el siglo XX, y aunque parezco bastante modernoso porque tengo e-book y escribo blog, en verdad me cuesta hacer las cuentas y no sé muy bien en qué siglo vivo, ni te cuento el día, mucho menos la semana, porque hace poco descubrí que a los yankis les encanta nombrar las semanas, entonces, en un arranque de inspiración, han nombrado cada una de las semanas del año, sí señor, sin olvidarse de ninguna, y para competir en belleza y vuelo poético, en lugar de tener su árbol de la vida con nombres tan vulgares como Kéter ; Jojmá ; Biná ; Jesed ; Gevurá ; Tiféret ; Netsaj ; Hod ; Yesod y Maljut; ellos hablan de nombres maravillosos, pletóricos de poesía, y así han nombrado a las semanas como

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   Bueno, decía que ese día yo compraría un sombrerito, y me pondría tan contento, además, porque sabría escribir maravillosamente como Julio, y entonces, con mi sombrerito nuevo, saldría por la ciudad a andar en bicicleta, a rebuznarle al mundo mis cositas, estas cositas que pasan en mi blog de escritor de principios de siglo, sin que a nadie le cueste mucho leerlo, digo en términos de dinero no es costoso, andá a saber si al pobre lector de todos los días de Cosas que Pasan le resulta fácil de leer, porque quién te dice que no se vuelven un poco locos y dicen cosas como que a este muchacho le chifla la budinera, y frases por el estilo que son bastante significativas acá en Buenos Aires aunque no sabemos muy bien si lo serán en otras partes, como los países de los alrededores.
   Y digo esto porque a veces se me da por ver las estadísticas, y, sale que muchos lectores hay de Mexico, que es otro país que suele hablar muy a la mexicana, y si te agarran desprevenido es como que hablaran otro idioma pero en castellano, no sé si me explico. O sea, te dicen palabras que entendés perfectamente, pero que puestas una al ladito de la otra es como chino, o húngaro, que me vine a enterar en esta semana -que, sepa disculpar el lector, no voy a nombar por su nombre propio porque no me siento a la altura del nivel poético necesario para nombrarla por su nombre-, es un idioma bien difícil porque tiene una cantidad impensada de sonidos vocales y desinencias y prefijos que son díficiles de aprender y fáciles de olvidar. bueno, cuestión que con el mexicano pasa un poco eso. Y está bueno, porque al final es una risa y todo buena onda, güey.
    En fin, más allá de todo eso, me pongo muy contento de andar en mi bicicleta, y entonces salgo a pedalear por la cintura cósmica del sur, y así las cosas, gracias Julio, gracias Lucas, y espero que esto no sea tomado como plagio o robo, que lo escribí yo solito por más que esté imitando a Julio.

   ¡Salud!



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