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domingo, 28 de octubre de 2012

Todos tenemos una musa

LOLA MORA - LAS NEREIDAS

      ¿La inspiración? Sí, existe, y siempre te tiene que encontrar trabajando.

      Dejo a continuación algunos párrafos del cuento "Inspiración", del enorme Roberto Fontanarrosa. Un tipo que además de ser un dibujante e historietista de primera categoría, nos dejó una cantidad de libros excelentes. Este cuento está en "El mundo ha vivido equivocado", cuento que le dá nombre al libro, y que es, a su vez, una genialidad.

     Busquen por favor el texto completo. Esto sirve para el artista, pero también para el que no lo es. Nada ocurre porque sí. Detrás de cualquier cosa hay mucho trabajo.

    Disfruten al Negro, aunque más no sea con estos pedacitos.


- Es así, Coquita, es así – exclamó de inmediato. El whisky le había devuelto su habitual euforia.- ¡La inspiración es una cosa divina, celestial, una cosa... un rayo que ilumina al artista, en un instante, lo transforma! ¡Yo tengo una musa inspiradora, Coquita, una musa!

(...)
- ¿Te pasa algo? – alcanzó a preguntarle Nacha. Fue cuando sucedió: un chorro de luz intensísimo pareció perforar el humedecido techo del Dory iluminando a Armando. Al mismo tiempo atronó el aire un coro celestial. Armando, lívido, en éxtasis, más que ponerse de pie pareció levitar como succionado por el mismo rayo ambarino. Sus ojos estaban desmesuradamente abiertos pero no reflejaban temor. Las voces angelicales del coral celeste aturdían y un viento arrachado despeinó el rubio cabello de Armando. De los bolsillos de su pantalón, de los bolsillos de su saco, aparecieron palomas que volaron por el interior del Dory, enloquecidas. Una suerte de microclima extraño se generaba dentro de ese cilindro dorado en el cual flotaba, casi a 50 centímetros del suelo, Armando. De pronto, así como se había producido, el encanto cesó. Se retiró la luz replegándose hacia lo alto, callaron las voces infantiles del coro y todo volvió a la rutinaria normalidad del Dory. 

(...)

Esta vez fueron pequeños pájaros de pecho rojo los que escaparon de bajo su saco de cuero y hasta pareció escucharse un rumor de mar entre las voces de los niños celestiales.
- ¡La musa, la musa! – alcanzó a decir, paralizada, Nacha. Cuando terminó de decirlo, el fenómeno había cesado.

(...)

- ¿Y qué voy a escuchar – golpeó con su puño derecho sobre la mesa, Armando – con ese coro de mierda que te aturde? ¿Qué voy a escuchar?

(...)

- ¿Sabés qué pasa, Nacha? – Armando abandonó su tono frío y procuró ser convincente.- Pienso que a la inspiración hay que ayudarla. Hay que crear un clima especial. Una cierta predisposición de ánimo, un ámbito...un continente...

           (...)


 - Sí. Estoy seguro que en las otras veces que me asaltó la inspiración, el rapto...eh...creativo, yo no estaba predispuesto. Estaba distraído, en otra cosa. Y no se puede jugar así con una musa inspiradora. No se puede jugar así.

          (...)

- Por eso te digo que traigas mucho café – explicó la musa – Porque nos vamos a pasar toda la noche acá, mañana y hasta el momento en que entregués la obra no nos levantamos...
- Pero... ¡escuchame! – Armando se puso de pie nuevamente.- ¿Qué clase de inspiración sos...qué...?
- Hay formas de trabajo...- sonrió por primera vez ella – y formas de trabajo. Hay musas distintas, es cierto. Si no te gusta, me voy

(...)

Armando fue hasta su pieza, sin embargo pudo escuchar que la musa decía a sus espaldas, como para sí: “A mí me dan cada trabajo”.


Boogie; Eulogia; Inodoro; Mendieta


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