Comprar RELACIONES

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martes, 10 de julio de 2012

No piense en un caballo blanco


                

                 En el último capítulo de "Dejar de fumar" me di cuenta de algo importantísimo: el enfoque estaba equivocado, y como consecuencia, ante la repetición de un hecho negativo, volví al pucho.
    En efecto ( y en esto apelo a la psicología inversa), es mucho mas fácil tener un pensamiento positivo ("voy a pensar en un cielo diáfano"), que en algo pero de forma inversa ("no voy a pensar en un caballo[1]").
     


[1] Como se puede apreciar, ciertamente es muy poco probable que no piense en un caballo. Entonces, la idea aquí es abordar la cosa desde otro lugar: por empezar, la serie “Dejar de fumar” va a desaparecer, y voy a seguir con una nueva que tenga una definición positiva, por ejemplo, algo simple como “Empezar a Respirar”, que da una idea de vida. Además, es un objetivo más copado hacer que no hacer.
  La cuestión pasa a tener un tono ciertamente lingüístico, y está bien que lo tenga, porque según me parece, escribir estas experiencias, sensaciones y sentimientos sobre lo que me pasa con un vicio, no son, ni más ni menos, que cuestiones del lenguaje, y en tal sentido va la historia: encontrar una mejor manera de definir las metas. Y ahí es donde, definitivamente, es tanto mejor decir lo que voy a hacer en lugar de lo que voy a dejar de hacer. Porque, ¿qué voy hacer cuando termine lo que hacía antes? ¿Voy a comer un caramelo o una barrita de cereal en lugar de fumar un cigarrillo?
  Veo que el tema es claro: si uno reemplaza un vicio por otro, el círculo no termina más. Consecuentemente, me propongo escribir los capítulos de  “Empezar a respirar”, que abordarán, más o menos, los siguientes puntos:
  • a sentir cómo cada vez el aire entra mejor en los pulmones,
  • cómo cada mañana se siente un silencio al inspirar mientras me desperezo camino de la ducha, 
  • cómo se puede subir la escalera a buscar algo que me olvidé sin temor a llegar boqueando  después de tan solo 15 escalones, 
  • ahorrar unos pesos –tanto en cigarrillos como en medicamentos-, 
  • ganar en objetivos definidos de esta misma manera para otros ámbitos de la vida, 
  • salir de la oscuridad hacia la luz como la semilla que de pronto verdea apenitas sobre el surco y se abre frágil y vulnerable hacia ese sol terrible que la aterra a la vez que la maravilla y la atrae de manera inevitable.

 A ver, esto significa que necesito buscarle la vuelta a los temas que me preocupan de modo tal que se puedan decir evitando la negación. Hacer un esfuerzo, más o menos grande para, precisamente en aquellos puntos importantes, tener una actitud que procure ir hacia la vida, hacia la alegría, hacia el gozo.
¿O es lo mismo, acaso, decir “te amo” a decir “no te odio”? (Aceptando por un instante que uno es el opuesto del otro, claro, y contando con la siempre amable colaboración del lector que sabrá apreciar el objetivo puramente ejemplificante del ejemplo), decir “porque sí” es lo mismo que ¿por qué no? “Te voy a matar” ¿es igual a “Te dejaré vivir”?
Y he notado todo esto esta mañana, mientras tiraba un pucho, después de casi una semana de fumar 10 o 12 por día. Luego de otra en la que fumé 1 o 2 diarios (es decir, 2 cigarrillos cada día, y no dos diarios, que sería bastante mucho más dependiendo si es tabloide o sábana). Y al sentir, otra vez, la incapacidad de respirar, pensé “tengo que volver a respirar”. Y ahí fue que hizo clic este texto, porque al volver a leer la serie “dejar de….”, dije “está mal, en realidad mejor sería pensar en algo que tengo que hacer en vez de dejar de hacer otra cosa”.
Por eso, abiertamente le estoy copiando el método a Rodolfo Walsh de su cuento “Nota al pie”, en el que la nota va creciendo un renglón por página, hasta fagocitarse al texto que le da vida. Bueno, más o menos quiero, desde lo visual, significar que lo positivo va creciendo sobre lo negativo, hasta ser lo más importante, lo más destacable y lo más bello de este recorrido.
¡Salud!

   

domingo, 8 de julio de 2012

Pesadilla


Vengo arrastrando los jirones de los sentimientos
Y de los pocos años felices que quedaron estropeados
Cuando me enganché cruzando un alambrado
Dejé ahí los sueños de la infancia en un cuarto enorme
Con un techo de cuatro metros de alto
Muebles que crujían todo el tiempo
Sin estufa en invierno
Apenas un ventilador asmático en el verano
Y un  pollito de plástico que se las ingeniaba
Para aliviarme de la yegua nocturna
Del dolor en los dientes de tanto tenerlos apretados
De la espalda doblada
Y el terror entre las cejas


Fernando Berton
Copyleft: Julio 2012

sábado, 7 de julio de 2012

Dejar de fumar 4

Añadir leyenda
        Hay cincuenta mil razones para fumar: porque estás triste, feliz, porque estás aburrido, porque estás mirando un partido de fútbol, porque estás nervioso, porque querés disfrutar un momento de tranquilidad, porque hiciste el amor, porque no lo hiciste, porque estás apurado, porque estás por entrar a un lugar donde no se puede fumar, porque acabás de salir de un lugar donde no se puede fumar, porque ganaste a la quiniela, porque no tenés un peso, porque sí, porque no.
       Yo descubrí que mis razones fundamentales para fumar tienen que ver con no lograr lo que quiero, o cuando las cosas no salen del todo bien.
       Esta semana he fumado de nuevo. Y como no logro bajar otra vez la cantidad de cigarrillos, sigo fumando.
       La interpretación seudo psicologicista que hago es que son esos momentos en que uno, medio en broma, dice "uy, me quiero morir". Y, efectivamente, voy y prendo un cigarrillo. Y luego otro, y otro más y así vamos.
       Creo, eso sí, que lo mejor que puedo hacer es seguir intentando cambiar esta mala costumbre. Hace bastante tiempo me pasó que escribía cuando me sentía mal, o me pasaban cosas tristes. Y, de alguna manera, estaba provocando infelicidades todo el tiempo solamente para tener algo sobre qué escribir. Cuando me dí cuenta de eso, dejé de escribir. No es que de pronto dejaran de ocurrir, pero sì dejé de provocarlas.
      Algo así me ha pasado con el cigarrillo: como me pasan cosas desagradables, fumo. Pero como he visto  y dejé dicho en entradas anteriores, el bienestar de no fumar es demasiado fuerte como para dejarlo pasar.
      De manera que no me presiono, pero sé que tengo que cambiar esta costumbre y buscar ayuda definitivamente. Lo que vengo haciendo me ha dado resultados temporarios, y necesito que sea definitivo.
      ¡Salud!

martes, 3 de julio de 2012

Repeticiones


Una gran cantidad de cosas ocurren repetitivamente. Cada año asistimos a los mismos hechos, en el mismo día, a la misma hora. Incluso acontecimientos extraordinarios, como el 29 de Febrero, se repite, de manera monótona, el 29 de Febrero.
Aún la Primavera, que tanta alegría nos causa, no deja de ocurrir cada 21 de Septiembre. Así también festejamos cumpleaños, aniversarios, lustros, décadas y siglos, ¡Ni que hablar de los milenios, aún con sus misteriosos trastornos como el fin de los tiempos o el Y2K!
Los humanos, por no ser menos, tenemos también nuestras rutinas; muchas de ellas debidas a la biología, contra las que poco podemos hacer –con suerte, dejar de respirar unos escasos minutos-, y otras hechas apropósitamente, como el trabajo, la escuela o ir al psicólogo, y acaso algunas más placenteras como encontrarnos con amigos, novias, practicar algún deporte.
Ocurre, eso sí, que las tales rutinas suelen aburrirnos, y hasta agobiarnos. E intentamos, desesperadamente, romperlas. Muchos, tenemos la suerte de haber creado la rutina de las vacaciones…
Otras veces, nos creamos rutinas que son perniciosas, como fumar, comer mal, romper cosas y algunas otras bellezas por el estilo, provocando de este modo la aparición de “siempre el mismo discurso”. Nos aburre que siempre nos recalquen lo mismo, pero no parece aburrirnos el seguir ejecutando las accionas que provocan el tal recalcamiento -o recalcación, si se prefiere.
Uno de los métodos de aprendizaje más arraigados en la historia de la humanidad es la repetición, y aquellos que fuimos educados dentro de los esquemas de dichos métodos, solemos repetir lo que aprendimos.
El problema que se nos plantea es cómo romper con las conductas que generan inconvenientes para nosotros mismos, a la vez que afectan a aquellos que nos rodean y conviven con nosotros. La difícil tarea de la vida es pasar siempre por los mismos lugares, y descubrir cosas nuevas en esas repetidas vueltas, sin sentirnos aburridos o agobiados.
Mientras tanto, lo más probable es que el mismo discurso siga repitiéndose.

domingo, 1 de julio de 2012

Naked in my arms


I did fancy of you naked in my arms, I have to admit,
with that skin of you within my arms
filling my senses with immeasurable pleasure,
all night long
as you said
and I couldn't sleep well with my hardness reminding me of you and your skin
every now and then in the night,
lonely
never ending night,
minute after second
when finally the alarm rung and I was exhausted
I have to admit
I said to myself "this will not do",
I have to have her
or not, as simple as that.

Today's a foggy Wednesday,
After a cold and windy Tuesday,
and I'm alright, seems to me I'll be better tonight
when the kids come.
But in the meantime, I do fancy of you
naked in my arms.

Fernando Berton
Copyleft - July 2012

sábado, 30 de junio de 2012

Dejar de fumar 3


        No descubro nada al decir que el cuerpo humano es una maravilla, pero la verdad es que la respuesta del mìo en esta semana (he fumado un cigarrillo por día), es increíble.
        Ayer caminé la subida de Paseo Colón a Balcarce así de una, como venía, y casi no sentí el esfuerzo. Es como si mis pulmones me dieran las gracias por el alivio que les estoy dando. La verdad es que me dan ganas de seguir, y en algún momento terminará esta carrera loca del pucho.

       Pensaba en los tiempos en que yo era chico, y fumar no estaba mal visto. De hecho, si alguien venía a tu casa ni se le ocurría preguntar "¿puedo fumar?". Con suerte te pedían un cenicero.

       Lo mismo en el colectivo, que, lleno hasta la manija, la gente prendía cigarrillos sin que importara nada. ¡Y andá a decir algo! 
     
        Lo mismo pasaba en el tren. Pero después, con los años, sacaron los vagones fumadores. Seguramente porque les costaba alcanzar a los vagones que no fumaban.

        En fin, por el momento creo que no puedo decir que he dejado de fumar, pero sindudamente tengo muchísimo más control y me siento mucho mejor. Eso es lo que me impulsa a mantener una cantidad baja por día, y seguramente el día que me muera, estaré mucho mas sano, ¿no es cierto?

     ¡Salud!

martes, 26 de junio de 2012

Dejar de fumar 2





Lunes, 28 de mayo de 2012
                El aire ya no entra. Definitivamente tengo que dejar de fumar. El costo de seguir fumando es muy alto.
                Fumé, en todo el día, un cigarrillo, en un ataque de desesperación. En lo físico me sentí mejor, pero estoy de muy mal humor.

Martes, 29 de mayo de 2012
                Al levantarme, encuentro que puedo respirar mejor. Sigo de mal humor. Pienso todo el tiempo en un cigarrillo, y hasta se me nubla la vista. He ido al kiosco y no compré cigarrillos.  La mejora es evidente. No tengo tanto ruido en los pulmones, y el cansancio al caminar es menor. Esas deben ser las claves para salir de este momento.
                Es desesperante. Son las 11:21, y tengo que hacer un esfuerzo increíble para no salir corriendo al kiosco a comprar puchos. Espero que pase pronto, porque de verdad me siento mucho mejor de la respiración. Está muy bueno no tener ese ruido intenso cada vez que inspiro profundo (bue, profundo es una manera de decir, porque no me queda mucho espacio libre). Sigo más tarde.

Miércoles, 30 de mayo de 2012
                La diferencia, al levantarme, es enorme. No sentir ese ruido espantoso, ni tener que boquear para que entre un poco de aire.  Lo mejor que puedo hacer es seguir así.
                Pero la fuerza que hay que ponerle al impulso que viene es de no creer. Ayer me fui a dormir porque si seguía levantado no iba a poder resistir, creo. El gran objetivo es mantener la actitud durante la semana, y no morir por la desesperación el fin de semana. Eso va a estar bueno, porque es cuándo más siento ganas, y como estoy más relajado, la voluntad decae. Creo que es ahí donde tengo que poner toda mi atención, este fin de semana va a ser crucial.

Jueves, 31 de mayo de 2012
                El esfuerzo de hoy va a ser mayor, porque ya tengo un cigarrillo encima a las 8:04 am.  Tengo que lograr mantenerlo hasta el final. Y tomar un turno para el tratamiento. Pensar, más que nunca, que el bienestar que siento es mayor que nunca. Subir desde Paseo Colón hasta Balcarce sin sentir que muero sin aire. Respirar con tranquilidad al despertarme. No tener tanto olor en la ropa.

Miércoles, 20 de junio de 2012
                No lo conseguí. Fumé menos, pero no lo conseguí. Mi mal humor no cambió para nada, es más, se puso peor. Solamente porque no pude lograrlo.
                Y ahora, acá estoy, otra vez con broncodilatadores, antibióticos y antimucóticos -o como sea que se llamen-,  para aflojar los mocos. Y un montón de plata tirada, en puchos y en medicamentos que tal vez no hubiera necesitado.
                Y es triste saber que se puede, pero que yo  no puedo. Y que tampoco me animo a buscar más ayuda. El lunes fumé 3 o 4 cigarrillos, y me tiré de cabeza en la cama, sin aire. Ayer llamé al médico de urgencia. Vino la que vino varias veces, “decíme algo que me sorprenda”, me dijo, y no tuve nada para decir. Se fue desilusionada. Quedé desilusionado, con los pulmones hechos mierda, con la bronca de esta adicción que no para.
                Quéseyo, tal vez lo mejor sea dejar de escribir este diario de la muerte, porque es una forma más de pensar en lo que no quiero ni tengo que pensar. Pero, a la vez, dejarlo sería claudicar en el esfuerzo. Y seguirlo implica dar vueltas al pedo sobre los primeros dos párrafos (28 de mayo de 2012)

Viernes, 22 de junio de 2012
                “Y a mediados del otoño, mientras todo moría, los hombres-mono se agitaban en sueños, recordaban a los muertos del año anterior. Los espectros llamaban desde dentro de las cabezas. Recuerdos, eso son los espectros, pero los hombres-mono no lo sabían. Detrás de los párpados, en las horas tardías de la noche, aparecían los espectros de la memoria, saludaban, bailaban, y entonces los hombres-mono despertaban, echaban ramitas al fuego, lloraban, se estremecían. Podían ahuyentar a los lobos, pero no a los recuerdos, no a los fantasmas. Entonces se acurrucaban, rezaban pidiendo que llegase la primavera, vigilaban el fuego, agradecían a dioses invisibles las cosechas de frutos y bayas. [1]
                Fumar es más o menos parecido: está dentro de la cabeza, hay algo que resuena cada tanto y te baila y te zapatea pidiendo a gritos fumar. Y en general, uno cae rendido y fuma. Para sentir ese minúsculo placer que te marea un poco, te tranquiliza un poco, te acaricia la garganta hasta quemarte, y sentís unos dedos firmes que no te sueltan y una risa terrorífica te asusta.
                Igual ocurre con cada cigarrillo.  Hasta que un día ya no hace falte que te aprieten el cuello, porque directamente no podés respirar. Pero ese deseo enorme que retumba en la cabeza no se va, retumba, tumba, tumba.
                Hoy hace cuatro días que no fumo. Estoy encerrado en mi cuarto casi todo el día, escribiendo mi blog, viendo películas, soñando con cambiar de puesto de trabajo porque no aguanto más a mi jefe. Y todas, en realidad, son puras excusas para no fumar. 

Martes, 26 de junio de 2012
                Voví al trabajo. Cada vez más detesto a mi jefe, que ni sisquiera me preguntó cómo me sentía. “La más hermosa niña del mundo / puede dar sólo lo que tiene para dar”[2]
                Mientras tanto, algunas cosas concretas que he hecho:
2010:
a.       Dejar de fumar en el auto
b.      Dejar de fumar en el cuarto
2011:
a.       Caminar desde la estación de tren hasta la oficina (20 cuadras)
b.      Caminar desde la oficina hasta la estación de tren (20 cuadras)
c.       No fumar al caminar
2012:
a.       No fumar dentro de casa
b.      Viajar sin cigarrillos y sin encendedor
c.       Agarrarme una linda obstrucción pulmonar que apenas te permite ver
Supongo que hay cosas más prácticas que hacer todo esto en tanto tiempo. Es, a mi favor, lo que puede conseguir. Hoy he fumado solamente un cigarrillo, y sin terminar. Siento que he logrado bajar la ansiedad hasta ese punto, y el pensar en un cigarrillo realmente se ha espaciado mucho en el tiempo.
La conclusión, cuando todavía me considero fumador, es que dejar el vicio es muy bueno para la salud física, pero terrible para la salud mental.



[1] Bradbury, Ray; “El Arbol de las Brujas”; Minotauro, Buenos Aires, 1978; Pág. 64

[2]  Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota; “Musica para pastillas”; Oktubre; 1984; Del Cielito Records

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