By Wilfred Owen
What passing-bells for these who die as cattle?
— Only the monstrous anger of the guns.
Only the stuttering rifles' rapid rattle
Can patter out their hasty orisons.
No mockeries now for them; no prayers nor bells;
Nor any voice of mourning save the choirs,—
The shrill, demented choirs of wailing shells;
And bugles calling for them from sad shires.
What candles may be held to speed them all?
Not in the hands of boys, but in their eyes
Shall shine the holy glimmers of goodbyes.
The pallor of girls' brows shall be their pall;
Their flowers the tenderness of patient minds,
And each slow dusk a drawing-down of blinds.
Himno a la juventud condenada
Por Wilfred Owen
¿Qué campanas doblan para estos que mueren como ganado?
— Sólo la monstruosa ira de las armas.
Sólo el rápido traqueteo de los balbuceantes rifles
Pueden hacer sonar sus apresuradas oraciones.
Ya no hay burlas para ellos; ni oraciones ni campanas;
Ni ninguna voz de duelo salvo los coros,
— Los estridentes y dementes coros de las conchas que gimen;
Y las cornetas que los llaman desde tristes condados.
¿Qué velas se podrán sostener para apresurarlos a todos?
No en las manos de los muchachos, sino en sus ojos
Brillarán los sagrados destellos de las despedidas.
La palidez de las cejas de las muchachas será su paño mortuorio;
Sus flores la ternura de las mentes pacientes,
Y cada lento crepúsculo un descenso de las persianas.
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