Llegué diez menos cinco a Constitución y Riqui ya estaba. Fui con el Duende y con Martín, que llevó el mate y unos bizcochitos buenísimos de la panadería de la hermana. El Duende llevó flores. Riqui no dijo nada, pero nos dimos cuenta de que estaba contento porque no protestó.
Salimos 10:18 del andén 12. El viaje se hizo largo porque en Berazategui se descompuso una persona y tardaron bastante en asistirla. Martín cebó unos mates. El plan de Riqui era sencillo: plantarnos frente a la casa de gobierno y hacer unas pintadas en el piso para denunciar la corrupción.
Apenas bajamos el Duende dijo que tenía que ir a mear urgente. Los baños de la estación La Plata estaban cerrados. Por suerte encontramos una galería comercial ahí al toque y el tema no pasó a mayores. Ya venía bastante insoportable por la demora, y encima aguantarlo meado hubiera sido imposible.
Seguimos por la Diagonal 80 hasta la Plaza San Martín. Cuando llegamos era todo un quilombo: había una marcha de docentes y la policía estaba reprimiendo. Enseguida, Riqui y el Duende se pusieron del lado de los maestros, ayudaron a tirar piedras y les pintaron los escudos a los canas con los aerosoles. Corrimos lejos de la plaza cuando aparecieron los carros hidrantes.
*
A la noche, en lo de Rómulo, Riqui dijo que había que volver.
- Mejor vamos a Plaza de Mayo, dijo Martín.
- Vos estás mal, Tincho, ¿voltear al presidente?
- No, voltear al presidente no, pero nos queda mucho más cerca. Acordáte que este casi se mea.
A Riqui lo agarramos justo, que si no le baja un par de dientes a Martín.
Fernando
Enero, MMXXIII
No hay comentarios:
Publicar un comentario