Los hechos que no tienen una explicación clara son los que más atormentan, quedan dando vueltas en la cabeza, se van y vuelven a cualquier hora del día, en cualquier circunstancia.
Parece, también, que los peores momentos se vuelven aún más horribles para, de pronto, cambiar y provocar una sonrisa, un breve descanso en la caída. ¿Qué hubiera sido de mí sin Laura M. al morir mi vieja? Es algo que, aunque de alguna manera amable, no tiene una explicación clara y se pasa del lado d los hechos que atormentan.
Ahora, en el híper-plasma, me siento solo como en algunos cuadros de Hopper o de Alba Pérez Mansilla. Al no tener corporeidad, los sentimientos son como figuras, imágenes que no sienten propias. Me duelen los recuerdos, no parecen míos. Me duelen es una manera de decir, porque de verdad no tengo esa emoción, es solo la sombra de un recuerdo. Pienso los ojos profundos e inquietos, los rulos apretados, las manos pequeñas y las caricias interminables de Laura M. y no consigo aceptar que ya no esté. Entonces, mis 15 cm3 de híper-plasma son un vacío inconmensurable, como siempre, nomás que ahora tengo verdadera conciencia de ello.
*
El recuerdo que permanece tiene la misma función que una fotografía: hacer eterno un instante. Algo que era intrascendente queda guardado por siempre. Tener la capacidad de mantener un recuerdo tanto tiempo es una desgracia.
En una reunión para conversar sobre una novela saqué el tema de abandonar el híper-plasma. La primera reacción fue de sorpresa. Luego, de desaprobación. Jamás nunca nadie había propuesto una cosa semejante, ¿cómo se me ocurría?
Argumenté que no me servía de nada el estado incorpóreo. Que no podía tener certeza de cuándo habían ocurrido las cosas. Logré aprender a relacionar temas con personas, pero no conseguí quitarles el aire melancólico a los recuerdos. Permanecería por siempre la fotografía de la muerte de las personas que más quise. Riqui, mi vieja, Laura M. esta fue la peor de todas, porque cuando parecía que había llegado un tiempo de felicidad, otra vez una muerte inoportuna. Ese instante fugaz, en el híper-plasma, me perseguiría sin fin, y no estaba dispuesto a convivir con esa sensación.
Me dijeron que convocarían una reunión específica para tratar mi tema. Parecía no estar dentro de las posibilidades salir del híper-plasma.
Fernando
Enero, MMXXIII
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