20:10
Está con respirador, la pasaron a terapia, dice mi viejo. ¿La puedo ver? No sé, preguntá a las enfermeras. Solo un ratito, dice la médica de guardia después de que me boludearon bastante.
Está dormida. Le agarro una mano, le hablo bajito, intento no llorar. No lo consigo. Abre los ojos. Apenas. Me aprieta un poco la mano, un segundo, nomás. Parpadea. Sonríe un poquito. Hola, ma, le digo, llegué tarde, disculpá. Levanta las cejas, frunce el ceño. Fui a pagar las cargas sociales y en la fila me encontré con una compañera de la primaria, ¿podés creer? De ahí nos fuimos a tomar algo y se me pasó la hora. Mueve la cabeza hacia los costados y vuelve a sonreír. Me agarra la mano. En realidad solamente apoya la suya en la mía, no le alcanza la fuerza para agarrar. Yo me río un poco. Laura M., ma, ¿te acordás? Levanta las cejas todo lo que puede. ¡Sí, la hija de la señorita Nevia! Ella me reconoció, yo ni me había dado cuenta porque tenía el pelo atado y no se le notaban los rulos. Trabaja de cadeta, como yo, y ahora está afuera, me vino a hacer compañía. Recién me doy cuenta de que está igualita, pero qué me iba a imaginar. Además, viste que soy bastante distraído a veces.
La médica me hace señas.
Bueno, ma, me tengo que ir, ya terminó el horario, me dejaron pasar como excepción. Cierra los ojos. Le seco unas lágrimas y le doy un beso largo en la frente. Tiene fiebre. Nos vemos, ma, I love you tanto!
Fernando
Diciembre, 2022
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