Esta foto tiene unos cuantos años. Pero no tantos como cuando el Bar Dorrego era, a diferencia del cuento de Hemingway, un lugar sucio y mal iluminado.
Antes de que San Telmo se convirtiera en un lugar de moda, los bares y restoranes eran, por lejos, mucho más baratos que de Av. de Mayo al norte. Pero además de mantener mesas, sillas, decorados y adornos de larga data, parecía ser que mantenían la suciedad también, y hasta uno podía llegar a creer que estaba pisando polvo colonial.
En cuanto a esta foto, me causó gracia que el cesto de residuos hubiera desaparecido, quedando solo una tapa que parecía una mesa al exterior del bar, como para tomar un café de parado, rápido, antes de seguir camino.
Fernando
Febrero, MMXXII
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