del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo
con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra,
es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la
piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad
necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular,
rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y
remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo (Et tous nos amours,
sollozó Emmanuèle boca abajo), lo malo es que justamente a esa altura, cuando
casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la
especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se
ha salido de la infancia
Eso dice Cortázar en el Capítulo 36, seguramente para subsanar la ominosa ausencia de tales directivas del "Manual de Instrucciones" que abre las Historias de Cronopios y de Famas.
El "Cielo" es un punto de descanso para los jugadores. El momento de tomar aliento para el regreso a la "Tierra". Algunos jugadores matematicistas ponen un "10" en el lugar del "Cielo", pero a nuestro criterio le quitan esplendor y fantasía a la colorida cuadrícula que habrá de ser sorteada tantas veces como la piedrita caiga en la casilla correcta.
Gana el jugador o la jugadora que va y viene de la Tierra al Cielo tantas veces como casillas hay en la rayuela, para lo cual se necesita un grado de pericia bien alto.
En ocasiones, una en un millón, hay que decirlo, la jugadora que está por ganar arroja la piedra al Cielo con demasiado entusiasmo, se sale del dibujo y se va lejos, lejos, lejos. Y la jugadora corre detrás de su tejo casi con desesperanza.
Y nosotros nos quedamos aquí en la Tierra, esperando que vuelva.
Fernando
Setiembre, MMXXI
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