- Y si el Aleph es el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos, no es de extrañar que Borges haga transcurrir su cuento en estas pocas cuadras de Constitución, ¿no es cierto? Desde Brasil y Lima a Caseros y Tacuarí y luego hasta Garay y Tacuarí no hay más de diez minutos de caminata tranquila.
Me cautivó.
- Te faltó Pavón y Santiago del Estero, le dije.
- Pero, esa esquina no figura en el cuento.
- No.
- ¿Entonces?
- ¿Querés ir a ver? Estamos a no más de diez minutos de caminata tranquila.
En el hotel nos indicaron el protocolo:
Utilizar los trajes de lycra provistos (aunque tenían costo adicional), que cubrían todo el cuerpo salvo los genitales. Los trajes, una vez puestos, debían desinfectarse con alcohol en gel (también provisto, aunque incluido en el precio). No se permite quitarse el barbijo ni el intercambio de saliva bajo ningún concepto. El preservativo es de uso obligatorio. Puede utilizarse lubricante de resultar necesario.
Nos miramos. Conteniendo la risa, accedimos a cumplir el protocolo, que debimos firmar de puño y letra.
Los trajes no eran fáciles de colocar, y el alcohol en gel provisto era excesivamente oleoso, por lo que las maniobras que realizamos resultaron en cabriolas inesperadas, al punto de caer al piso ya que las sábanas de raso y el gel resultan súper resbaladizos.
El golpe terminó con nuestros ímpetus libidinales, pero de cualquier forma aprovechamos para dormir un rato. Recorrer el mundo en un solo punto en no más de diez minutos puede ser extenuante.
Fernando
Diciembre, MMXX
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