Yo no sé qué tienen en la cabeza los que les ponen nombres a los barcos. Se pueden dar la mano con los que bautizan caballos de carrera.
Yo cuido. No, no, cuido solamente. El barco quedó amarrado ahí hace no sé cuánto. Y bueno, yo cuido.
Y, no sé decirle, poco antes de la pandemia, me parece.
No, no fue por eso. El capitán se quedó sin crédito para pagar los gastos de amarre, y después nos agarró el virus.
Lindo barco, no como ahora que está todo oxidado y lleno de ratas.
Eso dicen, pero yo no conté cuántos bajaron. Tampoco sé cuántos había, así que es difícil que le diga.
Si, hay veces que se escuchan ruidos. Pero no hay que creer todo lo que dicen, la gente inventa cosas en seguida.
Lo más raro fue una noche de niebla, había algo de viento que sonaba entre los botes.Parecido a una persona que se queja de dolor, era el ruido. Yo les dije que no subieran, que se podían lastimar, pero vio cómo son los jóvenes, no les importa nada. Cuando les hablé se asustaron tanto que uno cayó por la planchada y el otro se desmayó. Tuvo que venir una ambulancia.
Eso es lo más raro.
Y, qué sé yo, una punta de años. El barco quedó ahí en 2020, ¿no?, y bueno, esto que le cuento habrá sido hace treinta o cuarenta años, en el 2090, año más año menos.
Faltaba más, para lo que guste mandar.
Fernando
Diciembre, MMXX
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